Este es tu juego
Cameron
Juro que cuando salga de aquí Abigail y Dylan no tendrán otro día más de vida que contar. ¿Cómo se les ocurría encerrarme en la habitación de Dominik? Sus inocentes apariencias definitivamente no le hacían justicia a la maldad y perversión que llevaban en el interior. Aunque algo me decía que todo esto había sido idea de Abigail. Dylan me había dicho que supuestamente ya no le interesaba que estuviera con su hermano así que no comprendía sus intenciones detrás de todo esto. Pero conociéndolo solo lo hizo para fastidiarme.
Miré hacia las ventanas, como estaba en el primer piso podría salir por alguna de ellas, lo único que me detenía era la estrepitosa lluvia que caía afuera. Recordé haber visto en las noticias la alerta de una tormenta esta noche. Corrí las cortinas para ver mejor. El cristal de las ventanas estaba todo empañado. Me estremecí mirando cómo las copas de los árboles se movían con violencia a causa del fuerte viento, di un respingo cuando el cielo se iluminó de repente seguido de un escandaloso trueno.
—Ni hablar... —susurré rechazando rotundamente la idea de salir por la ventana. Debo encontrar otro plan de escape antes de que Dominik saliera del baño.
El pánico me invadió cuando miré alrededor desesperado. Me acerqué rápidamente a una puerta que había al lado del baño y al abrirla descubrí un gigantesco closet. En cuanto entré las luces se prendieron automáticamente. Mi boca se abrió con impacto al ver toda la ropa que había y lo perfectamente ordenada que estaba. Habían hileras completas de camisas, camisetas, ropa interior y pantalones, todo estaba separado por tipo y por colores, también tenía un área de ropa deportiva y una zona de calzado. Esto parecía una tienda. Pensé eso al ver que incluso tenía su propio sistema de ventilación. En el centro del closet había una especie de encimera negra, cuando me acerqué casi pego el grito al cielo al ver la lujosa colección de relojes y perfumes.
—Rolex, Patek Philippe, Cartier... —susurré con los ojos exorbitados viendo las marcas de los relojes.
Sin salir por completo de mi asombro busqué con la mirada algún lugar dónde esconderme. Este closet era más grande que la habitación donde solía dormir hace unos meses. Y esa colección de relojes y perfumes valía más que la casa en donde vivía. Aunque mi situación económica haya mejorado bastante, la diferencia entre Dominik y yo seguía siendo abismal.
Sentí un poco de nostalgia al recordar que no le importó ver dónde vivía hace meses para invitarme a salir. Resoplé con resentimiento al recordar que me dejó. No lo perdonaría jamás.
Miré hacia donde estaban los pantalones de vestir. Estaban en una esquina y en la parte de abajo donde nadie me vería. Caminé hacia allá y separé unos cuantos pantalones verificando si había espacio suficiente, al ver que había un hueco sonreí y me metí con un poco de dificultad. Me senté y me cubrí bien con los pantalones que estaban en frente. Me sentí un triunfador cuando las luces del closet se apagaron automáticamente.
—Es que soy idiota... —me maldije al ver que no solo había dejado la puerta del closet abierta, sino que también había dejado la luz de la habitación encendida, recordaba que estaba apagada cuando Dylan y Abigail me lanzaron.
Cuando quise salir de mi escondite para resolver eso, el sonido de una puerta abriéndose me detuvo. ¡Ya Dominik salió del baño! Miré con terror hacia la puerta y crucé los dedos para que no notara nada extraño. Podía escucharlo silbar suavemente a lo lejos, lo cual me pareció extrañamente tierno.
Aparté los pantalones un poco para ampliar mi campo visual. El silbido se detuvo justo cuando vi sus pies frente a la puerta del closet. ¡Rayos! Estaba seguro de que notó que la puerta no debía estar abierta. La vista limitada que tenía solo me dejaba ver sus grandes piernas mojadas. Contuve la respiración cuando lo vi adentrarse en el closet, cuando se paró frente a donde yo estaba escondido sentí que el corazón se me detenía mientras contenía la respiración. ¿Me descubrió?
Casi suelto un suspiro de alivio al verlo caminar hacia el otro extremo del closet mientras comenzaba a silbar nuevamente. Me tuve que cubrir la boca cuando al mover un poco más los pantalones lo vi de espaldas, él se quitó la toalla que lo cubría y se la puso en un hombro. Miré con los ojos muy abiertos su cuerpo desnudo. Esta era la segunda vez que lo veía así. Bajé la mirada por su musculosa espalda llena de lunares hasta su trabajado trasero y sus grandes piernas. El calor se extendió por mis mejillas y sin poder contenerme solté un suspiro.
Sentí temor de que me hubiese escuchado pero él siguió silbando tranquilo, lo observé ponerse unos bóxers, ocultando su trasero de mi acosadora mirada. Él se puso también una camiseta gris y unos pantalones holgados de dormir. Vi con alivio como caminaba hacia la puerta del closet y salía, las luces se apagaron.
Cerré los ojos y suspiré aliviado. Toda esta situación me tenía demasiado nervioso y ansioso. De ser necesario me quedaría la noche entera durmiendo aquí con tal de no estar a solas con él.
—No tienes que esconderte para verme sin ropa, Cameron.
Abrí los ojos de golpe y me dio un ataque de tos cuando escuché ese cálido susurro en mi oído. Dominik estaba agachado frente a mí aguantándose la risa. ¿En qué momento había regresado?
—¿C-Cómo te d-diste cuenta? —pregunté nervioso y aun sorprendido. ¡Yo lo vi marcharse! Él me miró con burla. Mi corazón se aceleró aún más al ver lo atractivo que estaba con su cabello castaño oscuro algo húmedo, también se había quitado la barba, dejando a la vista su perfecta piel.
—Te vi desde que entré. Aparte de que se nota desde lejos que estás ahí metido, ¿crees que puedes esconderte en mi closet y que no me daría cuenta?
Me quedé mirándolo anonadado, él tenía una ceja arqueada. Todo este tiempo él sabía que estaba aquí. Quería morir de la vergüenza. ¡Él se había desnudado a propósito, burlándose de mí!
Resoplé y lo aparté bruscamente mientras salía gateando de mi patético escondite.
—No estoy aquí para verte, eso solo pasa en tus sueños y lamento decirte que estás despierto. Tu querido hermano me encerró así que haz el favor de abrir la puerta para que pueda irme —le dije con una encantadora sonrisa falsa, él me miró sorprendido. Por un momento había pensado que él formaba parte de este absurdo plan de Dylan y Abigail pero parece que no tenía ni idea.
Caminé de vuelta a la habitación sin siquiera ver si me estaba siguiendo. El fuerte martilleo de mi corazón me decía que debía salir lo más pronto posible de aquí. Cuando llegué hasta la puerta y me di la vuelta me sorprendió en sobremanera la forma en que él me observaba desde la distancia. Su ardiente mirada gris recorrió lentamente mi cuerpo de una forma un tanto sospechosa, me abracé a mí mismo buscando algún tipo de protección.
—¿Qué tanto me ves? —le pregunté entre molesto y nervioso, sentí un cosquilleo en el estómago cuando nuestras miradas se encontraron. Me sobrecogió su mirada cargada de deseo. Era descomunal la tensión sexual que había entre nosotros desde que nos conocimos.
—Ese pijama te queda muy bien —puntualizó con voz ronca volviendo a bajar la mirada, sentí mis mejillas calientes. Ni siquiera me había detenido a ver bien cómo me quedaba el pijama, solo me había importado lo cómodo y suave que era...
Me miré de reojo en el enorme espejo que había en una de las paredes. Joder. Comenzaré a pensar que todo esto era parte del plan de Abigail y Dylan. Ya se me había hecho extraño que la rubia me regalara un pijama tan caro sin ningún contexto.
El pijama me quedaba bastante bien, aunque la parte de arriba me quedaba un poco holgada, el pantalón era un caso aparte. Quitando el hecho de que me quedaba quizás demasiado corto, la tela de satín abrazaba mi trasero resaltándolo mucho. Lo peor era que se notaba a leguas que no llevaba nada más debajo.
Por un segundo tuve miedo al ver el reflejo de Dominik en el espejo, él no había dejado de mirarme en ningún momento. Se veía inexpresivo, no podía saber qué cruzaba por su mente ahora mismo.
—A-Abre la p-puerta —le pedí sonando algo asustado sin quererlo, él arqueó una ceja y soltando un suspiro se acercó a la puerta, me pasé una mano por el cabello con nerviosismo cuando frunció el ceño al ver que no abría. —Te dije que nos encerraron aquí, busca una llave... —le recordé rodando los ojos, él miró pensativo hacia la puerta y luego me miró a mí.
—Supongamos que tengo una llave extra, ¿por dónde se supone que voy a entrarla? —cuando preguntó eso con sarcasmo miré bien el pomo de la puerta. No tenía entrada para llave... —Mandé a hacer la cerradura de esta puerta para que solo pudiese abrirse por fuera en caso de cerrarse con llave. Nunca pensé que Dylan haría algo como esto... —dijo ahora bastante sorprendido, resoplé. ¿Acaso no conoce al pequeño monstruo que tiene por hermano?
—¿Por qué tienes una puerta así? —pregunté fastidiado, su mirada se oscureció. —Es más, no me lo digas, no quiero saber. No me interesa saber nada que esté relacionado contigo —le dije con desdén mientras me alejaba un poco, él se rio por lo bajo haciéndome arquear una ceja.
—Bueno, te guste o no, vas a tener que pasar esta noche conmigo —dijo esbozando una sonrisa, entrecerré los ojos. Por supuesto que a ese pervertido no le molestaba todo esto.
—Si me pones aunque sea un solo dedo encima te voy a denunciar... —le advertí muy determinado, un brillo de tentación apareció en sus ojos. Algo me dice que solo empeoré las cosas al decir aquello.
—Voy a sacarte de aquí... —dijo con tranquilidad mientras se sentaba en la orilla de la cama, lo miré encantado. ¿Sabe cómo salir? Era normal que alguien tan cuidadoso como él tuviese un plan b por si algo como esto sucedía. Su mirada atenta hizo que mi felicidad fuera sustituida por algo de temor. —Lo haré con una condición... algo muy sencillo —cuando dijo eso me crucé de brazos indignado. ¿De verdad me va a pedir algo a cambio de dejarme salir? Es un aprovechado.
