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Capítulo final

Dylan

Me quedé acostado boca abajo observando como mi mejor amigo salía rápidamente de la ducha y rebuscaba con mucho cuidado entre su ropa. No estaría tan apurado por arreglarse si se hubiese despertado temprano, pero al parecer Vladimir lo mantuvo bastante entretenido hasta tarde...

No me sorprendía tanto que hubiesen hablado, era obvio que tarde o temprano tendrían alguna conversación sobre lo que ocurrió aquella noche. Lo que sí me pareció extraño y algo impactante, fue el hecho de ver a Dean salir en pijama de la habitación del ruso. Pero confiaba en su palabra, si él dijo que no pasó nada entre ellos, yo le creía.

Todavía faltaban unas cuantas horas para que comenzara la ceremonia de bodas. Me sentía emocionado a pesar del mal rato que pasé ayer debido a la desagradable sorpresa del ruso. Amaba los días de bodas, el ambiente era tan especial y dinámico, nadie ni nada arruinaría este día.

—No empaqué nada bueno... —murmuró Dean algo desalentado caminando de un lado a otro en bóxers, arqueé una ceja viendo hacia su closet, el cual parecía una colección sacada de las mejores tiendas del mundo y estoy seguro de que así era. Al ser uno de los modelos más populares, las marcas le pagaban por usar su ropa.

—Oh, vaya, odiaría ser tú en este momento —dije sarcásticamente ganándome una mirada desdeñosa de su parte. Él nunca se arreglaba demasiado, con su gran atractivo físico se vería bien hasta usando una bolsa de papas. Pero hoy estaba inusualmente estresado por su apariencia...

—¿Qué te parece esta? Creo que es demasiado... llamativa —dijo mostrándome la camisa crema de satín que se había puesto, al ser de mangas cortas dejaba a la vista sus levemente trabajados brazos. Levanté ambos pulgares como muestra de aprobación.

—Estoy seguro de que a David le encantará —solté con una risita sin poder evitarlo sabiendo perfectamente que él nunca se ha esforzado tanto en lucir bien ante su prometido. Obviamente le importaba verse perfecto para cierto hombre peligroso ignorando a su paso todas las advertencias que le hemos hecho. Mi mejor amigo se quedó observándome fijamente hasta que soltó un gran suspiro y se tiró a mi lado.

—Pégame —dijo sin más reincorporándose un poco, sin dudarlo me senté y le di una bofetada con todas mis fuerzas.

—¿Ya despertaste de tu fantasía? —pregunté con seriedad viendo cómo se sobaba la mejilla enrojecida, me dio igual ver la molestia en sus ojos negros.

—Dije pégame, no mátame —contestó todavía mirándome mal, me encogí de hombros. Lo necesitaba.

—¿Y bien? —dije esperando la respuesta a mi pregunta anterior, él dejó caer los hombros y lentamente se recostó en la cama.

—No sé qué diablos pasa conmigo, es como si se hubiese metido en mi cabeza con solo hablarme unos minutos... —confesó dejando relucir en sus ojos algo de temor, no pude evitar asustarme un poco yo también.

—Lleva años dentro de tu cabeza, no me sorprende tanto que estés así... —murmuré siendo ahora plenamente consciente de que Dean nunca lo superó del todo. Vladimir ha tenido demasiado poder sobre él, cosa que se incrementó durante todos los años en los que creíamos que estaba muerto. Probablemente estuvo despertándose y yéndose a dormir con ese hombre en la mente durante un largo periodo de su vida.

—Tengo que ignorarlo... —susurró convencido de aquello, hice una mueca. Era evidente que el "plan" de ignorarlo no daría tanto resultado, hasta un ciego podría ver toda la atracción que había entre ellos, acompañada de algo de odio por parte del ruso. Eso olía a peligro y mil años más de terapia psicológica para mi mejor amigo. No podía permitirlo.

—Más bien deberías aceptar la idea de quién es él en realidad... es un desconocido, Dean —dije tratando de no sonar demasiado rudo, él se quedó en silencio observando el techo. Creía firmemente en la idea de que la solución para su problema era aceptar la realidad, que Vladimir era un desconocido peligroso, era eso o irse lo más pronto posible lejos de él.

He conocido de primera mano a todos los idiotas con los que mi mejor amigo ha salido estos años. Siempre era la misma rutina. Él comenzaba a salir con algún hombre, cuando se dignaba en contármelo entonces lo convencía de mandarlo a investigar y siempre, literalmente siempre, descubríamos que no eran quienes afirmaban ser o tenían otras parejas. Lamentablemente, Dean ha tenido la mala suerte de lidiar con puros patanes. Hasta que llegó David, cuyo expediente era impecable, su único defecto parecía ser que era demasiado bueno. Eso era extraño. Nadie es tan santo ni tan puro...

No confiaba del todo en David a pesar de que a simple vista lucía realmente enamorado de Dean. Le he insistido incontables veces a mi mejor amigo para que aplazara su boda lo máximo posible. Cinco meses no eran suficientes para conocer bien a la persona con la que supuestamente deseas pasar el resto de tu vida.

—¿Crees que no sé que es un desconocido? ¡Lo sé! Pero aun así yo... —él hizo una pausa y suspiró pesadamente. —No entiendo qué está mal conmigo —dijo pasándose una mano por la cara.

No dije nada y me limité a observarlo, nada de lo que dijese tendría importancia para él. Pienso que como amigo lo que debería hacer es tratar de evitar que ellos dos estén juntos o que siquiera vuelvan a intercambiar palabras mientras Dean se toma su tiempo en aceptar los hechos.

—Y bueno... él es tu hermanastro... —cuando susurró eso hice una mueca y lo asesiné con la mirada, él se echó a reír. No había querido detenerme a pensar eso. Valentin y mi madre tuvieron una discreta boda hace años, a la cual no pude asistir. Pero eso no cambiaba el hecho de que Vladimir era parte de mi familia. Mi padre le vendió esta casa a Valentin poco antes de que él y mi madre se casaran, por lo que básicamente, este era lugar de los Sokolov. Dahlia, mi habitación y una que otra foto era lo único Brown que quedaba. —Dios... la herencia que vas a tener algún día...

Asfixié a Dean con una almohada cuando dijo aquello con curiosidad. Él comenzó a reírse y me pegó con la almohada cuando liberé su cara. Lo último que pensaría ahora mismo es en dinero.

Los dos nos quedamos en silencio por un largo rato. Lo observé con detenimiento. Admiré las ondas en su cabello negro y sus largas pestañas. Su piel seguía siendo tan tersa como la de un bebé, quizás gracias a todo el cuidado que le da por su profesión o quizás solo sea simple genética.

Los dos miramos hacia la puerta cuando se abrió de repente, observamos a Cameron recostarse del umbral y mirarnos con una ceja arqueada. Me sentí mal al recordar lo que nos contó sobre Dominik, a quien aún no he tenido la oportunidad de interrogar.

—Dice tu madre que bajen a desayunar... —dijo pesadamente antes de bostezar. —No entiendo por qué me tienen de recadero... —murmuró algo malhumorado. 

—¿Hablaste con Dominik? —preguntó Dean leyéndome la mente. Los dos nos sentamos para ver mejor al rubio, el cual ahora tenía una sonrisita misteriosa que me hizo suspirar de alivio. Si Dominik realmente lo estuviera engañando entonces él estaría llorando o totalmente devastado como lo vimos ayer. 

—Sí, fue todo un malentendido... —aclaró adentrándose en la habitación, arqueé una ceja. ¿Qué clase de malentendido le hizo pensar que uno de los hombres más enamorados en este mundo estaba siéndole infiel?

—¿Y cuál fue el malentendido? —pregunté sin contener mi curiosidad, la sonrisa del rubio creció haciendo que Dean y yo nos miráramos de reojo con intriga. 

—Me estaba preparando un regalo sorpresa, me compró un yate por nuestro ani... —dejé de escucharlo y me quedé boquiabierto, Dean a mi lado estaba igual. ¡¿Dominik le compró un jodido yate?! 

Agarré una almohada con fuerza, Dean imitó mi acción y después de intercambiar miradas nos acercamos a Cameron y muertos de celos comenzamos a golpearlo. ¡¿Por qué él recibe un yate y nosotros nada de eso?!

—¡Paren! ¡Dos contra uno es abuso! —exclamó el rubio corriendo hacia la cama para tomar una almohada y defenderse, en cuanto la agarró nos comenzó a golpear como si su vida dependiera de ello.

Cinco minutos después Dean y yo nos encontrábamos con nuestras caras pegadas al frío piso de madera mientras Cameron estaba sentado tranquilamente sobre nuestras espaldas. ¿Qué diablos come este hombre? Por un momento habíamos olvidado que Cameron cambió el fútbol soccer por americano en la universidad. Por lo que derribarnos era pan comido para él.

