Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hermanos

Dylan

Observé detenidamente a Mick mientras él ojeaba la carta del restaurante con toda la tranquilidad del mundo mientras el mesero esperaba pacientemente a su lado. Traté de grabar cada detalle de él en mi mente, desde las pequeñas arrugas que se formaban alrededor de sus ojos cuando se reía hasta los dos pequeños lunares que tenía en el cuello. No debo olvidar jamás el rostro del hombre que arruinó la vida de mi madre y que atentaba con arruinar la mía también.

Respiré hondo para que mi acelerado corazón se calmara, pero sabía que sería en vano. Jamás podría tranquilizarme estando cerca de este hombre. Miré alrededor, había venido muchas veces a este restaurante de comida francesa cuando visitaba la ciudad con Dominik, el dueño era uno de sus mejores amigos. Ahora mismo no había mucha gente pero tampoco éramos los únicos en el lugar.

Me fijé de reojo en el alto y fornido rubio ruso que me miraba disimuladamente desde la elegante barra mientras le preparaba un trago a una mujer. Dimitri era un hombre de unos veintisiete años que medía casi dos metros, su rostro no lucía para nada amigable, sus facciones eran serias y duras, como su oscura mirada, sus ojos negros carentes de emoción solo parecían tener vida cuando le hablaban de luchar, de videojuegos o de comida francesa, el hombre era un excéntrico. Pero sobre todo, era confiable.

Sabía que él aplastaría a Mick en un segundo si las cosas se salían de control. Por esa razón elegí este lugar como punto de encuentro, obviamente después de explicarle todo a Dimitri, le pedí que no le dijera nada a mi hermano, porque sé que él vendría y trataría de matar a Mick primero para hacer las preguntas después, así es Dominik.

—Ya me decidí... no quiero ninguna entrada... tráigame un Bœuf bourguignon para el plato fuerte y unos macarons de postre... y tráiganme su mejor vino... ¿tú qué quieres, Dylan? —le devolví la mirada a Mick cuando se dirigió a mí, él me miraba esperando una respuesta, suspiré. Sé que vomitaré cualquier cosa que coma ahora mismo, sentía el estómago revuelto y sabía que la malteada que me había regalado Dimitri cuando llegué no tardaría en salir por donde había entrado.

—Agua, solo eso —respondí con tensión e incomodidad, él arqueó una ceja y encogiéndose de hombros le pasó la carta al camarero.

—Tú te lo pierdes... espero que tus amigos no intenten envenenarme —esto último me lo susurró como si fuese un secreto mientras miraba a Dimitri con fingido temor; no me sorprendió que supiera que éramos amigos. De hecho, contaba con que se diera cuenta, puede que así no intente alguna locura.

—¿Qué es lo que quieres? —le pregunté inclinándome y mirándolo con desprecio, él negó con desaprobación y se mantuvo observándome en silencio cuando el mesero llegó y tras poner frente a mí un vaso con agua, se dispuso a llenar hasta la mitad la copa de vino de Mick.

Me extrañó su mirada, él me observaba con aprecio y felicidad, era obvio que estaba a gusto con todo esto, a pesar de que mi incomodidad y molestia se notaba a kilómetros.

—No te apresures tanto... Pero bueno, ya que lo preguntas... ¿qué es lo que quiero? Quiero esto... pasar tiempo contigo —me quedé unos segundos en el aire al ver tanta honestidad en su mirada, entrecerré los ojos con desconfianza. Este hombre realmente cree que soy su hijo. No sé si reírme, llorar, asustarme o huir. Consideré hacer todo eso a la vez... —No debes tenerme miedo, no te haré nada malo —me mostré escéptico cuando dijo eso, él hizo una mueca al ver que no le creía.

—Así como tu hermano no le hizo nada malo a mi mejor amigo y así como tú no le hiciste daño a mi madre —solté con sarcasmo y rencor, él se removió incómodo en la silla, yo tomé un sorbo de agua mientras lo miraba fijamente.

—Lo que pasó con tu amigo no tiene mucho que ver conmigo, mi hermano decidió hacerlo por su cuenta... —se defendió con calma sin dejar de mirarme cuando el mesero puso frente a él un humeante estofado de cerdo cocinado en vino, después de agradecerle, Mick se frotó las manos y comenzó a comer con jovialidad mientras me miraba, fruncí el ceño. Le habían traído eso demasiado rápido...

Miré hacia la puerta de la cocina justo cuando Dimitri salió, él se encogió de hombros y señaló su reloj varias veces recordándome que no tenía mucho tiempo, él parecía estar disculpándose aunque su mirada seguía seria, aparté los ojos de él.

En serio me molestaba ver lo contento y tranquilo que estaba el hombre frente a mí, aunque prefiero a este Mick antes que a uno molesto y con ánimos de secuestrar hijos ajenos. Hasta ahora no lo había visto ni un poco enojado, el tipo irradiaba felicidad por los poros. No sé si eso es bueno o malo.

—No importa lo que digas, no puedes negar que es tu culpa lo que pasó con Dean, dudo que el idiota de tu hermano haya planeado todo eso por sí mismo —dije con seriedad mientras me cruzaba de brazos, él soltó un suspiro pesado y cortó lentamente un trozo de carne con una mirada pensativa. Yo no sé qué fue lo que pasó exactamente en el hospital, solo sabía lo poco que mi padre me había contado, todavía no he hablado con Dean pero conociendo al Dr. Graham no es muy difícil saber que él no es más que el peón de otra persona más retorcida e inteligente. —Lograr meterse en un hospital lleno de guardaespaldas solo para matar a un adolescente... eso es demasiado para tu estúpido y pervertido hermano... —en cuanto dije eso Mick se echó a reír dejándome desconcertado.

—Sé que tiene cara de estúpido, pero... ¿pervertido? Nunca lo había pensado, ¿parece un pervertido? —preguntó eso con mucha curiosidad, comenzó a dolerme la cabeza al ver que este hombre no me estaba tomando en serio. Por un momento imaginé todo el estofado caliente escurriendo por su rostro y su ropa cara. Rodé los ojos y negué varias veces cuando él siguió comiendo encantado.

—Es el único doctor que he visto manosear a sus pacientes... —susurré vagamente bajando la vista a la mesa y recordando cuando su sucio hermano intentó propasarse conmigo, pensé en eso para despejar mi mente de la peligrosa tentación de atacar a Mick con su propia comida. ¿Desde cuándo me volví tan violento?

—¿Te lo hizo a ti?

Levanté la cabeza rápidamente al escuchar su voz tan fría, tragué duro y un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando me encontré con su vacía y psicótica mirada, ya no habían rastros del hombre feliz de hace unos momentos. La expresión que tenía ahora mismo era la que había esperado ver en él desde un principio. Y por más extraño que sonase estaba deseando que regresara el Mick feliz de antes. Este había hecho que todo mi cuerpo se enfriara en un segundo.

—Responde —ordenó soltando con cuidado los cubiertos, iba a negarme a responder pero mi cabeza asintió automáticamente sucumbiendo al miedo que me provocó su mirada. Él cerró los ojos un momento, parecía estar tranquilizándose, me mordí el labio inferior con ansiedad y miré hacia la barra, Dimitri estaba alerta mientras observaba a Mick.

—Ya me encargaré luego de él —miré al frente, Mick me estaba mirando con preocupación, me pareció inquietante su rápido cambio de humor. —¿Cómo te va en el instituto? —cambió de tema con mucha facilidad mientras agarraba su copa, yo seguía tenso. Apenas vi la superficie de su lado oscuro, no dejaré que ese falso encanto suyo haga que me relaje. Aunque por otro lado, ¿acaso le importa lo que me suceda?

—H-Hablemos de c-cosas importantes. ¿P-Por qué abusaste de mi m-madre? —demandé saber mirándolo a los ojos, mi voz había salido un poco quebrada por lo asustado y nervioso que me había dejado su actitud de hace un instante. Él me sostuvo la mirada, me pareció ver un poco de burla en ella al cabo de unos segundos.