—¿Cuál es? —pregunté resignado, él me sonrió complacido.
—Solo quiero que me digas la verdad...
En cuanto dijo eso e hizo una pausa supe lo que vendría después. Me encogí de hombros. De igual forma tarde o temprano se terminaría enterando de la verdad. Pero aún así...
—Sí, Dominik. Tengo novia... —mentí descaradamente mirando hacia la pared, si miraba esos ojos grises soltaría la verdad sin dudarlo.
Solté un pequeño jadeo cuando de repente mi cuerpo se encontró acorralado contra la pared, miré impactado al frente, Dominik me tenía apresado entre sus brazos, sin el menor rastro de sentido del humor en la sonrisa que adornaba su rostro, sentí como todo mi cuerpo se estremecía al tenerlo tan cerca.
—Estuve investigando y ya sé que no tienes ninguna novia, pero quiero que me lo digas tú mismo... —dijo acercando peligrosamente su rostro al mío, sentí que el tiempo se detenía cuando nos quedamos viéndonos el uno al otro en silencio, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo y una oleada de excitación y pasión me invadió al sentir el calor que emanaba su cuerpo.
—N-No necesitas q-que te lo d-diga —mi voz salió en apenas un susurro, él negó lentamente mirándome con un poco de impaciencia.
—Dilo... —susurró a pocos centímetros de mi boca, tragué duro. No podría aguantar mucho más. Por más que me hubiese esforzado en ocultar o ignorar mis sentimientos, no podía negarlos, estaba loco por Dominik... Y él lo sabía. Lo deseaba demasiado.
—N-No t-tengo novia, Dominik —dije reuniendo valor y apartándolo con un suave empujón, él se alejó de mí con una sonrisita en el rostro que me pareció algo dulce, parecía un niño feliz. ¿De verdad le alegra tanto eso? Verlo así me hizo sentir bien por alguna razón desconocida. —Ahora abre la puerta... —le recordé su parte del trato en voz baja.
Tenía que alejarme de él. Debía estar lo más lejos posible de esa irresistible sonrisa de niño bueno que no tenía ni una pizca de inocencia.
—Llamaré a Vlad para que nos abra —dijo ahora con molestia buscando su celular con la mirada. ¿Ese es su gran plan?
Me quedé en silencio observándolo por unos minutos mientras buscaba su celular por toda la habitación, donde obviamente no estaba. ¿De verdad le seguía teniendo tanta fe a Dylan y a Abigail como para creer que dejaron su celular aquí?
Suspiré resignado aceptando que me quedaría un buen rato aquí atrapado. Me senté en la cama cuando mis pies comenzaron a doler por estar tanto tiempo parado.
—No está aquí... —se rindió finalmente Dominik con mucha sorpresa, lo miré con fingido impacto y me crucé de brazos.
—Ellos planearon esto muy bien, pensé que tenías alguna forma de abrir la puerta —mascullé algo molesto, él me miró por unos segundos y después de soltar un suspiro se tiró bocabajo en la cama enterrando su cara en una almohada. Me puse algo nervioso al estar en la misma cama que él.
—¿Cómo dejaste que te encerraran aquí? —preguntó burlón girando un poco el rostro hacia mí, me sonrojé un poco.
—E-Eso no es importante... ¿qué se supone que vamos a hacer? —pregunté con exasperación, él se encogió de hombros y cerró los ojos con cansancio.
—No podemos hacer nada más que esperar... —murmuró entre dientes, hice un puchero y subí mis piernas en la cama, las abracé mientras miraba la puerta con odio.
¿Qué esperaban Abigail y Dylan? ¿Que con solo encerrarnos aquí ya nos quitaríamos la ropa y tendríamos sexo violento? ¿Tan ingenuos eran?
Miré de reojo a mi lado mientras sentía las mejillas calientes al pensar en aquello, Dominik parecía haberse quedado dormido. Quise apartar varios mechones de cabello que caían sobre su precioso rostro pero me limité a mirarlo mal cuando sus ojos se abrieron de repente y me miraron con fijeza, aparté la mirada al escucharlo reírse un poco.
—¿Puedo tomar un chocolate? —le pregunté con ansiedad al notar el pequeño bowl repleto de chocolates que había sobre la mesita de noche.
—Claro —en cuanto dijo eso suavemente agarré un puñado de chocolates y comencé a comerlos con nerviosismo, vi de reojo que él trataba de ocultar una sonrisita, lo ignoré y seguí comiendo. ¿Por qué tenía estos chocolates ahí? ¿Le daba ansiedad de noche? Pero sobre todo, ¿de dónde rayos había sacado chocolates tan ricos?
Nos quedamos en silencio por un largo rato. Habían pasado unas dos horas. Yo me encontraba completamente acostado en la cama mirando hacia el techo después de literalmente haberme comido todos los chocolates de Dominik. No había podido relajarme lo suficiente como para dormir o siquiera para cerrar los ojos. No sabía si se debía al azúcar de los chocolates o al hecho de tener a aquel hombre acostado a pocos centímetros de mí respirando con tanta calma y emanando alguna especie de hechizo que me decía a gritos que saltara sobre él y nos dejáramos llevar por nuestros más fuertes deseos.
Mire a mi lado. Él se había quedado dormido. Mi corazón se hinchó al verlo darse la vuelta sin siquiera despertar. Admiré su perfecto perfil, detuve mi mirada en sus labios, estaban un poco entreabiertos. Tragué duro y me aguante las fuertes ganas de besarlo que tenía. Cuando subí la mirada a sus ojos di un respingo al ver que me estaba observando.
Como muchas veces, nos quedamos hipnotizados viéndonos. Podía sentir que las ganas de estar más cerca de él se volvieron casi incontrolables de repente, su mirada ardía en deseo y lujuria, cuando miró mis labios me los relamí sin querer, al ver que también relamía los suyos sentí un cosquilleo de deseo en todo el cuerpo.
—Cameron...
Cuando escuché mi nombre salir de entre sus labios con esa voz suya tan sensual y profunda no pude resistirme más y sin pensarlo me subí a horcajadas sobre él estampando mis labios contra los suyos. Tuve un escalofrío cuando nuestros labios entraron en contacto, nos comenzamos a besar con desesperación y violencia, su lengua entró en mi boca con demanda mientras sus manos apretaban mi trasero contra él, solté un pequeño jadeo de placer y le seguí la intensidad del beso, sentía mil emociones juntas. Sus labios eran muy cálidos y suaves pero la forma en que me besaban era violenta y muy pasional, llena de deseo y excitación. Él llevaba mucho esperando este momento al igual que yo. Era como si el beso transmitiera o expresara lo mucho que nos habíamos extrañado y lo desesperados que estábamos por sentir al otro.
Mi cuerpo se estremeció cuando metió sus manos por el interior del pantalón de mi pijama, cuando sentí sus manos calientes sobre mi trasero no tuve miedo ni dudas de llegar hasta el final. Su cuerpo me daba confianza, su toque me hacía sentir seguro. De repente me pareció que teníamos demasiada ropa puesta. Quería sentir todo su cuerpo desnudo en contacto con el mío. No era suficiente con esto. Necesitábamos más.
Cuando la puerta se abrió de golpe alejé mi rostro de Dominik, él estaba mirándome con mucha hambre, su respiración estaba entrecortada al igual que la mía, ambos miramos hacia la puerta sorprendidos. Vladimir nos miraba estupefacto mientras que detrás de él estaban Dylan y Abigail boquiabiertos también observándonos. Sentí que moría de la vergüenza. De tantas horas que tuvieron para venir, ¿por qué lo hacían justo en este momento?
—¿Qué quieren? —gruñó Dominik muy fastidiado, caí en la cuenta de que seguía arriba de él cuando sus manos me agarraron con posesión por la cintura, me aparté rápidamente lo que hizo que su expresión de fastidio empeorara.
—Lamento arruinar este bello momento pero tenemos un problema —se disculpó Vladimir mirando fijamente a Dominik, el cual se sobó las sienes con irritación.
—Sea lo que sea puede esperar —todos miramos impactados a Dominik cuando dijo eso aun molesto.
¿Dominik dejando para después algo que podría ser importante? Rayos, debí haberme quedado dormido en algún momento y todo esto era parte de algún sueño.
Supe que no estaba soñando cuando su mano agarró la mía deteniéndome cuando intenté pararme de la cama, él me pedía que me quedara con la mirada, me rasqué la nuca. ¿De verdad pretende que me quede después de que los demás vieran lo que estábamos haciendo?
—T-Tienes asuntos que atender, Dominik —dije mirando de reojo hacia la puerta, Vladimir todavía se veía sorprendido y el par detrás de él no dejaba de cuchichear, suspiré.
Cuando solté la mano de Dominik su mirada se volvió perdida por un segundo, mi corazón dolió. Fue como si la máscara hubiese desaparecido por un momento.
—Esto no se quedará así —me dijo en voz baja con algo de seriedad, arqueé una ceja y le sostuve la mirada por un rato. No sabía qué decirle, estaba un poco confundido.
Seguía molesto con él por lo que me había hecho pasar, pero no podía ignorar más a mi corazón. Cuando lo besé supe que no querría alejarme de él jamás en mi vida.
—Si esta vez vas a volver a desaparecer asegúrate de hacerlo para siempre —le dije con un poco de frialdad caminando hacia la puerta, lo escuché suspirar. Bajo la atenta mirada de todos salí de la habitación sintiendo de repente un pequeño vacío en el corazón, era parecido al que sentí justo antes de que él me abandonara. Miré hacia donde estaba y me sorprendió lo serio que se veía mientras me observaba, cuando me sonrió un poco caminé rápidamente lejos de allí después de mirar mal a Abigail y a Dylan.
—¿Estás molesto? —me preguntó Dylan siguiéndome de cerca, Abigail venía detrás de él con un poco de miedo, rodé los ojos.
—¿Ustedes qué creen? —respondí sarcástico.
—No te veías tan molesto hace un rato... —me detuve cuando Abigail murmuró eso con picardía, entrecerré los ojos mirándola.
—Ni siquiera vale la pena discutir con ustedes —dije más para mí mismo mientras caminaba hacia la cocina, los escuché comenzar a cuchichear sobre que su plan fue un éxito. La verdad es que tenía sentimientos encontrados. Hace una hora los habría matado por lo que hicieron pero ahora mismo me preocupaban cosas más importantes...