—Dis contri uni is abusi —repetí sus palabras con molestia mientras sentía su codo presionando una de mis costillas.

—¿Vas a pedir el desayuno a la mesa o qué? ¡Ya levántate! —dijo Dean con rabia viendo lo acomodado que estaba.

—Dame un momento para pensarlo... —soltó Cameron con malicia, resoplé y me aguanté una risita al ver cómo bajaban gotas de sudor por la frente de Dean.

—¡Oigan! Bajen a desa... —Luke se calló de repente cuando se detuvo en la puerta y nos vio con curiosidad.

—¡Luke! ¡Dile a tu hermano que nos deje en paz! —le pedí con súplicas al castaño, él se rio un poco y miró a Cameron con desaprobación.

—Están llegando los invitados, ¿ya pueden dejar de jugar? —le dijo cruzándose de brazos, Cameron resopló y se levantó, en cuanto lo hizo sentí que el aire volvía a mis pulmones.

—Has crecido un montón... —murmuré asombrado cuando Luke nos ayudó a levantarnos. El hermano menor de Cameron ya era más alto que yo y sorprendentemente tenía más músculos que el camarón.

—Comencé a entrenar hace unos años... —me explicó mientras todos salíamos de la habitación luego de que Dean se terminara de vestir, lo escuché con atención cuando comenzó a contarme sobre su vida. Me quedé observando sus amables ojos negros. Luke era tan bondadoso y cálido como su madre, contrario a cierta persona... —Discúlpame, tengo que atender... ustedes vayan bajando... —se excusó cuando su celular comenzó a sonar. Asentí y lo vi alejarse un poco mientras se llevaba el teléfono al oído.

Vaya, crecen tan rápido...

Sonreí un poco cuando Cameron caminó entre Dean y yo pasando sus brazos por nuestros hombros. Se notaba que nos había extrañado. Es insoportable algunas veces, pero yo también lo había extrañado. Más que un cuñado, el rubio se había convertido en un hermano más para Dean y para mí. Me quedé pensativo al recordar que oficialmente será mi hermanastro después de hoy.

—¿No será raro que Dominik y tú estén casados y ahora sean hermanastros también? —le pregunté al rubio con curiosidad, Dean se echó a reír mientras que Cameron me miró con despreocupación.

—Si a Dominik y a mí nos da igual, no veo por qué tendría que ser raro —contestó con calma. En eso tiene razón...

—¿Cuánto está cobrando Dominik como para poder regalarte un yate? —murmuré más para mí mismo con el ceño fruncido. Es cierto que mi hermano mayor era mi jefe en el bufete, pero no tenía ni idea de que tuviese tanto dinero. Aunque no debería sorprenderme tanto considerando que también es el administrador de la mayoría de las otras empresas familiares.

—En realidad no lo compró, sino que lo mandó a hacer... —comentó Cameron mirándonos con malicia, Dean y yo nos detuvimos y nos miramos otra vez entre indignados y sorprendidos.

—No sé si tirarte por las escaleras o tirarme yo —murmuró seriamente mi mejor amigo haciéndonos reír.

—Voy a pedir un aumento cuando lo vea, esto no es justo —dije con los brazos cruzados mientras bajábamos las escaleras. La verdad era que me sentía feliz por ellos, yo tampoco podía quejarme ya que para mí, con yate o sin yate, Will era el esposo más perfecto del mundo.

Cuando llegamos al primer piso saludamos a algunos de los invitados que estaban tomando cócteles en la sala y en el jardín. Dean miró con frustración que ya habían retirado el desayuno de la mesa.

—Iré a la cocina a ver si quedaron sobras —dijo molesto ignorando a los fotógrafos que se acercaron a nosotros, Cameron y yo nos reímos y posamos para las cámaras.

Me quedé boquiabierto cuando mi mirada se encontró con Shelly y Harry, quienes estaban cuchicheando en una esquina, parecían dos señoras chismosas poniéndose al día. Los miré con emoción y caminé con algo de prisa hacia ellos aprovechando que Cameron comenzó a hablar con su hijo cuando se acercó.

Shelly era hermosa, era como el vino, se veía mejor con cada año que pasaba. El cambio más grande que noté en ella desde la última vez que la vi, es que ahora llevaba el cabello un poco más corto que antes al igual que su esposa. Se había convertido en una magnífica doctora. En cambio Harry lucía bastante delgado, al ser tan alto se notaba mucho más su gran pérdida de peso, también se había hecho un corte de pelo estilo militar. Sin duda parecía estar atravesando algún tipo de etapa... Pero lucía feliz y aquello era lo que realmente importaba. En cuanto me vieron se sorprendieron y no dudaron en abrazarme con todas sus fuerzas.

—Te extrañamos mucho, dime que no te volverás a ir... —dijo Harry tomando mis manos y mirándome con tristeza, me reí un poco. Siempre intentaba convencerme de quedarme, pero ya tenía una vida en otro país...

—Estaré aquí un largo tiempo —respondí con calma, los dos me miraron con seriedad y algo de lástima. Sabían que el motivo de mi visita era el estado de salud de mi madre.

—Hoy fuimos a Bournemouth, allá vive un doctor que quiere evaluarla... —cuando Shelly dijo eso en voz baja me quedé perplejo. Hemos buscado doctores por todo el mundo pero nadie ha querido aceptar su caso, todos han coincidido en decir que ya no queda nada más por hacer...

—¿C-Cómo lo e-encontraron? ¿E-Está aquí? —pregunté tembloroso, estaba entre asustado y emocionado. Ella negó lentamente y me agarró las manos con suavidad.

—Será solo una evaluación, no ha decidido nada todavía pero según lo que hemos investigado... no hay nadie mejor que él —dijo con sus ojos grises mirándome atentamente, tragué duro y asentí.

—¿Cómo dieron con él? —pregunté ahora con intriga.

—Valentin —se limitó a contestar Harry, sonreí un poco sintiendo amargura en mi interior. Sabía que Valentin no se daría por vencido hasta el final.

—Ha estado buscando doctores hasta debajo de las piedras... —murmuró Shelly mirando hacia donde se encontraba el rubio. Lo observé abrazando a mi madre y no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. Esta vida no era suficiente para terminar de agradecerle a Valentin todo lo que ha hecho por ella. El amor que sentían el uno por el otro era tan puro y real que me dejaba sin palabras.

—¿Y qué tal el instituto? —le pregunté a Harry para distraer mi mente y no comenzar a llorar delante de todos. El castaño se encogió de hombros y con una mirada triste le dio un trago a su bebida.

—Aburrido, ¿a qué hora es que llega el romance prohibido con un alumno millonario? —preguntó con curiosidad ganándose un pequeño codazo por parte de Shelly, no pude evitar echarme a reír cuando Harry la miró mal. Sin duda, hablar con mis amigos era la mejor terapia de todas.

—Harry, vamos al jardín un momento... —dijo Shelly agarrándole el brazo de repente, Harry arqueó una ceja y resopló.

—Tranquila, Shel, ya vi a Mr. Hetero —respondió mirando un punto detrás de mí, me di la vuelta disimuladamente y alcancé a ver a Daniel llegando junto a su elegante esposa Lucy. Me eché el cabello hacia atrás y volví la vista al frente.

Daniel terminó con Harry cuando entró a la preparatoria, al parecer no podían pasar tanto tiempo juntos porque Harry estaba demasiado ocupado con la universidad, aquello fue lo que le dijo, pero poco después comenzó a salir con chicas y tras unos años se casó con la que es su actual esposa. A pesar de que supuestamente terminaron en buenos términos, Harry aprovechaba cada oportunidad para burlarse de él o de su esposa...

—Debí traer a Marcus —murmuró con fastidio.

—¿Marcus? —pregunté sorprendido, Harry me miró, había algo de felicidad en sus ojos verdes.

—Es mi novio...

—Es solo su vecino —dijo Shelly cortándolo rápidamente y mirándome con pena, me llevé una mano a la boca para disimular mi risa cuando Harry la miró con ganas de asesinarla.

—Pronto será mi novio... —murmuró el castaño.

—Se mudó hace tres días, al menos déjalo desempacar —dijo ahora la pelinegra mirándolo como si fuese un acosador, Harry puso los ojos en blanco.

—Dylan... —escuché detrás de mí la dulce voz de Daniel así que me di la vuelta bajo la irritada mirada de Harry.

Saludé a Daniel con un gran abrazo, él era de mi tamaño, su cabello rubio lo llevaba atado en una coleta y sus ojos azules se veían tan puros como siempre. Daniel era como un muñeco de porcelana tamaño real y su esposa también era igual de hermosa, una rubia de ojos marrones con un despampanante cuerpo, la saludé moviendo una mano desde lejos, ya que ella estaba hablando con mi madre, Lucy me respondió el saludo con una tierna sonrisa. Comprendía la molestia de Harry, pero ya ha pasado demasiado tiempo. Era hora de que lo superara.