—¿Eso te dijo? —preguntó haciéndose el sorprendido, gruñí con exasperación cuando mi celular comenzó a vibrar dentro de mi bolsillo. Ya descubrieron que no estoy. Calculo que Dominik me rastreará y él o alguien más vendrá a buscarme en diez minutos o menos, debo sacarle tanta información como pueda a Mick, o todo esto habrá sido para nada.

Quería sacar a relucir el tema principal, que él estaba terriblemente equivocado y que yo no era su hijo. Pero tenía el presentimiento de que la conversación acabaría en cuanto dijera eso.

—Sí, eso me dijo... ahora, ¿por qué lo hiciste? —dije ansiosamente, mi celular no dejaba de vibrar. El hombre frente a mí echó su cabello hacia atrás y negó con una mirada astuta.

—Te lo contaré en nuestra próxima reunión...

—¿Quién te ha dicho que habrá una próxima reunión? —pregunté de inmediato mientras lo miraba mal, él sonrió de lado, sus ojos azules verdosos mostraron diversión.

—Tu curiosidad me lo contó —susurró con secretismo, inflé las mejillas y apreté las manos en puños. Él sabía desde el principio que esto pasaría, el mensaje que recibí hace horas me lo decía.

"Sé que quieres respuestas, encontrémonos donde quieras. Tú decides".

Respuestas. Por esa razón había venido hoy, y él sabe que por esa razón podría aceptar verlo otra vez. Se estaba aprovechando de eso.

Me reí un poco y me levanté mientras negaba, él se puso serio al verme levantarme, le sonreí falsamente con encanto.

Hoy no recibí ninguna respuesta de tu parte, ¿crees que volveré a verte después de perder el tiempo aquí? —dije mirándolo con desdén, su mirada se oscureció, supe que lo había alterado cuando noté que el vino en su copa estaba temblando levemente.

—Bien... te diré algo que probablemente no sabías —lo miré con una ceja arqueada, él miró la silla frente a él invitándome a sentarme nuevamente, su sonrisa confiada y su mirada misteriosa lograron lo que buscaban. Me senté frente a él y lo miré con expectación.

—Te espero —dije incapaz de apartar la mirada, él apoyó su barbilla en un puño y me miró con satisfacción, aunque después su mirada se volvió vacía y perdida.

—¿De quién crees que es el bebé que lleva Celine? —preguntó lentamente subiendo la mirada a mis ojos, dejé de escuchar todo a mi alrededor cuando preguntó eso, los dos nos miramos como si fuésemos los únicos en el lugar, sentí que mi corazón se detuvo. Creí que la respuesta a eso era obvia.

—Tuya... es tuya, ¿no? —susurré como si fuese obvio, él sonrió y con la mirada más fría que había visto en mi vida su cabeza se movió lentamente de lado a lado, sentí la boca seca pero no pude ni mirar el vaso con agua, los ojos de Mick me tenían atrapado. No podía creerlo, ¿la bebé no es suya? ¿De quién es?

—Es de Robert.

Me quedé atónito al escucharlo, su voz y su mirada estaban cargadas de pesar, no había rastros de burla o juego en él. Pero... Eso es imposible, mi padre parecía muy seguro de que no es suya, él mismo había dicho delante de mi madre que no la había tocado en mucho tiempo, y yo mismo vi los reportes de sus salidas cuando mi madre quedó embarazada, ¡ellos no se vieron!

—Mientes —respondí sin más mientras me levantaba nuevamente, Mick me observó en silencio y sonrió sin gracia mientras se tomaba de un trago todo el vino que quedaba en la copa. Él se veía muy triste y algo resentido.

—Tu madre creyó que podía engañarme nuevamente... pero yo iba dos pasos por delante de ella esta vez. Creo que Robert ni siquiera sabe que es suya. Pregúntale qué sucedió en la subasta de Milán... bueno, qué tanto recuerda de esa noche... tira de ese hilo y encontrarás la verdad... luego decide si quieres verme otra vez o no —sentí mis ojos arder por mantenerlos tan abiertos tanto tiempo, me costaba creer en sus palabras aunque él parecía no estar mintiendo, sin decir nada más se levantó, dejó dinero sobre la mesa y posó una mano sobre mi hombro derecho, miré hacia arriba, él me observaba como cuando entró al restaurante, con curiosidad, satisfacción y algo de felicidad. —Me alegró verte... —se calló cuando miró hacia la puerta transparente, seguí su mirada y no me sorprendió ver a Scott y a Taylor, guardaespaldas de mi padre, bajarse de un auto negro. —Espero que volvamos a vernos pronto, adiós... —dijo apretando suavemente su mano, yo seguía impactado por lo que había dicho, él me sonrió y después de acariciar una de mis mejillas caminó hacia otra de las puertas del restaurante con algo de prisa.

Me quedé observando a ese extraño hombre hasta que Scott llegó a mi lado y comenzó a regañarme en voz baja para no llamar la atención, lo último que vi de Mick fue su confiada mirada mientras sentía mi mejilla arder donde su mano había estado segundos antes...

. . .

Recorrí toda la casa buscando a mi madre, cuando entré en uno de los salones me detuve de golpe en la puerta al ver a un medio muerto Dean acostado descuidadamente en el sofá mientras comía palomitas de maíz y observaba a mi madre tocar el piano.

—Te equivocaste... otra vez —soltó Dean maliciosamente haciendo que mi madre lo mirara con frustración y molestia.

—Este piano debe tener algún tipo de problema... —se defendió ella cruzándose de brazos y mirando detalladamente el piano, Dean resopló.

—Apártate, te mostraré que el problema eres tú —me reí con ganas cuando Dean dijo eso con un deje de superioridad, parecía un niño enojado, mi madre lo asesinó con la mirada. Los dos miraron hacia mí al escucharme, se veían sorprendidos. ¿Tan concentrados estaban en eso?

No. Probablemente no estaban en todos sus sentidos. Sus cansados rostros me decían eso, los dos tenían ojeras y estaban algo pálidos, parecían un par de zombies hambrientos.

—¿Ustedes no deberían estar descansando? —pregunté sin moverme de donde estaba, mi madre negó varias veces y Dean me miró mal. ¿Qué le pasa?

—Olvidaré cómo caminar si me paso otro día metido en esa cama —declaró mi mejor amigo caminando hacia mí, le sonreí y negué con resignación. Es un exagerado.

—Yo no puedo descansar sabiendo que Mick está en la ciudad —dijo mi madre con su fría mirada puesta en uno de los ventanales, recordé todo lo que hablamos Mick y yo, quisiera preguntarle directamente a ella sobre lo que él había dicho de la bebé, pero después de ver lo pálida y cansada que se veía sabía que no sería una buena idea. Miré a Dean, él me observaba fijamente logrando ponerme nervioso, me aclaré la garganta y me quité el abrigo que traía sintiendo repentinamente mucho calor. —¿Dominik está aquí? —preguntó mi madre desviando la mirada a mis ojos, cuando negué ella frunció el ceño y soltó un triste suspiro.

A mí no me sorprendió no encontrar a Dominik aquí, Scott me había dicho que él los había llamado para que fuesen a recogerme, eso me pareció un poco extraño pero me tranquilizó. Él no sabía que yo estaba con Mick, de haberlo sabido me hubiese ido a buscar él mismo. Algo me dice que Dominik sabe algo sobre la bebé que espera nuestra madre, después de todo, él había estado investigando sobre las salidas de nuestros padres hace ahora seis meses. Según los papeles que tomé de su habitación ellos no se habían visto en dos meses seguidos, pero... ¿Y la subasta? ¿Cómo pudo Dominik pasar eso por alto? ¿Se equivocó o fue a propósito?