Estaba demasiado enamorado de Dominik. Mis sentimientos por él no habían menguado en los tres meses que no nos vimos. Todo lo contrario, lo deseaba tanto que me dolía no poder saciar todas mis ganas de él. Tenía mucho miedo de que volviera a desaparecer. Todavía podía sentir mis labios palpitando después de aquel beso. A pesar de que su personalidad era tan fría e indiferente, su cuerpo era tan cálido.
Los tres entramos en la cocina, me sorprendió en sobremanera encontrar dos pizzas bastante bien hechas sobre la encimera, miré a los dos a mi lado, ellos se veían muy orgullosos de su creación.
—Te esperamos para comer —dijo Dylan con una dulce sonrisa, me sorprendí. Cuando quería podía llegar a ser bastante tierno.
Me acerqué y tomé una rebanada de pizza de pepperoni con hongos, cuando la probé mis ojos se abrieron mucho de lo buena que estaba. Admito que creí que lo harían mal.
—Me sorprenden —confesé sentándome en el desayunador, ellos se acercaron y tomaron un pedazo cada uno, por sus expresiones supuse que incluso ellos se sorprendieron. Por un momento pensé que las habían comprado pero luego me fijé mejor en los restos de harina que tenían en la ropa.
Me tensé un poco cuando Vladimir entró por la puerta minutos después y después de ver la pizza se sentó también a comer auto invitándose. Esperaba que Dominik entrara segundos después por la puerta pero nunca lo hizo. Me sentí un poco decepcionado. ¿Dónde estaba?
—Dominik está encargándose de algo, vendrá en un rato —dijo Vladimir leyendo mis pensamientos y guiñándome un ojo, resoplé y fingí no darle importancia.
—¿Cómo sabías mi nombre? —le pregunté curioso al recordar la escena en la escalera, él me sonrió encantado y se acercó demasiado a mí, me alejé un poco con disimulo.
—Dominik y Daniela me hablaron sobre ti —explicó tranquilo. Recordé a Daniela, la amiga pelirroja de Dominik. No había vuelto a hablar con ella desde que Dominik se marchó.
Sentí una extraña satisfacción al saber que Dominik había estado hablando de mí con su amigo. Lo cual me hacía pensar que eran muy buenos amigos, no creo que el reservado y frío Dominik ande por ahí contándoles a todos que había sido su novio.
—¿Lo viste en los últimos meses? —pregunté con interés, la mirada de Vladimir se volvió un poco oscura de repente, Dylan dejó de comer su pedazo de pizza y lo miró disimuladamente esperando la respuesta.
—Estuve con él todo este tiempo, Cameron. Y te puedo asegurar que Dominik no dejó de pensar en ti ni un solo día —respondió él seriamente, por alguna razón creí en sus palabras. Me dio un poco de risa como pronunció mi nombre con ese acento.
Estaba sorprendido, me sentía feliz al saber que él no había dejado de pensar en mí así como tampoco yo había dejado de pensar en él. Pero tenía mil preguntas más ahora.
—¿Entonces por qué se fue y me dejó? —pregunté en un hilo de voz, él se quedó absorto por unos segundos y después negó.
—Ya dije demasiado, eso tienes que hablarlo con él y no conmigo —dijo de repente volviendo a un tono jovial, dejé caer mis hombros. Justo cuando creí que obtendría más respuestas...
Diez minutos después mientras Vladimir se comía a Abigail con la mirada y Dylan miraba su celular, todos miramos hacia la puerta cuando Dean entró de repente. Por pura coincidencia cuando entró afuera se escuchó un fuerte trueno, lo vimos dar un pequeño respingo.
Me sentí culpable por haberme divertido esta noche sabiendo que él estaba tan mal.
Su rostro estaba bañado en lágrimas, sus mejillas estaban rojas y sus ojos muy hinchados. Me dolía verlo así. Él nos miró con resentimiento por unos segundos, a Vladimir ni siquiera lo miró, el ruso había fruncido el ceño en cuánto él entró. Dylan dejó de ver su celular, en sus ojos azules había mucha tristeza y también culpa. Sabía que había mucho más que no nos estaba contando en esa historia de que el novio de Dean le fue infiel.
—Dean, cariño. ¿Estás bien? —Abigail se acercó a él muy preocupada y le apartó el cabello del rostro, Dean soltó un suspiro.
—Déjame, Abigail, estoy bien —dijo con exasperación mientras tomaba un bowl y una caja de cereal, lo observamos servirse una gran cantidad en silencio.
—Hicimos pizza... —le dijo Dylan en un susurro, Abigail y yo nos sorprendimos ante la fría mirada que Dean le dedicó al castaño, el cual se quedó cabizbajo después de aquello.
—No puedo esperar para largarme de aquí —murmuró Dean fastidiado echándole leche al cereal, Vladimir observaba todo en silencio. ¿Dean va a mudarse?
—¿Te vas a mudar? —pregunté sin pensarlo, él levantó la mirada de lo que hacía y me sonrió falsamente mientras asentía.
—Te recomiendo que te alejes de esta familia tú también —cuando dijo aquello con acidez me quedé impactado, Dylan lo miraba con mucho dolor mientras que Abigail y Vladimir estaban en silencio. No entendía nada.
—No comprendo... ¿qué tiene que ver la familia de Dylan con lo que te sucedió? —preguntó Abigail confundida, agradecí en silencio no ser el único perdido en todo esto.
Miré a Vladimir, él miraba todo en completo silencio y con mucha seriedad. Tras la pregunta de Abigail, Dylan había empalidecido tanto que parecía un muerto, mientras que Dean, por su parte, sonrió un poco con algo de malicia. ¿Qué rayos estaba pasando aquí?
—Dylan, ¿por qué no le decimos la verdad a nuestros amigos? —preguntó Dean con fingida inocencia, todos fruncimos el ceño.
—Dean... —lo llamó Dylan con algo de molestia. ¿De qué verdad hablaba Dean?
—Les contaré todo...
Dylan interrumpió a Dean al levantarse de golpe y caminar hacia él con rabia. Nunca había visto a Dylan así de molesto, su mirada destilaba rabia. Él agarró a Dean por un brazo y lo llevó fuera de la cocina.
Todos nos quedamos en un incómodo silencio después de que salieran. Abigail me miró confundida, me encogí de hombros. Sin duda había un gran problema en esta casa.
—Iré a buscar mi celular —dije levantándome. Quería ver si mi madre me había enviado algún mensaje. Cuando le conté que tendría una pijamada en casa de Dylan se puso muy contenta.
Ella amaba a Dylan, pero si se enteraba de que Dominik estaba aquí vendría a castrarlo por lo que me hizo.
Miré a Abigail con duda, no sabía si dejarla sola con Vladimir, el ruso la había estado viendo de una forma bastante sospechosa hace un rato. Abigail estaba concentrada en su teléfono aunque de vez en cuando miraba preocupada hacia la puerta. Mis ojos fueron al ruso, él estaba ensimismado en sus pensamientos.
Caminé fuera de la cocina. Mientras caminaba por un pasillo escuché la molesta voz de Dylan. Me dirigí con determinación en dirección a su voz, no me gustaba entrometerme en los asuntos de los demás, pero no podía creer cómo se estaban comportando, ellos siempre habían parecido más hermanos que amigos. Si podía intervenir para que se arreglara aunque sea un poco el problema, lo haría.
—... dejaré de considerarte mi amigo si llegas a hacer eso, ¿toda la familia debe pagar por lo que te hizo mi padre? Si vas por ahí contando esas cosas no solo arruinarás la vida de mis padres, también acabarás con la mía y la de mis hermanos —me quedé de piedra cuando escuché claramente aquello. ¿A qué se refería Dylan? ¿Qué le hizo su padre a Dean si todo esto era por una supuesta infidelidad? ¿Qué era tan serio como para arruinar a toda esta familia?
—No entiendo por qué exageras tanto. En primer lugar, no iba a decir nada y en segundo lugar, ¿qué más daba si lo hacía? ¡Son Cameron y Abigail! Si no le han dicho al mundo que te follas a tu director no creo que vayan a contar algo sobre tu querido padre —respondió Dean con un tono molesto, escuché a Dylan soltar un bufido. Me comenzó a doler la cabeza por no entender nada.
—Ahí estaba Vladimir, aunque Dominik dice que es su amigo no sabemos nada sobre él... —contestó Dylan como si fuese algo obvio.
—Dylan, hace rato que yo dejé de considerarte mi amigo, ahora no eres más que un conocido para mí y tranquilo, no le diré a nadie sobre lo que tuvimos Robert y yo. Desapareceré de sus vidas para siempre...
—¡¿QUÉ?! —exclamé con fuerza más impactado que nunca, me cubrí la boca con terror al darme cuenta de que grité. ¡¿El padre de Dylan y Dean estaban juntos?!
Cuando Dylan y Dean caminaron hacia donde estaba vi que Dylan tenía los ojos llenos de lágrimas mientras miraba a Dean, el cual me miró asombrado y un poco nervioso. ¿Cómo era posible que tuviese algo con el padre de su mejor amigo? Es decir... La diferencia de edad era enorme, además él estaba casado... ¡Incluso tuvo una hija hace apenas unas horas! Sabía que había algo extraño en el matrimonio de los padres de Dylan, pero no esperaba que Dean fuese parte de esa ecuación.
—C-Cameron... —dijo Dean algo asustado mirando de reojo a Dylan, quien ni siquiera me miraba, por la forma en que mordía su labio inferior se notaba a leguas que estaba aguantando las ganas de llorar. Y no era para menos, Dean fue muy cruel con las cosas que le dijo hace un momento.
—No entiendo nada de lo que está pasando pero tranquilos, mantendré el secreto —dije confundido e incómodo, Dean se vio bastante aliviado. Entendía su miedo, si esa información salía a la luz no solo la reputación del primer ministro se vería afectada, sino que literalmente podía ir a prisión por aquello.
Aunque Dean trató de mirar mal a Dylan, se veía que estaba muy preocupado. Incluso yo me preocupé por Dylan, él se abrazaba a sí mismo mientras miraba al piso fijamente.
—¿Desde cuan... —me callé al escuchar pasos acercándose, cuando miramos hacia la puerta vimos a Abigail y a Vladimir entrar y mirar con atención a todos.
—Escuchamos un grito, ¿qué pasó? —preguntó la rubia preocupada, Vladimir se mantuvo mirando a Dean fijamente, noté que su mirada pasó de ser tenebrosamente fría a ser de preocupación cuando Dean lo miró, fruncí el ceño al ver ese cambio tan repentino y falso. Era como si el ruso estuviese aparentando ser algo que no era delante de Dean.
—Abigail, ¿puedo quedarme en tu casa por unos días? —todos miraron a Dean cuando preguntó aquello seriamente, Dylan lo miró dolido, noté que varias lágrimas habían salido de sus ojos.
—Por supuesto, Dean, aunque primero debo hablar con mi papá... ¿pero por qué quieres irte? —preguntó Abigail extrañada mirando de reojo a Dylan, tuve deseos de ir hasta donde él y darle un abrazo. Se veía destruido. ¿Dylan tenía culpa en que Dean y su padre terminaran lo que sea que tenían?
¡Mierda!
¡Todo tiene sentido!
Recordé todo lo que me había dicho Dylan sobre que vio al novio de Dean besándose con otra, supongo que esa "otra" era su madre. También recordé lo que le había dicho a Dominik cuando estaba drogado, si mal no recuerdo mencionó que vio a "mamá osa" y a "papá oso" besándose, ¡hablaba de sus padres! Por esa razón Dominik no quiso traerlo a su casa. ¡Dylan vio a sus padres besándose y no tuvo el valor de contárselo a Dean!
Ahora entendía más o menos el comportamiento de Dean hacia Dylan, pero aún así me parecía un poco extremista tratar tan mal a quien considerabas como tu hermano por aquello. En parte entiendo a Dean, pero él debería ponerse en la incómoda posición que tenía Dylan. Era traicionar a su padre o a su mejor amigo. Recordé lo miserable que se veía tratando de decidir qué hacer.
—Necesito unos días de paz, iré a empacar mis cosas, me iré mañana —se limitó a decir Dean mientras se alejaba sin siquiera mirar atrás, todos nos quedamos en un silencio sepulcral.
Abigail se acercó a Dylan y lo abrazó, el pequeño castaño la abrazó de regreso, vi como su cuerpo temblaba un poco. Estaba llorando.
Observé a Vladimir llevarse el teléfono a la oreja y caminar con una fría expresión fuera del lugar.
—Fue como dijiste —lo escuché decir aquello en ruso antes de que desapareciera por la puerta, entrecerré los ojos. Él debía ser el amigo de Dominik con el que lo escuché hablando sobre armas.
—Cameron, ya nos iremos a la cama, ¿vienes? —preguntó Abigail. Asentí con un poco de duda mientras seguía viendo hacia donde se fue Vladimir. Cuando los miré vi a Dylan secándose las mejillas y sorbiendo por la nariz. —¿Y si nos cuentas lo que realmente está pasando? —le pidió Abigail a Dylan mientras caminábamos de regreso a su habitación, notamos como el pequeño castaño se tensaba un poco.
—Voy a decirles todo —dijo con un tono algo amargo cuando llegamos a su habitación. Ya sabía más o menos lo que estaba sucediendo pero aún tenía muchas preguntas. Los tres nos sentamos en círculo en la cama, Dylan se apartó el cabello del rostro y nos miró seriamente. —Nada de lo que diga puede salir de esta habitación... —dijo con advertencia, Abigail y yo asentimos solemnemente. —... A menos que quieras hablarlo con Dominik... o que quieran hablar con Dean... —agregó mirándome y jugando con sus dedos, asentí un poco sonrojado.
Abigail y yo miramos a Dylan como los niños observan a sus padres cuando están a punto de contarles una historia de terror o algo así.
—Se los contaré porque quiero que traten de ayudar a Dean. Lo conozco bien. Sé que se siente solo y traicionado por mí. Yo no pude ayudarlo, como han podido ver parece que me odia, y no lo culpo. Cometí muchos errores que ya no puedo remediar. Pero sé que con la ayuda de ustedes podrá salir adelante aunque eso signifique que no vuelva a verlo j-jamás e-en la vida... —la voz de Dylan se quebró al final y sus ojos azules se llenaron nuevamente de lágrimas, sentí pena. Dean va a cometer un gran error si deja que esta situación termine su amistad con Dylan.
Él está dispuesto a arriesgarse y revelar secretos de su familia con tal de ayudar a Dean quien literalmente no quiere ni tenerlo cerca. Todo el mundo comete errores, pero sé muy bien que la intención de Dylan nunca fue lastimar a Dean cuando ocultó lo que sabía.
Abigail agarró las manos de Dylan y lo miró con tranquilidad, cuando el castaño se calmó un poco siguió hablando...
. . .
Me desperté incómodo al sentir algo húmedo sobre mi codo, miré con molestia a Dylan, él estaba babeando mi codo, me alejé un poco y me limpié con las sábanas. Miré a Abigail, ella estaba adherida a Dylan como un koala. No se le había despegado desde que él nos contó todo sobre el matrimonio de sus padres y la entrada de Dean en escena. Me sentía algo molesto con el padre de Dylan, desde mi punto de vista solo jugó con los sentimientos del pobre e inocente Dean. Esa era la típica historia en la que el hombre mayor se aprovecha de la ingenuidad de un adolescente que confunde cualquier cosa con amor.
A pesar de que no apoyábamos el trato de Dean hacia Dylan, Abigail y yo coincidimos en que lo mejor para él será estar lejos de esta casa. Aprovecharemos que se quedará donde la rubia para distraerlo y tratar de ayudarlo de alguna forma. Además no quería que estuviese cerca de Vladimir, había algo en él que no terminaba de gustarme. Dean estaba muy vulnerable ahora mismo, no dejaríamos que nadie se aprovechara de su estado.
Tomé mi celular para ver la hora y mi corazón dio un vuelco al ver que tenía un mensaje de un número desconocido.
¿Sigues despierto? Tengo que hablar contigo.
Sabía que era de Dominik. Me lo había enviado hace media hora. Me quedé embobado mirando el mensaje por unos segundos. Me levanté de la cama y di varias vueltas por toda la habitación pensando en qué hacer. ¿Debería responderle? ¿De qué quería hablar? Probablemente del candente beso que nos dimos hace horas...
Seguro ya debía estar durmiendo así que le responderé mañana. Pensé eso mientras salía de la habitación al sentir la garganta seca, necesitaba tomar agua. Miré con terror toda la oscuridad que había, salí corriendo hacia la cocina. Al llegar al piso de abajo miré hacia el pasillo que llevaba a la habitación de Dominik, me sorprendió ver la puerta abierta y una leve luz salir de allí. Me acerqué con curiosidad. ¿Seguía despierto a estas horas?
Sin hacer ruido me acerqué y miré por la pequeña abertura, Dominik estaba sentado en su escritorio escribiendo en su laptop, se veía muy centrado en lo que estaba haciendo, tenía una leve música de fondo. Di un respingo cuando un minuto después él giró en su silla y me miró con sorpresa.
—Cameron, pasa... —dijo con una pequeña sonrisa, me recosté del marco de la puerta y con una sonrisita malvada encendí las luces, lo vi lanzar una maldición y cubrirse los ojos rápidamente. —Apágala —gruñó, me reí un poco y apagué las luces después de que me molestaran a mí también.
—Te lo merecías —solté adentrándome en la habitación, él se quedó mirándome fijamente. —Me enviaste un mensaje, ¿sobre qué quieres hablar? —pregunté arqueando una ceja y recostándome de la pared. Miré instintivamente sus labios y comencé a sudar frío cuando se curvaron en una irresistiblemente sexy sonrisa.
Cuando él se levantó y se acercó a mí intenté alejarme pero sus manos se posaron en mis hombros deteniéndome, lo miré con interrogación tratando de no mostrar mi nerviosismo.
—Sabes que hablar es lo último que queremos hacer hoy —susurró mirándome fijamente, tragué duro. ¿Cómo se supone que debo reaccionar a eso?
—Habla por ti... —dije apartando la mirada hacia el piso. ¿Por qué insisto en seguir engañándome y limitándome tanto? Ah, ya lo recuerdo. Porque la última vez que le entregué mi corazón lo destruyó en mil pedazos.
—¿Viniste aquí solo para hablar? —preguntó burlón, junté las cejas. ¿Insinúa que vine aquí por algo más?
—En realidad bajé a la cocina...
—Pero esta no es la cocina —me interrumpió tomándome de la barbilla y obligándome a mirarlo, no tuve fuerzas para alejarme cuando me agarró por la cintura y me pegó a su cuerpo haciéndome sentir su enorme erección. —¿Sientes cómo me pones? —preguntó con un sensual tono ronco bajando una mano a mi trasero y apretándolo con firmeza. Yo no podía emitir palabra alguna, estaba demasiado abrumado por el calor de su cuerpo, por su perfume, por sentir aquello ahí abajo y por su toque sobre mí.
Decidí dejar de lado por una noche todo mi resentimiento. Sentía que me moriría si no saciaba mis ganas de estar con él.
Lo miré a los ojos dejando de ocultar mi deseo, él pareció sorprenderse un poco pero sonrió. No me puse de puntillas para alcanzar sus labios, sino que puse mis manos en su cuello y lo obligué a inclinarse para besarme, cuando nuestros labios se unieron y yo marqué el ritmo del beso lo sentí reírse un poco. Si esto iba a suceder, sería como yo quisiera.
Dominik me cargó de repente haciendo que cerrara mis piernas alrededor de su cintura, él me pegó con violencia de la pared y me besó con mucha pasión quitándome por completo el control de la situación y dejándome desarmado en menos de un pestañeo.
—Me gusta ser quien manda en esto —dijo rápidamente mirándome con desafío antes de devorar mis labios otra vez, me reí en medio del beso. Le gusta ser quien manda en todo. Lo corregí en mi mente.
—N-No conmigo —contesté entre jadeos enterrando una mano en su cabello y bajando mis labios por su mandíbula y su cuello, lo escuché gruñir.
Conmigo en brazos fue hasta la puerta y la cerró rápidamente, mi corazón quiso salirse de mi pecho cuando después caminó hasta la cama y me depositó en ella con delicadeza.
¿De verdad esto va a pasar?
Me aterroricé por un segundo. Él pareció notarlo ya que comenzó a darme suaves besos por todo el cuello mientras desabotonaba el camisón de mi pijama, respiré hondo. ¿A dónde había ido toda mi confianza de hace unos segundos?