—Shelly, Harry —los saludó Daniel con tranquilidad y con la madurez que siempre lo ha caracterizado. En sus ojos no había más que cariño para Harry, pero aun así el castaño no soportaba verlo.

—Iré por otro trago —dijo antes de retirarse, Shelly saludó a Daniel algo apenada por la actitud del castaño.

—¿Dónde está Will? —preguntó el rubio mirando en la dirección en la que se había ido Harry, suspiré.

—No pudo venir esta vez —dije excusando a mi esposo, Daniel me miró con algo de compasión lo cual me hizo sentir incómodo.

—¿Y ese quién es? —preguntó Shelly mirando a alguien con las cejas arqueadas, negué lentamente al ver que estaba viendo a David, el cual se estaba poniendo rodajas de pepinos en los párpados mientras hablaba con Aiden, notamos que el pepino lo había tomado de las bandejas con snacks que llevaban algunos meseros. Sentí un poco de pena ajena.

—Es el prometido de Dean —dije devolviendo mi atención a Shelly y Daniel, los cuales abrieron los ojos con incredulidad y me miraron esperando que dijese que era una broma o algo así.

—¿Quién? ¿Bob Esponja? —preguntó Harry regresando y mirando a David con diversión, ni siquiera me giré ya que desde aquí podíamos escuchar al pelirrojo imitando la voz de la famosa esponja amarilla...

Harry, Daniel y yo miramos a Shelly, su cara enrojeció y sus mejillas se llenaron de aire, cuando una lágrima recorrió una de sus mejillas ella no aguantó más y explotó de la risa, la observamos reírse a más no poder mientras se agarraba la barriga.

Te entiendo, Shelly... Yo también casi morí de la risa la primera vez que vi a David actuar así. Pero eso me dejó de parecer gracioso cuando Dean dijo que se iban a casar.

—Tengo que hablar con Dean —dijo ella limpiándose las lágrimas.

—Adelante, inténtalo —respondí sin mucha fe de que pueda hacer que Dean entrara en razón.

—Yo no lo veo tan mal, un poco extraño pero parece buena persona —dijo Daniel evaluando a David con la mirada, asentí con pesar. David no era mala persona pero algo en él no terminaba de cuadrarme...

—Estoy seguro de que no dejará a Dean por alguna mujer, así que dejémoslos ser felices —soltó Harry venenosamente, aquello había sido una clara indirecta para Daniel. Shelly y yo nos miramos con caras de "Aquí va otra vez...".

—¿Podemos hablar un momento, Harry? —le preguntó Daniel con seriedad, el castaño lo miró con desdén y luego lo ignoró completamente.

—¡Dean! ¡Por aquí! —exclamó levantando una mano cuando Dean salió de la cocina, él miró hacia acá y comenzó a acercarse.

—Dean está para chuparse los dedos, las fotos no le hacen nada de justicia...  —dijo Shelly impactada mirando a mi mejor amigo de arriba abajo, me reí y admiré la confianza con la que el pelinegro caminaba hacia acá. Sus carnosos labios estaban curvados en una sonrisa y unos cuantos mechones de cabello habían caído sobre su frente dándole un aire sexy pero algo inocente a la vez. La camisa de satín que tardó tanto en escoger le quedaba perfecta, resaltaba el color negro de sus ojos y sus brazos. Noté los anillos de plata que tenía en una de sus manos y luego bajé la vista a su pantalón negro de vestir. Literalmente parecía salido de una revista, como siempre, y aun así se quejaba de su ropa...

Él llegó a nuestro lado y después de saludarlos comenzó a hablar con ellos sin dejar de mirar de vez en cuando hacia la puerta, puse los ojos en blanco. Es obvio que está esperando ver a Vladimir.

—Dean, explícame... —soltó Shelly de repente mirando hacia David, Dean siguió su mirada y un leve sonrojo cubrió sus mejillas al ver que David ahora estaba tapándose la nariz e imitando otra extraña voz mientras Aiden reía como desquiciado.

—¿Qué? Es divertido... —dijo mi mejor amigo a la defensiva, aunque sonaba algo inseguro. Todos nos quedamos mirándolo fijamente.

—Sí... el alma de la fiesta —murmuró la pelinegra volviendo a aguantarse la risa a duras penas, Dean la miró mal. Entiendo que a David le guste hacer esas cosas, pero no creo que este sea el momento ni el lugar indicado para eso...

Pensé aquello mientras veía cómo algunas personas le dirigían miradas curiosas al pelirrojo. Muchos de los invitados eran políticos o empresarios, amigos de mi padre. También estaban presentes distintos medios de comunicación.

—Dylan... —dejé de pensar en aquello cuando Shelly me llamó en un susurro, se veía un poco preocupada, no dije nada cuando me apartó un poco de los demás. —Dominik me contó que ya vieron a Vladimir... —comenzó diciendo bastante nerviosa, me mostré impasible. Nuestros amigos nunca habían conocido a Vladimir, pero les habíamos contado sobre él y su supuesta muerte hace 18 años. Era obvio que ellos también sabían la verdad todo este tiempo. Seguían siendo cercanos a mi familia aunque no estuviésemos Dean y yo presentes.

—Sí, gracias por contárnoslo, Shelly —mascullé sarcásticamente, había un poco de vergüenza en su expresión.

—¡No me mires así! Para mí también fue una sorpresa. Sabes que Dominik es el abogado del hospital donde trabajo, ¿verdad? Bueno, un día mis compañeras se volvieron completamente locas hablando del sexy ruso que estaba en la cafetería con tu hermano, obviamente pensé que hablaban de Valentin así que imagina mi cara cuando bajé y conocí al señor No Muerto Sokolov —explicó ella dramáticamente, me crucé de brazos y observé gotitas de sudor aparecer en su frente.

—¿Y cuándo sucedió eso? —le pregunté retóricamente sabiendo que no respondería aquello, sus mejillas se tiñeron de rojo al escuchar mi pregunta. Suspiré. Era evidente que llevaba años sabiendo la verdad.

—No me juzgues, ese dios huele a peligro y muerte, les hicimos un favor, créeme... —soltó ella con la mirada un poco perdida. Resoplé. 

—¿Lo acabas de llamar "dios"? —pregunté riéndome un poco, ella me miró con seriedad.

—Ya lo viste, ¿no? —se limitó a decir como si eso explicara todo.

—Y bien, ¿todos se coordinaron para dar la misma excusa? —pregunté con burla al ver que tenían el mismo discurso para su complot. Todos insistían en que lo mejor para nosotros fue no saber que Vladimir seguía caminando por este mundo. Lo que sí me sorprendió mucho fue la fría mirada que Shelly me dirigió tras escucharme, luego sonrió levemente de una manera extraña cuando miró hacia la puerta, al ver hacia allá no pude evitar tensarme y sentir que mi cuerpo se ponía en alerta.

Vladimir finalmente hizo acto de presencia. Estaba en la entrada de la sala junto a una atractiva y sorprendentemente alta castaña, por el rabillo del ojo noté que Dean los miró un poco sorprendido pero no tardó en darse la vuelta nuevamente y seguir hablando con Daniel y Harry, a simple vista parecía no haberle afectado la llegada del ruso... Eso diría si no conociera a mi mejor amigo. A mis ojos, él se veía bastante desconcertado. 

Miré nuevamente a Vladimir, él estaba hablando con Dominik sin apartar su brazo de la cintura de la mujer, la cual lucía bastante contenta de estar a su lado. Miré de arriba abajo su elegante vestido rojo que literalmente llegaba al piso, tenía la espalda descubierta dejando a la vista un pequeño tatuaje de una especie de pirámide invertida con una daga, fruncí el ceño cuando sentí que ya había visto ese tatuaje antes, pero no podía recordar dónde. La chica llevaba el cabello recogido a un lado, su maquillaje de tonos oscuros y ahumados parecía más apropiado para la noche, pero aun así se veía demasiado cautivadora y misteriosa, justo como el hombre a su lado, el cual llevaba una simple camisa blanca y unos pantalones de vestir azules, pero aquello era suficiente para tener sobre él las miradas de todas las mujeres en el salón, exceptuando a mi madre. Regresé mi atención al tatuaje de la mujer, pero segundos después se echó el cabello hacia atrás impidiéndome verlo, mantuve mi expresión serena cuando la mujer me miró directamente a los ojos, como si supiera que había estado observándolos todo este tiempo. Sus ojos eran verdes, se veían fríos y astutos, me estremecí. Vladimir y esa mujer estaban en una sintonía completamente distinta a la del resto del salón...