—¿Qué esperas para contarme todo lo que pasó mientras dormía? —olvidé todo lo anterior cuando Dean habló, él tenía una ceja arqueada mientras esperaba una respuesta, me rasqué la nuca y me sentí nervioso. ¿Cómo reaccionará al saber las cosas que sucedieron con mi madre? Pero... Si lo que Mick dijo es cierto, ¿cómo reaccionaría él a eso? Ni siquiera yo me había detenido a pensar qué sentiría si la bebé es realmente de mi padre...

—Pero si yo te lo dije todo... —miré a mi madre con auténtica sorpresa, ella veía confundida a Dean, el castaño soltó una risa sarcástica y se echó el cabello hacia atrás con una mano.

—Celine, querida, dame una buena razón para creer ciegamente en todo lo que me contaste... ah, cierto... no la tienes —dijo Dean con algo de burla aunque su mirada parecía seria, mi madre puso los ojos en blanco y se encogió de hombros, no pude evitar sonreír mirando los ojos negros de Dean. Joder, lo había extrañado tanto.

Los dos caminamos hacia el sofá cuando mi madre se centró nuevamente en el piano, miré a Dean y comencé a hablar...

—¿Eso fue lo que ella te contó? —le pregunté cuando terminé, él asintió a regañadientes, miré a mi madre, ella no nos prestaba atención, su mirada perdida estaba en el piano. —Me sorprende que se haya tomado la molestia de contarte todo... considerando el odio que parecen tenerse —dije lo que pensaba mirando a mi amigo con curiosidad, él chasqueó la lengua y se recostó dramáticamente en el sofá.

—Podemos estar juntos en una habitación, insultándonos... pero sin llegar a matarnos —respondió Dean mirándome sin mucho interés, asentí sorprendido. Su reacción no era la que esperaba, él estaba algo tranquilo, supongo que tuvo tiempo para asimilarlo mejor cuando mi madre se lo contó todo. —No confiaré fácilmente en ella y en esa historia de que todo lo malo que te hizo fue para protegerte. Para mí, las acciones dicen más que las palabras. Si de verdad te quiere tanto como ella dice hacerlo entonces se notará. Le creeré cuando eso suceda, por ahora sigue siendo una bruja fría y manipuladora para mí... —Dean había dicho eso con un tono algo alto para que mi madre obviamente lo escuchara, él me miraba con algo de miedo. Sé que le asusta que todo lo que dijo mi madre fuera otra de sus mentiras, a mí también me asustaba eso. Pensar que en algún momento ella comenzaría a tratarme como antes, pero algo me decía que esta vez no sería así.

La miramos, ella había dejado de tocar, suavemente se dio la vuelta y miró a Dean con una cálida sonrisa que duró apenas unos segundos antes de desvanecerse.

—Me parece bien... —se limitó a decir mientras se levantaba del banquillo del piano, ella se acarició el vientre y me dedicó una linda sonrisa que me hizo sonrojar, escuché el gruñido de Dean, de reojo noté que estaba enfurruñado, celoso.

Los tres nos sorprendimos cuando un rayo de sol atravesó la ventana e hizo que un arcoíris se reflejara en las baldosas blancas del piso. La primera en acercarse a uno de los ventanales fue mi madre, Dean y yo la seguimos y embobados miramos como el sol se asomaba entre las nubes.

—¿Qué es esta extraña cosa que calienta? —se preguntó Dean mientras miraba curioso como un rayo del sol acariciaba su mano, los tres nos miramos y sin decir nada más caminamos rápidamente fuera del salón.

No estoy seguro de cuándo fue la última vez que vi el sol salir en esta ciudad. Miré mi piel, estaba como un vampiro, ya me había acostumbrado al casi siempre nublado cielo de aquí.

Los tres salimos al patio y como idiotas disfrutamos de los cálidos rayos de sol con los brazos abiertos, comencé a negar cuando Dean miró con tentación la piscina, la cual literalmente tenía una capa de hielo cubriendo el agua.

—Parece que quieres volver al hospital —dijo mi madre mirando la piscina, me pasé una mano por la cara al ver que ella también la observaba con ganas, Dean se rió y corrió hacia la casa, cuando regresó segundos después vimos que el hielo de la piscina comenzaba a derretirse, tragué duro.

Mi madre y yo nos miramos con dudas, Dean tenía una gran sonrisa en su rostro, sus mejillas estaban coloradas, pareciera que los rayos del sol le habían devuelto la vida.

—Aunque unos diez minutos no matarán a nadie... —reconsideró mi madre mirándonos con fingida despreocupación, Dean y yo asentimos de igual forma.

—Sí, sí, eso no hará daño... además, no es algo que suceda todos los días... —dije tratando de convencerme a mí mismo, ellos asintieron de acuerdo aunque había algo de indecisión en la mirada de mi madre.

—Iré a cambiarme —dijo Dean con emoción mientras corría hacia la casa, mi madre y yo lo seguimos sin tanto entusiasmo...

Diez minutos después los tres teníamos expresiones de puro placer mientras nos sumergíamos en la cálida y humeante piscina, el cielo se había despejado un poco. Me puse nervioso al ver a los guardaespaldas que recorrían y vigilaban disimuladamente el inmenso patio a una distancia prudente de nosotros.

Miré a mi madre, ella le sonreía a una de las chicas del servicio que le estaba pasando una piña colada, noté que era la misma misteriosa chica pelirroja que me parecía sospechosa, ella nos miraba a los tres con felicidad, la seguí con la mirada cuando le pasó una bebida a Dean, el cual traía puesto unos lentes de sol oscuros, esto sumado a su castaño cabello mojado le daban un aire de playboy que podía competir con el de Cameron.

Dejé de mirarlo cuando la chica se acercó a mí, mirándola con los ojos entrecerrados tomé la piña colada que me estaba pasando, ella se sonrojó hasta las orejas y salió corriendo en cuanto la tomé, algo confundido tomé un trago, no tenía alcohol pero estaba buena. Esa chica era muy rara...

Me sorprendí cuando mi mamá se subió sobre un enorme flotador de cisne que había traído otra chica, ella también traía lentes de sol, los suyos combinaban con su bikini color frambuesa, no pude contenerme de mirar fijamente su barriga de embarazada, sonreí al ver cómo le daba el sol. Mi madre parecía relajada, ella estaba recostada en el flotador con las piernas cruzadas, quizás esto no fue una mala idea.

—¿Pero qué diablos están haciendo? —los tres empalidecimos y miramos hacia el conjunto de puertas transparentes corredizas de la cocina, mi padre estaba ahí parado mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos. Yo le sonreí con inocencia, Dean se quitó las gafas y lo miró con el rostro como un tomate, en cambio mi madre lo ignoró olímpicamente y siguió bebiendo con calma de su bebida mientras flotaba alrededor. —Dean, sal de ahí ahora mismo —ordenó seriamente mientras se acercaba, Dean hizo un puchero y negó, mi padre se cruzó de brazos y le lanzó una mirada regañadora que lo puso pálido nuevamente.

—Cálmate, el agua está caliente, no le pasará nada malo y el sol está... está... —mi madre se calló cuando se bajó los lentes y miró al cielo con confusión, miré hacia arriba, el cielo estaba muy nublado. ¿En qué momento se había ido el sol? Antes de que pudiésemos decir algo más comenzaron a caer frías gotas de agua, mi madre fue la primera en bajarse del flotador y salir rápidamente de la piscina, cuando Dean y yo salimos ya estaba lloviendo a cantaros, todos corrimos hacia la casa.

En la cocina nos esperaba la sirvienta pelirroja, ella nos entregó toallas blancas con la misma sonrisa adorable de antes, dejé de mirarla cuando me encontré con la mirada molesta de mi padre, di un respingo.

—Ustedes dos, vayan a darse una ducha, espero que esto no vuelva a repetirse —dijo mirando a mi madre y a Dean, este último estaba más pendiente de lo que cocinaban las chicas que de los regaños de mi padre, sonreí cuando se miraron y Dean intentó zafarse con una tierna sonrisa, no creo que eso funcione...