—No debes tener miedo, no te voy a hacer daño...
Me derretí al escucharlo decirme eso con tanta suavidad y calidez. Me relajé después de aquello y me dejé llevar. Solo la luz de la lámpara en el escritorio iluminaba levemente la habitación. Cuando él abrió por completo la parte superior de mi pijama se quedó mirándome complacido. En mi cuerpo no había rastros de los moretones que había tenido hace meses provocados por mi padre.
Ayudé a Dominik a quitarse la camiseta que traía puesta, me mordí el labio con fuerza cuando vi su definido abdomen. Nunca en toda mi vida me había sentido tan atraído a alguien como lo estaba hacia él. Lo observé levantarse de la cama y quitarse rápidamente el pantalón y el bóxer liberando su erección, ahogué una exclamación. Todo mi cuerpo se encendió al verlo desnudo y tan excitado.
—Eres tan perfecto —susurré inconscientemente, quise pegarme a mí mismo cuando caí en la cuenta de aquello, él soltó una gran carcajada y se posicionó nuevamente sobre mí apoyando sus brazos a ambos lados de mi cabeza.
—No soy nada comparado contigo —contestó contra mis labios mirándome con fascinación, él me observaba como si fuese alguna obra de arte. Me sonrojé violentamente sin creer que de verdad pensara eso de mí.
Todo mi cuerpo estaba caliente, cuando llevé mis manos a su espalda sentí como toda su piel se erizaba y su cuerpo se estremecía. Amaba ver que mi toque provocaba en él lo mismo que el suyo en mí.
Lo único que nos separaba era la fina tela de mi short de satín, el cual dejaba en evidencia lo excitado que me encontraba. Supe que definitivamente eso iba a suceder cuando Dominik bajó lentamente el short sacándomelo y dejándome completamente desnudo a su merced.
Cuando me miró con aquellos ojazos grises sentí que podía ver todas mis verdades, todos mis secretos y mis sentimientos al tenerme así desnudo y vulnerable debajo de él. En su mirada había mucha calidez. Sus brazos me rodearon en un abrazo tomándome por sorpresa, su cuerpo se sentía ardiendo contra el mío. Cuando lo abracé de vuelta sentí que en ese segundo lográbamos tener una conexión más allá de lo físico.
Él se separó un poco de mí y me besó, me besó con tantas ganas que me sentí desesperado porque nuestros cuerpos finalmente se conectaran como nunca antes lo habíamos hecho. Él chupó uno de mis endurecidos pezones mientras frotaba el otro provocando placenteros espasmos en mí. A pesar de que sentía eso, me tensé un poco cuando una de sus manos bajó y manoseó mi trasero. Él me tocaba con tanta posesión y seguridad, como si supiera que era suyo y de nadie más.
—P-Pensándolo b-bien...
—Confía en mí —me interrumpió antes de que me retractara cuando bajé la mirada a su gran miembro. Lo miré a los ojos unos segundos, suspiré y asentí.
Él extendió una mano y sacó una especie de pañuelo blanco de una de sus mesitas de noche, tragué duro. No pretenderá atarme las manos con eso, ¿o sí? Él se rio viendo mi expresión, lo vi doblar un poco el pañuelo y sorprendiéndome levantó un poco mi cabeza y me cubrió los ojos con él, la forma en que lo hizo tan ágilmente me llevó a pensar que no era la primera vez que hacía aquello. Sentí un poco de celos.
No me debería importar con quién haya estado o qué haya hecho en el pasado, en este momento él era mío y de nadie más. No me dio tiempo a pensar más en eso cuando sus labios bajaron por mi abdomen, me estremecí y me relajé.
Después de unos segundos en los que me besó suavemente agradecí no ver nada cuando lo sentí entrar su húmedo dedo en mí sacándome un pequeño quejido. Aunque al principio se sintió muy extraño, rápidamente se volvió una sensación extrañamente deliciosa.
Me sorprendí a mí mismo cuando quise sentir más que solo aquello después de un momento. Di un respingo cuando un segundo dedo entró. Dominik repartió cálidos y húmedos besos por todo mi rostro. Noté rápidamente que hacía aquello para calmarme cada vez que me tensaba o que algo me incomodaba. Debo admitir que saca un diez de diez en atención.
—¿Seguro que quieres hacerlo?—preguntó en un susurro excitado sin dejar de mover sus dedos en mi interior, asentí disfrutando de aquella sensación. —Abre las piernas —ordenó suavemente, obedecí de inmediato cegado por el placer.
Un sudor frío recorrió toda mi espina dorsal cuando lo sentí posicionarse entre mis piernas. Solté un pequeño grito cuando segundos después me invadió un fuerte dolor al sentir su húmedo, caliente y enorme miembro adentrarse en mi trasero virgen, me mordí el labio con fuerza y sentí mis ojos llenarse de lágrimas a la vez que le clavaba las uñas en la espalda. Dominik me quitó el pañuelo de los ojos haciendo que me encontrara con su atenta mirada gris, él se veía muy calmado, mientras que mi respiración era irregular y mi rostro estaba bañado en sudor.
—D-Duele... —dije en un quejido. Aquello había sonado como una súplica para que se detuviera.
—Tienes que relajarte —susurró cariñosamente masajeando mi cintura, como pude luché por relajarme y por no bajar la mirada a donde se estaban uniendo nuestros cuerpos. Sabía que me desmayaría si veía aquello.
Me relajé y confié en él. Mis mejillas estaban ardiendo, lo vi morderse un poco el labio inferior mientras seguía entrando suavemente en mí, sabía que estaba controlándose y tratando de ser lo más delicado posible pero con lo bien dotado que él estaba era imposible que no me doliera esto.
Él retrocedió de una manera lentamente exquisita y volvió a penetrarme suavemente, sentí algo más que dolor cuando repitió esa acción otra vez. Comencé a sentir mucho placer mientras él se movía suavemente, moví mis caderas acompasándome a su ritmo y solté un pequeño gemido que me avergonzó, él sonrió escondiendo su rostro en mi cuello y siguió con un suave y placentero vaivén que me estaba volviendo loco, con cada estocada iba cada vez más profundo. Solté un grito de placer cuando tocó un punto dentro de mí que me nubló la mente, lo sentí sonreír contra mi piel donde luego me mordió suavemente, me aferré a su espalda con fuerza cuando aumentó el ritmo. Los dos nos encontrábamos sudando y con la respiración agitada. En la habitación solo se escuchaban nuestras respiraciones, mis gemidos y el sonido de nuestros cuerpos chocando. Dominik me miró a los ojos mientras me embestía ahora con fuerza y sin piedad, yo no podía acallar todos los gemidos que me provocaba, su expresión de placer me excitó aún más. No quedaban rastros del frío hombre que normalmente era, ahora tenía frente a mí a una especie de dios del sexo, cálido y sensual que se había apoderado por completo de mi cuerpo. Traté de seguirle el ritmo pero sabía que muy pronto llegaríamos al éxtasis.
—Déjame verte —exigió suavemente girando mi rostro cuando aparté la mirada por un segundo. Grité cuando aumentó el ritmo de sus penetraciones. Parecía una especie de castigo por haber mirado hacia otro lado, pero era un castigo demasiado placentero.
Me sentía poderoso al ver lo mucho que parecía gustarle estar dentro de mí. Él apartó el cabello mojado por el sudor que se me pegó de la frente.
Segundos después eché la cabeza hacia atrás cuando no pude aguantar más y terminé corriéndome, lo sentí venirse aun en mi interior mientras me miraba extasiado. Dominik se tiró a mi lado, me quedé viendo al techo por unos segundos mientras recuperaba el aliento y procesaba lo que acababa de ocurrir.
Este ha sido el mejor sexo de mi vida. Dominik era un amante de primera, ya me lo había imaginado pero experimentarlo era algo completamente distinto.
Me sorprendí cuando me atrajo hacia su pecho, podía escuchar su corazón latiendo rápidamente al igual que el mío. De repente sentí mucha vergüenza, no quería ni mirarlo a la cara después de aquello.
—¿Cómo te sientes? —preguntó colocando un mechón de cabello detrás de mi oreja, sabía que estaba mirándome pero me mantuve viendo fijamente hacia las sábanas después de cubrirme con ellas. ¿Por qué me sentía tan tímido de un momento a otro?
—E-Estoy bien... —susurré algo apenado. En general me sentía bien pero también tenía un dolor en el trasero que era difícil de ignorar.
—Bueno, hora de la segunda ronda —cuando dijo eso traviesamente lo miré con horror, él se rio al verme y negó. —Estoy jugando, sé que te duele un poco —dijo acercándome más a su cuerpo, me reí levemente sin gracia. ¿Un poco? Sentía el culo partido.
Me sentía tan bien entre sus brazos después de haberme entregado a él, pero aún así mi corazón dolía. Tenía miedo de que me abandonara otra vez. No puedo olvidar todo lo que sucedió. ¿Qué se supone que pasaría a partir de ahora? ¿Siquiera seguiría interesado en mí después de haberle dado lo que tanto quería desde el principio?
Con el corazón en la mano me alejé de él y me levanté de la cama con un poco de dificultad, hice un esfuerzo para no chillar de dolor cuando estuve de pie. Ya entendía lo que me había dicho Dylan.
—¿A dónde vas? —cuando Dominik preguntó eso confundido lo ignoré y me vestí. Sabía lo que tenía que hacer para proteger mi corazón.
—¿Pensaste que después de eso volveríamos y seguiríamos como que no sucedió nada? ¿Esperabas un "te amo" o algo así, Dominik? —pregunté con un tono sarcástico, me dolió decir esas palabras ya que era lo que yo realmente quería en el fondo, pero sé que él no. Cuando lo miré me sentí un poco mal, él me miraba estupefacto. Definitivamente no se esperaba esto. Por un segundo me pareció ver algo de dolor en sus ojos que rápidamente se volvieron fríos.
—¿A qué estás jugando, Cameron? —preguntó cautelosamente parándose de la cama, tragué saliva con dificultad y le sostuve la mirada.
—Estoy jugando tu juego, Dominik —respondí secamente luchando por no bajar la mirada por su cuerpo, caminé hacia la puerta antes de darle oportunidad de responder, antes de salir lo miré y supe que aunque sea por un segundo había destruido a aquel hombre de hielo.