—Ven a ver —aparté la mirada de ellos cuando Shelly me habló, caminé hacia uno de los ventanales con ella. Observamos en silencio a los guardaespaldas esparcidos por el patio. —Cuando nos contaste sobre Vladimir nos dijiste que era un asesino de primera... —comenzó diciendo la pelinegra mirándome de reojo, asentí recordando a Vladimir en acción. Shelly se acercó más a mí. —¿Cuántos enemigos debe tener alguien así para necesitar toda esa seguridad? Piensa en eso y luego dime si sigues sin entender por qué no quisimos decir nada —dijo en un susurro, ni siquiera la miré. Lo entendía. Y aunque odiara admitirlo, ellos tenían razón...

—Más de los que pudieras imaginar —dimos un respingo asustados cuando mi sobrino Klaus se acercó sigilosamente, ni siquiera había notado que estaba tan cerca de nosotros. Él también estaba mirando por la ventana. —A diferencia de su padre, que nunca mostró públicamente su rostro, todo el mundo sabe quién es Vladimir, por lo que cualquier enemigo que tenga sabe exactamente a quien buscar... —terminó diciendo mientras bajaba sus ojos verdes a los míos, sentí un extraño escalofrío. Algo me dice que todo esto es más serio de lo que Dean y yo creemos.

—¿Y esas caras de tragedia? ¡Hoy debemos celebrar! —ninguno dijo nada por unos cuantos segundos cuando mi hijo menor se acercó mirándonos confundido, poco después asentí y le sonreí.

—Vamos a ver si podemos robar algo de la cocina, me estoy muriendo de hambre... —masculle con honestidad sobándome la barriga, él me miró encantado.

—Yo estoy igual, a papá le encantarían los muffins que hicieron para el desayuno, debería llamarlo y decirle que... —ignoré el parloteo de Aiden y mis ánimos se fueron al piso en cuanto mencionó a su padre...

Dean

—Gracias —le dije a David con una sonrisa cuando se acercó y me pasó una copa con cóctel de frutas. Necesitaba algo para aligerar la tensión en mi cuerpo y para forzarme a no mirar a Vladimir o a la mujer que había traído consigo. No me molestaba aquello, no soy quien para molestarse por eso... Pero me sentía algo incómodo por alguna razón... —David, ellos son Harry y Daniel, mis amigos... y él es David, mi novio —los presenté mirando fijamente a mis queridos amigos, los cuales le sonrieron y se presentaron. Sabía que no se habían llevado una muy buena primera impresión de David, y cómo no... Ya me di cuenta de que David y Aiden no son una buena combinación, los dos juntos son como niños. Solo que Aiden sí era un niño...

Shelly se acercó con una sonrisita y saludó a David mientras lo miraba con curiosidad, la observé con advertencia para que no saliera con algún comentario extraño. Shelly no tenía pelos en la lengua a la hora de decir lo que pensaba.

—¿Y a qué te dedicas, David? —le preguntó luciendo genuinamente interesada.

—Soy detective —respondió mi pelirrojo con una sonrisa, Shelly susurró un "ohh, qué irónica es la vida" y contuvo una sonrisa, los dos nos quedamos mirándonos fijamente. En los ojos grises de mi alta doctora había interrogación.

—Qué bueno es tener un policía cerca, con tantos chicos malos que hay por aquí —murmuró ella sin dejar de mirarme, David se rió. Me pasé una mano por la cara.

—¿Y cuánto tiempo llevan juntos? No sabíamos que te ibas a casar, Dean —dijo ahora Harry con un tono acusador, me reí un poco nervioso al sentir la fija mirada de David sobre mí. Probablemente le sorprendía que ellos no supieran nada de la boda.

—Nos comprometimos hace apenas un mes y medio, no había tenido oportunidad de contarles —contesté sintiéndome un poco incómodo. Sabía que si les decía que llevamos saliendo cinco meses, no tardarían en darme uno de los discursos de Dylan.

—¿Y dónde se conocieron? —preguntó Daniel con curiosidad, quise echarme a llorar. 

—Él es quien hace los interrogatorios, no al revés —dije fingiendo una risa para que ya dejaran de hacer tantas preguntas, pero aquello solo hizo que todos me miraran con sospecha. ¡Genial!

—Tranquilo, no me molesta. Nos conocimos hace cinco meses en un café —respondió David pasando un brazo por mi cintura, las caras de mis amigos no tenían precio. Todos estaban impactados. —Quizás piensen que es muy pronto, pero les digo, en cuanto lo vi supe que era el indicado... —agregó el pelirrojo mirándome con adoración, sonreí un poco sintiéndome extremadamente tenso y algo culpable por haber dormido en la cama de Vladimir la noche anterior.

—Awww, ¡qué romántico! ¿Fue lo mismo para ti, Dean? —asesiné a Shelly con la mirada cuando dijo aquello fingiendo inocencia, tragué duro cuando David me atrajo más hacia su cuerpo.

—Claro, Shelly —respondí fingiendo una pequeña sonrisa, David plantó un sonoro beso en mi mejilla bajo la atenta mirada de mis amigos.

—¡Qué vivan los novios!

Se me encogió el estómago cuando escuchamos a Vladimir decir eso detrás de mí, todo mi cuerpo se tensó cuando se detuvo a mi lado con una sonrisa de chulo que me irritó, noté que no estaba con la castaña, me mantuve en silencio cuando David levantó la copa en su mano hacia el ruso al igual que Harry y los demás. Podía sentir cómo el cuerpo de mi novio comenzaba a transpirar un poco haciendo aun más insoportable nuestra cercanía. Estoy seguro de que si me acercaba mas a él podría escuchar su corazón latiendo rápidamente por los nervios de estar cerca de ese hombre.

—No habíamos tenido oportunidad de presentarnos bien ayer —le dijo mi novio al gigante ruso disimulando bastante su ansiedad, Vladimir lo miró con una expresión tan falsa de sorpresa que no pude evitar mirarlo mal. Traté de mandarle un mensaje con la mirada, era obvio que no quería que estuviera aquí ni que hablara con David.

—Vladimir Sokolov, aunque eso ya deberías saberlo —dijo el para nada humilde ruso estrechando la mano de David, el cual soltó una carcajada y lo miró fijamente con desafío a pesar de que ya se podía oler el sudor en exceso que estaba produciendo su cuerpo.

—¿Hay alguien aquí presente que no te conozca? —preguntó David haciéndome rodar los ojos. ¿Este es el mismo David que ayer me hablaba sobre lo despreciable que son los Sokolov? Ahora mismo parecía un fanático del ruso. Vladimir sonrió de lado de una forma que hizo estremecer todo mi cuerpo.

—Como si ya no tuviera el ego en el cielo... —murmuré antes de darle un sorbo a mi coctel, Vladimir al parecer me escuchó ya que soltó una risita y la diversión relució en sus impactantes ojos, interrumpí el contacto visual rápidamente antes de que David sospechara algo.

—¿Llegaste ayer, Sokolov? —le preguntó Shelly a Vladimir con curiosidad, el ruso asintió y giró un poco su cuello luciendo algo tenso.

—Sí, había olvidado lo incómodas y pequeñas que son algunas camas en este país —soltó de repente con un aparente dolor de cuello, se me secaron los labios al recordar lo cómoda que había estado su gigantesca cama. ¿Cómo rayos no me di cuenta de que estaba en su habitación esta mañana? El tamaño de esa cama era completamente anormal.

—Dahlia me dijo que mandaste a hacer una por esa misma razón —contó Harry entre risas, Vladimir asintió luciendo algo complacido de que haya dicho eso.

—Sí, pero anoche tuve que cedérsela a alguien más —cuando Vladimir dijo eso casi me atraganto con un pedacito de manzana del cóctel, David no tardó en darme palmaditas por la espalda mientras que las miradas sospechosas de mis amigos no se hicieron esperar, en cambio, el gigante a mi lado me observaba con intensidad y diversión. Lo voy a matar.

—Creo que deberías tomar agua —mencionó Shelly mirándome algo preocupada, asentí levemente sin dejar de toser un poco.

—Iré a buscarte un poco —dijo David rápidamente, como pude luché por dejar de toser y negué mientras lo agarraba con fuerza de un brazo para que no se marchara.

—Ya me siento un poco mejor —susurré mirándolo a los ojos, él me observó con dudas pero luego asintió, cuando sentí que Vladimir rozó levemente uno de mis brazos me enojé conmigo mismo porque toda mi piel se erizó y mis pezones se erectaron. Sin pensarlo dos veces besé a David tomándolo por sorpresa, aquello duró solo unos segundos pero bastó para sacarle una sonrisa de oreja a oreja al pelirrojo, de reojo noté que Vladimir tenía una ceja arqueada mientras nos observaba.

—Ay, el amouur —dijo Harry soñadoramente mirándonos con emoción, en cambio Shelly y Daniel me observaban con expresiones un tanto frías. Obviamente no se tragaron el pequeño numerito, al igual que Vladimir, quien ahora me miraba los labios sin disimulo alguno.

—¿Me disculpan? Vengo en un momento —dije soltándome finalmente del agarre de David, sin esperar ninguna respuesta salí con algo de prisa de la sala, en cuanto lo hice respiré hondo y caminé hacia uno de los baños. Estaré acabado si a Vladimir se le ocurre decir que dormí en su habitación. No me preocupaba tanto dejar a David con los demás, sabía que Vladimir no soltaría una bomba así a menos que yo estuviese presente. Claramente su plan era acabar con mi paciencia.

—Dean...

Me di la vuelta al escuchar a Shelly a mis espaldas, ella estaba ahí parada mirándome fijamente. Me quedé expectante, me dedicó una pequeña sonrisa triste y sorprendiéndome acortó la distancia entre nosotros y me dio un fuerte abrazo.

—Espero que te encuentres bien... —dijo dejándome un poco desconcertado, ella me miró significativamente y al cabo de unos segundos suspiró con pesadez. Sé que hay algo que quiere decirme.  —Se nota que no amas a David...

—Llevas años sin verme, Shelly, tal vez no me conoces tanto como crees —dije de inmediato sintiéndome un poco ofendido por sus insensibles palabras, ella volvió a suspirar y asintió.

—Si eso es lo que crees, está bien, no volveré a mencionarte el tema... —respondió con una mirada un poco dolida, pasé saliva. Shelly y yo nunca hemos perdido la comunicación pero llevábamos años sin vernos, la gente cambia. —Pero recuerda que David ni nadie merece estar con alguien que no le corresponda su amor. Tú eres fuego y él se ve tan... no lo sé, agua... hielo... —murmuró dejándome sin palabras, podía notar que ella realmente quería ayudarme pero me molestaba que todos asumieran que no amaba a David.

Me molestaba porque era la cruda verdad que no he querido admitir en voz alta.

—Lo quiero mucho, Shelly —declaré encogiéndome de hombros, ella hizo una mueca y levantó ambas manos. —Lo suficiente como para no fallarle y hacerlo feliz —agregué esta vez sintiendo un poco más de determinación a pesar de la desaprobación que estaba escrita en su rostro.

—¿Y tú? ¿Serás feliz? —preguntó retadoramente como si ya supiera la respuesta a aquello. Sonreí un poco sintiendo un conocido vacío en mi interior.

—No todos estamos destinados a terminar con el amor de nuestras vidas como tú, o Dylan, o Cameron, incluso Celine y Robert. Para algunos, la vida real no es un cuento de hadas, y no pienso disculparme por tratar de hacer mi existencia un poco menos miserable con un hombre que me ama... y ahora, si me disculpas... —la expresión de Shelly se fue deformando a una de tristeza al escuchar mis palabras, le di la espalda y seguí mi camino lejos de allí. Había sido algo duro con ella, lo sabía, pero me fastidiaba un poco lo fácil que se les hacía criticar mi vida amorosa cuando ellos han estado viviendo la mitad de sus vidas con las personas que aman y que darían todo por ellos.

Mi cuento no tiene el final feliz que alguna vez imaginé y tengo que aprender a vivir con eso.

Dylan

—¡Los regalos! —exclamé de repente al recordar que no les había podido comprar nada a mi padre y a Analise. Dean me miró sin mucha preocupación mientras que mis amigos soltaron unas risitas.

—No había mucho que hacer, recuerda que fue ayer que nos enteramos de todo esto —respondió el pelinegro mirando alrededor. Todos dirigimos la mirada hacia donde ahora estaban Vladimir, la castaña y Dominik, los tres estaban un poco cerca de nosotros así que podíamos escuchar lo que decían, sin embargo, no entendimos ni una sola palabra ya que estaban hablando en ruso. —Sabes qué... ¿por qué no salimos y vemos qué encontramos? —ahora todos giramos nuestras cabezas hacia Dean cuando soltó eso con una pequeña sonrisa incómoda.

Miré mi celular, todavía faltaban unas cuantas horas hasta que la boda comenzara.

—¡Iré con ustedes! —exclamó Harry dejando su copa sobre la bandeja de un camarero que cruzó a nuestro lado. Shelly se quedó pensativa mientras que Daniel nos miró con dudas.

—Es sábado, a esta hora casi todas las tiendas deben estar cerradas —dijo el rubio luciendo muy convencido de ello. Él tiene un punto... Pero por la expresión de Dean un poco agotada, sabía que solo deseaba estar lejos de aquí por un momento.

—Podemos hacer el intento —dije vagamente viendo como sus ojos se iluminaron, Harry levantó los brazos con emoción. Daniel lo miró de reojo y luego miró a su esposa, la cual estaba más alejada hablando con unas mujeres.

—Yo me quedaré... los cubriré si alguien pregunta por ustedes —cuando el rubio dijo eso Harry lo miró con burla, en cambio creo que todos los demás nos sentimos más tranquilos. Si no estaban juntos entonces el ambiente dejaría de ser tan incómodo.

—Debemos darnos prisa —agregué seriamente, todos asintieron y entre murmullos caminamos hacia la puerta. Cameron iba entrando y nos miró con curiosidad hasta que Shelly lo agarró por un brazo.

—Tú también vendrás —le dijo sin darle oportunidad de replicar, el rubio nos miró confundido.

—¿Y ahora a quién van a matar?

Entrelacé mi brazo con el de Dean y me quedé a su lado mientras él le escribía a David que íbamos a salir, me sorprendió un poco ver que no habían rastros del pelirrojo entre los invitados.

—Probablemente está en el baño —dijo mi mejor amigo guardando su celular, asentí y los dos vimos de reojo cómo Vladimir salía del lugar por otra de las puertas no sin antes echarle una mirada intensa al hombre a mi lado. Me reí un poco al ver que Dean solo lo miró con desdén. Debía admitir que está mejorando bastante en ocultar lo que siente o piensa. En cuanto Vladimir desapareció de nuestras vistas pude notar como dejaba caer sus brazos y se relajaba.

—¿A dónde creen que van? —todos nos asustamos cuando Abigail se acercó a nosotros con una mirada desquiciada.

—Iremos a comprar regalos para los novios —le respondió su esposa agarrándole los hombros y sobándola un poco. La rubia la miró con tanta seriedad que Shelly terminó riendo nerviosa y apartando sus manos de ella.

—No tardaremos mucho —dijo Harry con calma, Abigail hizo una mueca mientras lo pensaba.

—Si no están aquí dentro de una hora, los mataré a todos —respondió finalmente pasando sus ojos azules por cada uno de nosotros. Shelly sonrió y después de darle un beso en la frente salimos dejando a la rubia atrás.

Fuimos al estacionamiento y me quedé sorprendido al ver todos los lujosos autos estacionados. Sabía que no eran de los invitados, ya que esos estaban en otro lado. Pero tampoco parecían del estilo de mi padre y no recordaba haberlos visto antes.

—No puede ser... —todos miramos a Dean, él literalmente corrió hacia la Mercedes G-Wagon negra último modelo que estaba al fondo, aquel era el auto de los sueños húmedos del pelinegro. —¡Vámonos en este, vámonos en este, vámonos en este! —comenzó a decir como un niño mientras daba saltitos, todos nos reímos.

—Pero...

—Pero nada —cortó rápidamente a Cameron mientras iba y buscaba la llave en el tablero que estaba en la pared, cuando la encontró la levantó con una cara de felicidad tan grande que no pude evitar sentirme bien.

Sin más, Dean se subió en el asiento del conductor, yo me senté a su lado mientras que Cameron, Shelly y Harry se sentaron atrás a la vez que buscaban en Google tiendas que pudiesen estar abiertas hoy.

Miré a mi mejor amigo, el cual todavía no borraba esa sonrisa de su rostro. Me puse el cinturón un poco nervioso ya que no recordaba cuándo fue la última vez que lo vi conducir.

Él miraba el interior del vehículo con total fascinación, lo observamos respirar hondo y casi babear al oler el perfume que estaba impregnado en los asientos. Sí que era un buen perfume.

Cuando él condujo fuera del estacionamiento vi a lo lejos a un fornido hombre vestido de negro correr en esta dirección, me rasqué la nuca y miré alrededor pensando que quizás se dirigía a otro lugar. No tuve más tiempo de pensar ya que Dean aceleró como si no hubiese un mañana, lo miré, él estaba tan concentrado mirando al frente y sumido en su emoción, que creo que ni siquiera vio al pobre hombre. Cuando miré atrás los demás seguían buscando tiendas.

Me mantuve mirando por la ventanilla cuando salimos del residencial. La calma que sentí al pasar por aquí ahora sabiendo que Vladimir estaba vivo, fue algo indescriptible. Miré a mi lado, la suave sonrisa de Dean me decía que para él también era igual. Era como si años de pesadillas y traumas se hubiesen desvanecido en tan solo un segundo. 

Cuando llegamos a la ciudad me quedé fascinado viendo todos los cambios y los lugares nuevos, cuando Dean pasó por el instituto no pude evitar sentir que mi corazón se aceleraba al recordar todo lo que vivimos en ese lugar... 

—Dobla a la izquierda —le indicó Cameron mientras veía su celular, todos nos tuvimos que agarrar con fuerza cuando Dean giró bruscamente cuando estuvo a punto de pasarse la calle. Por suerte no habían otros autos cerca.

—Es mejor seguir las direcciones aquí... —dijo Dean tocando la pantalla táctil a su lado. No sé a qué botón le habrá dado pero una canción rusa se comenzó a escuchar por las bocinas haciendo que mi mejor amigo frunciera el ceño. —¿Este auto es de Valentin? —preguntó mirando a Cameron por el retrovisor, el rubio se mantuvo serio por unos segundos mientras todos lo mirábamos expectantes. Sentí un dolor en el estómago de repente.

—Es de Vladimir —en cuanto respondió eso Dean frenó de golpe y todos lo miramos mal cuando nos impulsamos hacia adelante. —Es lo que traté de decirte —se defendió el rubio cruzándose de brazos. Dean lo asesinó con la mirada pero después respiró hondo y asintió.

—No importa, lo devolveremos en un rato —dijo fingiendo calma a pesar de que vi cómo apretaba el volante con fuerza.

—¿Y si algún enemigo suyo reconoce el auto y nos intenta matar?

—¡Harry! —gritamos todos con reproche al escucharlo decir eso. Aunque sabíamos que no era una idea muy descabellada...

Todos gritamos del susto cuando comenzó a sonar un teléfono. Era el de Cameron, él nos mostró la pantalla "El padrino", obviamente se trataba de Vladimir, solo Cameron le pondría así a un verdadero mafioso.

—Contesta —le dijo Shelly con prisa, Cameron negó y puso el celular en silencio ignorando por completo la llamada con demasiada tranquilidad. —Ven, yo le responderé —insistió la pelinegra extendiendo su mano, Cameron la miró con exasperación y le pasó el celular.

Dean apagó la música y todos nos quedamos en completo silencio mientras Shelly aceptaba la llamada.

—¡Do svidaniya, Vladimir! —soltó Shelly con una risa nerviosa en cuanto contestó. Cameron se llevó una mano a la frente al escucharla.

—Eso significa adiós, hasta yo se eso, Shelly... —le dije a la pelinegra en un susurro, ella me miró mal.

Regresen, ahora.

Miramos el celular con terror al ver que el altavoz estaba activado. Vladimir dijo aquello con un tono tan frío y calmado, que todos nos quedamos en silencio.

—Te la regresaremos en unos minutos, relájate —Dean fue el único que se animó a responderle, escuchamos un resoplido al otro lado de la línea, luego Vladimir comenzó a hablar con alguien en su idioma.

Dean, esto no es un juego —cuando Vladimir dijo eso sentí un escalofrío por todo mi cuerpo, sonaba realmente serio. Miré a los demás, Shelly y Cameron se veían el uno al otro un poco preocupados, en cambio Harry no dejaba de mirar hacia afuera con sospecha.

—Lo sabemos —contestó nuevamente mi mejor amigo antes de quitarle el celular a Shelly y cerrar la llamada. Todos lo miramos como si se hubiese vuelto loco pero él nos ignoró y siguió conduciendo.

No volvimos a recibir más llamadas de Vladimir.

Minutos después nos detuvimos frente a una tienda de electrónica y de cosas del hogar. Cuando estuvimos dentro comenzamos a recorrer toda la tienda sin ver nada que nos llamara la atención.

—¿Qué se le regala a personas que ya lo tienen todo? —preguntó Harry llevándose una mano a la barbilla. Dean abrió los ojos con sorpresa mientras me miraba.

—Tengo una idea, ¿qué les parece una colección de vinos? —dijo con una sonrisita, todos asentimos y halagamos su idea. Mi padre amaba los vinos, luego de que Cameron confirmara que a su madre también le gustan, salimos de la tienda y caminamos hacia el auto mientras Dean hacía unas llamadas.

Todos miramos la camioneta negra que se había estacionado detrás de nosotros, pero lo que llamaba la atención eran los tres enormes rusos que estaban recostados de ella, ellos le hicieron un saludo a Cameron, el cual les respondió de igual forma.

—Son hombres de Vladimir, ya vámonos —dijo el rubio caminando hacia el auto luciendo evidentemente tenso, todos nos sorprendimos un poco pero nos subimos y Dean en completo silencio comenzó a conducir hacia un viñedo, observé por el retrovisor que los hombres nos seguían de cerca.

—Solo quiere dárselas de don importante —masculló Dean mientras rodaba los ojos, me inquietó un poco el silencio y la seriedad en los semblantes de los demás.

—De verdad no tienen ni idea, ¿cierto? —alcancé a escuchar aquello que les susurró Harry a Shelly y a Cameron, miré hacia atrás, ellos estaban mirando mal al castaño. Decidí hacerme oídos sordos, sabía que no me gustaría la respuesta.

Media hora después nos encontrábamos a las afueras de la ciudad entrando por unas enormes puertas negras que dejaron a la vista los grandes cultivos de uvas. Solté un silbido al ver el moderno edificio de dos pisos que había al final del camino. Antes de que siquiera nos bajáramos ya había un trajeado hombre esperándonos.

Cuando nos desmontamos, Cameron le dijo algo a los rusos y luego entramos dejándolos afuera. Tomé uno de los catálogos que el hombre comenzó a repartirnos.

—Gracias por recibirnos sin reservación, esto es algo de último minuto —se disculpó Dean hablando en un perfecto francés, los demás lo miraron sorprendidos cosa que me hizo gracia. Dean siempre ha trabajado para varias marcas francesas, por lo que aprendió el idioma hace años y me forzó a tomar algunas clases con él.

—Todo amigo del señor Pierre es bienvenido cuando sea —le respondió el hombre encantado, arqueé una ceja y miré a Dean cuando soltó una pequeña risa. —Síganme, por favor —dijo ahora en inglés mientras comenzaba a caminar.

—Mmmm... ¿Pierre? —le susurré a Dean mientras seguíamos al hombre, él me miró con algo de diversión.

—No lo conoces, es un viejo amigo —respondió con un tono algo misterioso.

—Uhumm... me consta... —murmuré sarcásticamente antes de prestarle atención al catálogo en mis manos.

Una hora más tarde nos encontrábamos de regreso en la casa viendo cómo los rusos bajaban las cuatro cajas de vinos del auto. Abigail salió corriendo de la casa y se acercó con los ojos ardiendo en furia.

—¡Ya casi va a comenzar! —exclamó con estrés, sin perder más tiempo la seguimos.

Todos nos comenzamos a acercar a nuestros asientos en cuanto salimos al enorme jardín trasero. Vi alrededor de unas 60 personas reunidas aquí, comencé a saludar rápidamente a los que reconocía o más bien recordaba. Abigail había hecho un trabajo excelente. Las sillas eran blancas y tenían delicadas fichas con los nombres de cada uno. Había un camino de pétalos blancos sobre el verde césped que separaba las columnas y por el que Analise no tardaría en caminar. Miré el altar y sentí los nervios de punta por la emoción. Había un hermoso arco de rosas blancas y peonias rosadas, algunas flores caían simulando una cascada bajo la cual se encontraba mi padre, un cura y Dominik, el cual fue escogido como padrino. Aquello no me molestó en lo absoluto, sé que ellos se han vuelto muy unidos en todos estos años, cosa que me hacía más que feliz.

Le sonreí a mi madre al ver que me tocaba sentarme a su lado, le di un abrazo en cuanto tomé asiento, a su otro lado estaba Valentin. Estábamos en primera fila, noté que el lugar a mi lado era para Dean, pero él no se encontraba aquí, miré hacia atrás buscándolo y me sorprendió verlo sentado al fondo. Él negó con la cabeza cuando le hice señas para que viniera a mi lado. Suspiré y traté de ubicar a Vladimir. Me alegró ver que estaba bastante lejos de Dean, se encontraba hablando con la misteriosa mujer, probablemente nos dirá una que otra cosa por habernos llevado su vehículo en cuanto tenga oportunidad. Cuando un pianista y una violinista a un costado comenzaron a tocar una suave y romántica melodía, todos tomaron asiento.

Miré con emoción cómo poco después Sophie, la hermana menor de Abigail y Daniel, iba caminando lentamente por el camino mientras tiraba al aire pétalos blancos y rosados. Mis ojos se aguaron al verla, debía tener unos 22 o 23 años, pero la rubia seguía siendo un poco baja de estatura, lo que la hacía ver más joven. Ella iba casi todos los años a visitarnos, por lo que más que una sobrina política la veía casi como a una hija.

—Nuestra pequeña Sophie —giré la cabeza rápidamente al escuchar esa voz a mi lado. Comencé a llorar cuando vi a Will sentarse en la silla de Dean, sus ojos verdes me miraban con amor y felicidad, no dudé en abrazarlo mientras las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos.

—Estás aquí... —murmuré contra su pecho todavía creyendo que se trataba de algún sueño.

—Siempre estaré aquí —contestó él en un susurro separándose un poco para limpiarme las mejillas. Sonreí en mitad del llanto y agarré sus manos con fuerza mientras observábamos a Sophie. Mi madre nos miró con una sonrisa, ella y Will intercambiaron una larga mirada. Los dos tenían que hablar de una vez por todas y arreglar sus diferencias...

Los tres, al igual que el resto de los invitados, miramos a Dahlia cuando comenzó a caminar llevando un pequeño ramo de peonias, mi pecho se hinchó con orgullo y amor al ver a mi hermanita. Llevaba puesto un largo vestido de tirantes color rosa pastel hecho en satín, su cabello largo tenía unas delicadas ondas que caían libremente por su espalda y entre las cuales habían pequeñas flores blancas. Parecía una princesa, lo que era para todos nosotros. Al igual que Evie, quien caminó detrás de ella con un look idéntico, exceptuando las pequeñas flores en su cabello, las suyas eran azules. Las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos por todas las emociones que estaba experimentando. Miré hacia el altar cuando ellas tomaron una posición en este, mi padre las miraba con tanto amor al igual que Dominik, el cual adoraba con locura a su hija, la viva imagen de Cameron, me reí al ver que el rubio no dejaba de tomarle fotos, al igual que Valentin, quien sacó su celular en cuanto Dahlia hizo su entrada. El ruso prácticamente había adoptado a Dahlia como su hija, y sé que ella lo amaba de la misma manera.

La canción que tocaban los artistas cambió, tomé el pañuelo que me pasó Will cuando la reconocí, no era la típica marcha nupcial. Era "A thousand years" una de las canciones más hermosas del mundo y la cual me traía demasiados recuerdos felices. Will y yo nos miramos y por un instante sentí que todos los demás habían desaparecido. Por el brillo en sus ojos verdes sabía que estábamos recordando lo mismo. La noche en la que nos comprometimos, después de haber huido de este país, esa noche, en la intimidad de nuestra casa, donde solo nos encontrábamos los dos... Me pidió que me casara con él, fue una de las noches más felices de mi vida. Luego del tímido "Sí" que le di, bailamos esta misma canción mientras nos abrazábamos sabiendo que habíamos nacido para estar juntos...

Nos levantamos y miramos a Analise cuando apareció, sentí que la sonrisa en su rostro al caminar nos envolvió a todos de su calidez, su vestido blanco era sencillamente hermoso, tenía unas mangas largas que terminaban en sus muñecas, el vestido era de cuello alto, la parte de arriba le quedaba más pegada al cuerpo, delatando lo bien conservada que estaba para su edad, la falda era más voluminosa y larga, era un vestido muy recatado y elegante. Su cabello rubio estaba arreglado en un moño de rizos contenidos por una pequeña y brillante tiara. Ella iba de la mano de un señor mayor de cabello blanco que supuse que era su padre. Me sequé las lágrimas cuando ella llegó finalmente junto a mi padre, los dos se veían muy enamorados el uno del otro.

Miré a mi madre, ella tenía los ojos llenos de lágrimas y una gran sonrisa en el rostro. Todos nos sentamos cuando nos lo indicaron, pero antes de hacerlo traté de ubicar a Dean otra vez pero lo vi a lo lejos regresando a la casa mientras era seguido por David, me extrañó ver al pelirrojo pasándole un pañuelo. Sentí una opresión en el pecho. Algo me dice que esta boda llena de amor podría ser lo que finalmente lo haga reconsiderar el casarse con David...

—Familiares y amigos de esta dulce pareja... —volví a prestar atención al frente cuando el cura comenzó a hablar. En cuanto esto termine tengo que ir con Dean...

Casi media hora después, todos nos levantamos aplaudiendo y silbándole a los recién casados luego de que los declararan marido y mujer. Diez minutos después de que todos los felicitaran, comenzamos a caminar hacia la casa, la fiesta sería en uno de los salones.

Me tranquilicé un poco cuando Dean y David volvieron a unirse, los observé ir a saludar a mi padre y Analise. Mi mejor amigo lucía tranquilo aunque sus ojos estaban un poco rojos e hinchados.

—¿Ese no es...

—Sí, ese es —le respondí a Will sin siquiera voltearme a ver de quién hablaba. No era necesario hacerlo. —¿No viste todos mis mensajes? —le pregunté recordando que nunca me respondió, él negó y se rio un poco mientras me abrazaba.

—Apagué mi celular, si veía tus mensajes te hubiese dicho que estaba de camino para acá, quería sorprenderte —confesó sin alejarse de mí, con un cosquilleo en el estómago me reí y lo abracé con fuerza y de repente sentí que todo el peso que había sentido en mis hombros se desvanecía mágicamente.

—¡Papá! —exclamó Aiden al verlo, él y Aaron se acercaron a nosotros y lo abrazaron con sorpresa. Mientras ellos hablaban vi a mi madre observarnos desde el sillón en el que se había sentado. Ella se levantó y caminó hacia la puerta no sin antes hacer contacto visual con Will, el cual se excusó con nuestros hijos y la siguió. Sentí un poco de nervios y crucé los dedos para que todo saliese bien.

Los tres fuimos al salón donde se llevaría a cabo la fiesta. Cuando entramos me asombró ver las mesas decoradas que había alrededor de la pista de baile. Mis hijos se fueron a la mesa con sus primos y yo me dirigí hacia donde estaban sentados Dominik, Cameron, Valentin, Dahlia y los novios. Me senté en mi asiento asignado y miré alrededor como todos los demás ocupaban sus lugares.

Estuve un largo rato observando por los ventanales como se ocultaba el sol y llegaba la noche pero luego me fijé en Dean, él estaba en la mesa de al lado junto a Shelly, Harry y Daniel, lucía más calmado. A su lado estaba David, quien con una mano mensajeaba y con la otra sobaba la espalda de su prometido. Miré a mi lado y me sorprendió ver que la silla decía William Collins, cuando busqué a Abigail con la mirada ella solo me guiñó un ojo antes de seguir dando órdenes. Ella ya sabía que Will venía para acá...

Vladimir y su acompañante hablaron con Abigail, la cual señaló la mesa donde estaba Dean, el ruso negó lentamente, lo vi intercambiar un par de palabras más con la rubia, la cual lo miró con súplica pero el alto hombre ni siquiera pestañeó o se inmutó, Abigail resopló y agarró a un mesero que estaba pasando a su lado. Después de decirle algo noté como el mesero fue hasta la mesa de Dean y retiró tres de las fichas con nombres. Me sorprendió un poco que Vladimir no quisiera estar en la misma mesa que mi mejor amigo, creí que aprovecharía cualquier situación para molestarlo, pero tal parece que tiene otros planes...

Di un respingo cuando él me guiñó un ojo, disimuladamente le mostré uno de mis dedos mayores sacándole una sonrisa. Lo vi llevar de la mano a la mujer hacia otra mesa, Dean los siguió con la mirada luciendo algo incómodo. Me quedé pensativo cuando finalmente pude recordar dónde había visto el tatuaje que tenía la mujer. Valentin tenía uno igual en su espalda... Olvidé todo eso cuando todos guardaron silencio al ver a mi padre y a Analise acercarse a la pista para su primer baile.

Yo amaba a Analise con todo mi corazón, muchas veces llegó a actuar como mi propia madre sin siquiera serlo, por lo que tenerla ahora de madrastra era un sueño hecho realidad. Miré a Dahlia, ella estaba abrazando uno de los brazos de Valentin mientras lloraba de la emoción, el rubio trataba de consolarla sin éxito alguno. Me sentí tranquilo. Mi hermana no sabía lo realmente suertuda que era...

Will

La débil y fría mano de Celine se posó en una de mis mejillas. No me aparté. Estaba estupefacto al ver el estado en el que se encontraba. Apenas era una sombra lo que un día fue...

Fui un idiota al no acompañar a Dylan desde el principio, pero es que no podía ver esos ojos grises sin pensar en Edward. Aun sabiendo la verdad, siempre supe que Edward había hecho una alianza con Mick. Tras su muerte no pude quedarme tranquilo y abrí mi propia investigación. Tessa, la hermana menor de Mick, me contó todo lo que pudo averiguar, incluyendo el estúpido y arriesgado plan de Edward que terminó arrebatándole la vida. Pero aun así, no podía negar el hecho de que la primera persona que los puso a todos en peligro fue Celine al retirar la denuncia que dejó a Mick en libertad. Su sed de venganza y egoísmo superó su razonamiento... Por eso no había podido perdonarla.