La expresión de mi padre se había suavizado notablemente hasta que me miró y su anterior enojo pareció regresar, imité la sonrisa de Dean pero eso solo pareció empeorar las cosas.

—Dean y Celine, váyanse... —dijo él sin fijarse mucho en ellos, su atención estaba en mí, Dean se retiró con una tonta sonrisa sin siquiera preguntarse qué pasará conmigo. ¿Él sabe que estuve con Mick?

—Yo también tengo que bañarme... —solté rápidamente tratando de escabullirme, cuando comencé a caminar la caliente mano de mi padre sobre mi hombro me detuvo, él miró de reojo como mi madre fruncía el ceño viéndonos, sonreí con triunfo. —¿Cierto, mamá? Si no lo hago podría enfermarme —añadí haciéndome el asustado, ella asintió seriamente y miró a mi padre con una ceja arqueada.

—Cierto. Vamos... —dijo ella agarrando una de mis manos, mis padres se miraron fijamente por unos segundos, parecían estar retándose, comencé a sudar y a sentirme incómodo por estar literalmente en el medio de esto.

Mi padre bajó la mirada al cuerpo de mi madre y pareció muy sorprendido al ver el bikini que traía, su curiosa mirada se quedó en su vientre, su agarre en mi hombro se aflojó y justo cuando creí que él me dejaría ser libre mi madre nos sorprendió cuando salió corriendo de la cocina con el rostro enrojecido, miré confundido la puerta por la que había huido. ¡Traidora!

—Vámonos... —miré a mi padre cuando dijo eso sin siquiera inmutarse, le sonreí inocentemente y comencé a correr imitando el extraño escape de mi madre, me sorprendí cuando uno de sus brazos me agarró por la cintura, quise llorar. ¿Por qué nada me funciona?

Cuando entramos en su oficina él cerró la puerta con seguro y me miró con interrogación.

—¿Dónde estabas? —preguntó cruzándose de brazos, hice una mueca. Ya sabía que vendría esto...

—Estaba con Dimitri... —murmuré tratando inútilmente de cubrirme con la pequeña toalla, mi padre arqueó una ceja y se apoyó de su escritorio sin ninguna intención de bajar o apagar el aire acondicionado aun viendo que el frío estaba calando en mis huesos.

—Fuiste a ver a Mick, ¿verdad? —me quedé en silencio, su mirada me había quitado el frío, algo ardía en ella. No sabía si era enojo u otra cosa.

—Lo siento... yo... necesitaba respuestas... —admití tras unos incómodos minutos en silencio, me padre soltó una risa floja y se acercó a mí haciéndome tragar duro. No sabría decir quién me asustaba más ahora mismo entre él y Mick.

—Lo entiendo, pero esa no era la forma correcta de hacerlo. ¿Y si te hubiese pasado algo? ¿Las respuestas que querías importan más que tu seguridad? —él había puesto sus manos en mi rostro mientras hacía que lo mirara a la cara, su tono de voz no era duro pero si un poco ronco, al tenerlo tan cerca pude notar qué era lo que había en su mirada. Rabia, mucha rabia.

Me tomó por sorpresa que sus brazos me rodearan y me acercaran a su cuerpo, él me abrazó y soltó un suspiro de alivio, yo me dejé llevar por su calidez y le correspondí con un poco de confusión.

—No quería llegar a esto pero me has obligado... —mi sonrisa se borró de golpe y cuando me alejé me encontré con sus ojos enojados.

—¿O-Obligarte a q-qué, papi? —pregunté inocentemente con temor, él sonrió con burla al escuchar como lo había llamado. Sabe que solo le digo así cuando quiero librarme de algún castigo o cuando quiero otra cosa.

—Ya lo verás... —dijo aun sonriendo, tragué duro y lo observé sentarse detrás de su escritorio mientras abría su laptop, él levantó la mirada hacia mí y me despidió agitando suavemente una mano, entrecerré los ojos pero sabía que si no quería empeorar las cosas debía irme ahora mismo, así que me di la vuelta y caminé hacia la puerta blanca que daba al pasillo. —Dylan... —me detuve al escucharlo, cuando me di la vuelta me encontré con su impasible rostro que no dejaba ver nada. —En términos de personalidad, ¿a quién crees que se parece Dominik? ¿A mí o a tu madre?

—A mamá —respondí casi automáticamente, la pregunta me había sorprendido, mi padre murmuró algo que no pude escuchar pero él parecía haber estado esperando esa respuesta. Y es que era algo obvio, estoy seguro de que Dominik a veces es tan frío y manipulador con los demás por influencia de mi madre. —Y yo soy como tú, más o menos —dije mirándolo con una sonrisa, eso sí lo sorprendió pero también lo hizo sonreír.

Él ha sido mi cómplice toda la vida, los dos nos escapábamos para comer comida chatarra o para ir a los parques de diversión mientras mi madre le enseñaba a Dominik a tocar el piano o se lo llevaba de viaje a sabrá Dios dónde, mi hermano nunca me quiso contar qué hacía en esos viajes o a dónde iban.

Miré a mi padre. Aunque Dominik siempre parecía estar del lado de mi madre, él conoce a nuestro padre mejor que yo. Dominik siempre se toma las cosas muy en serio, demasiado, diría yo. Me deprimí al recordar que se irá hoy. ¿Debería hablar con el Camarón?

—Ve a bañarte, quiero seguir hablando contigo más tarde —añadió mi padre mirándome pensativo, al ver su ceño comenzar a fruncirse asentí y salí rápidamente de su oficina.

Arrastré los pies hacia la escalera y desde allí observé el pasillo que daba a la habitación de Dominik. No lo hagas...

—No lo hagas... —traté de convencerme a pesar de que mis pies ya se estaban dirigiendo hacia allá. Me detuve en el pasillo al escuchar el timbre. Salí corriendo temiendo que Dominik hubiese regresado a la casa.

Regresé a las escaleras con rendición, me detuve cuando me pareció escuchar la voz de Will. Caminé sigilosamente hacia el vestíbulo y me quedé pasmado al ver a Will hablando con la chica pelirroja, me escondí rápidamente.

—... en la piscina... —alcancé a entender eso cuando me recosté de la pared del salón continuo al vestíbulo, desde aquí podía escuchar todo. —Mire las rosas que envió, planté unas cuantas aquí afuera y las demás en el jardín trasero, son preciosas... combinan mucho con Dylan cuando está sonrojado...

—¿Disculpa? —con una mano en la boca para no emitir sonido alguno miré disimuladamente hacia donde ellos estaban, la mirada fija de Will había esfumado la sonrisa tonta que la chica tenía, si antes me parecía rara ahora no sabía ni qué decir. —No te emociones tanto, Jane... —miré boquiabierto a mi novio, ¿él la conoce? La miré, ella se veía avergonzada, casi me caigo cuando la mirada de Will se posó en mí, una sonrisita divertida hizo presencia en su rostro.

—Lo siento, señor... perdone mi insolencia, no se repetirá. Iré ahora mismo a llamarlo...

—No hace falta —dijo él mirándome ahora con una ceja arqueada, me rasqué la nuca y salí de mi escondite, la chica me miró y sin decir nada se retiró.

En cuanto salió caminé rápidamente hacia Will y con una sonrisa rodeé su cuello con mis brazos, él se inclinó y juntó nuestros labios con suavidad, comenzamos a besarnos desesperadamente hasta que sentí sus manos en mi desnuda cintura, recordé que estábamos en el vestíbulo así que me alejé, mis mejillas se calentaron al ver sus ojos tan cargados de amor y deseo, me aclaré la garganta y después de relamer mis labios me crucé de brazos mirándolo fijamente.

—Supongo que conoces a esa chica que trabaja aquí... —le dije alejándome un poco al notar como miraba mi pecho y mi abdomen al descubierto.