Su fría mirada fue lo último que vi antes de cerrar la puerta y correr algo adolorido hacia la habitación de Dylan con mis ojos llenándose de lágrimas. No podía volver a ilusionarme con alguien que podría marcharse en cualquier segundo y que ocultaba tantas cosas de mí. Me sentía terrible por haberme ido así después de lo delicado y atento que fue conmigo al hacer el amor, pero sabía que esto era necesario.
Sentía que tenía el pecho vacío y que mi corazón se había quedado atrás con él.
Dean
Miré con fastidio el larguísimo mensaje que me había enviado mi madre prohibiéndome irme de esta casa. Aún así me iría. Solo esperaba la confirmación de Abigail, quien hablaría con su padre, para poder irme con ella aunque sea unos días. Sí o sí debía convencer a mis padres de alguna forma. Miré la hora, se supone que debería estar en el instituto en este momento pero hoy tampoco tuve deseos de ir, no podía faltar otro día más o le avisarían a mis padres.
Sentía mucha incomodidad desde anoche. Estaba triste y enojado conmigo mismo por haberle dicho a Dylan esa mentira tan cruel de que ya no lo consideraba mi amigo, era imposible que eso sucediera. Definitivamente por un momento me dejé cegar por la rabia y la tristeza.
Al escuchar toques en la puerta me levanté rápidamente de la cama. Sabía que era Dylan, él había sido el único que se preocupó por ver que estuviera bien todo este tiempo. ¿Acaso no fue hoy al instituto? Debía disculparme con él pronto o no viviría tranquilo sabiendo que lo lastimé tanto.
—Dyl... —me callé de golpe al abrir la puerta y ver a Robert frente a mí.
—Dean... —me dolió escucharlo decir mi nombre, él me estaba observando con mucha preocupación, ignorando el nudo en mi garganta le cerré la puerta en la cara y regresé a la cama con el corazón latiéndome a millón.
Abracé una almohada al escuchar la puerta abrirse y cerrarse segundos después, ni siquiera lo miré. Sabía que comenzaría a llorar otra vez si lo veía.
—¿Qué quieres? —pregunté en voz baja tras escucharlo ahogar una exclamación. Debe estar admirando el desastre en que había convertido mi habitación.
Había dicho que quería que se disculpara y que me rogara, pero ahora que estaba con él no podía ni verlo.
—Quiero que me perdones —me abracé a mi mismo con fuerza y no pude evitar dejar caer unas cuantas lágrimas al sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo. ¿Por qué me hacía esto? Lo odio. Lo odio. ¡Lo odio! Pero también lo amo. No podía evitar sentirme un poco bien al tenerlo abrazándome, y me odiaba por eso.
—¡A-Aléjate, Robert! —exclamé encolerizado, él se alejó de mí y soltó un triste suspiro, lo miré mientras lloraba, él me observaba lleno de arrepentimiento. No voy a caer otra vez en sus mentiras.
—Dean, lo lamento mucho... nunca quise hacerte daño —se disculpó rápidamente, me reí mientras me limpiaba las lágrimas con rudeza. No puede estar hablando en serio.
—¿Entonces por qué la besaste? —pregunté en voz baja mientras lo miraba, él me miró con dolor, se veía muy confundido, como un niño perdido. Resoplé.
—Yo... realmente n-ni yo m-mismo lo sé... creo que me dejé llevar por el momento... —contestó mirándome fijamente, arqueé una ceja. Sentía mi corazón partirse cada vez más con cada segundo que pasaba.
—La amas —dije resignado, él frunció un poco el ceño. O era el mejor actor del mundo o realmente ese hombre ni siquiera sabía lo que quería.
—No lo creo —respondió con convicción. —Te ves pálido, ¿has estado comiendo bien? —preguntó de repente inspeccionando mi rostro, negué molesto mientras le daba la espalda y volvía a abrazar mi almohada. ¿A quién pretende engañar diciendo que no la ama?
—Ya no me voy a tragar tus mentiras, Robert. No pierdas el tiempo. Todo esto fue un error desde el principio. Me iré pronto de aquí y olvidaré que te conocí, sigue adelante con tu vida —dije fríamente mirando hacia la pared, un silencio invadió la habitación. Agradecí el haber llorado como loco durante horas, eso me permitió hablar con claridad en este momento. Estaba harto de llorar.
Tras unos segundos de silencio me di un poco la vuelta y me sorprendió encontrarlo mirando mis maletas como si fueran algún objeto extraterrestre.
—No te puedes ir de aquí —dijo seriamente viéndome ahora, entrecerré los ojos.
—¿Tú y cuántos más lo van a evitar? —pregunté con burla mientras me daba la vuelta por completo, él me miró con suplica.
—Por favor, Dean. ¿Dejarás que un error arruine todo lo que tuvimos? —me estremecí cuando se acercó y me agarró de las manos, sus preciosos ojos azules me miraban tristes, noté que estaban un poco rojos, pasé saliva.
—Eso no fue un simple error... he notado cómo la miras, todavía sientes algo por ella —susurré con dolor viendo al hombre al que amaba, él acarició mis manos y suspiró.
—Es la madre de mis hijos, siempre voy a sentir cariño por ella y siempre voy a querer protegerla... pero Dean, yo te amo...
Al parecer aun me quedaban más lágrimas ya que las sentí nuevamente salir de mis ojos y recorrer mis mejillas al escucharlo. Esas últimas palabras fueron lo que siempre quise escucharlo decir desde hace años cuando fantaseaba con él y ahora que finalmente las escuchaba se sentían amargas. Deseaba poder creerle, era lo que más deseaba en el mundo ahora mismo, tener la convicción de que me decía la verdad, pero no podía.
—Ya no puedo creerte, Robert —respondí alejando sus manos de las mías, sus ojos se llenaron de lágrimas, los dos nos observamos mientras llorábamos en silencio. Aunque en su mirada relucía un dolor auténtico, no podía obviar el hecho de que él aun amaba a su esposa, aunque lo negara.
—Haré todo lo que sea posible para que me perdones... no tienes que hacerlo ahora, esperaré toda la vida por ti si es necesario —cuando dijo eso limpiando suavemente mis mejillas cerré los ojos y lloré con más fuerza. No soportaba tantas emociones juntas, sentía que mi corazón explotaría.
—¿Y si n-nunca te p-perdono? —le pregunté apretando los ojos con fuerza, él besó mis lágrimas.
—Entonces seré un infeliz toda la vida.
Abrí los ojos. Él estaba arrodillado frente a la cama con las manos acunando mi rostro, negué mientras lo apartaba de mí.
—M-Márchate, Robert... quiero estar solo —dije dándole la espalda otra vez. Tengo que irme de aquí.
—Nunca me rendiré.
No contesté. Lo escuché suspirar y tras unos segundos la puerta se cerró. Mordí mi almohada con rabia y lloré desconsoladamente otra vez. Busqué mi celular con la mirada, rápidamente le marqué a Abigail.
—¡Dean! Justo estaba por llamarte, hablé con papá y dijo que sí te puedes quedar con nosotros.
Sonreí tristemente y después de hablar con ella unos minutos le colgué. Me marcharía esta misma tarde.
Salí de la que pronto dejaría de ser mi habitación. Estaba mareado del hambre que tenía, anoche no pude ni comerme el cereal con leche que preparé.
Me detuve cuando de la habitación de enfrente salió el ruso gigante cuyo nombre había olvidado, él me miró y sonrió, lo ignoré y caminé hacia las escaleras.
—Pero qué educado... —lo escuché murmurar, lo fulminé con la mirada.
Noté que me estaba siguiendo mientras me veía con mucha curiosidad, fruncí el ceño mientras entraba en la cocina, al ver a Dominik me puse un poco nervioso pero él ni siquiera nos observó, se quedó mirando pensativo su taza de café.
Casi babeo al ver el desayuno que habían preparado las chicas del servicio, sin pena alguna me serví de todo un poco. Pronto me iría de aquí así que me daba igual lo que pensaran. No pasé por alto que el tipo ruso cogió exactamente lo mismo que yo, lo miré mal y me senté frente a Dominik.
—Hey, ruso, ¿qué le pasa a Dominik? —pregunté en voz baja al ver que parecía ido, los ojos miel del ruso me miraron un poco ofendidos, él se sentó a mi lado.
—¿Cómo que ruso? Me llamo Vladimir, y no lo sé, lleva así toda la mañana... —contestó mirándome indignado y luego viendo a su amigo con preocupación, comí en silencio. Era raro ver a Dominik de esa forma, él siempre estaba muy consciente de todo lo que sucedía a su alrededor.
—Algunos invitados llegarán esta noche, ya nos dieron el menú para maña... —aparté mi atención del desayuno cuando dos chicas del servicio entraron cuchicheando y se callaron de golpe al verme. ¿Invitados? ¿De qué menú hablaban?
—¿Hay alguna celebración? —pregunté sin evitar la curiosidad, las chicas me miraron un poco apenadas. Sabía que casi todos aquí estaban al tanto de que entre Robert y yo había algo, pero según me había dicho, confiaba en todos los que trabajaban para él además de que tenían estrictos contratos de confidencialidad.
—Sí, mañana habrá una fiesta de bienvenida para la bebé —dijo una de las chicas lentamente, asentí ignorando la punzada en mi corazón.
—Mi abuela quiso organizarla —miré a Dominik cuando habló, él me miraba seriamente. Sabía que había dicho aquello para aclarar que la idea de la fiesta no era de Robert. Quizás no haya sido su idea, pero sí era su bebé.
—¡Qué bueno! ¿Y cuándo traerán a la bebé? —pregunté esforzándome por sonar amable, Dominik y Vladimir se miraron por un segundo, arqueé una ceja.
—Ya están aquí.
Me sobresalté un poco cuando sin querer dejé caer al piso el tenedor en mis manos. ¿Ellas están aquí? Eso explicaría por qué Robert estaba aquí tan temprano...
Cálmate. Respira. Tienes todas tus cosas listas, puedes irte de aquí en cualquier momento. Me dije dándome ánimos.
Iba a tomar el tenedor del piso pero Vladimir se me adelantó y me lo pasó con una penetrante mirada, se lo quité de las manos sintiendo cómo me rozó suavemente los dedos, fruncí un poco el ceño y me aparté de él.
—Si me disculpan, debo irme... —dije antes de salir de la cocina rápidamente.
Corrí hacia las escaleras. Tomaría mis cosas y me largaría ya mismo de aquí.