—El odio que sientes por mí no es ni la mitad del que siento hacia mí misma —confesó ella sin apartar la mirada. —No hay día en que no piense en Edward y en las consecuencias de las decisiones que tomé... —agregó tomando mis manos entre las suyas, sus ojos tenían lágrimas agrupadas, sabía que estaba siendo honesta. Su mirada se veía algo atormentada, todas las cosas malas que hizo en su vida deben estar pasándole factura en la consciencia.

—Siéntate, Celine —dije al sentir el temblor en sus manos.

—¡No! —exclamó casi sin fuerzas, tuve que agarrarla por la cintura al ver que apenas podía mantenerse en pie. —Gracias, Will, pero puedo hacerlo sola —dijo quitando mis manos suavemente y agarrándose de la barandilla del balcón en el que estábamos.

—Sigues siendo tan testaruda como siempre —mascullé sintiéndome algo preocupado, ella soltó una risita. Pude sentir sus costillas cuando la agarré hace un rato. No soy experto, pero realmente no creo que le queden más que unas cuantas semanas de vida...

—No quiero tu perdón, Will. Lo que hice es imperdonable y sé que ni un millón de disculpas traerán a Edward de vuelta ni los años que perdí yendo tras una venganza... solo quiero que me prometas una cosa, sé que es mucho p-pedir s-sabiendo q-que me o-odias... —tuve que tragar duro cuando se formó un nudo en mi garganta al ver como comenzaba a desmoronarse ante mis ojos. Su mirada era un poco apagada pero a la vez tan llena de tristeza que me resultó abrumadora. Era como estar hablando con alguien que estaba ya en su lecho de muerte...

—No te odio, Celine. Quizás si lo hice durante un tiempo y no te mentiré, no me agradas para nada, pero dentro de mí no hay odio o desprecio hacia ti —admití con total honestidad dejándola algo sorprendida, sentí una punzada en el corazón al verla llorar. De esa implacable, fría y fuerte mujer que conocí en el pasado... Solo quedaban las cenizas... —¿Qué quieres que te prometa? —pregunté regresando a sus palabras anteriores, ella se secó las lágrimas.

—P-Prométeme que lo s-seguirás a-amando por siempre y que lo s-seguirás c-cuidando... s-solo quiero q-que me prometas eso —cerré los ojos con fuerza al sentir mis propias lágrimas queriendo salir, solté un suspiro tratando de contenerlas y la abracé, o al menos lo que quedaba de ella.

—Te lo prometo.

Aquella promesa la hice mirándola a los ojos, los suyos adquirieron una paz y tal tranquilidad que me hizo pensar que esto era algo más que una promesa. Era un mensaje de despedida...

—Bajemos —dije sabiendo que debía aprovechar todo el tiempo posible junto a su familia.

Ella soltó un suspiro cansado y prácticamente se aferró a mi cuerpo durante todo el camino hacia el salón, aun así sonrió cuando vio como todos bailaban y se divertían.

—Will —saludé a Valentin ladeando un poco la cabeza cuando él se acercó de inmediato y no tardó en sostener a su esposa con mucha delicadeza. Por cómo él la miraba supe que no veía a la frágil y enferma Celine, él todavía veía a aquella vigorosa mujer que algún día fue.

Los acompañé hacia la mesa donde también estaba Dylan, mi esposo me dedicó una dulce sonrisa y una mirada llena de agradecimiento, en cuanto me senté a su lado agarré su mano y le di un beso en la alianza de oro que llevaba.

Observando sus profundos ojos azules tuve una especie de recuerdo de aquella noche en el bar donde lo conocí.

"Hola... eres muy guapo...". Me reí al recordar cuales fueron las primeras palabras que me dijo, y pensar que todo fue gracias a un reto que hizo con Dean.

—¿De qué te ríes? —me preguntó mi pequeño ya no tan pequeño mientras me miraba con curiosidad.

—Recordaba aquella noche cuando nos conocimos —le respondí haciendo que se sonrojara un poco. —¿Recuerdas que al día siguiente me acusaste de violarte y me ibas a pegar con una lámpara? —le pregunté en un susurro, él golpeó suavemente mi pecho mientras se reía un poco avergonzado.

—Jamás podría olvidar todo eso —dijo ahora antes de morderse el labio inferior evitando llorar. —En ese momento no sabía que eras el amor de mi vida —murmuró acunando mi rostro entre sus manos, acaricié sus brazos y acerqué mis labios a los suyos. Besé a mi esposo bajo las luces neón que iluminaban el salón.

Yo sí lo supe. Desde el instante uno en el que mis ojos solo fueron para él en aquel bar, supe que tenía frente a mí a una persona que me marcaría por el resto de mi vida...

Dylan

El dulce beso que nos dimos se mezcló con mis saladas lágrimas. Por mi cabeza volaron los recuerdos que tenía junto a Will. Desde la primera vez que bailamos juntos, cuando fuimos a patinar con los demás, todas las miradas coquetas que intercambiamos en los pasillos del instituto, todas las veces que hicimos el amor en su oficina, cuando fuimos a la playa y creí que solo jugaba conmigo, cuando luchó por mí pese a que mis padres no nos querían juntos, todas las tardes que pasamos solo hablando del futuro en el que nuestra relación ya no sería secreta, todas las risas, lágrimas y secretos compartidos, cuando nos juramos amor eterno en nuestra boda, cuando decidimos tener hijos... Esos recuerdos y más inundaron mi mente mientras nos besábamos. Cuando me separé de él noté que también se le habían salido unas cuantas lágrimas.

—Te amo, pequeño —susurró con sus hermosos orbes verdes fijos en mí.

—Yo también te amo, mi director —le susurré de igual forma sacándole una pequeña carcajada. Tenía años sin decirle así.

—¡Hora de las fotos familiares! Vengan —dijo Dahlia llegando junto a nosotros, me rasqué la nuca al ver que en la pista estaban Dean, Daniel, Harry, Shelly, Abigail, Vladimir, Evie, Aaron, Aiden, Klaus, Cameron, Dominik, mis padres, Valentin, Sophie, Analise y Luke. Will y yo nos miramos y fuimos hasta allá agarrados de las manos.

Le hice señas a David para que se nos uniera en las fotos pero el pelirrojo negó con una pequeña sonrisa apenada mientras nos tomaba fotos con su celular. Solté una risita al ver cómo Vladimir era el más alto de todos y tuvo que agacharse un poco cuando uno de los fotógrafos se lo pidió. Dean, quien estaba lo más lejos posible de él, también se comenzó a reír. No sé cómo harán los fotógrafos para que todos salgamos en la toma, pero nos limitamos a posar con grandes sonrisas y los flashes no se hicieron esperar.

Luego de las fotos subieron la música a todo volumen y todos menos Vladimir, quien se retiró del salón, comenzamos a bailar, mientras bailaba junto a Will los dos miramos sorprendidos a mi madre al verla reír y bailar con Valentin un poco más animada.

—Ven, salgamos un rato —dijo Will en mi oído tras unos minutos, asentí y me dejé llevar por él con mucha intriga. Prácticamente íbamos corriendo por los pasillos de la casa. Los dos nos reíamos con cuidado de no tropezar. Tuve un deja vú de todas las veces que durmió en mi habitación a escondidas de mis padres, siempre teníamos que escabullirnos por los pasillos con miedo de que alguien nos viera.

—No es cierto... —murmuré al salir a uno de los jardines laterales, donde aguardaban entre las flores, el pianista y la violinista que habíamos visto antes en la ceremonia. Pero lo que más me sorprendía eran las pequeñas luces esparcidas por todo el jardín iluminando las flores. Cuando comenzaron a tocar nuestra canción tomé con algo de timidez la mano de mi esposo cuando me la tendió.

Lentamente comenzamos a bailar abrazados, dejé que mi cabeza descansara sobre el pecho de Will y cerré los ojos sucumbiendo a la paz que siempre tenía entre sus brazos.

—Dylan... —cuando dijo mi nombre con un tono algo ronco lo miré, sin dejar de mecernos él se inclinó para estar más cerca de mi rostro.

—William... —susurré con todo el cuerpo extasiado de amor por él.

—¿Por siempre? —preguntó deteniendo sus pasos y entrelazando nuestros dedos, los cuales encajaban a la perfección. Nos observamos en silencio por unos cuantos segundos, sus ojos eran como ventanas que me dejaban admirar todo el amor sentía por mí y su sonrisa delataba que veía algo similar en mi mirada. Sonreí contra los labios del que comenzó siendo mi director y terminó siendo el verdadero amor de mi vida.

—Por siempre.

Fin.

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