—Sí, no te preocupes, puedes confiar en ella... —respondió guardándose un juego de llaves en los bolsillos, asentí lentamente aunque seguí mirándolo como antes. A ver si entendí...

—¿Has metido a tu propia espía en mi casa? —pregunté con cuidado sin estar muy seguro de eso, cuando él asintió e hizo una mueca no pude evitar reírme. —¿Cómo rayos hiciste eso sin que mi padre o Dominik se dieran cuenta? —me costaba entender eso. Mi padre siempre ha sido muy estricto y cuidadoso hasta al contratar a las niñeras que se quedaban conmigo cuando era pequeño.

—Ellos lo saben, cuando me dijiste que tu madre estaba aquí no podía quedarme tranquilo, solo quiero protegerte... —sonreí tontamente cuando dijo eso acercándose con su penetrante mirada, me mordí el labio inferior.

—¿Cómo piensas que vas a protegerme con una chica que es más pequeña que yo? —susurré con burla contra sus labios, sentí que mi amor por él crecía aún más cuando lo vi sonreír a la vez que agarraba mis caderas.

—Te sorprendería ver lo que puede hacer —dijo en mi oído, lo miré fingiendo sorpresa y tras agarrar una de sus grandes manos caminé hacia la puerta.

—V-Vamos a mi h-habitación... —dije con el corazón acelerado y la mano sudada, él la apretó suavemente y me siguió, lo miré cuando íbamos subiendo las escaleras, su escrutadora mirada estaba puesta en mí, él me miraba de arriba abajo con detenimiento y seriedad, me quedé helado. ¿Qué tanto le habrá contado esa Jane? Juraría que le estaba hablando de mi corta aventura en la piscina cuando llegué.

Abrí la puerta de mi habitación cuando llegamos, las luces estaban apagadas, la única luz que había entraba por los grandes ventanales, por los cuales corrían gotas de agua, cuando presioné el interruptor la habitación se iluminó, me dio vergüenza ver la montaña de ropa que había en una esquina y lo desordenados que estaban mis libros sobre el escritorio, recordé la ordenada y lujosa habitación de Will y mi vergüenza se incrementó, él se rió un poco y tras quitarse los zapatos se acostó en mi cama al lado de Yogui, el enorme oso que me había regalado.

—Te vas a resfriar, ve a bañarte... te esperaré aquí —él subió la mirada a mis ojos, no veía nada fuera de lo normal en él, aunque su tono me inquietaba un poco, era el mismo que tenía mi padre hace un rato.

Le sonreí y asentí, me sentía feliz con tenerlo en mi habitación, tan cerca de mí, me sentía muy seguro. No podía esperar a abrazarlo y besarlo otra vez.

—Puedes hacer lo que quieras —le dije con una sonrisa mientras tomaba mi toalla, él me siguió con la mirada hasta que me adentré en el baño y cerré la puerta.

Me di una ducha rápida con emoción, por la lluvia no podía escuchar lo que estaba haciendo Will, cuando salí del baño me sorprendió encontrarlo viendo mi álbum familiar, se veía muy concentrado en eso así que comencé a vestirme sin interrumpirlo. Me puse un pantalón de pijama y una camiseta negra, lo miré, él me observaba con una sonrisa, sin pensarlo dos veces corrí hacia él y me lancé a su lado en la cama, cuando me senté sobre sus caderas él me miró con cariño.

—Gracias por venir —dije honestamente agradecido mientras acariciaba su pecho, su mirada se volvió seria. Esto no es bueno...

—Jane me dijo que escapaste, por eso vine antes... ¿a dónde fuiste?

Mierda.

Dean

Fruncí el ceño al ver como se formaban rizos en mi cabello aun después de haberle pasado un cepillo varias veces, hice un puchero. Raras veces me gustaba llevarlo así, no eran unos rizos feos, eran suaves y se veían bien, pero Dylan se burlaba de mí y decía que parecía un niño con ellos.

Me rendí al pasar otra vez el cepillo y obtener el mismo resultado. Me levanté y después de vestirme decidí buscar a Robert. No he estado a solas con él desde que desperté, me había preocupado que él hubiese cambiado de opinión con respecto a su esposa, la cual ahora no parecía ser tan odiada, excepto por mí, yo seguía viendo a la misma mujer fría de antes, aunque me sorprendió un poco como trataba a Dylan.

Debo admitir que me pone bastante celoso que él esté con ella, solo me dan ganas de mandarla a volar lejos... Pero por otro lado me sentía feliz por Dylan, ya que ahora tenía lo que siempre había querido...

Me detuve frente a la puerta de la oficina de Robert, estaba muy nervioso y lleno de incertidumbre. Crucé mis dedos deseando que nada haya cambiado entre nosotros...

—El señor está en la sala de estar... —miré hacia la izquierda, una chica rubia me había dicho aquello con suavidad, le sonreí levemente y después de agradecerle en un susurro me encaminé hacia donde estaba Robert.

Aun sentía mi cuerpo un poco débil, pero sin dudas estaba mejor que hace unos días cuando creí que moriría, había decidido no pensar mucho en lo que pasó en el hospital, sentía terror y mi cuerpo se estremecía cada vez que pensaba en ello. Sin duda fue algo que me marcó para toda la vida.

Mis pies se detuvieron en la puerta de la sala, Robert levantó la mirada de su laptop y alejó la taza de la que estaba bebiendo, palmeó el sitio a su lado mientras me miraba, tímidamente me acerqué al sofá; me senté un poco alejado de él pero no demasiado, mi corazón se había vuelto loco desde que entré aquí.

—¿Quieres un poco de té? —me preguntó suavemente observándome con una ceja ligeramente arqueada, hice una mueca y negué. No era muy fan del té, prefería el chocolate o el café con crema; en mi opinión el té no sabe a nada.

Un extraño silencio se apoderó de la habitación, no era incómodo, solo raro. Robert siguió tomándose su té y regresó la vista a su computadora muy tranquilamente mientras yo lo observaba con expectación y algo de miedo. Siempre sentí que lo nuestro era algo pasajero, que él realmente no me pertenecía... Que solo debía aprovechar el tiempo a su lado mientras podía hacerlo antes de que volviera a escaparse de mis manos y regresara a donde pertenece...

Cambié de posición unas cuatro veces en los aproximadamente cinco minutos que pasaron desde que entré, me encontraba ahora sentado como indio mientras miraba la mesita frente a nosotros, ninguno decía nada. Solté un quejido y miré a Robert otra vez, me sorprendió encontrarlo con la mirada clavada en mí con mucha curiosidad, sentí el calor subir por mis mejillas...

—Parece que quieres preguntar...

—¿Todavía me quieres? —lo interrumpí con un poco de ansiedad, él se mostró sorprendido y mantuvo el silencio por un rato que me pareció una eternidad, un nudo se comenzó a formar en mi garganta cuando sus hermosos ojos se encontraron con los míos, él sonrió levemente y logrando derretir mi corazón enterró una mano en mis rizos y con suavidad acercó su boca a la mía respondiendo mi pregunta con un suave y dulce beso.

Tuve que alejarme ya que la emoción y el calor que sentía dentro de mí me sobrecogía bastante, cuando lo miré con felicidad sus ojos se dirigieron hacia la puerta y vi en ellos algo que no supe identificar bien, su mirada se veía seria y triste a la vez... hasta un poco amarga se podría decir, no estaba seguro. Nunca lo había visto así...

Al seguir su extraña mirada me encontré con una muy similar en los ojos de Celine, la cual estaba estática en la puerta, observando fijamente a Robert, no pase por alto la tristeza que por un momento reflejaron sus ojos, y estoy seguro de que Robert tampoco lo hizo. Ella rápidamente se puso su máscara de indiferencia y con la elegancia que caracterizaba su caminar se dirigió hacia uno de los sofás, en el cual se recostó descuidadamente y con desinterés se puso a revisar su celular, miré de reojo a Robert, él seguía mirándola con tanta atención que sentí mi cuerpo arder en celos. Y es que aún así tirada casualmente en el sofá esa mujer destilaba sensualidad, traía un vestido turquesa que parecía ser de seda, este le llegaba un poco mas arriba de las rodillas, dejando a la vista sus largas y estilizadas piernas. ¿Cómo diablos puede estar embarazada y lucir tan sexy a la vez?

