Capítulo final: Parte I
Dylan
18 años después...
Observé con fascinación cómo en la mesa se reflejaba un arcoíris a través de la ventana en la que todavía quedaban algunas gotas de agua de la llovizna de hace unas horas. A mi mente llegaron recuerdos del día en el que me gradué del instituto, recordé la sonrisa de alivio que tenía mi padre aquella tarde cuando Will me entregó mi título bajo las miradas curiosas y algo burlonas de todos los estudiantes que cuchicheaban descaradamente. Extendí una mano para entrar en contacto con la cálida luz del sol. Sentí algo de amargura al recordar cómo se reían a mis espaldas cuando caminaba por los pasillos, también se volvió usual encontrar groserías escritas en mi mesa y un montón de noticias salieron en la prensa sobre el rumor, no tan rumor, de que Will y yo teníamos una relación ilícita.
"Iré mañana al instituto y el que hizo esto lo va a pagar muy caro" Sonreí con nostalgia al recordar a Dominik todo enfurecido cuando vio mi chaqueta arruinada, en la cual se leían cosas horribles, como que era la puta del director, que todo lo hacía por calificaciones, que era un rompehogares y mil cosas más. Aquél día le dije que no hacía falta su intervención ya que Dean se encargaba de poner en su lugar a cualquiera que siquiera me mirara mal. Pero aunque le dije que todo estaba bien, poco después los chicos que arruinaron mi chaqueta tuvieron que faltar todo un mes a clases porque estaban tan golpeados que ni siquiera podían caminar por sí mismos, y sorprendentemente, ninguno recordaba lo que había sucedido pero al ver el terror en sus ojos cada vez que me veían, supe que era obra de Dominik. Aquello se volvió un secreto a voces al igual que mi relación con Will, cosa que le agradecimos a Mick Graham.
Michael Graham, más conocido como Mick... No solo le bastó con arruinar la vida de mi madre, sino que nos llevó a todos a la perdición, literalmente. Aquella noche donde pensamos que todo se resolvería, solo fue el principio de nuestras peores tragedias...
Dejé de pensar en Mick al sentir un escalofrío y volví a la realidad donde mis oídos escuchaban a Will hablando pero mi cabeza había decidido que era buena idea ignorar el significado de las palabras que salían de su boca así que no tenía ni idea de qué me ha estado diciendo en los últimos diez minutos. Estaba enojado con él. ¿Cómo podía ser tan frío en una situación tan delicada como la que atravesaba mi familia ahora mismo? Lo miré finalmente.
Mi esposo seguía siendo tan atractivo como cuando lo conocí, aunque me atrevería a decir que con el pasar de los años va luciendo cada vez mejor. Su cabello negro estaba más largo y en su rostro solo se veían unas diminutas líneas de expresión bajo sus ojos, producto no solo de la edad, sino también de todas las noches en las que se desveló leyendo o buscando alguna forma de mantenerse despierto para no tener pesadillas con aquella horrible noche que nos marcó a todos...
—No pierdas el tiempo, papá. No te está escuchando —arqueé una ceja al escuchar al alto chico pelinegro de 18 años que entró en la cocina con una mirada divertida, me crucé de brazos viéndolo.
—¿Terminaste de empacar tus cosas? —lo interrogué tratando de sonar lo más autoritario posible, él soltó una risita y por la mirada molesta de Will supe que no debí preguntar aquello.
—Te lo dije... —le dijo nuestro hijo Aaron antes de abrir la nevera y tomar un bowl con fresas, me quedé algo confundido mirando al mayor de los tres. ¿De qué me había estado hablando exactamente?
—Acabo de decirte que ya terminó de empacar sus cosas —replicó mi esposo con pesar antes de centrarse en su desayuno. Solté un suspiro sin siquiera disculparme y miré a Aaron, quien estaba ahora observándome con curiosidad mientras comía, entrecerré los ojos haciéndolo reír.
Aaron era un chico alto y bastante fornido, ha estado algo obsesionado con el gimnasio desde hace unos meses y los resultados no tardaron mucho en notarse, su cabello era negro azabache, al ver que ya le cubría parte de las orejas supe que era hora de obligarlo a ir a la peluquería o de cortarle el pelo yo mismo. Observé su rostro mientras él y Will hablaban. Aaron era hermoso, tenía la mandíbula marcada, cuando se reía se le hacían hoyuelos en las mejillas, sus cejas eran tupidas y negras, sus labios eran finos y levemente rosados, su voz era muy grave y profunda.
Will y yo lo adoptamos después de que viniéramos a vivir a Estados Unidos alejándonos de todo lo malo que había sucedido en Inglaterra, o más bien, después de todas las tragedias que se desataron entorno a mi familia y mi vida personal, repito, cortesía de Mick Graham. En cuanto cumplí la mayoría de edad no dudé en aceptar la propuesta de Will sobre mudarnos a otro país. Fue muy complicado al principio, ya que dejé atrás a mis amigos y a mi familia. Pero fue algo necesario, no soportaba ver como Will se hundía cada vez más en la depresión y en el alcohol después de lo que sucedió aquella trágica noche...
—¿Cuándo nos vamos? —la pregunta de Aaron interrumpió mis pensamientos.
—Pronto, ¿ya te despediste de tus amigos? —dije antes de darle un sorbo a mi soda. Mi hijo se encogió de hombros restándole importancia, suspiré. Aaron me recordaba mucho a mi hermano mayor. La frialdad que a veces veía en su mirada y como de un segundo a otro podía pasar a ser la persona más cálida del mundo me hacía preguntarme si Dominik no habrá pasado por Miami hace 18 años dejando un mini clon por aquí...
—No me voy a despedir de ellos ya que regresaremos pronto —contestó como si fuese obvio, ignoré el nudo en mi garganta y forcé una sonrisa. Todavía no encontraba cómo decirle cuál era el verdadero motivo de nuestro repentino viaje a Londres. Will me miró confundido pero luego comprendió lo que pasaba, lo que hizo que me observara ahora con evidente desaprobación.
—¿Tu hermano ya está listo? —preguntó Will mirando la hora en su reloj, me quedé observándolo fijamente, cuando sintió mi mirada frunció un poco el ceño y la tensión en el ambiente se volvió casi palpable. Aaron pasó la mirada por cada uno de nosotros, se veía algo perdido.
—Iré a ver...
—¡Ya podemos irnos! —exclamó Aiden entrando en la cocina escandalosamente, todos lo miramos de arriba abajo. Aaron se comenzó a reír con fuerza mientras que Will y yo miramos a nuestro hijo menor no tan sorprendidos.
Aiden tenía 16 años, su cabello era rubio platinado aunque ahora mismo lo llevaba azul oscuro, sus cejas color castaño claro no terminaban de combinar del todo con su nuevo color de pelo, a diferencia de Aaron, Aiden no hacía ejercicios, sino todo lo contrario, su vida sedentaria se basaba en ir al instituto, jugar videojuegos y estar tirado en la cama todo el rato comiendo o hablando con sus amigos, sus huesos crujían cada vez que corría o hacía el más leve estiramiento. ¿Lo sorprendente? Que gracias a su gran genética no subía de peso fácilmente. Sus ojos grises eran idénticos a los de mi madre y Dominik. Tuvimos a Aiden por gestación sustituta. La forma de su nariz y de su barbilla eran como las de Will, de mí no sacó prácticamente nada, aunque Will se jacta diciendo que la personalidad de nuestro hijo menor era como la mía multiplicada por diez... En mi opinión está equivocado, yo nunca fui tan...
Tan...
En fin, Aiden es único.
—Ve a cambiarte ahora mismo, vas para Inglaterra, no para la playa —le ordenó Will seriamente todavía observando cómo iba vestido, Aiden resopló y dio una vuelta para que admiráramos mejor su vestimenta, que no era más que unos shorts con dibujos de palmeras, una camiseta ancha verde lumínica, unas hawaianas y literalmente un gorro negro de pesca. Parecía una luciérnaga de vacaciones.
—Esta es la moda, papá —respondió como si fuera obvio mientras sacaba su celular y comenzaba a escribir en el, Aaron seguía riéndose.
—Aiden... —repitió Will con advertencia, Aiden apagó el celular y me miró haciendo un puchero buscando que lo defienda, negué lentamente.
—No vas a ir así —dije rascándome la nuca, sus ojos grises me miraron indignados.
—Ustedes no tienen nada de estilo y no me dejan ser yo mismo —dijo con molestia dándose media vuelta antes de salir de la cocina enfurruñado, rodé los ojos. Siempre lo dejábamos usar lo que quisiera, pero hoy debía hacer una excepción. Teníamos cuatro años sin ir a casa...
Casa... ¿Realmente podía decirle así?
—Parece la luciérnaga esa de la película de la prince...
Cuando me giré hacia Aaron él se calló de inmediato, Will y él habían estado riéndose y burlándose de Aiden.
—Ve a buscar tus cosas, ya casi nos vamos —dije levantándome, él me sonrió inocentemente y después de hacer un saludo militar se marchó.
—Yo también debo irme —murmuró Will caminando rápidamente hacia la puerta. Puse una mano en su brazo antes de que saliera, nos miramos. En sus ojos se veía la batalla interna que estaba teniendo.
—Perdón... fui muy egoísta y me enojé porque no quieres venir conmigo... debo ponerme en tu lugar, lo siento —me disculpé finalmente después de días de tensión, Will me miró con compasión y me abrazó, rodeé su cuerpo con mis brazos y luché por no llorar. Toda esta situación me superaba y tener que regresar a casa sin él me hacía sentir triste y perdido, pero también debo entender sus razones para no querer volver a nuestro país natal.
—Ya estamos... listos... —me alejé de Will cuando Aiden habló, lo miramos, le sonreí un poco al ver que ya estaba más presentable, se había puesto un pantalón negro, una camiseta verde y unas vans negras. Había preocupación en sus ojos grises, me acerqué a él y peiné un poco su cabello azul, sonreí aún más cuando me abrazó de repente. —Ya, demasiado amor —dijo separándose y haciendo una mueca de fingido desagrado, me reí un poco cuando sentí la mano de Will en mi cintura.
—Iré por mis cosas —dije saliendo de la cocina.
—Ya las bajé —respondió Aaron bajando las escaleras, miré hacia donde señaló y le agradecí al ver mis maletas en la puerta.
—¿Por qué no bajaste las mías? —se quejó Aiden rodando los ojos y pasando de nosotros.
—¿No tienes brazos o qué? —preguntó Aaron sarcásticamente antes de girarse hacia mí con suma atención luego de que Aiden le sacara la lengua. —¿Por qué llevas tantas cosas? Prácticamente empacaste todo tu closet, ¿qué está sucediendo? —me interrogó mi atento hijo mirando con sospecha las maletas, tragué duro y busqué a Will con la mirada para que me salvara de esta situación. Los ojos azules de Aaron se veían un poco acusadores.
Aiden nos miró y también se acercó con una ceja arqueada.
—El tarado tiene razón, ¿por qué parece que te vas a mudar a Inglaterra? —preguntó ahora con igual curiosidad, Aaron lo miró mal.
—No le digas así a tu hermano y ya dejen el interrogatorio. Los llevaré al aeropuerto —dijo Will saliendo de la cocina y alejándome de ellos, suspiré aliviado, ya había comenzado a sudar y a hiperventilar.
Mis hijos todavía me miraban con sospecha. Me relamí los labios y solo pensé en que estaré jodido en el avión cuando no pueda escapar de sus preguntas. Sé que es hora de decirles lo que está sucediendo pero no sé cómo hacerlo sin echarme a llorar o sin que se preocupen demasiado.
—Vámonos —murmuré caminando hacia el garaje que no estaba tan lejos. Vivíamos en una casa de dos pisos bastante acogedora donde todo estaba cerca, no como en la mansión de mi familia que todo era demasiado grande.
—¿Ya el tío Dean está en el aeropuerto? —preguntó mi pequeño peliazul mientas arrastraba su maleta.
—Parece que sí —dijo Will revisando su celular, sonreí. Pocos meses después de que Will y yo viniéramos a vivir aquí, Dean también lo hizo. Para él también era una tortura estar en la ciudad donde pasaron tantas cosas. Me sorprendió que quisiera ir a Inglaterra cuando le conté lo que pasaba, creí que lo último que querría sería volver a ver a mi padre o estar en el lugar donde él y aquel ruso... No, no. No pienses en Vladimir.
Después de decirme eso a mí mismo me subí en el asiento del copiloto mientras Will acomodaba las maletas en el auto. Me miré en el espejo retrovisor, yo había cambiado mucho estos años. Crecí unos cuantos centímetros más, mi voz cambió bastante, ahora era un poco más grave y también tenía algo de músculos. Me dedicaba a dirigir la sucursal del bufete de abogados de mi familia mientras que Will dirigía las empresas que heredó de su abuela hace años. Según me contaron, ahora Harry era el director del instituto Crawford. Me causaba algo de conflicto imaginar al alocado Harry como una figura autoritaria en aquel lugar.
En medio de toda la tristeza que sentía, un atisbo de emoción se hizo presente al caer en la cuenta de que volveré a ver a mis amigos y familia...
