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Insomnio

Gustavo Larios era una persona que había llegado lejos solo con su esfuerzo; de familia humilde proveniente de un pueblo de Xochimilco, logró abrirse paso en la Universidad  Nacional Autónoma de México en la carrera de filosofía y posteriormente, después de conocer al "Doc", un profesor muy respetado, pudo entrar a la división de
investigación de dicha institución.

En sus planes no estaba el amor o al menos tener una pareja estable que lo estuviera interrumpiendo o reclamándole cosas, él quería avanzar y una relación era una distracción.

Por eso, jamás imagino que Danae pudiera colarse tan rápido en su corazón; una chica que era de estatura media, cabello de un color entre rojo y castaño, unos muy expresivos ojos castaño oscuro y un cuerpo que desde el principio supo volverlo loco, no era una modelo, de hecho le sobraban varios kilos, pero no importaba, para él era una diosa en la tierra.

Claro que, esto ahora era aceptado por Gustavo porque tuvo que resignarse a que sus planes no serían como él quería, no con Danae cerca. Al principio solo era una amistad, donde ambos reían, hacían bromas y donde cada vez surgía más complicidad, pero no nada serio, al menos no para él.

Para su mala suerte, Danae no pudo evitarlo y terminó enamorada de él, pero sufriendo en secreto, porque estaba claro que Gustavo no quería nada formal, pero ella lo adoraba y aun cuando fuera en contra de sus principios, aceptó lo que le daban, era eso o perderlo y ella no estaba dispuesta a eso.

Danae sacrifico muchas ilusiones pero no le importó, para ella solo importaba él, la persona que hacía latir su corazón como loco y que podía prenderla con solo unos besos; no importaba si no era el hombre cursi y amoroso que ella soñó ya que sabía que a su manera, Gustavo la quería, la respetaba y era muy importante para él.

Aunque nunca perdió la ilusión de que un día pudiera decirle las palabras que tanto lo atormentaban: "Te amo"

Por eso siempre le dio una sonrisa y mucha paciencia, aun cuando él, por lo menos dos veces, desquitó su estrés con ella por estar en el momento y lugar menos indicados.

Poco después él aceptó su error y se disculpó, ella también le contó que padecía Trastorno límite de personalidad y que realmente no era su intención ser así, solo tenía miedo, porque ella necesitaba seguridad y él no podía dársela.

Fue sincero, muy sincero y Danae lo pensó y prefirió arriesgar su seguridad y confiar en él, aceptando una relación abierta.

Justamente ese día Gustavo le quitó la virginidad a Danae, no planeaba hacerlo porque no traía condones, pero ambos estaban tan emocionales que se dejaron llevar, confiados en que las pastillas de Danae iban a funcionar.

Lo cierto fue que no funcionaron y cuando ella vio la prueba de embarazo, no sabía si reír o llorar, por mucho que ella quisiera ser madre no estaba lista y sabía que él la odiaría por arrebatarle sus sueños con un niño, entonces sin decirle a nadie, aborto.

Fue el único secreto que le guardo y el único que la atormentaba por las noches.

Gustavo nunca se enteró, nunca se imaginó y en esa ignorancia finalmente pudo proponerle matrimonio a la mujer que amaba, aunque no se lo hubiera dicho.

Lo peor fue que no sabía que eso hundía a Danae más y más.

(...)

Colonia Narvarte, Ciudad de México, 2026.

Después de casarse y tomando en cuenta de que ambos trabajaban en Ciudad Universitaria, decidieron alquilar un piso en la colonia Narvarte Poniente, cerca del metro Eugenia, para así llegar sin problemas por metro a la universidad.

Realmente, para Gustavo no era la gran cosa, bueno si, pero temía que Danae, siendo niña rica como era, lo viera así, pero muy lejos de esa posibilidad, ella estaba encantada. Por fin iba a tener su hogar con la persona que quería.

En ese entonces, ella tenía 24 y él 25.

Ahora, ya en sus 30's, Gustavo seguía sintiendo la misma incomodidad respecto al dinero, aunque ambos ganaran un salario bastante bueno.

Aunque el dinero ciertamente era la menor de las preocupaciones de Danae.

Ninguno de ellos se hacía más joven y el siguiente año ella cumpliría 30 y una vez que llegara a los 35, sería casi imposible darle a su marido los tres hijos que quería.

Siendo como él era, no dijo nada, pero Danae sabia que lo deseaba, no tanto por ser papá sino porque sentía que era su obligación seguir su apellido el cual terminaba con él.

Ella no estaba de acuerdo, pero había aceptado solo porque estaba completamente segura de que, fuera obligación o no, él los amaría muchísimo, tanto como la amaba a ella. Sin embargo, Danae no podía quedarse embarazada, bueno al menos para ese momento, ya había intento todo: primero se quito las pastillas anticonceptivas, luego intento tener sexo en sus días fértiles, también fue, sin decirle a su marido, a un especialista en fertilidad, pero le repitió lo mismo que su ginecóloga:

"Estás muy saludable, solo es cuestión de seguir intentando"

También le comentaron que podría ser su esposo el problema y eso la enfureció.

"No es él, se que soy yo...por haber hecho eso cuando recién empezamos a salir, es mi castigo, por eso nunca me ha dicho que me ama"

Muchas veces por la noche, Danae salía de su cama e iba al balcón para poder llorar sin que Gustavo escuchara ya que no era muy empatico y aunque quisiera ayudarla, algunas veces ya había empeorado las cosas.

Aunque realmente no funcionaba mucho, él, al sentir la falta del calor de su mujer se despertaba y la veía en el balcón de espadas y sin saber su sufrimiento, Gustavo sonreía porque la luz de la luna le daba a Danae un aire más sensual y etéreo.

Al menos esos fueron los primeros días, para este entonces, él ya se encontraba preocupado.

—Dana —Ya no podía fingir que no pasaba nada— ¿Qué haces? Te resfriarás aquí, vamos a dormir —Nunca, ni en su noche de bodas, la había cargado así que solo se le acerco y comenzó a darle los besos en el cuello que tanto le gustaban, se quedó esperando una reacción, esos pequeños gemidos que lo volvían loco, pero nada pasó.

—En un momento voy, peque. Es que no puedo dormir —Aun estaba de espaldas.

—Danae, sabes que no es normal, necesitas dormir y comer más ¿Crees que no me doy cuenta? Has estado dejando la comida desde hace una semana ¿Qué pasa, nena? Sabes que si no hablamos no se que tienes.

Ella murmuró algo que él no entendió y quiso preguntarle, pero ella ya estaba frente a él con los ojos un poco hinchados.

—¿Te duele algo? ¿Quieres que vayamos al hospital? —Danae negó con tranquilidad.

—Solo es el smog, sabes que siempre he sido sensible.

Y como no saberlo, si la primera vez que se conocieron, ella le dijo que odiaba el olor a cigarro justo cuando el acababa de fumarse uno frente a ella.

—¿Tavo? —Ella toco la piel desnuda de su marido— ¿No íbamos a la cama? Mañana tienes que llegar a una junta y se como te pones cuando llegas tarde —Danae se mordió el labio antes de decir más y solo se fue a paso ligero a la cama.

Gustavo se quedó ahí un rato más, haciendo algo que jamás había hecho desde la preparatoria:

Estaba pensando que había hecho para ponerla así ¿acaso era la falta de dinero? ¿O al fin se había dando cuenta de que su marido era un imbecil por poner antes el trabajo que a ella?

Regreso a la cama si, pero ya no pudo dormir.

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