La mirada de Robert era lo que más me dolía, él no la "miraba" más bien parecía estar "admirándola". Y ella también lo miraba de reojo, de repente me sentí fuera de lugar.

Me levanté de un tirón y caminé hacia la puerta sin mirar atrás.

Yo sobraba en esa habitación.

Cameron

Solté una risita burlona cuando vi la cara de desagrado que puso Dominik al ver el café en el que había quedado Shelly con Nathan, el hijo del psicópata que quería secuestrar a Dylan. El local se encontraba casi en ruinas, contrastando con el resto de la calle, esto era el bajo mundo. Algo a lo que Dominik obviamente no estaba acostumbrado, ni yo tampoco a decir verdad, pero no me veía tan afectado como él.

—No me siento bien dejando a mi bebé aquí afuera... —dijo mirando con desconfianza su lujoso auto, Shelly lo miró con fastidio y bufó. Hice una mueca observando alrededor, hasta yo me sentiría mal si dejara mi auto en este barrio.

—A ver, Ricky Ricón, ya todos los delincuentes de por aquí vieron la cara de asesino que tienes, ¿crees que se animarán a robarte el auto?

No aguanté y comencé a reírme, Dominik la estaba asesinando con la mirada pero ella tenía razón. En la calle había un grupo de cuatro hombres que habían mirado con recelo y algo de lujuria el auto de Dominik hasta que éste se limitó a mirarlos y con eso bastó para que los hombres ignoraran nuestra presencia y siguieran con la conversación que habían estado teniendo.

Y es que la fría mirada de Dominik parecía la de alguien que te cazaría hasta el fin del mundo y te torturaría por solo haber mirado su auto.

—Probablemente los más valientes te roben una llanta o dos... pero no más que eso... —le dije maliciosamente mientras entraba al café, me gané una mirada molesta de su parte —... y tal vez te rompan las ventanas... —susurré sin detenerme a ver su expresión.

—Exactamente... —escuché que murmuró Shelly con la misma malicia mientras me seguía, sonreí al escuchar a Dominik soltar un gruñido.

La sonrisa se esfumó de mi rostro, quise darme media vuelta y regresar a la calle cuando vi una cara muy conocida... No sabía que Shelly se refería a ese Nathan, de haberlo sabido me habría quedado en el auto sin rechistar.

El rostro blanco del rubio enrojeció en cuanto nos miramos. ¿Qué diablos es lo que estoy pagando en esta vida? ¿Qué fue lo que te hice, señor? Me pregunté mientras maldecía por lo bajo.

La última vez que vi a Nathan fue cuando me esperó en la entrada del instituto con su grupo de amigos para golpearme por haberle quitado la virginidad a su mejor amiga y después haberla ignorado por un par de días. No llegamos a pelear porque había varios tipos de seguridad cerca de ahí y aproveché eso para zafarme de esa situación. Normalmente no tendría problema en lidiar con Nathan o con otro de sus amigos, pero él me había esperado con cinco chicos más.

Miré de soslayo a Dominik, si antes estaba enojado por estar en este destartalado y horroroso lugar ahora no sé cómo se pondrá cuando Nathan venga a reclamarme nuevamente por lo que le hice a su amiga.

—Miren a quién tenemos aquí... ¡Pero si es el desvirgador! ¡El mismísimo Cameron Hallanger! ¡No sabes las ganas que tenía de verte!

Como ya lo había previsto, Nathan se abalanzó sobre mí y lanzó un puñetazo directo a mi cara, el cual pude esquivar y con un poco de esfuerzo rápidamente inmovilicé su cuerpo tirándolo al piso mientras ignoraba todos los insultos que me estaba gritando sin importarle que todo el mundo nos estuviera viendo. Ni siquiera levanté la mirada al rostro de Dominik, ya me imaginó la expresión de sorpresa que ha de tener. Con cada segundo que pasaba la cara de Nathan se ponía cada vez más roja, sé que se siente avergonzado e humillado por lo rápido que lo inmovilicé.

—A ver, imbécil, tranquilízate... tú y yo resolveremos nuestros asuntos después, ahora hay cosas más importantes... —le dije con fastidio mientras agarraba fuertemente sus brazos, él me miraba con un desprecio muy genuino, bufé. Había pasado casi un año y medio desde lo que sucedió con su amiga. Todas las chicas que se metían conmigo ya sabían a que se abstenían, no es mi culpa que ella creyera que íbamos a tener algún tipo de relación después de tener sexo. No puedo negar mi pasado mujeriego pero nunca le he vendido sueños de amor a ninguna chica.

—Nathan por Dios, ¡ya supera eso que pasó! Y es como dice Cameron, ahora tenemos algo más importante... así que... ¿puedes dejarlo en paz por ahora? —agradecí la intervención de Shelly, ella miraba a Nathan con súplica, enarqué una ceja mirando al rubio, el cual con una expresión de rabia asintió lentamente después de unos segundos. Creo que aceptó porque sabe que no tiene ninguna oportunidad contra mí. Lo solté y me levanté del piso en un salto sin dejar de mirarlo mientras pensaba en que él actúa como si hubiese sido a quien desvirgué. Tendré que lidiar después con ese intenso.

—¿Cómo sabes lo que pasó? —le pregunté a Shelly un poco sorprendido, lo hice en voz baja para que Dominik no me escuchara pero su fulminante mirada me dio a entender que sí lo escuchó, le sonreí nervioso, Shelly me miró confundida.

—Vives en la luna... Nathan estaba tan enojado contigo que hizo un gran alboroto por todo el instituto... casi todos terminamos enterándonos de lo que pasó... por eso Sabrina dejó de hablarle... —abrí la boca del asombro cuando Shelly dijo eso a mi oído, miré a Nathan, él me devolvió la mirada muy resentido y molesto. Es un idiota. Yo nunca he hablado en el instituto sobre las chicas con las que he estado porque sé lo crueles que son la mayoría de las personas. No me imagino todo el bullying que tuvieron que hacerle a Sabrina por mi culpa y por la de ese imbécil. —Ahora... vamos a sentarnos... —añadió cautelosamente Shelly caminando hacia una mesa vacía que estaba pegada a la pared, ella y yo nos sentamos en uno de los lados, dejándole el otro a Dominik y al intenso. Miré a mi novio por el rabillo del ojo, él me estaba observando muy fijamente con interrogación. Me sobé las sienes. Tendré que aclarar muchas cosas...

Mi oscuro pasado me persigue hoy. ¡Primero el incómodo momento en la habitación de Shelly y ahora esto!

—Entonces, ¿qué sabes sobre mi hermano Dylan? —la voz de Dominik había sonado un poco profunda, él observaba a Nathan con atención; el rubio se sorprendió un poco y se aclaró la garganta, luego su expresión pasó a ser extremadamente seria. Como si estuviese a punto de contarnos algún secreto de Estado.

—Sé que tu hermano corre un gran peligro —todos lo miramos con los ceños fruncidos, él se removió un poco incómodo. —Desde que tengo memoria mi padre nos ha hablado de él, nos ha dicho que es nuestro hermano, pero que por cosas de la vida no vive con nosotros... por ahora. Hasta los quince años le creí todo lo que nos decía, pero siempre tuve un mal presentimiento cuando nos hablaba de Dylan, había cosas que simplemente no me cuadraban. Por ejemplo, él nunca nos ha enseñado una foto de Dylan, ¡Ni siquiera nos ha dicho su nombre! Sólo se refiere a él como nuestro "hermano". Sé que se trata de Dylan porque una vez entré en su habitación cuando no estaba y encontré una especie de altar que...