—Dean.
No te detengas, no te detengas.
Me detuve al escuchar a Celine llamarme suavemente. Me di la vuelta, ella estaba viéndome sin expresión alguna, noté que sus ojos parecían dos bolas de lo hinchados y rojos que estaban, parecía que había estado llorando tanto o más que yo.
—Celine, felicidades por la bebé... —murmuré dándome la vuelta nuevamente para seguir mi camino.
—¿No quieres verla? —me detuve nuevamente, me giré, ella me miraba ahora con una pequeña sonrisa. Suspiré y caminé hasta ella. Mi masoquismo no podía dejarme marchar en paz.
Ella caminó hacia la habitación que quedaba contigua a la suya, nunca había entrado en esa habitación. Cuando ella abrió la puerta me quedé maravillado, todas las paredes tenían un tierno y adorable papel tapiz de princesas, arcoíris y castillos, el techo estaba pintado de azul oscuro con muchos dibujos de estrellas y planetas, había un estante blanco con varios juguetes, en el centro había una gran cuna blanca. Observé a Celine acercarse y tomar en brazos a la bebé, mi corazón se aceleró al verla. Era tan... Pequeña y frágil.
—Acércate —me pidió viéndome, me acerqué con duda y miré mejor a la bebé.
Fue imposible no sentir un poco de ternura al ver los ojazos azules y todo el pelo que tenía, era como una mini Dylan. Su piel no lucía tan rosada como en las fotos, era blanca y tersa.
—Se llama Dahlia —dijo Celine mirándola con ojos llenos de amor, vi como luego se entristecía.
—¿Estás bien? —le pregunté seriamente al ver sus ojos vidriosos por las lágrimas que se agruparon en ellos.
Ella parpadeó varias veces y asintió con una sonrisa que me pareció bastante falsa. Definitivamente algo le estaba sucediendo.
Cuando la bebé me miró directamente no pude soportarlo más y caminé hacia la puerta. Los demás tenían razón, era hermosa. Y eso era algo que me entristecía.
—Adiós, Celine —dije antes de salir de allí mientras ella arrullaba a su bebé que había comenzado a llorar.
Volví con desánimo a mi habitación. Ya lo había decidido. Me iría ahora mismo de aquí.
Tomé mis maletas y cuando abrí la puerta me encontré con Vladimir recostado de la pared de enfrente viéndome con burla.
—¿Vas a huir sin más? —preguntó ahora luciendo serio, lo miré sorprendido.
—Tú no sabes nada —mascullé fastidiado saliendo con mis dos maletas, él se rio un poco. En serio, ¿quién es ese tipo y de dónde rayos salió?
—Yo lo sé todo —susurró misteriosamente pasando de mí y bajando las escaleras. —Avísame cuando quieras que te saque de aquí —dijo guiñándome un ojo, lo miré con fastidio.
—¿No ves que me estoy yendo? —dije señalando mis maletas, él se alejó mientras se reía de una forma extraña, resoplé. ¿Acaso no había una sola persona normal aquí?
Salí de la casa y busqué con la mirada a alguno de los choferes, le pediría que me llevaran a la casa de Abigail. Pero al no ver ninguno suspiré y comencé a recorrer el largo camino hacia la puerta de entrada.
—Mierda, ahí viene... —escuché a uno de los guardias susurrarle eso a otro mientras me miraban con algo de incomodidad, me tensé.
—Abran la puerta —dije rodando los ojos. Pediría un taxi en cuanto saliera.
—Mmm...
—No podemos dejarte salir —dijo uno de ellos haciéndome mirarlo con incredulidad. Esto no puede ser verdad...
—Quiero salir —respondí cruzándome de brazos, ellos se miraron y se rascaron las nucas.
—Tenemos la orden de no dejarte salir...
—¿O sea que estoy secuestrado? —pregunté molesto, ellos se quedaron callados. "No puedes irte de aquí" Recordé lo que había dicho Robert. Solté un bufido y saqué mi celular llamando a ese imbécil.
—Dean...
—¿Acaso planeas retenerme aquí contra mi voluntad? Voy a llamar a la policía, esto es un secuestro —dije con fastidio, lo escuché suspirar.
—Sabes que soy tu tutor mientras tus padres no están... no puedo dejar que te vayas por ahí a sabrá Dios dónde... —su respuesta me hizo poner los ojos en blanco.
—¿Quieres que me quede aquí a verle la cara a Celine y a tu hija? Y peor aún, verte la cara a ti... —contesté alejándome un poco de los guardias, él se quedó en silencio.
—No puedo dejarte ir, Dean. Estoy en una reunión, más tarde hablaremos.
Miré indignado el celular cuando me colgó. Solté un gruñido y arrastrando mis maletas con rabia regresé a la casa. Debía buscar alguna forma de salir.
Dejé las maletas tiradas en el vestíbulo y fui a la cocina a buscar a Dominik. Seguro si él daba la orden me dejarían largarme.
Entré en la cocina y la encontré completamente vacía, me comenzó a doler la cabeza. No puedo creer que Robert sea tan egoísta como para hacerme esto. No debería sorprenderme, si fue tan egoísta de no pensar en mis sentimientos cuando besó a su esposa, era capaz de cualquier otra cosa.
Mis ojos fueron hacia el patio. Vladimir, el ruso gigante estaba bañándose en la piscina congelada, corrí las puertas y salí sin darle crédito a lo que veían mis ojos. Su gran cuerpo flotaba en la piscina que literalmente tenía trozos de hielo. Bajé la mirada por su atlético cuerpo, él abrió los ojos y me miró divertido.
—Pensé que te habías ido —dijo riéndose, entrecerré los ojos. Él sabía sobre la orden de Robert. ¿Pero cómo? ¿Acaso sabía ya sobre lo que tuvimos?
—Dijiste que te buscara para salir de aquí... —murmuré cruzándome de brazos, él asintió y comenzó a nadar hacia mí. ¿En serio no le molestaba el frío?
—Cuando quieras nos vamos —respondió saliendo ágilmente de la piscina y secándose el rostro con una toalla, vi de reojo que todas las chicas del servicio habían regresado a la cocina y se lo estaban comiendo con la mirada.
—Quiero irme ahora —contesté decidido, él me miró por unos segundos y me sonrió dulcemente.
—Dame unos minutos —dijo tirándose de nuevo a la piscina y salpicándome con el agua helada, me quede viéndolo con una expresión de pocos amigos. —¿Por qué tan serio? ¡Deberías venir un rato! —exclamó con un tono desafiante, lo miré y luego al agua. Está loco.
—Sabes que tiene calefacción, ¿cierto? —le pregunté con burla, la sonrisa en su rostro se borró de golpe sacándome una risita, él sonrió después de unos segundos.
—Ya lo sabía, pero me gusta así de fría. Sientes que revives... —respondió mirando encantado el agua, sonreí levemente. Me gustaría ser un alma así tan libre como él. —Te ves mejor cuando sonríes —cuando dijo eso en voz baja lo miré mal y caminé de regreso a la casa.
—Date prisa —me limité a contestar.
No me vas a detener, Robert. De una forma u otra saldré de aquí.
Celine
Cogí las tijeras y corté la rosa frente a mí por la mitad, destrozándola al instante. Vi el baño de pétalos rotos que había en mi habitación. ¿Por qué tuvieron que traerlas aquí? Con rabia seguí rompiéndolas todas mientras comenzaba a llorar otra vez al recordar lo que había sucedido en el hospital.
Flashback
Me puse algo nerviosa en cuanto Robert y yo nos quedamos a solas en la habitación. No había tenido la oportunidad de hablar con él sobre el repentino beso que me había dado.
—¿Tú me las enviaste? —pregunté pasando la mirada a los hermosos arreglos de rosas, de reojo lo vi asentir mientras se sentaba a un costado de la cama. Sonreí un poco con timidez. Ya sabía que había sido él aunque no incluyera ninguna dedicatoria.
—Pensé que te animarían un poco —lo miré, él me sonrió levemente.
Sí me habían animado bastante, todavía tenía mucho dolor en el cuerpo pero estaba más que feliz de tener a nuestra hermosa bebé en el mundo. Me tenía sobrecogida todo el cariño que había recibido Dahlia a pesar de lo oscuras que habían sido las circunstancias durante todo mi embarazo.
Agarré las manos de Robert mientras lo miraba, él se sorprendió un poco cuando se las acaricié. Habíamos estado tantos años alejados, aunque en público nos demostrábamos pequeñas señas de amor para disimular, en privado siempre manteníamos la distancia.
—Celine, no quiero que malinterpretes mis acciones... —dijo con cautela deteniendo mi caricia, me sorprendí y sentí algo de temor.
—¿De qué hablas? —pregunté en un susurro, podía notar que estaba un poco avergonzado.
—Ya sé que te besé... y eso fue un error... pero yo...
Dejé de escucharlo en cuanto oí la palabra error. Respiré hondo tratando de no alterarme y de mantener la serenidad. Todos estos años aprendí a ocultar y a controlar lo que sentía, pero ahora mismo me encontraba demasiado débil y vulnerable después del parto.
—Perdón, ¿qué dijiste? —le pregunté recuperando la compostura, él me miró un poco preocupado, mis labios se secaron.
—Quizás sea mejor hablar en otro momen...
—Dímelo, Robert —lo corté fingiendo calma, él hizo una mueca. Dejar esta conversación para después solo me haría sentir peor, me torturaría a mí misma pensando en las cosas que probablemente quería decirme.
—Te dije que ya no siento lo mismo por ti, todos esos años en los que decidiste no confiar en mí y alejarme... y en los que trataste a nuestro hijo de una forma tan terrible poco a poco fueron cambiando mis sentimientos...
Me quedé helada al escuchar eso, él sonaba seguro de sí mismo pero en su mirada noté mucha confusión. Tragándome el nudo en la garganta acerqué una mano a su mejilla y le sonreí con calma.
—Solo estás confundido, lo he visto en tus ojos todos estos años, tú me sigues amando —dije suavemente viendo como cerraba sus ojos al acariciarle la mejilla, sonreí mas. Él podía decir lo que quisiera, pero la reacción de su cuerpo lo delataba.
Entendía que estuviera confundido, y más después de haber tenido aquella aventura con Dean. Solté un suspiro. Estoy muy segura de que su confusión se debe a ese niño.