Veinte minutos después me encontraba buscando a Dean con la mirada pero con tanta gente en el lugar no podía localizarlo.
—¡Dylaaaan! —casi me da un infarto cuando escuché ese fuerte grito detrás de mí antes de que Dean apareciera de la nada y me pasara un brazo por los hombros.
—¿Intentas matarme o qué? —pregunté molesto luego de que se alejara para abrazar a mis hijos. A pesar de vivir en la misma ciudad, llevábamos semanas sin vernos. Dean era modelo, lo cual nos dejó a todos muy sorprendidos. Mi mejor amigo era mucho más alto que yo, siento que creció de un momento a otro, su cabello estaba rizado, cosa que solía odiar cuando era un adolescente pero ahora lucía sus rizos sin ningún complejo.
—Teníamos como diez años sin vernos y eres así de frío conmigo... estos abogados de ahora... no hay quien los aguante —fingí estar molesto cuando dijo aquello dramáticamente haciendo sonreír a los demás. Lo había extrañado mucho aunque siempre hablábamos por chat y videollamada.
—Amor, tienes que dejar de correr así... —todos miramos a la izquierda cuando David llegó a nuestro lado todo sudado, Dean se rascó la nuca y miró con arrepentimiento a su prometido, Will y yo intercambiamos miradas cuando notamos las maletas que traía el pelirrojo novio de Dean. —¡Hola, cuánto tiempo sin verlos! —nos saludó con mucho ánimo, lo saludamos de regreso.
David era un hombre de unos 35 años, no tan alto, con un llamativo pelo rojo, ojos verdes y cuerpo delgado. Era una persona amable, educada y se notaba a leguas lo enamorado que estaba de Dean, el cual, supuestamente estaba igual de enamorado. Siempre creí que David sería alguien pasajero en su vida ya que a Dean le gustaban los chicos malos, o al menos así ha sido durante los últimos diez años, y David era todo menos malo... Pero si se van a casar, entonces el asunto debe ir muy en serio...
Por un momento creí que Dean no volvería a intentar conocer a nadie más después de Vladimir...
—Vamos a perder nuestro vuelo —agradecí que Aaron interrumpiera mis pensamientos, miramos la hora en el gigantesco reloj que había en una de las paredes del aeropuerto.
—¡Tiene razón! Ya vámonos —Will y yo volvimos a mirarnos sin poder evitarlo cuando David dijo aquello confirmando lo que me temía. Él también irá a Inglaterra. Dean nos miró mal, como si supiera las cosas que pasaban por nuestras cabezas. Respiré hondo. Probablemente Dean y su novio se quedarán en algún hotel o en alguna casa de renta, no creo que quiera ver a mi padre después de tantos años...
¿O tal vez sí?
Me pregunté mientras lo estudiaba con la mirada, él lució un poco nervioso mientras los demás se despedían de Will. Entrecerré los ojos. ¿Acaso quería probarle algo a mi padre al llevar al prometido que literalmente conoció hace cinco meses?
—Tranquilo, sabes que no puede haber una reunión familiar de los Brown sin algo de drama —susurró Will en mi oído cuando me abrazó, sonreí con resignación. Eso era cierto.
—¿Estarás bien tú solo? —pregunté preocupado acariciando sus mejillas cuando nos separamos, él se rio y asintió. Sabía que estaría bien, Will era un hombre demasiado autosuficiente, él fue quien me enseñó a cocinar, también ayudaba en todas las tareas de la casa cuando tenía tiempo y llevaba a los chicos al instituto. Era sencillamente perfecto.
—Sobreviviré —respondió volviendo a abrazarme, cerré los ojos y me dejé llevar por la paz que sentía en sus brazos, cuando se separó de mí me dio un pequeño beso en los labios y de pronto todos a nuestro alrededor desaparecieron y solo tuve ojos para él...
Sabía que este día llegaría. El día en que podríamos demostrarnos nuestro amor en público sin tener miedo.
—Te amo —le dije.
—Yo te amo mucho más, pequeño —contestó el amor de mi vida.
Nos dimos otro abrazo y nos separamos al escuchar el burlón "awww" que soltó Aiden, cuando nos separamos nos encontramos con todos mirándonos con ternura, excepto Aaron quien lucía bastante avergonzado e incómodo.
Luego de que nos despidiéramos de Will pasaron unos veinte minutos en los que hicimos el lento proceso de abordaje hasta que finalmente llegamos a nuestros asientos.
—Oh, no, no, los mocosos van en otro lado —dijo Dean metiéndose en el camino de Aiden cuando trató de sentarse en el asiento que le correspondía justo a mi lado, mi hijo lo miró mal y se marchó bufando. Dean y yo nos reímos un poco cuando estuvo fuera de nuestras vistas.
—Me sorprende que hayas querido venir —comenté vagamente abrochándome el cinturón, Dean me sonrió dulcemente. Admiré de cerca lo atractivo que era. Dean de adolescente era un rompecorazones, pero ahora le quitaba el aliento a cualquiera.
—No voy a dejarte solo en esto.
Su respuesta tocó mi corazón.
—Gracias —susurré con sinceridad, él me sonrió aún más y miró hacia atrás.
—¿Por qué cosa 1 y cosa 2 no saben nada? —preguntó con curiosidad, fruncí el ceño. ¿Cómo se enteró de que no les he contado a los chicos?
—No quiero estresarlos desde ahora... —me limité a contestar, él asintió comprendiéndolo y no hizo más preguntas, cosa que agradecí. Quería olvidarme de todo lo que estaba pasando hasta verlo con mis propios ojos...
Giré mi rostro hacia la ventanilla cuando despegamos y cerré los ojos con fuerza para no llorar. Subí el cuello de mi abrigo hasta cubrirme la nariz y aspiré los restos del perfume de Will que habían quedado impregnados en mi ropa. Necesitaba que él estuviera aquí conmigo...
No sé en qué momento me dormí pero cuando volví a abrir los ojos ya había oscurecido un poco. Miré a mi lado, Dean se encontraba comiendo un sándwich y viendo una película en la pequeña pantalla.
—¿Seguro que esto es primera clase? Todo está horrible —murmuró cuando me vio despierto, arqueé una ceja y le quité el resto del sándwich, cuando lo mordí hice una mueca al sentir lo baboso que estaba el jamón y lo rancio que sabía el pan.
—Aiden fue quien compró los boletos... —recordé con pesar, Dean me asesinó con la mirada, me reí con nervios. Will y yo estábamos muy ocupados y nuestro hijo menor se ofreció a comprar los boletos, pero conociéndolo probablemente tomó lo primero que le apareció.
Mientras Dean se quejaba me quedé observando el cielo gris a través de la ventanilla, todavía faltaban unas cuantas horas para que llegáramos. Tenía muchas emociones juntas, estaba feliz, triste, preocupado, emocionado. Estaban pasando demasiadas cosas a la vez.
—¿Y has hablado con Dominik? Tengo aaaaaaños sin hablar con él —miré a Dean cuando habló, se veía muy fastidiado, sonreí un poco. Ya debería saber cómo es Dominik...
—Cada dos días me llama y me escribe a diario, sabes que no puedo escapar de él —respondí rodando los ojos, él se mostró un poco receloso, me reí al verlo cruzarse de brazos.
—En cuanto lo vea me va a escuchar... —refunfuñó, sonreí. Dominik y Dean se habían vuelto muy cercanos durante un tiempo... Pero aquello terminó en cuanto Dean se fue del país.
Miré de reojo a su prometido, el cual estaba durmiendo plácidamente a unos cuántos asientos de distancia de nosotros. Dudo mucho que sepa algo sobre todo lo que sucedió hace 18 años...
Sin quererlo comencé a compararlo con Vladimir...
¡Dylan! —gritó el ruso corriendo hacia mí como si no hubiese un mañana...
—Disculpe, ¿va a querer champaña? —pestañeé varias veces con el corazón acelerado, miré a mi derecha, Dean y la azafata me miraban con preocupación.
—No, no, gracias —dije rápidamente recuperando la compostura. La chica se marchó poco después.
—¿Estás bien? Te ves pálido —susurró Dean tocando mi frente, me relamí los labios secos. Sentía mucho frío. —Estás congelado —añadió preocupado.
—No es nada, me siento bien —mentí sabiendo que no lo convencería de eso, él frunció los labios y se quedó mirándome de reojo.
—Trata de dormir un poco más —me sugirió, asentí lentamente y me quedé un buen rato observando mis manos, cerré los ojos con fuerza al recordar lo llenas de sangre que habían estado aquella noche...
—¿Dean? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo saliste de la habitación sin la clave? —pregunté estupefacto cuando mi mejor amigo llegó corriendo a mi lado, se veía sofocado y atemorizado. No creo que Dominik lo haya dejado salir de la habitación blindada que tenía en su apartamento, así que, ¿cómo logró salir?
—La clave era tu cumpleaños, no fue difícil adivinarlo. ¿Dónde está Vladimir?
—¡Dean! —miramos hacia atrás al escuchar al ruso, el cual miraba con molestia a mi mejor amigo, quien se cruzó de brazos y lo miró de igual forma. —Debemos irnos de aquí ahora mismo —masculló Vladimir con rabia agarrándonos a cada uno por un brazo con fuerza y comenzando a caminar con prisa lejos de la casa.
—¡No me iré de aquí sin mi familia y sin la de Cameron! —exclamé molesto soltándome de su agarre, por la oscuridad que reinaba apenas podía ver su rostro, pero la mirada asesina de Vladimir era demasiado clara.
—Ellos están bien, Mick viene por ti, así que te vas a callar y vas a hacer lo que yo te diga que hagas —respondió fríamente devolviendo su agarre sobre mi brazo y literalmente arrastrándonos a su paso. Vladimir era mucho más grande y fuerte que nosotros así que se le hizo pan comido manejarnos a su antojo. "Quédate siempre con Vladimir" recordé las palabras que Dominik me dijo hace unos minutos y solo por eso decidí no forcejear más con él...
De haber sabido lo que sucedería poco después habría forcejeado hasta que no le quedara más opción que regresar a la casa otra vez...
Me reincorporé rápidamente con la respiración agitada y con todo el cuerpo sudado, me abracé a mí mismo cuando sentí un escalofrío y las nauseas no se hicieron esperar.
—Dime qué es lo que te sucede...
Miré a Dean cuando dijo aquello muy preocupado, me relamí los labios y pegué mi frío y sudado rostro del asiento que tenía justo en frente. No podía decirle lo que pasaba, no podía ser tan egoísta al traer a Vladimir a su mente...
—Son solo un poco de nervios —mentí viendo que pronto aterrizaríamos. ¿Por cuánto tiempo me dormí?
—¿Es por Celine? —preguntó arqueando una ceja, asentí rascándome la nuca, él me escrutó con la mirada y después de llevarse una mano a la barbilla negó. —Hay algo más... —dijo pensativo, suspiré y me abroché el cinturón cuando una de las azafatas dijo por los parlantes que íbamos a aterrizar. Necesitaba salir pronto de este espacio tan cerrado, me sentía claustrofóbico.
No había mentido del todo, estaba bastante nervioso por ver a mi madre otra vez. Cuando me fui del país seguía enojado con ella, pero con el paso de los años la perdoné, sabía que si no lo hacía iba a arrepentirme en el futuro. Casi todos los años ella iba a visitarnos, siempre que Will estuviera en algún viaje de negocios ya que esos dos no podían verse ni de lejos sin que hubiese tensión o discusiones.
Media hora después nos encontrábamos todos mirando a todas partes buscando a Dominik, quien se suponía que vendría a recogernos, me reí al ver a mis hijos con los dientes castañeando del frío. Estaban acostumbrados al cálido sol de Miami. Casi todas las vacaciones se la pasaban aquí con mis padres, pero los últimos cuatro años no habían venido. No desde que las cosas se complicaron...
Sonreí y agité una mano en el aire cuando vi a Evie, la rubia adolescente que comenzó a dar saltos de emoción al verme, la chica de ojos grises corrió hacia mí y literalmente saltó a mis brazos.
—¡Dy,Dy! —exclamó abrazándome, como pude la sostuve.
—Ya no tienes cinco años, Evie —dije con dificultad cuando me faltó el aire, ella se separó de mí y me dio un sonoro beso en la mejilla.
—Perdón, tío. Te extrañé demasiado —confesó abrazándome nuevamente, le regresé el abrazo con fuerza y me dio nostalgia oler en ella el perfume de Dominik.
—¿Hola? Hay más gente aquí, Evie —masculló Aiden molesto, la rubia se alejó y le sonrió a los demás.
—Tío Dean, Aaron... cuanto tiempo y... David... —los saludó a todos con un abrazo menos a Aiden, el cual lucía bastante ofendido.
—¿No me vas a saludar? —preguntó impactado haciendo un puchero poco después, la rubia lo observó con frialdad e ignorándolo olímpicamente me miró y sonrió.
—Papá no pudo venir, está resolviendo unos problemas en el trabajo —dijo jugando con su largo y liso cabello, asentí un poco desanimado. Quería ver a Dominik.
Evie es la viva imagen de él y de Cameron. Era una chica alta, tenía 16, la combinación de sus ojos grises y su cabello rubio dejaba a las personas boquiabiertas y le daba un aire exótico, sus labios eran carnosos como los de Cameron y sus pómulos eran tan marcados y atractivos como los de él. En cuanto a personalidad, Evie podía llegar a ser tan fría como Dominik y tan cortante como Cameron pero también era amable y cariñosa como aquellos dos.
Su hermano mayor Klaus, el cual caminaba hacia nosotros con firmeza me recordaba demasiado al antiguo Dominik. Klaus tenía el cabello negro, el cual traía sujetado en una cola baja, poseía unos profundos ojos verdes que parecían analizar todo a su alrededor y que guardaban bastante misterio, su cuerpo era bastante atlético, a pesar de que a simple vista parecía una persona muy reservada y un tanto fría, Klaus era encantador.
—Desde que comenzó a trabajar con papá se cree que es un hombre de negro o James Bond —murmuró Evie con burla al ver el traje formal negro que llevaba su hermano, el cual tenía una sonrisa. A todos nos sorprendió que Dominik haya cambiado de carrera, sabíamos que su sueño era ser doctor, pero por alguna razón desconocida terminó estudiando derecho y dirigiendo el bufete de abogados de la familia, también se hacía cargo de algunas de las empresas de mi padre.
—Y tú te crees Britney Spears con esa peluca que traes —tuvimos que aguantarnos la risa a duras penas cuando Klaus soltó aquello al llegar a nuestro lado, Evie lo miró como desquiciada y después de hacer unas dramáticas respiraciones profundas relajó el rostro y sonrió.
—Ni siquiera sé quién es esa —masculló mi sobrina haciendo que Dean la mirara como si estuviera loca, ella se rio.
Saludamos a mi sobrino, mientras que él y Aaron hablaban con mucha complicidad, todos caminamos hacia el estacionamiento llevando nuestro equipaje, de reojo, mientras Evie y Aiden discutían, noté que Dean estaba un poco pálido y sus labios estaban magullados, como si se los hubiese estado mordiendo con demasiada violencia. No me sorprendió que estuviera así, al contrario, pensé que estaría mucho peor...
—... eso te ganas por ignorar mis mensajes... —escuché disimuladamente la conversación de Aiden y Evie mientras que el prometido de Dean acariciaba una de sus manos en un vago intento por tranquilizarlo.
—A ver, enséñame algún mensaje que no te haya respondido —replicó Aiden molesto, Evie se sonrojó y lo miró mal.
—Siempre respondes, pero es que tardas demasiado en hacerlo —contestó ella molesta, quise reírme. Sin duda es hija de Cameron.
—Perdón, fue mi error. Olvidé que debo estar las 24 horas del día pegado al celular por si me escribes, no volverá a suceder —respondió sarcásticamente el peliazul. Will no puede negar que es completamente suyo...
—Vete a comer hamburguesas llenas de grasa y comida enlatada —soltó Evie encolerizada, la miré de reojo. Algo me dice que Cameron tiene algo que ver con que crea que en Estados Unidos solo se come eso...
—Y tú vete a beber té —todos miramos mal a Aiden cuando dijo aquello imitando con burla nuestro acento, algo que siempre hacía cuando estaba enojado conmigo o con Will.
—Ya basta —dije mirándolos seriamente, los dos resoplaron y siguieron caminando mientras se miraban mal. Negué lentamente, siempre era lo mismo con esos dos...
Cuando estábamos de camino a la casa Klaus tuvo que detener el auto para que Dean se bajara a vomitar a un costado de la carretera.
—Es por el vuelo, viajar me marea mucho —se excusó mi mejor amigo limpiándose la comisura de los labios con un pañuelo, todos parecían haberse creído eso pero yo sabía cuál era la verdadera razón de su estado.
En este mismo tramo de la carretera fue que...
—¡Dylan! Ya nos vamos —miré hacia el coche, ya todos estaban en él, caminé hacia allá con prisa. Nos mantuvimos en silencio hasta que llegamos a la puerta que daba al residencial privado en el que solía vivir, sonreí con nostalgia cuando entramos y nos dirigimos hacia el final de la calle, donde estaba mi casa.
Mi sonrisa se borró cuando vi a guardias que no conocía en la entrada. Mis ojos se humedecieron cuando la puerta se abrió y la casa quedó a la vista, miré cada detalle del jardín con emoción mientras íbamos por el pequeño camino. En cuanto el auto se detuvo me bajé y miré alrededor, todo seguía intacto. Cuando vi a Taylor y a Jack, dos de los guardaespaldas que sí conocía, no dudé en ir hacia ellos y saludarlos al igual que con algunas de las personas del servicio que estaban afuera.
—Todavía no entiendo por qué se fueron de aquí, me sentiría como un rey en esta casa —dijo Aiden mirando alrededor impactado. Dean y yo nos miramos como si supiéramos lo que pensaba el otro. Esta casa fue el escenario del peor día de nuestras vidas...
Todos entramos en la casa y de inmediato las chicas del servicio tomaron nuestro equipaje. La mayoría eran chicas nuevas que no conocía.
—Su padre está en una reunión y la señora está en la cocina, le avisaré que ya llegaron...
—No, no, ya iremos a saludarla —dije rápidamente interrumpiendo a la chica, miramos de reojo a Dean cuando soltó un sonoro suspiro de alivio. Tarde o temprano mi padre va a regresar y tendrán que verse.
—Vamos —murmuró Aaron rápidamente caminando con prisa hacia la cocina al igual que Aiden, los dos amaban a su abuela...
Respiré hondo y los seguí sabiendo que muy pronto el ambiente estaría enrarecido con incomodidad y molestia.
Cuando entramos en la cocina encontramos a mi madre tarareando y cocinando con felicidad, mi estómago gruñó cuando el delicioso aroma me invadió. Mis hijos se acercaron corriendo a ella sin siquiera darle tiempo a darse la vuelta. Tragué duro. Mi corazón estaba latiendo muy fuerte y mis ojos no aguantaron más las lágrimas cuando mis hijos pararon en seco al ver mejor a mi madre. Pocos segundos después la abrazaron con fuerza, ella estaba sonriendo con tranquilidad, todos notamos como la espalda de Aiden subía y bajaba con fuerza debido a su llanto.
—Qué grandes están mis bebés —dijo mi madre entre risas cuando se separó de ellos, los dos se limpiaron las lágrimas y me miraron con dolor, el arrepentimiento llegó a mí. Sin decir nada me acerqué a mi madre, quien me observaba con amor y ternura, en cuanto la abracé lloré con fuerza.
—Mami, te extrañé —susurré abrazando su delicado y débil cuerpo.
—Ya estamos juntos, mi amor, no llores —respondió ella acariciando mi espalda, cuando me separé admiré de cerca su hermoso rostro que ahora lucía bastante agotado, triste y lánguido. —¡Este es un día para celebrar! ¡Dean! —ella llamó a mi mejor amigo con sorpresa, el cual tenía ya los mocos afuera por llorar, él caminó hacia ella y la abrazó, ella le acarició el cabello como si fuese un niño pequeño a pesar de que le sacaba varias cabezas. David también se acercó para presentarse, cuando dijo que era el prometido de Dean, mi madre arqueó una ceja y soltó una risita misteriosa a la vez que intercambió una mirada extraña con mi mejor amigo.
—Señorita, no puede salir así, hay visitas, debe ves...
—Bla, bla, bla —todos miramos hacia la puerta cuando mi querida hermana Dahlia entró a la cocina literalmente en ropa interior. Ella se detuvo con los ojos como platos al vernos, su rostro pálido pronto se puso rojo hasta las orejas, pasó sus ojos azules por todos con vergüenza hasta que me vio y pareció olvidar que estaba casi desnuda ya que corrió hacia mí y se me tiró encima con fuerza, algo que ya parecía ser costumbre en las jóvenes mujeres Brown...
—¿Este es tu nuevo estilo, Dahlia? —le pregunté con molestia quitándomela de encima después de abrazarla, ella se rio algo apenada y se soltó el cabello cubriendo un poco su sostén negro que no combinaba con sus pantaletas rosas.
—Su estilo siempre ha sido agotarme la paciencia —masculló mi madre con cansancio. —Disculpen la mala educación de mi hija —se disculpó ella con vergüenza mirando a David y a Dean, los demás no lucían para nada sorprendidos, ya sabemos que le falta un tornillo en la cabeza como toda buena Brown.
—Es lo mismo que andar en bikini, dejen de ser tan hipócritas —dijo ella cruzándose de brazos y abrazando a los demás, ella miró con curiosidad a Dean y a su prometido, a los cuales estaba viendo por primera vez, o bueno, no recuerda haber conocido a Dean ya que estaba muy pequeña cuando él se fue.
Mientras hablaban un poco me quedé observándola. Cuando Dahlia nació todos decían que era yo en versión mujer y vaya que tenían razón, Dahlia y yo podríamos habernos hecho pasar por gemelos si tuviésemos la misma edad. Su cabello castaño era solo un tono más claro que el mío, pero después de eso teníamos el mismo tono de azul en los ojos, sus labios eran carnosos, sus cejas estaban bien perfiladas naturalmente, su nariz era respingada, su cuerpo era menudo y pequeño como el mío en mi adolescencia.
—Tu hermano ya va a llegar así que ve a ponerte algo —le ordenó mi madre con molestia, Dahlia suspiró y comenzó a retirarse lentamente a regañadientes, por la mirada intensa que me dedicó antes de salir supe que quería hablar a solas conmigo.
—Iré a ver cómo está mi antigua habitación, vendré en seguida —dije rápidamente siguiéndola, nadie me prestó mucha atención, todos estaban rodeando a mi madre y hablando con ella cosas triviales, algo que agradecí en sobremanera al ver que ella lucía feliz.
Cuando salí de la cocina encontré a Dahlia recostada de la pared con la mirada perdida, sin decir nada comenzó a caminar, la seguí de cerca.
—¿Cómo están las cosas por aquí? —pregunté mientras subíamos las escaleras, mi hermana pequeña suspiró y abrazó uno de mis brazos sin detenerse.
—¿Cómo crees? Dominik no deja de controlarme, papá está muy ocupado con sus asuntos y mamá... bueno, ya la viste —murmuró ella cuando entramos en mi habitación, sonreí un poco al ver que todo estaba intacto. —Mamá ordenó que limpiaran dos veces por semana —confesó ella mirando alrededor. —Siempre tuvo la esperanza de que volvieras... —asentí nuevamente queriendo llorar cuando dijo eso. Hace unos años, cuando vine de visita la habitación todavía estaba igual, pensé que con el tiempo la convertirían en algún almacén o algo así pero me equivoqué.
—No pienso dejarla sola —dije corriendo las puertas transparentes y saliendo al balcón, Dahlia salió a mi lado estremeciéndose por el frío. —¿Por qué haces esto Dahlia? Sé que tú no eres así... —susurré viéndola de reojo, ella soltó una risa floja y cansada. La dulce Dahlia que conozco no andaría en ropa interior por todas partes solo por diversión.
—Alguien debe mantener a mamá activa, ya sabes lo mucho que le encanta discutir —respondió ella con una tierna mirada, me reí y negué.
—¿Quieres mantenerla activa o causarle un infarto? —pregunté viendo cómo se acercaba a la casa un lujoso auto gris.
—Casos extremos merecen medidas extremas —susurró viendo el auto. —Ya llegó mi carcelero, tengo que cambiarme... —masculló molesta cuando Dominik salió del auto y después de mirarme con sorpresa y emoción, sus ojos se helaron al ver a Dahlia. —Esa es mi señal —dijo después de sacarle el dedo mayor a nuestro hermano, me reí. Dominik debe estar pagando algún karma con Dahlia.
En cuanto ella se marchó después de darme un beso en la mejilla, bajé rápidamente para encontrarme con mi hermano. La última vez que lo vi fue hace casi un año cuando me visitó junto a sus hijos.
Cuando bajé las escaleras él ya estaba esperándome, lo abracé con fuerza, él me correspondió. Nunca en mi vida había tenido un abrazo tan largo y tan satisfactorio como este. Estuvimos unos cinco minutos abrazados en silencio. En ese mismo instante, mientras sus brazos me rodeaban, sentí que aquella profunda herida volvía a abrirse y de pronto todos los recuerdos me azotaron como remolinos en la cabeza...
Hace 18 años...
El doctor Graham estaba irreconocible, se veía bastante magullado y sucio, tenía los pies atados con una gruesa cuerda, la cual era arrastrada por dos fornidos hombres a través de todo el húmedo y frío césped. Will, Cameron y yo observábamos todo desde la terraza que había en el segundo piso, en cambio, mi padre, Dominik y Vladimir se encontraban en una zona iluminada del patio delantero hacia donde los demás llevaban al doctor.
Sentí la intensa mirada de Will sobre mí pero no le presté atención. Sabía que él estaba molesto porque Valentin y mi padre no aceptaron los términos de Mick de hacer el intercambio en el muelle, pero incluso Will debía comprender que aquello tenía más probabilidades de resultar en una trampa que en un intercambio justo de Edward por el doctor psicótico.
—Soy el único que se preocupa por él —masculló con molestia refiriéndose a su secuestrado esposo, Cameron y yo suspiramos. En eso estaba equivocado, a todos nos preocupaba Edward pero tampoco deseábamos ir directo a la boca del lobo poniendo en riesgo las vidas de más personas. Con Valentin de nuestro lado teníamos todas las de ganar aunque se tratara de una trampa, pero no por eso querríamos hacer una masacre o un baño de sangre. Deseábamos terminar esto de la mejor forma posible, capturando a Mick y recuperando a Edward sano y salvo... Eso era lo que todos queríamos, ¿cierto?
La vocecita en mi cabeza se reía de mi ingenuidad. Sabía que las cosas no podían ser tan simples si mi madre estaba involucrada, esa señora buscaría obtener su venganza a como dé lugar...
—Él estará bien. Mick aceptó traerlo aquí, ¿o no? —preguntó Cameron tratando de calmar las aguas, aunque Will lo miró mal, el rubio no se dejó intimidar y en cambio regresó su atención a la escena que se alzaba ante nosotros.
Miré al cielo cuando pequeños copos blancos comenzaron a caer lentamente, me abracé a mí mismo pero luego metí mis manos en el abrigo para calentarlas y recé en mi cabeza para que mi madre decidiera ser un poco menos loca esta noche...
—Quédatelo, estoy bien... —dije al ver de reojo como Will se quitaba el abrigo con intenciones de ponérmelo, creo que mi voz sonó más fría de lo que quise ya que él me miró sorprendido y Cameron lucía bastante incómodo. —Este es suficiente —agregué mirando mi abrigo y tratando de arreglar un poco las cosas, Will no emitió ninguna palabra cuando apartó la mirada de mí.
—Iré a ver si Luke despertó... —soltó Cameron escabulléndose rápidamente por la puerta y dejándonos a solas.
El incómodo y tenso silencio que se hizo entre nosotros me deprimió, habían pasado meses desde la última vez que no me sentí del todo cómodo con Will a mi alrededor. Nuestra relación había sido bastante estable y llena de amor, por eso me sorprendía lo lejos que comencé a sentirme de él cuando Mick reapareció en nuestras vidas.
—¿Podemos hablar y arreglar las cosas? No quiero estar así contigo —lo miré cuando rompió el silencio, él me miraba con una ceja alzada, observé su rostro por unos segundos, por la forma en que apretaba la mandíbula supe que estaba muy frustrado, usualmente lo abrazaba cuando se veía así pero esta vez mis pies no se movieron hacia él.
—¿Ahora quieres hablar? Pensé que querrías seguir gritándome —respondí secamente recordando cómo me habló hace unos minutos, él soltó un gran suspiro y se masajeó las sienes.
—Sé lo que intentas y no voy a dejar que lo hagas... —su respuesta me hizo un nudo en la garganta, sus ojos verdes lucían muy seguros de lo que decía. Sabía que se daría cuenta de inmediato...
—¿Y qué es lo que trato de hacer según tú? —pregunté bajando la voz y estremeciéndome ante el contacto de los copos de nieve con mi rostro. Mi respiración se aceleré cuando sentí el calor de su cuerpo a mi lado.
—Intentas alejarme de ti. No lo hagas, no va a funcionar —declaró alzando mi mentón con un dedo. Lo vi en sus ojos, esos orbes color esmeralda llenos de amor incondicional eran las que deseaba ver por el resto de mi vida. Pero muchas veces lo que queremos y anhelamos con el corazón no es precisamente lo que merecemos...
¿Qué tan larga será su vida si se mantiene a mi lado? Si hay algo que he comprendido esta noche o que más bien he aceptado desde que conocí a Mick, es que él siempre encontrará la forma de regresar para arruinar nuestra existencia.
"Algunos son más felices engañándose a sí mismos". Aquellas fueron las palabras de Valentin y los dos sabíamos que tenía razón. No hacía más que engañarme a mí mismo diciendo que deseaba que todo esto terminara sin un derramamiento de sangre, cuando la realidad era que deseaba que Mick y su hermano desaparecieran de esta tierra...
—Dylan...
Regresé a la realidad cuando Will dijo mi nombre, se veía preocupado. Suspiré y di varios pasos atrás alejándome de él, de mi zona segura, del hombre por el que daría la vida y hasta más que eso.
—Edward y tú están metidos en todo esto por mi culpa... él tenía razón, yo seré el culpable de tu muerte... —susurré abrazándome a mí mismo, la expresión de Will era sombría y seria, parecía hecho de piedra, sus ojos verdes adquirieron un poco de frialdad.
—Sí, es tu culpa —cuando dijo eso sentí mi corazón dejar de latir. Esperaba todo menos esa respuesta. Él frunció el ceño. —Es tu culpa que me enamorara de ti... pero no eres culpable de que un par de locos estén obsesionados contigo y con tu familia... —agregó tratando de acercarse a mí pero retrocedí aún más mientras luchaba para que las lágrimas no salieran de mis ojos.
—Tienes razón, yo no elegí nada de esto, pero aún así aquí estamos... la vida de Edward corre peligro gracias a que ustedes están relacionados conmigo —puntualicé sabiendo que aunque él tratara de librarme de culpa, si no hubiésemos tenido una relación, probablemente se encontrarían ahora mismo durmiendo plácidamente en sus camas sin preocuparse por toda esta locura. —T-Todo esto e-es un desastre, ¡yo soy un desastre! ¡Mi familia es un desastre! —exclamé con frustración, Will suspiró y cuando intenté caminar hacia la puerta me agarró por un brazo y me atrajo a su pecho con determinación y algo de fuerza.
—Pero tú eres mi desastre y nada, absolutamente nada de lo que digas o de lo que suceda hoy hará que me arrepienta de haberte conocido —lloré.
No tuve fuerzas para alejarme de él después de escuchar eso y tampoco quise hacerlo. Will me abrazó y me sobó la espalda suavemente mientras desahogaba mi frustración humedeciendo su camiseta con lágrimas. Lloraba porque sabía que no lo merecía, y porque sabía que si Mick mañana seguía vivo, entonces me tocaría hacer hasta lo imposible para alejarme de Will y que así estuviera a salvo. Probablemente iría a algún internado al otro lado del mundo, aunque aquello significara alejarme también de toda mi familia y amigos. Pero mientras Mick respire, Will será el amor imposible al que tendré que renunciar.
—Esperemos a ver qué pasa... —dije alejándome y secándome las mejillas con el dobladillo del abrigo, mi apuesto novio me dedicó una leve sonrisa y asintió. No puede enterarse de lo que planeo hacer si Mick no muere esta noche, porque conociéndolo, va a impedir que me vaya o me seguiría hasta el rincón más recóndito del mundo.
—Pensé que tu madre tendría algún tiempo en reposo después de lo complicado que fue el parto de Dahlia... —murmuró él mirando como mi madre se acercaba bastante enérgica hacia donde tenían al doctor Graham, resoplé.
—La sed de venganza es más fuerte que cualquier dolor físico que pueda tener —respondí fríamente. Aun me sentía molesto con ella, pero sobre todo, nunca lograría entender cómo es que Dominik ha podido perdonarle todo lo que le ha hecho.
Observamos sin inmutarnos como mi madre pisaba el rostro ya magullado del doctor, no alcanzábamos a ver su expresión pero conociéndola probablemente tenía una sonrisa malévola adornando su cara.
—¿Y dónde está Valentin? —preguntó Will de repente, me encogí de hombros.
—Lo vi hace un rato tomándose una margarita en el bar junto a la piscina —dije sin darle mucha importancia, Will me miró estupefacto, quise reírme un poco.
—¿Mientras todos están aquí volviéndose locos? —preguntó sorprendido, palmeé su hombro como consuelo. Así de alarmado hubiese estado yo si no conociera aunque sea un poco a Valentin.
—Todo esto no debe ser algo nuevo para ese hombre, pensé que lo conocías —contesté recordando que me pidió que no me quedara a solas con él. Esto probablemente no era nada para aquel peligroso rubio o incluso para Vladimir, el cual, según me contó Cameron, era una especie de John Wick ruso, lo cual me costaba imaginar un poco ya que Vladimir muchas veces era como un niño atrapado en el cuerpo de un gigante. —Deberíamos entrar... —sugerí cuando el frío comenzó a calarme los huesos, Will asintió aun no muy convencido de lo que dije sobre Valentin.
—Solo he escuchado rumores sobre él. Tu madre debe importarle demasiado si está involucrado personalmente en esto —murmuró el pelinegro algo pensativo, asentí. Era extraña la relación de amistad que tenían mi madre y el ruso. A simple vista los dos parecían tenerse una gran lealtad y aprecio.
—Mientras menos sepamos será mejor —mascullé recordando que Valentín también había estado involucrado en todo el asunto de Dominik y el internado de psicópatas en el que estuvo.
Cuando bajamos las escaleras nos encontramos con Dominik limpiando tranquilamente una pistola en la sala, Will y yo nos miramos sin decir nada, no hicimos nada de ruido ya que mi hermano mayor lucía inquietantemente concentrado en eso. Sentí que tenía un deja vú pero no sabía exactamente asociado a qué hasta que segundos después Valentin entró en la sala llevando, efectivamente, una margarita en las manos, él nos sonrió y se sentó en el sofá con calma.
—¿Por qué tienen esas caras de tragedia? Todo marcha según el plan... —dijo el hombre rubio con su marcado acento ruso, Dominik nos miró y detuvo lo que había estado haciendo, tragué duro al comprender por qué tuve un deja vú. Ver a Dominik era como ver un vago reflejo de Valentin. Los dos eran fríos, calmados y calculadores, solo que Valentin era como la versión final y Dominik estaba encaminado hacia esa forma de ser del ruso.
—Según el plan que no terminan de contarnos —repliqué cruzándome de brazos, Valentin sonrió un poco y Dominik me miró con una ceja arqueada. Solo nos dijeron que el intercambio se haría aquí y que capturarían a Mick, pero algo me decía que había mucho más en ese plan. Solo algún tonto inocente creería que mi madre se conformaría con un plan tan piadoso para Mick...
—¿No te gustan las sorpresas, Dylan? —preguntó Valentin antes de tomar un trago de su bebida, desde aquí pude escuchar cómo rechinaban los dientes de Will. Su expresión no ocultaba para nada el desagrado y repudio que sentía hacia el ruso, el cual ni siquiera se inmutaba.
—Vámonos —dijo mi novio antes de prácticamente arrastrarme lejos de allí, lo último que escuchamos fue la risita maliciosa de Valentin. —Rescatar a Edward no es una de sus prioridades —murmuró con fastidio, hice una mueca. Comprendía por qué estaba tan frustrado, lamentablemente, sé que entre los intereses de mi madre y Valentin, los cabecillas de todo esto, rescatar a Edward estaba en un segundo plano, por eso no podía ser tan descarado y decirle a Will que estaba equivocado en lo que decía.
—Alterándonos no vamos a resolver nada, debemos estar calmados y ser optimistas —dije en cambio con algo de inseguridad en mi tono, Will me miró, sus profundos ojos verdes me observaron con resignación, él negó varias veces y después de soltar un largo suspiro entrelazó nuestros dedos en una mano provocándome cosquillas en el estómago.
—Regresemos a la terraza, no deben tardar en llegar... —dijo llevándome de la mano hacia donde habíamos estado minutos antes. Mi padre me había prohibido salir de la casa y Will no quería dejarme solo, por eso se encontraba aquí conmigo y no en medio del jardín delantero donde mi madre, Vladimir, el doctor y varios guardias de seguridad esperaban...
¿Dónde están?
Miramos confundidos que el jardín se encontraba desierto, ya no había señales de mi madre o del doctor. Comencé a hiperventilar cuando vi varios autos saliendo de la casa.
—Tiene que ser una maldita broma... —masculló Will encolerizado saliendo rápidamente de la terraza, lo seguí con prisa teniendo una vaga sospecha de lo que sucedía.
Cuando entramos en la sala y no vimos a Dominik y a Valentin lo confirmamos. Nos mintieron. El intercambio se haría en otro lugar...
Celine
Una hora antes...
Hoy era el día con el que tanto había soñado e imaginado durante años. Ver como Julien Graham se retorcía de dolor ante la presencia de mi fino tacón en su boca me produjo una gran satisfacción.
—¿Te gusta? ¿Qué tal sabe? —pregunté con burla viendo como le comenzaba a salir sangre a la vez que lloraba del dolor. —Creo que pisé algo de estiércol hace un rato... no, espera... ¡es ahora que lo estoy haciendo! —dije riéndome, hice una mueca de asco al ver que mojó sus pantalones, después de darle una patada por el rostro me alejé unos pasos. —Estos zapatos son demasiado caros para ensuciarlos con tu asquerosa sangre —dije descuidadamente mirándolo con desprecio, Vladimir me miró con una ceja arqueada y luego miró mis zapatos. —Son Gucci —añadí mostrándoselos mejor, él pareció comprender y se rio un poco.
—¿Están seguros de que Mick no trama nada raro? Es extraño que haya aceptado venir aquí tan fácilmente —murmuró el ruso mirando alrededor con detenimiento, suspiré.
—El intercambio no será aquí, solo dijimos eso para que Dylan no quiera involucrarse —respondí. Sabía cómo era mi hijo, y sé que querría estar presente en el intercambio sin importar nada, y definitivamente él no debía ver lo que tenía planeado para Mick...
—¿Dónde será y por qué me estoy enterando ahora? —preguntó Vladimir con molestia, lo miré.
—Queremos que te quedes con él, nadie va a poder protegerlo mejor que tú en caso de que algo salga mal —confesé agarrando sus manos, Vladimir me miró un tanto sorprendido pero no tardó en asentir con mucha firmeza, sonreí.
Vladimir sería el sucesor de Valentin algún día a pesar de ser su hijo menor, él mismo me lo dijo anoche, por eso, aunque no me guste la idea, Valentin jamás dejará que su hijo salga de ese mundo de la mafia.
Sentí algo de tristeza al ver la sonrisita de niño travieso que tenía mientras observaba a Julius Graham, quien seguía tirado en el césped. A pesar de todo lo que ha hecho, en él siempre ha existido mucha bondad y compasión, aparte, la lealtad que tenía hacia Dominik era admirable.
—Ya nos vamos —le dije al supuesto doctor al ver que llegaba a la casa un jeep negro conducido por uno de los hombres de Valentin.
—Pe... Perra loca... —me reí cuando dijo eso con la boca llena de sangre y tierra, Vladimir le pisoteó una mano haciéndolo gritar.
—Espero que estés pensando en cuáles serán tus últimas palabras —le dijo encantadoramente, Julius lo miró con horror y sorpresa, me carcajeé.
—Si algo me pasa... Edward morirá... —soltó con un tono desesperado, me pasé una mano por el cabello y bostecé un poco.
—Ya veremos que nos depara la noche, pero si yo fuera tú, no estaría contando con ver el sol mañana... —cuando dije eso Julius comenzó a revolverse como loco esperando que algún milagro sucediera y las cuerdas que ataban sus manos desaparecieran o algo así.
—Debería noquearlo —sugirió Vladimir al ver lo alterado que estaba, hice una mueca y lo miré pensativa sopesando la idea.
—No, quiero que vea todo lo que sucederá —respondí un poco excitada, Vladimir negó lentamente con una sonrisa. —Taylor, tráelo... dejo a Dylan en tus manos, Vladimir —dije comenzando a caminar hacia el jeep y viendo a Vladimir de reojo, él asintió y se dirigió hacia la casa, de donde venían Dominik, Valentin y Robert.
Me sonrojé un poco al ver al ruso. Cuando escuché el grito ahogado de Julius supe que reconoció a Valentin, lo miré. Julius estaba quieto, asustado, su mirada era como la de un animal indefenso en las garras de un león a punto de ser devorado. Cuando Valentin llegó a mi lado me sonrió con tranquilidad y después miró a Julius, hice una mueca cuando un nauseabundo olor inundo nuestras fosas nasales. ¿Acaso Julius... No... No es posible...
—Se cagó... —cuando Taylor dijo aquello haciendo una mueca confirmando mis sospechas yo me quedé estupefacta y Valentin soltó una carcajada sin lucir nada sorprendido.
—Llévalo en otro auto —ordeno el rubio con despreocupación, Taylor asintió y agarrando bruscamente a Julius lo dirigió hacia otro lugar. —¿Nos vamos? —miré la mano de Valentin cuando me la ofreció. Él apretó suavemente la mía cuando la tomé, sus ojos mieles me observaban con adoración. —Espero que después de esta noche te permitas ser feliz —susurró en mi oído haciendo que la piel de mi cuello se erizara, pasé saliva y noté como Robert me observaba desde el jeep con algo de recelo.
—Hoy todo cambiará —contesté con seguridad, él asintió levemente.
Me hubiese gustado atormentar a Mick durante varios años más pero he reconocido mis pecados y mis fallas como madre, no puedo cometer los mismos errores con Dahlia y conociendo a Mick sé que tarde o temprano iría tras ella por simple venganza o solo por diversión.
Cuando nos subimos en el auto blindado se hizo un silencio un tanto incómodo, en la parte delantera iba Dominik junto a Jack, uno de nuestros mejores hombres. Y detrás íbamos Robert, Valentin y yo. Me sentí algo tensa al estar entre los dos.
—No creo que sea buena idea hacer un intercambio así en mitad de una calle...
—De una calle que solo lleva a un residencial privado donde literalmente solo vivimos nosotros, ya confirmamos que los vecinos están de vacaciones —corté rápidamente a Robert, el cual se veía bastante preocupado. Miré hacia atrás, detrás de nosotros iban dos autos al igual que delante.
Miré de reojo a Valentin, quien estaba concentrado en su celular. Él levantó la vista y me sonrió con confianza.
—¿Qué estás planeando, Celine? —miramos a Robert cuando preguntó aquello mirándome fijamente.
—¿A qué te refieres? —pregunté sabiendo perfectamente a qué se refería, él se cruzó de brazos y me miró con escepticismo.
—Estás demasiado feliz y dudo mucho que quieras hacer solo un simple intercambio, así que habla —masculló molesto, sonreí levemente. ¿Acaso era tan obvia?
—Ya sabes lo que va a pasar, ¿acaso vas a detenerme? —pregunté mirando al frente, Dominik y yo hicimos contacto visual a través del retrovisor. Él estaba al tanto de lo que ocurriría esta noche.
—¿Tú también lo sabías, Dominik? ¿Quieren que esto sea un baño de sangre o qué? —preguntó Robert preocupado, Dominik suspiró y se giró un poco para verlo a la cara.
—Sabes que esta es la única salida, Mick jamás va a detenerse... —contestó fríamente, todos miramos fijamente a Robert. Sabe que es la verdad. El me observó buscando quizás alguna pizca de duda en mí.
—Debe haber otra forma... —murmuró no muy convencido, suspiré y puse una mano en su hombro, él la miró y luego a mí. Sé que Robert es el más sensible de todos lo que estamos aquí, por eso no quería que nos acompañara, pero debe entender que Mick debe morir.
—Amenazó con exponer a Dylan, ¿qué crees que pasará con la familia cuando los rumores corran mañana? —pregunté recordando el chantaje que trató de hacerle Mick a Will. La mirada de Robert se enfrió. Era un poco bajo de mi parte usar su debilidad por Dylan para convencerlo de esto, pero era necesario. No voy a dejar que la vida de nuestro hijo vuelva a ser un infierno, no después de que yo personalmente me encargara de hacerlo sentir miserable en mi vano intento por alejarlo de mí al sentirme culpable de traer a Mick a su vida.
—No tienes que hacer nada, Robert. Nosotros nos encargaremos... —miré a Valentin con los ojos entrecerrados cuando dijo aquello con un poco de burla, él me sonrió de lado haciéndome sonrojar un poco, cuando miré a Robert nuevamente lo encontré con una notable expresión de fastidio.
—Llegamos —la voz de Dominik interrumpió el incómodo silencio.
Todos miramos hacia delante. Arqueé una ceja al ver que Mick había reunido a unos cincuenta hombres, su hermana no exageraba, parecían sacados de algún callejón. Los latidos de mi corazón se volvieron dolorosamente rápidos, apreté los dientes con fuerza y miré a Valentin, él me observaba con mucha confianza y calma.
—Quédate aquí, Robert —le dije al abrir la puerta y pasar sobre él para salir del jeep.
—¿Estás loca? No voy a dejar que vayas sola...
—No estará sola, quédate aquí —agradecí la intervención de Dominik. Ambos sabíamos que Mick tenía un particular odio hacia Robert, no nos convenía alterarlo desde el principio.
—Tú también quédate, Valentin. Mick es mío —dije con firmeza, mi ruso amigo frunció el ceño pero luego suspiró y asintió.
Robert me miro como si estuviera loca. Conozco a Valentin y sé que no dudará en matar a Mick si siquiera me toca un pelo. Por eso me sorprendía un poco que esté apegándose al plan.
—Estás demente —murmuró Robert con rabia, me encogí de hombros cuando una fría ráfaga de viento azoto mi cabello. Mi cuerpo estaba oculto por la puerta que seguía abierta así que Mick no podía verme. Pasé saliva cuando los hombres de Valentin se desplegaron estratégicamente al salir del auto. A simple vista éramos menos, solo unos diez guardaespaldas estaban visibles, pero Mick ya debería saber que entre los árboles hay muchos más de nosotros.
—Gracias —le respondí finalmente a Robert y antes de que dijese otra cosa me apresuré en cerrar la puerta y me acerqué a Dominik y a Jack quienes estaban frente al jeep esperándome. Nos encontrábamos a unos veinte pasos de distancia de los vagabundos que había reunido Mick.
En cuanto estuve junto a mi hijo algunos de los hombres de Mick se separaron dejándolo ver. Me relamí los labios, mi cuerpo se enfrió y los pelos se me pusieron de punta.
—¡Celine! ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? ¡Acércate, preciosa! —rodé los ojos cuando gritó aquello con chulería. No sé a quién intenta engañar haciéndose el despreocupado cuando realmente debe estar temblando del miedo.
—Vamos —dijo Dominik mirándolo con desprecio, asentí cuando unos cinco guardaespaldas de Robert se acercaron a nosotros. —Un solo movimiento en falso y lo mataré —me advirtió mi hijo con frialdad, hice una mueca.
—Ya hablamos de esto, Dominik... debo hacerlo yo —le dije con molestia mientras caminábamos, él resopló. —Además, no puedes romper tu promesa —le recordé sintiendo un poco de ternura en mitad de toda esta siniestra y fría situación, Dominik me miró de reojo y negó lentamente. Cameron llegó a su vida en el momento perfecto, sé que él será la luz que iluminará el camino de Dominik siempre que la oscuridad quiera volver a apoderarse de él.
Todos nos detuvimos en mitad de la calle, Mick habló con algunos hombres que no dudaron en seguirlo cuando comenzó a acercarse.
—¿Me extrañaste? —preguntó con una sonrisa mirando alrededor, le sonreí de igual forma cuando se detuvo frente a nosotros. Miré fijamente sus ojos azules claros que mostraban una falsa amabilidad y encanto, tuve arcadas cuando comencé a recordar aquella tarde en la que me encontraba forcejeando y gritando con todas mis fuerzas que se detuviera. Controlé mis ganas de sacar mi pistola y matarlo. Debo pensar con frialdad...
—No sabía que ahora hacías caridad —dije mirando de arriba abajo a los desaliñados hombres que lo acompañaban con bates, todos ellos me miraron con odio y Mick soltó una risita.
—Te sorprendería lo que son capaces de hacer —contestó con una traviesa sonrisa, su mirada pasó a ser maliciosa y malvada, mostrando su verdadera naturaleza. —Dominik, siempre es un gusto volver a verte —dijo ahora mirando a mi hijo, el cual lo observaba en silencio. Sabía que estaba tan callado calculando cuál será su próximo movimiento si algo sale mal.
—¿Dónde está Edward? —preguntó molesto, Mick miró tras sus hombros y luego hizo un puchero.
—¿Dónde está mi hermano? —lo interrogó de igual forma cruzándose de brazos.
—Queremos ver a Edward primero —dije con tranquilidad ganándome una mirada desdeñosa de su parte, luego de hacer una señal con una mano a los del grupo de atrás, estos se separaron dejando salir a un hombre que llevaba a Edward atado de manos y amordazado, el rubio me miró con alivio pero también con mucha rabia. Estaba en buen estado, no tenía más que unos rasguños en el rostro.
—Ah, ah, detente ahí —le ordenó Mick al hombre cuando estaban a punto de llegar hacia nosotros. —Ahora, lo preguntaré nuevamente, ¿y mi hermano? —repitió con un tono más serio y algo amenazante esta vez. Dominik y yo nos miramos, asentí levemente y luego vi de reojo como uno de nuestros guardaespaldas sacaba a Julien de uno de los autos, cuando comenzaron a acercarse todos fruncimos el ceño ante el mal olor que emitía aquel hombre, levanté una mano para que se detuvieran a unos pocos pasos de nosotros. —¡Julien! ¿Qué fue lo que te hizo esa perra mala? —le preguntó Mick alzando la voz para que lo escuchara, vimos como Julien comenzaba a patalear y a llorar tratando de zafarse del agarre de Taylor, además de intentar hablar sin éxito alguno ya que el pañuelo en su boca no lo dejaba. Le sonreí con malicia a lo que él me respondió con una mirada de terror puro. Sé que intenta advertirle a Mick que estamos planeando matarlos a los dos.
—Lo he tratado demasiado bien considerando lo que realmente se merece —dije mirando al frente, Mick me observaba con mucha frialdad pero pocos segundos después sonrió falsamente.
—Tan considerada como siempre —murmuró sarcásticamente con suavidad, luego hizo otra señal para que acercaran a Edward, imité su acción y Taylor llegó a nuestro lado con un tembloroso y lloroso Julien. —Pensé que traerías a Dylan, tenía deseos de verlo —solté un suspiro cuando sentí la mirada de Dominik sobre mí, sabía lo que significaba. Debía estar calmada pero el hormigueo en una de mis manos me incitaba a sacar mi pistola y matarlo en un pestañeo.
—Ya te dije que Dylan no es tu hijo —conteste fríamente, Dominik me miró con algo de molestia, en cambio Mick se rio disimulando su incomodidad.
—¿Vas a seguir con eso? —preguntó lanzando a Edward hacia nuestro lado, me encogí de hombros. Si él quiere morir engañándose a sí mismo entonces no lo voy a detener, ya estoy harta de ese hombre.
—Toma a tu hermano y lárgate de nuestras vidas —dije cuando Dominik empujó a Julien hacia ellos de tal forma que el doctor terminó cayendo al suelo de donde nadie lo levantó, Mick me sonrió un poco y dio un paso hacia mí aumentando la tensión en el ambiente mientras su hermano se retorcía en el piso para poder levantarse y mientras literalmente luchaba por hablar para salvar su vida, contuve una sonrisa. —¿No vas a ayudarlo? —le pregunté a Mick mirando de reojo a su hermano, y tal como lo sospeché, Mick resopló.
—Puede quedarse tranquilito un segundo más, después me contará sobre sus aventuras con los Brown —respondió con diversión, me reí un poco sabiendo que probablemente acababa de cavar su tumba con eso, Mick se quedó embobado observándome. —Eres realmente hermosa, Celine —comentó con fascinación mientras Dominik le quitaba la mordaza a Edward. Ignoré la incomodidad que me produjeron esas palabras y me enfoqué en continuar con el plan.
—Ya puedes irte —le dije ignorando completamente lo que había dicho, él pareció volver a la realidad ya que se pasó una mano por el cabello con algo de distracción, sus hombres nos miraban en alerta, parecían estar esperando alguna señal para atacar pero Mick miró a uno de ellos y negó lentamente dejándolo auténticamente desconcertado. Quise echarle en cara lo patético que era pero me contuve. Era obvio que tenía planeado hacer algo y acaba de cambiar de opinión. Sabía que tenía poder sobre ese psicópata, con solo una sonrisa podía hacerlo dudar hasta de sí mismo. Porque Mick tenía solo dos debilidades en este mundo, Dylan y yo. Y vaya que contábamos con eso...
—Por cierto, antes de irme... —lo miré con una ceja arqueada cuando comenzó a hablar. —Había un rumor sobre que fueron los hombres de Valentin Sokolov los que hicieron todo esto...
Maldije para mis adentros cuando Mick dijo aquello con un tono de burla e incredulidad, noté como los hombres que andaban con él se tensaron aún más y Julien lloró con más fuerza. Mick miró a su alterado hermano con algo de confusión.
—Solo son...
—Verdades —cerré los ojos y negué con pesar cuando escuchamos esa voz interrumpirme a mis espaldas, al abrir los ojos noté como Mick había empalidecido y su sonrisa se borró cuando miró detrás de mí, observé a Dominik de reojo pero él no lucía nada sorprendido, lo que me hizo sospechar un poco. El plan era que Valentin solo interfiriera si las cosas salían mal, no quería que Mick lo mencionara porque mi peligroso amigo ruso me había puesto un micrófono en el sostén para estar al tanto de todo lo que sucedía
—Es Sokolov...
—¿En serio es él?
—Sii, debe ser él...
—Estamos muertos
—Vámonos de aquí...
Los murmullos de temor e inseguridad en el grupo de Mick no se hicieron esperar, incluso logramos ver como algunos se comenzaban a retirar disimuladamente pero Mick mantuvo la frente en alto a pesar de que el color había abandonado su rostro.
—¡Sokolov en persona! Una leyenda vista por pocos, me siento especial... —dijo el psicópata frente a mí observando a Valentin cuando llegó, el rubio ruso lucía relajado como siempre, su calma sí era auténtica, no como el numerito barato que trataba de montar Mick.
—He oído mucho de ti, Graham —respondió Valentin mirándolo fijamente y acercándose protectoramente a mí, aquello hizo que Mick alzara una ceja.
—Supongo que Celine tiene mucho que decir... —murmuró mirándome ahora con atención, lo observé de arriba abajo con asco.
—Oh, no, no... tu madre era quien no dejaba de hablar de ti, también tus tíos, eran todos muy encantadores... —soltó Valentin descaradamente sin una pizca de sensibilidad sabiendo que sus hombres mataron a esas personas...
Mick parecía un muerto de lo pálido que estaba, por como apretó la mandíbula supe que quería asesinar a Valentin aquí y ahora. La madre de Mick era una bruja que estaba igual de loca que él, esa señora se regodeaba diciéndole a la gente que yo acosaba a su hijo, además esparcía rumores sobre que Dylan era su nieto. Gracias a Dios nadie le prestó mucha atención ya que era evidente que no estaba en su sano juicio. Y en cuanto a los tíos de Mick, eran unos cerdos que le pagaban a adolescentes para que tuviesen relaciones con ellos y sé de buena fuente que muchas veces solo las forzaban. Se aprovechaban de que vivían en barrios tan pobres donde harían cualquier cosa por dinero.
—Sobraban en el mundo —solté sin temor haciendo que la mirada enfurecida de Mick se posara ahora en mí.
Ni siquiera me inmuté cuando Mick sacó una pistola y le apuntó a Valentin con ella, los dos nos miramos, el ruso soltó una pequeña risita floja mientras que Dominik ahora le apuntaba a Mick.
—Mira a tu alrededor, Mick. No te conviene hacer una estupidez —le dije observando el panorama nada favorable para él. Los hombres de Valentin estaban mejor armados que el séquito de callejeros que había traído, muchos de los cuales habían abandonado el lugar antes de que comenzara el jaleo.
—Eres una maldita, siempre quise darte el mundo y nunca dejaste de despreciarme por eso —masculló Mick ahora dirigiendo el cañón de la pistola hacia mí, hice una mueca. No puede estar hablando en serio...
No sentí nada al tener su arma tan cerca de mi rostro. Yo morí la tarde en la que se aprovechó de mí...
—Te desprecio por lo que me hiciste, te desprecio porque no has dejado de arruinarme la vida aun después de eso, te desprecio porque crees que tienes algún derecho sobre mí. Siempre voy a odiarte, Mick —confesé agarrando sin miedo su pistola y llevándola a mi corazón. —Puedes matarme ahora mismo y te aseguro que si hay otra vida después de esta... también te estaré odiando —le dije mirándolo directamente a los ojos, él me observaba dolido y molesto, y como esperaba, alejó el arma de mi cuerpo y luego dio unas cuantas vueltas mientras salían lágrimas de sus ojos.
—¡Yo te amaba! Y t-tú ni siquiera me diste la oportunidad de acercarme a ti... —masculló con nerviosismo mientras se pasaba una mano con brusquedad por los ojos. Valentin y yo nos miramos de reojo. Era obvio que su llegada había desubicado a Mick un poco, parecía a punto de perder los estribos.
—Has perdido, Mick —murmuró Dominik sin dejar de apuntarle todavía, Mick sorbió por la nariz y lo miró con desprecio.
—Ella no me hizo caso porque ya te tenía a ti —susurró el psicópata apuntándole, me tensé, en cambio Dominik rodó los ojos y me miró con expectación. Sabía que ya estaba harto de esto. —Y también debió ser por aquel desgraciado... —murmuró Mick mirando detrás de nosotros, de reojo vimos como Robert se acercaba con cara de pocos amigos.
—N-No es n-necesario que e-esto llegue a m-más... ¿p-por qué m-mejor no nos v-vamos de a-aquí? —miramos a Edward cuando habló, por un segundo había olvidado que estaba aquí. El rubio lucía muy nervioso, tragué duro.
—Tú cállate, hijo de puta —soltó Mick mirándolo mal a lo que Edward le respondió escondiéndose detrás de Dominik, luego Mick sonrió maliciosamente, se veía extremadamente sudado, lo que delataba que sí estaba asustado. —No te escondas, Edward, contémosle a los demás todo lo que paso hoy...
—Te voy a matar —miramos algo sorprendidos al rubio cuando salió de su escondite con una mirada asesina y un tono bastante serio, Mick sonrió aún más, fruncí el ceño. Aquí pasaba algo raro...
—Habla —le ordené a Mick fríamente ignorando la mirada ansiosa que me dirigió Edward. Mick soltó un dramático suspiro y mirando a Edward con malicia tomó una exagerada bocanada de aire para hablar.
—¿Vamos a creerle algo a este mentiroso? —Edward le quitó rápidamente la oportunidad de hablar, fruncí aún más el ceño cuando Mick se rio al ver lo alterado que estaba Edward.
—Me huele a que este es una rata... —murmuró Valentin mirando a Edward con curiosidad, Dominik no tardó en agarrar a Edward bruscamente por las solapas de su camisa y levantarlo sin mucho esfuerzo.
—Yo mismo te voy a matar si tienes algo que ver con todo esto —todos escuchamos cómo le susurró aquello antes de dejarlo caer violentamente en el piso, Mick se rio con fuerza y Edward estaba temblando como una hoja.
—Tú mismo te delataste —le dijo Mick con burla, respiré hondo. Entonces Edward sí tiene algo que ver... —Nuestro querido amigo aquí presente, me contactó y me contó sobre esta grandiosa idea que tenía de fingir que lo secuestramos para que eso de alguna forma abriera los ojos de Will y viera que mezclarse con Dylan era la peor decisión de su vida, ¡y a mí por supuesto que me encantó la idea! Tampoco quiero que mi hijo y ese director perverso estén juntos...
—No es tu hijo —lo corregimos Robert, Dominik y yo al mismo tiempo lo que hizo que rodara los ojos. Miré a Edward, se veía avergonzado y molesto, dejando entrever que Mick decía la verdad.
—Eres una escoria igual que él —le dijo Robert con decepción a lo que Edward nos miró ahora cargado de rabia.
—Ustedes solo traen desgracias a las vidas de los que tienen cerca —dijo levantándose a duras penas del suelo pero Dominik le dio una patada tan fuerte en el estómago que volvió a caer de rodillas esta vez, mi hijo mayor lo agarró por el cabello y le levantó la cabeza para que lo mirara.
—¿Y tú qué le traes a Will? Sabes que con este jueguito tuyo su vida también está en riesgo —creo que solo yo alcancé a escuchar eso que le murmuró Dominik, por la mirada desesperada de Edward creo que finalmente cayó en la cuenta de lo grave que fue lo que hizo. Si él no hubiese estado "secuestrado" entonces yo y los hombres de Valentin habríamos acabado con Mick sin que ninguno de nosotros corriera mucho riesgo, pero ahora mismo todos estábamos en peligro.
—Y-Yo solo q-quería lo mejor p-para él —murmuró ahora entre sollozos, Dominik resopló y lo soltó sin cuidado alguno antes de devolver su atención a Mick, quien parecía estar disfrutando de la función. Negué lentamente. Edward es un imbécil, ¿qué cree que pasará cuando Will sepa que estuvo conspirando con el enemigo? Solo va a ganarse su desprecio...
—No te salió muy bien... pero descuida, ya tengo planes para Will —dijo Mick con jovialidad y maldad, Edward tragó duro. En cambio Valentin resopló.
—A ver... supongo que todos aquí ya saben quiénes somos... —comenzó hablando el ruso dirigiéndose a los que estaban detrás de Mick, los cuales no habían dejado de mirarlo todo el rato. Valentin abrió los brazos y señaló a todos los rusos y guardaespaldas que andaban con nosotros que salieron de entre las sombras. —Cada uno tiene un fusil M16 con una cadencia de 700 a 950 disparos por minuto, a mí no me importa que tengan esposas, hijos, madres, familia esperándolos en sus casas... si en los próximos cinco minutos siguen aquí entonces... los vamos a matar a todos... —en cuanto Valentin soltó aquello se armó un revuelo y todos los hombres corrieron hacia sus motocicletas y arrancaron como alma que lleva el diablo.
—¡Cobardes de mierda! ¡Los buscaré a todos y los mataré uno por uno! —gritó Mick con frustración mirando como todos lo dejaban a su suerte.
—Yo creo que no podrás hacer eso —dije sacando mi arma y apuntándole, él me miró atónito, nos quedamos observándonos en silencio mientras se escuchaba de fondo el sonido de las motocicletas de los traidores.
En ese instante los demás desaparecieron y por un segundo sentí que solo estábamos él y yo en el mundo, justo como aquel día. La angustia en su mirada al saber que no le daría tiempo de sacar su pistola antes de que una bala atravesara su cabeza o su corazón me hicieron sentir bien. Sentía que los papeles finalmente se habían intercambiado, y ahora él era quien se encontraba acorralado. Sin siquiera apretar el gatillo sentía que ya había ganado. Mick ahora sabe qué sentí esa tarde cuando todo esto comenzó...
—Lo siento, Celine —sus palabras confirmaron mi conclusión. Eran honestas, sabía que las había dicho con total sinceridad a sabiendas de que serían sus últimas palabras en este mundo. Había arrepentimiento en sus ojos azules.
—No te perdono, Mick —contesté a la vez que apretaba el gatillo y veía como su cuerpo caía segundos después desplomado en el suelo, lo último que vi fue su triste mirada asustada. Le había disparado en la cabeza. Hace unos días me habría tomado mi tiempo para torturarlo, pero la Celine de ahora tenía cosas más importantes que atender.
El desgarrador grito de Julien me hizo volver a la realidad, de alguna forma se había movido la mordaza y había desamarrado la cuerda en sus manos ya que sin previo aviso se arrastró hacia el cuerpo inerte de su hermano y sacó su arma mientras las lágrimas inundaban su rostro.
Vi mi vida pasar delante de mis ojos cuando me apuntó y disparó a la vez que mi cuerpo caía al frío asfalto, sentí un gran peso encima y lo próximo que escuché fueron varios disparos seguidos, cuando miré hacia Julien noté que estaba muerto, Valentin lo había matado. El sonido de una especie de borboteo hizo que me diera cuenta de la horrible situación en la que me encontraba... Edward estaba encima de mí con la boca llena de sangre y la mirada perdida.
—¡Edward! —grité desesperada sentándome mientras le sostenía la cabeza. ¡Él se había interpuesto entre la bala y yo! —¡D-Dominik a-ayúdame! —puse las manos en su estómago en un vano intento por detener la hemorragia que estaba teniendo.
—Hay que llevarlo a un hospital —dijo Dominik llegando a nuestro lado mientras se sacaba la camiseta, la cual no tardó en poner donde yo había tenido mis manos. Mi hijo mayor me miró con algo de lamento cuando más sangre comenzó a salir de la boca de Edward. No había esperanzas en su mirada...
—P-Perd-dona...
—Shhh, no digas nada —callé rápidamente a Edward cuando intentó hablar, comencé a llorar cuando él puso una mano ensangrentada en mi mejilla.
—Ya trajeron el auto —dijo Robert cuando Jack acercó el auto a nosotros, mi hijo levantó a Edward y sin dejar de hacer presión donde tenía la camiseta bañada en sangre, corrió hacia el auto. Lo seguí con prisa y abrí la puerta para que pudiese entrar.
—Yo me quedaré aquí —murmuró Valentin cuando lo miré, su mirada era sombría. Todos sabíamos que Edward no lo lograría. El charco de sangre en la calle lo indicaba, además de su estado casi inconsciente.
Me subí al auto con Robert siguiéndome y recosté la cabeza de Edward en mis piernas mientras Jack conducía y Dominik lo miraba fijamente con impotencia.
—C-Cuid-den a W-Will... —negué con desaprobación al ver que todavía seguía intentando hablar cuando estaba casi ahogándose en su propia sangre.
—Lo haremos —la respuesta inesperada de Dominik hizo que las lágrimas volvieran a salir de mis ojos, él miraba a Edward con solemnidad.
—C-Celine...
—¿S-Sí? —dije cuando susurró mi nombre.
—E-Eres u-una p-perra —murmuró a duras penas con una pequeña sonrisa, lloré aún más y me reí sin sentir ningún tipo de gracia. —A-Acaríciame —cuando susurró eso no tardé en acariciar sus mejillas suavemente con mis dedos ensangrentados, él cerró los ojos y cuando su expresión se relajó y pasó a lucir plena y tranquila, supe que se había ido...
Sollocé con fuerza mientras lo abrazaba, Robert me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza...
Actualidad
Esa misma noche hice que Dominik me prometiera que Will nunca se enteraría de que Edward se asoció a Mick. Prefería cargar con su muerte antes que manchar aunque sea un poco el nombre de alguien que dio su vida por mí sin dudarlo. Solo Valentin, Dominik y yo sabríamos la verdad.
Solté un suspiro mientras me observaba en el espejo. "Eres hermosa", "eres una diosa". Recordé todos los halagos que recibía hasta hace unos años que mi salud y mi aspecto físico comenzó a deteriorarse debido a las quimioterapias. Hoy en día no son muchas las personas que me dicen cosas así.
Tenía cáncer.
Solía pensar que era el karma que me tocaba pagar por todo lo malo que hice. Hace cinco años me diagnosticaron cáncer de mama, a pesar de que comencé el proceso para salvar mi vida y que de hecho, ¡logré vencerlo!, la vida solo me dio un año de descanso antes de que volviese a aparecer otra vez en mi cuerpo esta vez amenazando con quitarme la vida definitivamente.
Agarré uno de los extremos del largo turbante que cubría mi cabeza y tiré de él dejando a la vista el poco cabello que me quedaba. Cerré los ojos y recordé como se sentía mi cabello largo haciendo contacto con mi espalda y como me gustaba enredarlo entre mis dedos.
—¿Cómo se siente hoy la mujer más hermosa del mundo? —sonreí cuando unos fuertes brazos se cerraron alrededor de mi ahora diminuta cintura y unos cálidos labios se posaron en mi cuello. Al abrir los ojos vi en el espejo el reflejo del hombre que ha estado conmigo desde la primera vez que me enteré de que tenía cáncer.
El apuesto hombre rubio de ojos mieles seguía observándome como el primer día en que nos conocimos, con tanta fascinación y deleite que me hacía sentir que todavía seguía siendo linda.
—Ya llegaron los niños —le dije a Valentin haciéndolo fingir un poco de sorpresa, rodé los ojos. A pesar de que ya se había retirado del mundo de la mafia, todavía seguíamos teniendo la casa llena de guardaespaldas.
—Lo sé. Vamos, te traje algo... —arqueé una ceja cuando después de sonreírme me agarró una mano y caminó hacia el vestíbulo con una sonrisita.
Después de mi divorcio hace quince años, Valentin y yo tuvimos un corto pero apasionado romance hasta que decidí cortar las cosas. No podía asociarme tanto con él mientras siguiera en ese mundo de la mafia, no quería arrastrar a Dahlia a algo como eso así que estuvimos separados unos años hasta que se enteró de que tenía cáncer. Al día siguiente lo encontré en la puerta con un ramo de rosas pidiéndome que lo dejara estar en mi vida. Él dejó todo por mí...
—Miau...
Cuando escuché un maullido abrí mucho los ojos y lo miré, él sonrió aún más y asintió. Caminé rápidamente hacia el vestíbulo y me paré en seco al ver a un gatito gris peludo dentro de una caja, caminé hacia él y lo tomé en mis brazos sintiendo mi corazón pleno. El gatito estaba temblando.
—Gracias —murmuré sin fuerzas y un poco mareada, Valentin me abrazó y me condujo hacia la sala de estar.
—Todo para mi reina —respondió dándome un beso en la frente, sonreí. Pensé que no me había prestado atención anoche cuando le mencioné que quería un gato. —¡Dylan! Me alegro de verte —dijo mi esposo caminando hacia mi hijo que había estado sentado en el sofá, los observé abrazarse y saludarse. Me senté al lado de Dylan y mientras ellos hablaban acaricié al gatito.
—... Will está bien... —me tensé un poco cuando Dylan respondió aquello a una pregunta que le hizo Valentin. Will me odiaba, no soportaba verme sin querer matarme por la muerte de Edward. No lo culpo, yo también me odio a mí misma y no hay día que no me arrepienta de las decisiones que tomé.
El doctor me había dicho que probablemente me quedaban solo unos meses de vida ya que la quimioterapia no estaba dando resultado. Después de saber que mis días estaban prácticamente contados, he estado pensando mucho en hablar con Will y tratar de resolver las cosas. Quería irme en paz sin dejar nada pendiente.
—Hay muchos regalos en aquel salón, Celineeee, ¿quién cumpleaños? —todos miramos hacia Dean cuando entró fingiendo molestia, tragué duro. Dean se detuvo y observó sorprendido a Valentin, el cual lo miró sin mucha sorpresa pero con evidente incomodidad y fastidio. Aunque Dean y yo ahora éramos grandes amigos, no solía mencionarle a Valentin por todo el roce que hubo entre ellos tras aquella noche...
—Dean, ¿cómo estás? Ven, siéntate —dijo mi esposo señalando un espacio vacío en el enorme sofá, Dean se rascó la nuca y tras susurrar un saludo se sentó un poco alejado de él.
—Estoy bien, Valentin.
Tras su respuesta hubo un extraño silencio que Dylan rompió bostezando exageradamente.
—Yo también vi los regalos, ¿son tuyos, mamá? —preguntó mi niño pensativo y curioso, Valentin y yo nos miramos.
—Son para la boda —miramos a Cameron cuando habló.
—¡Cameroooooooon! —gritó Dean levantándose y corriendo hacia el rubio, los dos se abrazaron con mucha emoción, en cambio Dylan se levantó lentamente y con una ceja alzada se acercó a él.
—Camarón... sigues tan... engreído como siempre —soltó mirándolo fijamente, Cameron se pasó una mano por el cabello y se acercó más a él.
—¿Esa es una arruga? —preguntó fingiendo horror haciendo que Dylan lo mirara mal pero después los dos se dieron un largo abrazo.
Observé a Cameron. Siempre me relajaba verlo, me recordaba mucho a mi hermano fallecido. Cameron era alto, algo musculoso, con un cabello irrealmente perfecto y unos hermosos ojos verdes iguales a los de su madre...
Su madre...
Joder.
—¿De qué boda hablas? —preguntó Dean trayendo otra vez el tema, Cameron se mostró bastante confundido cuando escuchó la pregunta pero luego me miró impactado, me encogí de hombros y miré a los lados tratando de escapar de su mirada.
—¿No lo saben? Robert y Analise van a casarse —soltó Valentin luego de un largo silencio, Dean y Dylan se quedaron boquiabiertos. No quería decirles porque no sabía cómo reaccionarían...
—Están bromeando.... —dijo Dylan ahora riéndose, todos nos quedamos serios observándolo haciendo que se sorprendiera otra vez. Dean resopló y después de susurrarle a gritos un "mis condolencias" a Cameron se sentó descuidadamente en el sofá.
Dylan seguía impactado, le sonreí un poco con calma, él se acercó a mí y después de sentarse a mi lado recostó su cabeza de mi hombro.
—Debieron decírmelo —susurró algo molesto.
—Fue algo muy rápido, literalmente se comprometieron la semana pasada —respondí recordando que incluso yo ayudé con la propuesta de Robert, Dylan bufó.
Analise era mi amiga, una de las mejores que he tenido estos últimos años. A pesar de todo lo que vivimos Robert y yo, les deseaba lo mejor porque sé que se quieren mucho, además, si hay una mujer a la que le confiaría mi hija con los ojos cerrados, esa era Analise. Aunque la situación era un tanto extraña ya que Cameron estaba casado con Dominik, pero en esta familia todo podía pasar.
Cuando mis nietos entraron en la sala hablando y riendo me sentí feliz, poco después Dominik también hizo acto de presencia y se sentó al lado de Cameron después de saludar a Dean. Me gustaba escuchar todo el ruido que hacían, lo prefería mil veces a estar en esta casa tan grande sin nadie. Cameron y Dominik vivían al lado al igual que Robert y Analise aunque muchas veces se quedaban aquí. Solo nosotros vivíamos en este residencial cerrado, lo cual me encantaba ya que si quería ver a mis nietos solo tenía que ir al lado. Daría lo que fuera para que Dylan viviera aquí también, pero entiendo su decisión de alejarse de todo...
Aunque maté a Mick, no sabíamos que había dado la orden de difundir toda la información que tenía sobre Dylan y Will en caso de que no regresara con vida. Y con eso, el infierno para Dylan terminó por desatarse...
Acaricié su espalda mientras me abrazaba. Dahlia hizo un puchero y se metió entre nosotros para abrazarme en su lugar. Me reí cuando comenzaron a discutir. Debía disfrutar de esto mientras pudiera...
Dean
David se sentó a mi lado y pasó un brazo por mi cintura atrayéndome a su cuerpo, le sonreí levemente a mi pelirrojo prometido y con algo de disimulo me alejé de él aprovechando que Evie, la hija de Cameron, comenzó a hacerle preguntas.
—¿Eres de Irlanda, David? —cuando la hermosa rubia preguntó eso con curiosidad las mejillas de David enrojecieron con algo de vergüenza mientras negaba, me reí por lo bajo. Siempre le preguntaban eso por su color de cabello aunque no tenía ni una pizca de acento irlandés.
—Soy de Wisconsin —respondió él mirándola abochornado, Evie se carcajeó en lugar de sentirse incómoda o algo así.
—Háblame sobre Estados Unidos, solo fui una vez. ¿Es verdad que hay muchos ratones en la calle y que son tan grandes que parecen gatos? —preguntó la chica apoyando su rostro en un puño y mirándolo como si fuese de otro planeta, miré a Cameron mientras David le respondía. El rubio trataba de disimular su risa.
Miré el impecable piso de madera blanca mientras pensaba en Robert. Nunca imaginé que estaba en una relación con la madre de Cameron y menos hubiese pensado que se iban a casar...
Aquello solo me produjo sorpresa y nada más ya que había superado a Robert desde antes de marcharme del país. A quien todavía no superaba del todo, aun después de 18 años, era a aquel alto y jovial ruso...
Me torturaba a mí mismo imaginando todo lo que pudimos haber sido si las cosas no hubiesen salido tan mal aquel día. Traté de buscar a Vladimir en cada uno de los idiotas con los que salí todos estos años, todos eran chicos malos que solo me provocaron inestabilidad mental, nadie se comparaba a él...
Hasta que entendí que Vladimir era irreemplazable. Solo entonces dejé de buscar chicos malos y finalmente decidí sentar cabeza con un hombre bueno que, aunque no me volvía loco de amor ni me excitaba, sabía que nunca me fallaría y que cuidaría mi corazón. Sabía que era egoísta de mi parte tratar de llenar el vacío que tenía con alguien tan bueno como David, pero me prometí a mí mismo ser el mejor novio y próximamente el mejor esposo del mundo para él.
La muerte de Vladimir no había dejado de perseguirme durante años, sabía que en gran parte era mi culpa, pero aquello solo lo compartíamos Dylan y yo, sé que él no le ha comentado a nadie la verdad sobre lo que sucedió aquella noche con el ruso que nos protegió hasta el final, ni siquiera Dominik lo sabía, si no, no me hubiese vuelto a hablar jamás en la vida.
Si ese secreto solo lo compartíamos Dylan y yo, no terminaba de comprender por qué Valentin me ha estado mirando como si estuviera planeando asesinarme desde que llegué. Su mirada era fría pero a la vez demasiado intensa, era obvio que no me esperaba y que tampoco me quería aquí presente. Pero, ¿por qué? No es posible que supiera que yo era responsable por lo que sucedió con su hijo...
Venir aquí no fue una buena idea, sabía que me arrepentiría pero deseaba ver a Celine, la cual ha sido una de mis confidentes estos años. Irónicamente, el desagrado que sentíamos hacia Robert terminó volviéndonos amigos. Celine, cuando no estaba siendo una psicópata, era una mujer bastante atenta y comprensiva. Y que ahora, lamentablemente, se encontraba muriendo a causa del cáncer. Dylan estaba sufriendo demasiado toda esta situación, no podía abandonarlo, y tampoco podía quedarme tranquilo en casa sabiendo que una de mis mejores amigas tenía los días contados.
Observé a Dahlia reírse escandalosamente mientras se rodeaba la barriga con los brazos. Ella era idéntica a Dylan y a Robert, no salió para nada a Celine. Su rostro parecía el de una muñeca de porcelana, la forma en que juntaba las cejas era igual que como Robert lo hacía de vez en cuando, sus ojos azules llenos de bondad eran como los de Dylan. Recordé todo el drama que hubo cuando nos enteramos del embarazo de Celine, me reí. Todo aquello ahora parecía un juego de niños o una tontería.
Cuando Dominik entró en la sala y me miró sorprendido, me levanté y me acerqué con prisa a él para abrazarlo, él me correspondió de inmediato. Cuando nos separamos se veía bastante desubicado.
—Dean... no sabía que vendrías —dijo con un tono algo extraño, me encogí de hombros con una sonrisa.
—Lo decidimos prácticamente a última hora... —mentí descaradamente sabiendo que le pedí a Dylan que no le contara nada para darle una sorpresa. —Pero no luces muy contento de verme... —comenté sin pasar por alto su reacción, él negó rápidamente y sonrió.
—Estoy muy feliz de que estés aquí —dijo con felicidad aunque se veía preocupado todavía, arqueé una ceja y justo cuando iba a reclamarle, David se paró a mi lado, Dominik lo miró con interrogación y luego a mí.
—Es mi prometido, David... —lo presenté moviéndome un poco para que pudiesen saludarse mejor, Dominik disimuló un poco su sorpresa cuando estrechó la mano del sonriente pelirrojo.
—Mucho gusto, Dominik Brown...
—El gusto es mío, soy David... —contestó él emocionado. Tragué duro cuando la mirada interesada de Dominik se posó en mí. Sabía que tenía mil preguntas pero aún así tras unos segundos fue a sentarse junto a su madre.
—¡Abuelo! —respiré hondo cuando Aiden, el hijo de Dylan y Will, gritó con emoción.
Robert había llegado...
—¿Cómo están mis niños? —me relamí los labios y luego me los mordí con fuerza a causa del nerviosismo cuando escuche su voz, me di la vuelta y lo observé abrazar a sus nietos con mucha felicidad.
Había cambiado bastante, su cabello ahora era gris, el cual llevaba peinado hacia atrás, su cuerpo lucía un poco menos voluptuoso que antes y en su rostro habían unas pequeñas marcas de expresión reflejando el peso de los años. Pero... Ahora parecía un millonario retirado bien cuidado, se veía bastante bien para su edad...
Basta, Dean.
Cuando Robert levantó la mirada e hizo contacto visual conmigo se quedó estupefacto, arqueé una ceja como mi asesora de imagen me había enseñado y lo miré con la frente en alto. Él se veía bastante impactado mientras Dylan lo abrazaba. Había mucha nostalgia en sus ojos.
—Cariño, necesito ir al baño urgentemente —pestañeé varias veces cuando David habló a mi lado pasando otra vez un brazo por mi cintura.
—Sígueme, te llevaré a uno... —murmuré caminando hacia la puerta donde todavía seguía Robert con sus nietos y Dylan.
—Dean —dijo mi nombre con un tono algo anhelante, luego su mirada sorprendida fue a David.
—Robert —lo saludé fríamente ladeando un poco la cabeza y saliendo de allí con David siguiéndome.
—Hola —escuché que David lo saludó con mucha felicidad e inocencia. Si supiera todo lo que pasó entre nosotros no creo que lo hubiese saludado así...
Caminé con paso firme hacia uno de los baños, subí las escaleras pensando en ir a uno de los que estaban más lejos en la casa para tardar más tiempo en el camino y no tener que regresar pronto a la sala. Le sonreí falsamente a mi prometido cuando entró al baño. Me quedé recostado de la pared mientras pensaba en que no me afectó mucho ver a Robert, en mi cabeza imaginé que sería algo mucho peor.
Sonreí. Podré manejar esto a la perfección.
Me quedé tarareando durante unos minutos mientras miraba la puerta de la que solía ser mi habitación. Caminé hacia allá al ver que David se estaba tomando su tiempo, cuando abrí la puerta no me sorprendió mucho encontrar que todo había cambiado, ahora las paredes tenían un papel tapiz gris, la cama era distinta, era más grande y las sábanas eran blancas, una alfombra negra cubría todo el piso y en las paredes habían muchas fotografías de Klaus, el hijo de Dominik.
—Puedes entrar si quieres, esta era tu habitación, ¿no? —di un respingo cuando Klaus salió prácticamente de la nada y me habló con demasiada calma, sus ojos verdes me miraban algo divertidos por el susto que me dio.
—Se ve mucho mejor ahora —dije recordando el desastre que hice cuando me enojé con Robert. Klaus se recostó del marco de la puerta y miró hacia adentro. —Pensé que vivías con tus padres —murmuré recordando que aquí solo vivían Valentin, Celine y Dahlia.
—Así es, pero esta es mi habitación para las noches que me quedo aquí —contestó devolviendo la mirada a mí, asentí comprendiendo. Me sorprendió un poco ver que se había arremangado la camisa dejando a la vista algunos de sus tatuajes. Solo me imagino el horror de Cameron cuando se los hizo... Recuerdo que me comentó hace unos años que su hijo estaba todo tatuado.
—¿Y cuándo es la boda? —pregunté cruzándome de brazos y recostándome de la pared a su lado, él soltó una pequeña risa burlona que me recordó a Dominik por alguna razón.
—Mañana.
—¡¿Queeeeeeee?! —exclamé con fuerza apartándome de la pared, él asintió con tranquilidad. —Eso explica por qué ya están todos esos regalos aquí... —murmuré recordando las enormes cajas de regalos en uno de los salones.
—Algunos de los invitados van a venir hoy. Tu prometido y tú pueden quedarse en mi habitación, le pediré a alguien que venga a cambiar las sábanas —me quedé mirando a Klaus mientras decía eso a la vez que observaba con distracción su celular.
—Gracias —dije sonriéndole, él levantó la vista y me sonrió de igual forma. Klaus era el chico más hermoso que había visto en los últimos quince años. Era la combinación perfecta entre Dominik y Cameron. Alabada sea la ciencia. Dije al saber que un ser tan perfecto no habría sido posible sin los enormes avances tecnológicos que le permitían a las parejas homosexuales tener hijos.
Todos mis sobrinos eran obras de arte.
—Creo que la comida del avión me cayó muy mal —miramos a David cuando se acercó agarrándose el estómago con una expresión de dolor.
—Puedes descansar un poco, te traeré unas pastillas para el dolor —dijo Klaus haciéndose a un lado para darle paso a la habitación. —Alguien cambiara las sa... —David no lo dejó terminar ya que caminó hacia la cama con prisa y se tiro en ella como si fuese el cielo.
—No te preocupes —le dije con calma, él asintió levemente y cuando escuchamos poco después a David roncar nos reímos. Bostecé, a mí no me afectó la horrible comida pero sí me estaba pasando factura el jetlag. Aunque había oscurecido un poco, apenas eran las 6 de la tarde. Pero normalmente a estas horas me encontraría durmiendo, debía acostumbrarme al horario de aquí otra vez.
Klaus cerró la puerta de la habitación y los dos miramos hacia las puertas que daban al enorme balcón-terraza al escuchar el sonido de varios autos.
—Ya están llegando los invitados —dije caminando hacia allá para respirar un poco de aire fresco, Klaus me siguió.
—En realidad ese es solo un invitado —respondió cuando salimos al balcón y miramos como tres camionetas negras se acercaban a la casa, arqueé una ceja al ver a los hombres vestidos de negro que se bajaron de ellas. Los hombres hablaban por auriculares y se esparcieron por toda la casa vigilando el perímetro. Suspiré. Algunas cosas no cambiaban. Robert había dejado de ser primer ministro dos años después de que Dylan se fuera, y Valentin ya estaba retirado de la mafia según me contó Celine, pero aún así todos seguían teniendo muchos enemigos y por tanto, necesitarían de protección por el resto de sus vidas.
—¿Es un jeque o qué? —pregunté con burla al ver el audi R8 último modelo que condujo a través del camino que llevaba a donde estábamos, detrás del coche venían dos camionetas negras mas. Klaus se rio ante mi comentario pero de reojo vi su seria mirada.
—Peor, un jefe de la mafia...
Cuando dijo aquello lo miré con los ojos muy abiertos y por alguna razón todo mi cuerpo se tensó. Mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza cuando los autos se detuvieron. Me incliné bastante sin soltar la barandilla mientras la puerta del audi gris se abría.
No es cierto...
Cuando aquel alto hombre de cabello negro salió del auto supe de quien se trataba, el musculoso hombre se quitó unos lentes de sol negros que traía dejando a la vista sus inigualables ojos color miel. Él le dedicó una encantadora sonrisa a la chica del servicio que se le acercó rápidamente pero después, en ese momento el hombre miró hacia acá como si supiera que lo estábamos observando y su expresión nada sorprendida me puso los pelos de punta al igual que la fría y extraña sonrisa que me dirigió.
No es posible...
—V-Vla... V-Vla...
—Vladimir Sokolov —me ayudó Klaus sonando algo preocupado. Al escuchar ese nombre caí de rodillas finalmente dejando de ver a aquel hombre. Klaus se agachó a mi lado y me miró con el ceño fruncido.
—E-Él e-estaba m-muerto... —tartamudeé sin una pizca de fuerza, Klaus me miró muy confundido.
—Lo conozco desde que tengo memoria... y... siempre ha estado muy vivo... —dijo con burla tratando de romper la tensión, negué rápidamente con la cabeza dándome vueltas. Sentía que todo comenzaba a oscurecerse. Eso no puede ser verdad, significaría que nos han estado viendo la cara a Dylan y a mí todo este tiempo...
—No lo entiendes... ¡Yo lo dejé morir hace 18 años! —exclamé negándome a aceptar que Vladimir estaba vivo. Klaus lucía bastante perdido. —En el ataque que hubo hace años, alguien le disparó cerca del corazón, ¡yo lo vi! Pensé que estaba muerto y por eso huí del lugar, porque sabía que seguiríamos yo o Dylan, aunque Dylan quiso regresar por él yo me negué y lo arrastré lejos para salvarnos a ambos... —le expliqué frenéticamente sabiendo que pronto perdería la consciencia, Klaus estaba impactado y ahora lucía algo inquieto.
—Dean... —su tono de advertencia me alertó, incluso había algo de lástima en sus ojos verdes. —Vladimir Sokolov es el líder más peligroso de la mafia internacional...
Mi cuerpo comenzó a dar pequeños espasmos cuando escuché eso, estaba temblando demasiado. Por la forma en que Vladimir me miró y sonrió todo estaba muy claro.
Él sabía que yo lo abandoné a su suerte hace 18 años y algo me decía que el perdón ya no formaba parte de su vocabulario...
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