—¡¿QUÉ?! —gritamos todos al unísono, Nathan sonrió nerviosamente. ¿Un altar? Su padre tiene serios problemas mentales.

—Ok... exageré, no es un altar en sí. Él tiene muchas fotos de Dylan... —aclaró rápidamente, lo miré con desconfianza. Espero que en serio no sea un altar y que él no haya dicho eso para calmarnos.

—Mick siempre tuvo cara de hacer brujería... —susurró Shelly para sí misma con una expresión pensativa, Nathan se pasó una mano por la cara con pesar. Creo que tener a Shelly como hermana no debe ser tarea fácil.

—Continuaré... hice mi propia investigación y llegué a Celine, la conocí a espaldas de mi padre... es una mujer increíble, me contó todo lo que había pasado a cambio de que no se lo dijera a nadie, hoy ha sido el primer día en el que he hablado del tema con alguien que no sea ella. Me dijo que Dylan no era mi hermano, que le mintió a mi padre para que no le hiciera daño. He vivido todos estos años ocultándole el secreto de lo que hizo mi padre a mi familia. Todos estos años he sabido qué clase de monstruo tengo por padre y no he podido hacer nada al respecto... pero creo que ha llegado la hora de tomar cartas en el asunto... ahora que mi padre finalmente planea llevarse a Dylan...

—Sobre mi cadáver...

Los tres giramos lentamente nuestras cabezas hacia Dominik cuando susurró eso fríamente, un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver su mirada ardiendo en furia. Nathan se relamió los labios nerviosamente y asintió. Sabía que Dominik había dicho aquello literalmente. Todos sabemos que él está dispuesto a dar su vida por Dylan... Eso era algo que me asustaba.

—¿Sabes cuáles son sus planes exactamente? —le preguntó Shelly rompiendo el silencio, Nathan negó con decepción.

—No. Hace como un mes nos dijo a Abel y a mí que pronto conoceremos a nuestro hermano... alerté a Celine de inmediato. He estado buscando entre las cosas de mi padre, esperando encontrar algo que me diga qué piensa hacer... pero no he tenido suerte. Él no es un idiota, no deben subestimarlo...

La advertencia de Nathan quedó en el aire, miré de reojo a Dominik, él observaba fijamente al rubio, se veía un poco molesto.

—Pero... —dijo Dominik mirándolo, Nathan sonrió de lado.

—Pero mi tío sí que es un idiota, y es la razón por la que quise reunirme hoy... él planea asesinarte y también a un amigo de Dylan, no recuerdo su nombre ahora mis...

—¿Dean? —lo interrumpí tratando de no pensar mucho en lo primero que dijo, él asintió con la mirada perdida. Si matan a Dominik yo... No sé qué haría...

Observé a mi chico, sus fríos ojos se posaron en los míos y casi de inmediato su mirada se volvió cálida, apreté la mandíbula. No dejaré que me lo quiten. Es mío ahora.

—Supongo que juntarse mucho con este tipo tiene efectos secundarios... —parpadeé varias veces al oír a Shelly, ella me miraba con verdadero asombro. —Tenías una mirada asesina casi ahora mismo —me susurró aun sorprendida, la miré confundido. No me había dado cuenta de eso, pero la sonrisita maliciosa de Dominik me confirmó que Shelly decía la verdad. Respiré hondo e ignorándolos me centré en Nathan, el rubio parecía estar perdido en sus pensamientos.

—Según lo que escuché cuando mi tío hablaba con alguien al teléfono, a Dean lo piensa asesinar en un hospital, con un veneno que él mismo había desarrollado... a ti planea matarte incendiando tu apartamento... —me quedé pasmado cuando Nathan reveló aquello con un tono un poco burlón, como si fuese imposible que todo eso pasara. Por como hablaba parecía que  no estaba al tanto de que su tío ya había intentado matar a Dean. —No sé exactamente cuándo hará todo eso...

—Él ya intentó matar a Dean... supongo que sigo yo... —le dijo Dominik con mucha tranquilidad, los ojos de Nathan se abrieron mucho. —Ya tengo que irme... gracias por la información —añadió levantándose dando por terminada la conversación, sus hombros se veían algo tensos. Debe ser agotador lidiar con todo esto. Los demás lo imitamos y nos levantamos también. —Una última cosa, ¿Qué hay de tu hermano mayor? ¿Cómo era... Caín?

—Se llama Abel y él... bueno... él sí cree que Dylan es nuestro hermano... no estoy seguro de si conoce o no la identidad de Dylan, pero creo que mi hermano es inofensivo... —esto último lo dijo con un deje de duda en su tono, Dominik se cruzó de brazos y lo miró con enojo. Algo me dice que está celoso...

—El único hermano que tiene Dylan soy yo —dijo con autoridad, me rasqué la nuca. Tenía razón, está muy celoso. Me sorprendí al caer en la cuenta de que Abel ha estado muy cerca de Dylan desde que el pequeño castaño fue aceptado en nuestro equipo de fútbol.

—Abel está en el equipo de fútbol... creo que si fuese una amenaza para Dylan ya habría hecho algo, pero creo que hasta se llevan bien... tal vez Abel ni sabe que ese es su supuesto hermano —dije pensando en todas las veces que he visto a Abel y a Dylan hablar, no han sido muchas, pero creo que si Abel estuviese obsesionado con él lo habríamos notado. Shelly y Nathan asintieron dándome la razón, pero Dominik lucía verdaderamente impactado.

—¿Están en el mismo equipo? ¿Cómo pude pasar eso por alto?

Por su tono tan bajo pareciera que hablaba con él mismo. Suspiré. Está muy equivocado si cree que siempre tendrá el control absoluto o el conocimiento de todo.

—Domi...

—Vámonos de aquí —me interrumpió caminando hacia su auto, me apresuré en seguirlo antes de que a Nathan le diera otro arranque de desvirgado sediento de venganza.

—No puedes controlarlo todo... —le dije al subirme al auto, él se giró hacia mí y agarrándome el mentón me miró a los ojos, parecía estar buscando algo, cada vez son más seguidas las veces que me mira así. ¿Qué busca exactamente? Me puse un poco nervioso pero traté de disimularlo.

—Eso ya lo sé... no puedo controlarte a ti —al sentir su cálido aliento y ante su fija mirada no me resistí y acerqué mi boca a la suya anhelando el contacto con sus suaves labios. Él ya estaba preparado para el beso pero a pocos centímetros de su boca me detuve y sonreí.

—No, no puedes —le susurré provocativamente mientras me alejaba, sus ojos irradiaban deseo y un poco de sorpresa, él soltó una risa ronca y mirándome con ganas asintió.

—Te vas a arrepentir... —me pareció escuchar eso antes de que su susurro se perdiera en el ruido del motor de su auto cuando lo encendió. Sonreí mientras miraba por la ventana. Me había quedado con las ganas de besarlo, pero si deseo que él se quede no puedo darle todo lo que quiere de una vez.

Pocos segundos después vimos a Shelly despedirse de Nathan y entrar al auto, asomó su cara entre los asientos y miró a Dominik con expectación.

—Y bien, ¿qué sigue ahora?

—Ahora te vas para tu casa... —tuve que taparme la boca para no reírme cuando Dominik dijo eso como si estuviera harto de su presencia, Shelly lo miró indignada y se cruzó de brazos.

—Casi me matas, gracias a mí tienes más información de Mick, ¿y así es cómo me tratas? ¡Creí que los tres éramos un equipo! —expresó haciéndose la dolida, Dominik rodó los ojos mientras avanzaba. No pasé por alto la mirada de odio que me dirigió Nathan desde la entrada al bar.

—Creíste mal —le respondió despreocupadamente.

—¿Vamos a confiar en Nathan así como si nada? —pregunté con duda pasando la mirada desde Dominik hasta Shelly, mi novio se encogió de hombros y Shelly se quedó pensativa.