—¿Es por Dean? —pregunté en voz baja para confirmarlo, cuando sus ojos se abrieron y se mostraron tristes supe que tenía razón.
Sentí como mi corazón volvía a congelarse nuevamente. Robert era el amor de mi vida, no tenía duda alguna de aquello. Pero sé que años de distancia y de peleas no se arreglarían en un día o dos. Y puede que perderlo para siempre sea el castigo que me toque pagar por haberlo alejado durante años.
—Sé que no lo amas.
—No, Celine, no lo sabes —replicó apartando mi cabello del rostro, ignoré la molestia que comencé a sentir en mi pecho.
—Si de verdad lo quisieras no me hubieses besado —dije acercándome más a él, pude notar cómo se tensaba un poco. Puse una mano en su cuello y atraje suavemente su rostro al mío logrando que nuestros labios se rozaran un poco, pero justo antes de besarlo llevé mi boca a su oído y sonreí. —Aunque no quieras admitirlo me sigues amando —susurré en su oreja viendo como se erizaba su piel, me reí un poco cuando se alejó de un tirón y me miró dolido.
—Creo que lo amo a él...
Cuando murmuró eso mirándome a los ojos mi sonrisa no se borró pero sentía mi corazón partiéndose. Eso no podía ser posible. Dean había sido solo una aventura en su vida, ¡solo estuvo con él por despecho!
—N-No sabes lo q-que dices —dije ahora con los ojos llenos de lágrimas, él se pasó una mano por el cabello con frustración y comenzó a caminar de lado a lado. Solo está confundido... Él me ama.
—Celine, me despreciaste por años, no días o meses, ¡lo hiciste por más de una década! No puedes ser tan ingenua como para pensar que nada cambió en todo ese tiempo... —masculló acercándose a mí y mirándome con lágrimas en los ojos, me sentí culpable. Sabía que le había causado mucho daño pero no podía tragarme eso de que no me quería y mucho menos podía creer que amaba a Dean. —¿Sabes cuántas veces te necesité todo ese tiempo? Y no te hablo de lo sexual, eso no me importa. Pero te necesitaba a ti, Celine. Necesité a mi mejor amiga, y solo supiste encerrarte en ti misma y pagar tus traumas con Dylan y conmigo en vez de vernos como una solución... quizás Dylan pudo superarlo todo y perdonarte porque es un niño que no conoce el resentimiento, también porque él siempre se mantuvo amándote a pesar de todo y porque todavía es un adolescente que te necesita... pero yo soy un hombre, Celine. Yo veo claramente lo egoísta e injusta que fuiste con nosotros...
—¡Solo estuviste con Dean porque pensaste que te engañé! —lo corté echándole aquello en cara, él me miró fijamente, mi expresión se desencajó al verlo negar.
—No puedo negar que tuvo algo que ver el hecho de pensar eso. Yo nunca te había sido infiel antes de aquello. Pero Celine, en él encontré a quien necesitaba, él me amó cuando tú no lo hiciste, se preocupó por mí cuando tú no lo hiciste, pero lo más importante...
—¿Qué? —mascullé dolida por sus palabras, él se mostró un poco inseguro de seguir hablando.
—Él estuvo con nuestro hijo en su infancia y en su adolescencia dándole el amor que tú nunca le diste.
Me quedé callada.
Quería gritar, quería pegarle, quería patalear y maldecir al mundo entero, quería morirme porque sabía que era verdad.
Yo no odiaba a Dean aun después de todo y esa era la razón. Sabía que Dylan era un niño tan dulce y cariñoso porque tuvo a personas como él en su vida.
—Y mira en qué convertiste a Dominik, pensé que hice bien al dejarlo pasar tanto tiempo contigo, creí que eso te ayudaría a cambiar nuevamente pero no, solo lo cambiaste a él... no creas que no me enteré de todo lo que lo hiciste pasar durante años...
Su dura mirada juzgándome me hizo llorar aún más pero más que dolor sentía rabia.
—Dylan está a salvo ahora mismo gracias a Dominik —le dije fríamente, él frunció el ceño. No tienes ni idea, Robert... —¿Nunca te has preguntado por qué Mick no había aparecido en la vida de Dylan durante tantos años? Pudo haber aparecido hace dos o tres años, incluso menos...
Sus ojos se entrecerraron evaluándome, pasé saliva. Incluso yo me encontraba ahora mismo con vida gracias a mi hijo mayor. Él mismo se tomó personal la tarea de protegernos.
—Mick ha tratado de encontrarse con Dylan desde hace dos años y ha sido Dominik quien lo ha mantenido a raya —le expliqué al ver que no lo sabía, podía ver como se enfurecía más con cada palabra. —Dominik ya es un hombre, Robert. Y sabe perfectamente lo que hace, deberías sentarte un día a hablar con tu hijo y créeme que te sorprenderás bastante —le aconsejé secamente mientras me levantaba de la cama para ver a mi bebé.
—Le diste responsabilidades con las que nunca debió cargar —lo miré cuando dijo aquello dolido. Me reí un poco sin gracia. De verdad no conoce a Dominik.
—Te repito, siéntate a hablar con tu hijo un día —dije pasando de él y acercándome a la cuna donde Dahlia dormía plácidamente, le sonreí.
—Nos iremos en unos minutos —contestó su padre fríamente antes de salir por la puerta.
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—Mamá...
Pestañeé varias veces y salí de mi ensoñación, me había quedado absorta recordando aquello. Al girarme vi a Dominik en la puerta observándome preocupado, le sonreí fingiendo tranquilidad aunque mi temblorosa mano agarrando las tijeras y todo el desastre de rosas en el piso delataba que no me encontraba bien. Él pasó la mirada por el piso y se acercó rápidamente quitándome las tijeras de las manos con suavidad. Mi labio tembló.
Cuando él me abrazó dejé de resistirme y lloré sin temor de ser juzgada, la única persona en este mundo con la que podía ser yo misma y a la que no le escondía nada era a mi hijo mayor, pero ahora mismo no tenía fuerzas para hablar o dar explicaciones.
—La abuela ya tomó su vuelo, la iré a buscar esta noche cuando llegue —cuando él dijo eso agradecí en silencio que no me preguntara qué pasaba, aunque debe hacerse una idea de lo que sucede.
No quería que mi madre estuviese aquí con todo lo malo que estaba pasando, pero sabía que no podría detenerla. Se moría por ver a Dahlia. Me entristeció un poco el hecho de que mi padre ya no estaba en este mundo para verla. La hubiese amado demasiado, tanto como amó a Dylan y a Dominik.
—V-Vamos a ver a D-Dahlia, ya debe estar despierta —dije apartándome y limpiándome las lágrimas, su dura mirada se suavizó aunque noté como apretaba la mandíbula. Sabía que estaba molesto con su padre. —No debes culparlo, Dominik... él no sabe lo que quiere —murmuré saliendo de la habitación y entrando en la de Dahlia junto a él, lo escuché gruñir.
Sonreí al verlo acercarse a la cuna y cargar a su hermanita que lucía recién levantada, él la miraba con tanto amor y afecto, nos quedamos sorprendidos cuando mi pequeña bebé se rio. Sabía con seguridad que si algo llegara a pasarme o a Robert, Dominik protegería a sus hermanos a toda costa.
—¿Alguna vez te has arrepentido del camino que tomó tu vida? —pregunté en voz baja recordando las palabras de Robert.
—Nunca —respondió mi hijo sin una pizca de duda en sus ojos grises idénticos a los míos, sonreí levemente.
—Deberías hablar más con tu padre —dije sentándome en el mullido sofá que había junto a la cuna. Él se mostró un poco confundido mientras acariciaba el pelo de Dahlia. —Sobre tu vida... tu adolescencia y todo lo que has vivido —agregué cruzando los brazos, un brillo de comprensión relució en sus ojos.
—¿Por qué últimamente todos quieren saber sobre mi vida? Dylan no deja de acosarme para que le cuente mis cosas... —respondió con un poco de burla pero sabía que aquello le preocupaba.
—Ellos no te van a juzgar, amor —le sonreí con seguridad a lo que él miró con algo de tristeza a Dahlia. Sé que esa era la razón por la que no le gustaba hablar de su vida privada, temía ser juzgado por quienes amaba.
Si él no quería hablar con ellos no iba a forzarlo, realmente no me importaba seguir siendo una villana sin escrúpulos a los ojos de Robert o de alguien más.
Me gustaba pensar que nadie conocía a mi hijo mejor que yo, pero aún así había muchas cosas que desconocía de él. Moví mis hilos para saber qué estuvo haciendo los últimos tres meses cuando se fue sin dar mucha explicación. Investigué a fondo la excusa que me había dado de que estaba en la universidad, y cuando indagué descubrí que él no tenía clases en esos meses. Me dijeron que había llegado a un acuerdo con sus profesores para terminar antes el periodo de clases. Era tan aplicado e inteligente que contaba con la estima de todos sus profesores, sumándole el hecho de ser hijo del primer ministro, Dominik siempre aprovechaba todas las cartas que tuviese sobre la mesa, aquello lo aprendió de mí. Lo que todavía no había descubierto era qué había estado haciendo.
—¡Tía! —miré hacia la puerta y me levanté con sorpresa al escuchar esa conocida voz con acento ruso. Miré con cariño a Vladimir, el mejor amigo de Dominik se acercó rápidamente a mí y me dio un gran abrazo que le respondí, acaricié su cabello con dulzura. Me causó un poco de gracia que todavía siguiera llamándome tía, cosa que hacía desde pequeño.
—Cada vez que te veo estás más alto —dije riendo y viendo lo mucho que se tuvo que agachar para abrazarme, él se separó y me miró con amor.
Conocía a Vladimir desde que él y Dominik tenían diez años, siempre fueron inseparables, aunque al principio no aceptaba esa amistad, terminé muy agradecida con él y con su padre por todo lo que hicieron por mí y por Dominik.
—¡Déjame cargarla! —dijo ahora caminando hacia Dominik, el cual agarró a su hermana con recelo y miró mal a Vladimir.
—Primero ve a lavarte las manos —respondió mi hijo celoso.
—¿Me estás diciendo sucio? —me reí cuando Vladimir se indignó.
No habían cambiado nada.
Sonreí viendo fijamente a Vladimir. Si hay alguien que sabe lo que Dominik estuvo haciendo todo este tiempo, ese era Vladimir.
Y yo lo haría hablar.
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