—Podemos confiar en él... —dijo la pelinegra con seguridad tras unos segundos, asentí sin más. —Aunque aquí hay alguien que al parecer solo confía en sí mismo... —solté un suspiro de cansancio cuando Shelly comenzó a discutir nuevamente con Dominik. Parecían dos niños pequeños.

Mientras ellos discutían saqué mi teléfono al sentirlo vibrar, era un mensaje de mi mamá, lo abrí sin pensarlo dos veces.

Luke y yo ya estamos en la casa, él está preguntando por ti. ¿Dónde estás? ¡Te tengo una buena noticia!

Tuve varios sentimientos encontrados al leer aquello. Me alegraba que mi hermanito ya estuviese mejor pero no quería que él y mi madre estuvieran cerca de mi padre.

Le contesté rápidamente a mi madre, le dije que iría a casa esta noche. Apreté las manos en puños. Tengo que ver cómo sacar a mi padre de la casa, no me podré controlar si vuelve a hablarle mal a mi madre o a ponerme un dedo encima...

—¿Daniela? —dejé de pensar en mi disfuncional familia y miré a Dominik, él miraba al frente mientras conducía, tenía a Daniela en el altavoz, todos escuchábamos a la pelirroja murmurar cosas y mover papeles.

—Dominik... tu vuelo ya está listo para hoy a las nue... —Dominik se apresuró a desconectar el altavoz en cuanto Daniela dijo aquello. Mi corazón se sintió pesado y sentí un vacío en el estómago. Parece que al final sí se irá, pese a que el pedí que se quedara...

—Hablamos más tarde, Daniela —fue lo último que dijo antes de cerrarle, todos nos quedamos en silencio. Por la expresión tan fría y seria de Dominik, me atrevería a decir que Daniela solo le dio malas noticias. Miré desanimadamente por la ventana.—Ya te arreglaron la ventana... aunque debí dejarla rota por hoy... un poco de frío no te habría matado —negué con pesar cuando Dominik dijo eso maliciosamente. Repito, dos niños. Shelly rodó los ojos y se bajó del auto cuando nos estacionamos frente a su edificio.

—Muy graciosito... como te vas habría llamado a Cameron para que me calentara esta noche... no sería la primera vez...

Mi boca casi pega al piso al escucharla, ella dijo eso con más malicia que Dominik y con una sonrisita malévola se alejó rápidamente dando saltitos, cualquiera que la viese así creería que es una chica inocente.

—¡Te escribiré más tarde para que me mantengas al tanto de todo! —eso lo gritó mirándome directamente a los ojos, tragué duro y no le respondí al sentir un aura maligna a mi lado.

—Sabes que solo dijo eso para molestarte, ¿verdad? E-Ella tiene novia... —me callé al mirar a Dominik, él tenía una sonrisa divertida en el rostro, pero sus ojos estaban helados.

—Ella no dijo nada que no fuese verdad... —respondió fríamente mientras encendía el auto, lo miré con el ceño fruncido y sintiéndome un poco dolido.

—¿Crees que hubiese ido a hacerle compañía? —pregunté encarándolo, él soltó una risita que no me gustó para nada.

—¿Le hubieses dicho que no? ¿Cómo fue que te llamó el rubio ese? ¿Desvirgador? ¿A ella también le quitaste la virgi...

—¿Qué diablos pasa contigo? —lo interrumpí muy molesto, él me miró de reojo con recelo y se mantuvo callado. Me removí incómodo en el asiento. Sabía que le había molestado las cosas que pasaron hoy, pero, ¿insinuar que habría hecho algo con Shelly? Me entristece mucho. —Llévame a mi casa... —le ordené abrazándome a mí mismo al ver que no decía nada. Había un incómodo silencio desde que dije aquello.

Aunque le pedí que me llevara a mi casa, una parte de mí quería que no lo hiciera. No sé cuánto tiempo estaré sin verlo, ni siquiera sé qué tan lejos se irá, no sé nada sobre qué pasará con él.

—Sí, estuve con varias chicas, hice cosas de las que me avergüenzo ahora, pero no puedo cambiar mi pasado, Dominik. Si me quieres en tu vida tendrás que aceptarlo... eres mi primer novio, nunca había tenido novia tampoco... nunca le he abierto mi corazón a alguien, yo... no quiero arruinar esto...

Fui honesto. Aunque en el pasado todas las "relaciones" que tuve con chicas fueron cosas de un solo momento, que casi siempre terminaban mal, quiero que mi relación con Dominik sea algo serio.

Lo miré, él tenía los labios muy juntos formando una línea recta y sus nudillos estaban blancos de lo mucho que estaba apretando el volante. ¿Qué pasa con él? Esto no parecía un simple arranque de celos...

—Dominik... —susurré su nombre cuando aparcó su auto frente a mi casa, cuando él me miró sentí mi corazón detenerse, en sus ojos había una mirada de súplica, como si estuviese pidiéndome auxilio, en un impulso lo abracé, cuando sentí sus manos aferrarse a mi cintura lo abracé aún más fuerte.

Cuando nos separamos un poco él miró mis labios y arremetió contra ellos en un húmedo y cálido beso, el latir de mi corazón era lento, sentía un cosquilleo por todo el cuerpo, nunca antes me había dado un beso así, tan cargado de... amor. Por alguna razón mis ojos se humedecieron, y sentí mucha nostalgia de pronto, me alejé de él cuando sentí que las emociones me abrumaban, sus ojos grises se veían cálidos y maravillados al observarme. Pasaba algo...

—No te vayas... —le supliqué en un susurro agarrando sus manos, él me las apretó con fuerza y negó.

—Podrías no estar a salvo conmigo... —comencé a negar al escucharlo, puse mis manos en su rostro y lo miré directamente.

—¿No habías dicho que no me dejarías escapar? ¿Eres tú quien quiere huir ahora? —pregunté arqueando una ceja, eso lo hizo sonreír, aunque se veía preocupado todavía, suspiré. —No me importa qué tan oscuro sea tu mundo, quiero estar contigo —admití con seriedad y honestidad, lo sorprendido que se mostró me hizo sonrojar un poco, parecía impactado.

—¿Aunque te mueras de miedo? —preguntó en un susurro sobando lentamente su rostro con  mi mano, le sonreí con complicidad.

—Aunque me muera de miedo —respondí de igual forma y tras juntar nuestros labios nuevamente en un íntimo beso, abrí la puerta del auto y tras salir miré a mi novio, su mirada era indescifrable, no sabía distinguir si era tristeza u otra cosa lo que había en sus ojos.

—Adiós, Cameron... yo... volveré pronto... —su tono inseguro me dejó desconcertado, es raro cuando Dominik habla así... O tal vez estoy siendo paranoico.

—Te estaré esperando, Dominik... —dije suavemente luchando por contener mis lágrimas, él me dedicó una triste sonrisa y antes de que pudiese decir algo más su auto se perdió en la oscura noche. Me llevé las manos a las mejillas y sorprendido me limpié las cálidas lagrimas que habían bajado por ellas.

¿Por qué siento que he perdido una parte de mí?

Él dijo que volverá pronto... Yo creo en él.

Tragué duro y caminé hacia mi casa, me sentía fuera de mi cuerpo, roto, vacío. Las lágrimas seguían cayendo pero no entendía exactamente por qué. Dominik volverá... Él me lo dijo. Tiene que volver.

Al entrar en la casa vi la luz de la cocina encendida y escuché a mi madre tarareando en ella, sin siquiera ir a saludarla me dirigí a mi habitación y cerré la puerta tras de mí. Mis latidos eran lentos, mi corazón dolía, dolía mucho.

Con la vista empañada por las lágrimas saqué mi celular y llamé a Dominik, aunque lo había visto casi ahora mismo necesitaba escuchar su voz. Mi cuerpo y mi alma lo pedían a gritos.

El número que usted ha marcado no existe.

Ahí entendí todo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro