Capítulo 1.
●Skykar●
Las luces del bar en el que me encuentro se ven un poco borrosas, eso es una clara señal de que ya estoy pasada de copas, aun así no me detengo y pido más del tequila que estoy bebiendo.
Luego de varias horas aplanando mi trasero en el banco frente a la barra y de lo que pareció ser mi décimo trago, decido ya no seguir bebiendo y simplemente me dejo arrastrar por la corriente de recuerdos que inunda mi mente. Lo irónico de esto es que vine aquí para olvidar todo lo que pasó el día de hoy bebiendo, pero al parecer lo único que logré ingiriendo alcohol es que quiera pensar aún más en ello.
Este día había iniciado de una buena manera, me encontraba feliz porque celebraría mi despedida de soltera con todas mis amigas. Para aumentar mi buen humor, Edwin me visitó poco antes de ir con sus amigos a lo que sería su fiesta.
Para mí todo estaba perfectamente planeado, con Edwin habíamos decidido no hacer la cena de ensayo y en su lugar haríamos la despedida de soltero la noche antes de nuestra boda. Me la estaba pasando excelente con mis amigas hasta que decidí abandonar la fiesta para ir a ver a Amanda.
Amanda era una de mis mejores amigas, nos conocimos en la secundaria y desde entonces fuimos inseparables. Como mi dama de honor, ella organizó toda la fiesta, pero esta mañana me había llamado para decirme que no se sentía del todo bien y creía estar enferma. Horas después me llegó un mensaje suyo donde confirmaba sus sospechas y se disculpaba por no poder asistir a la fiesta, pero que según ella prefería descansar para así sentirse mejor el día de la boda.
Mí despedida de soltera me la pasé en las nubes, mis pensamientos iban desde el gran día que sería mañana, hasta el deseo de que mi amiga estuviese conmigo en la fiesta.
Ya que me estaba comenzando a sentir un poco cansada, y Jessica se encontraba de mal humor luego de que alguien derramara su bebida sobre ella, decidimos irnos de la fiesta y darnos una pasada por el apartamento de Amanda. Como cada vez que uno de mis seres queridos se encuentra mal, quise ir a ver como estaba y si necesitaba algo. Claro que no esperaba que me saliera el tiro por la culata cuando fui a su casa junto con Jessica.
Horas antes...
― No hagas ruido, tal vez está dormida― le susurré a Jessica mientras cerraba la puerta del departamento de Amanda. No había señales de nuestra amiga en la sala y no se oía ningún ruido en la cocina.
― Venir a la casa de Amy siempre me da escalofríos― mi amiga se frotó los brazos como si tuviera frio―, todo aquí es tan blanco que me hace pensar en esa dichosa luz al final del túnel que mencionan en las películas.
El hogar de Amanda era de color blanco donde sea que mires, todo era de ese color; las cortinas, el sofá, los estantes, las paredes, el piso. Todo. Amanda tenía cierta manía por el color blanco y el orden, para ella todo debía ser perfecto, hasta ella misma.
― A mí me recuerda a un hospital.
Jessica frunció el ceño y miró hacia la cocina― ¿No hueles como que algo se quema?
― Iré a revisar que la cocina no se esté incendiando, tú ve a ver que Amy siga con vida.
― Si está muerta yo quiero quedarme con su auto― dijo antes de desaparecer por el pasillo que llevaba a las habitaciones.
Cuando llegué a la cocina, descubrí que el olor a quemado provenía del horno, luego de apagarlo y buscar un guante de cocina saqué lo que alguna vez fue una pizza pero que en ese momento solo parecía carbón.
Decidí tirar la pizza carbonizada a la basura y luego fui en busca de Jessica ya que se me hizo raro que no se oyera nada.
Mientras que me acercaba al pasillo fui escuchando la voz molesta de Amanda, al principio creí que tal vez estaba teniendo una discusión con Jessica, ya que era normal en ellas ponerse a pelear por cualquier tontería y luego de unos minutos estar como si nada hubiera pasado. Ese pensamiento se fue desvaneciendo luego de escuchar una voz masculina y ver a Jessica parada a mitad del pasillo. En ese momento mi amiga podría pasar por una estatua, no movía un solo musculo.
Al parecer Jessica oyó mis pasos ya que salió de su trance y posó sus ojos sobre mí. Su rostro estaba increíblemente blanco y sus ojos abiertos a mas no poder, pude ver en ellos puro enojo. Me quede quieta y miré con confusión a mi amiga. No entendía a qué venia esa mirada pero mi confusión fue aún mayor cuando ella llevó su dedo índice a sus labios en señal de que guardara silencio.
Yo asentí sin saber lo que estaba pasando, lo único que se oía eran las voces discutiendo al final del pasillo, justo donde quedaba la habitación de Amanda. Jessica me hizo una seña con su mano para que me acercara, y eso hice. Con cada paso que daba mi corazón iba aumentando sus latidos y sin saber por qué, contuve la respiración.
Al llegar junto a mi amiga, todo el aire que tenía en mis pulmones fue expulsado de golpe, solté un jadeo por la impresión que me causó la imagen que tenía frente a mí. Parpadee varias veces creyendo haber visto mal o que todo era un espejismo, pero lo que estaba viendo era real, muy real.
Amanda y Edwin estaban mirándose fijamente el uno al otro mientras hablaban muy rápido y levantando la voz de vez en cuando. Eso no hubiese significado nada si tan solo no hubieran estado desnudos en la cama de quien alguna vez llamé mejor amiga. La falta de sus prendas era obvia, podía verla regada en el piso a través de la puerta entreabierta, además de que Amanda estaba sentada en la cama y no hacía nada para cubrir sus pechos.
El famoso nudo en la garganta apareció de inmediato, lo que me dificultó respirar con normalidad, llevé una mano a mi boca para evitar que saliera un jadeo y retrocedí dos pasos.
― No entiendo lo que pretendes casándote con Skylar― la molestia en la voz de Amanda era evidente y se notaba desde lejos que no era un momento romántico ni apasionado, por lo menos ya no―. Tú y yo sabemos muy bien que tu padre puede encontrar otra manera de hacer negocios con Paul, no veo la necesidad de amarrarte a su hija. Estás llevando esto demasiado lejos.
― Y yo no entiendo cómo es que aún no te cabe en la cabeza lo que ya te he explicado un millón de veces. El padre de Skylar no acepta los términos de la asociación con mi padre, y la única manera de ponernos al frente de su empresa es si me caso con su heredera.
― Siendo sinceros lo que tu padre pide es excesivo, prácticamente quiere ponerse en la cima por la fuerza. Según los términos del contrato que me mostraste el único beneficiado con la asociación sería tu padre.
― ¿Y por qué crees que es tan difícil que Paul acepte el negocio?― se acercó a ella y se me revolvió el estómago cuando la besó―. Sé que no te gusta la idea de que me case con Skylar.
― Ni un poco― cruzó sus brazos.
― A mí tampoco me gusta, pero sabes que no será por mucho tiempo. Un mes como máximo, solo lo que tarde arreglar el papeleo de la transacción.
― Pero durante ese mes ustedes irán de luna de miel, ¿puedes imaginar cómo voy a sentirme en ese tiempo? Yo me quedaré aquí mientras tú vas a tener sexo con ella.
― No es como que la idea me emocione, créeme― agarró las manos de Amanda y las llevó a sus labios―. Me he librado de esto porque Skylar es una santurrona que quería llegar virgen al matrimonio, pero sería extraño que me rehúse a tener sexo con ella ya estando casados. He estado pensando en decirle que quiero esperar a la boda por la iglesia, pero no sé si vaya a funcionar.
― Inténtalo de todas formas.
― Si eso no funciona ya veré como me las arreglo. Estamos demasiado cerca de lograr nuestro objetivo. Solo un mes más y podremos hacer lo que queramos.
― Ya tengo los papeles de la tienda a mi nombre, conseguirlo fue fácil.
― Al parecer nadie le dijo a Skylar que la vida personal y los negocios no deben mezclarse, siempre fue una tonta fácil de manipular, ganarnos su confianza fue cosa de niños.
En ese momento fue cuando la vida me dio el primer golpe de realidad. Fueron años viviendo una mentira, todo fue una obra de teatro en la que yo estaba participando sin darme cuenta.
― Esos miserables― siseó Jessica a mi lado, me di cuenta de que estaba a punto de avanzar hacia ellos pero la tomé del brazo para detenerla. Me miró confundida y le hice una seña para que me siguiera hacia la entrada.
Con Jessica pisándome los talones salí lo más rápido que pude de ese lugar. Creo que me encontraba en estado de shock, aun no podía asimilar lo que acababa de presenciar, pero en cierta forma lo agradecía porque no me creía capaz de soportar el dolor que sentiría una vez que mi mente se aclare.
Una vez en el auto, inspiré profundo, no quería perder la calma, al menos no todavía. Mis manos temblaban de manera incontrolable y podía sentir la intensa mirada de Jessica sobre mí, como esperando algo. Tal vez pensaba que me pondría a llorar o gritar de un momento a otro, pero ya habría tiempo para eso.
Tragué el nudo que se me estaba formando en la garganta y encendí el auto para dirigirme hacia la casa de Jessica.
― ¿No vas a decir nada?
― No hay nada que decir, creo que lo que pasó ahí adentro dejó las cosas bastante claras.
― ¿Quieres hablar de ello?― negué con la cabeza―. Bien, lo dejaré pasar por ahora― se quedó en silencio pero podía ver como retorcía sus manos sobre su regazo.
― Ya suéltalo.
― ¿Qué vas a hacer con respecto a la boda?― hizo la pregunta que menos quería escuchar.
Solté un largo y pesado suspiro― No lo sé.
Y tampoco quería ponerme a pensar en ello.
― Vas a cancelarla, ¿verdad?
― Creo que ya es un poco tarde para eso. En este mismo momento hay personas que están viajando hacia aquí.
― ¿Entonces?
― No lo sé, Jess. No quiero pensar en ello justo ahora― voltee a verla y pude notar como estaba a punto de decir algo más―. Quiero ignorar lo que vimos por un rato más, ¿sí?― creo que se dio cuenta de que me temblaba la voz y no hizo más preguntas.
El resto del camino lo hicimos en silencio, cada una perdida en sus pensamientos. Jessica tenia cara de estar torturando a alguien en su mente―no es muy difícil adivinar a quien― y yo trataba de no recordar lo que vimos y oímos.
Una vez que paré el auto frente a su casa ya no pudo contenerse― No estarás pensando en continuar con la boda, ¿cierto?
― En realidad si― solté como si nada.
― ¿Es broma, verdad?― su cara de incredulidad casi me hace reír― ¿Piensas casarte con ese idiota que…?
― Yo jamás dije que me casaría― casi pude ver los engranajes de su cabeza ponerse a trabajar para intentar averiguar qué es lo que pensaba hacer―, pero ya hablaremos de eso mañana por la mañana.
Apretó los labios, se notaba que no estaba conforme con mi respuesta, pero sabía que no quería seguir hablando de ello― Entonces te veré mañana en la casa de tus padres, ¿correcto?― asentí―. Descansa, y si me necesitas solo tienes que llamar― me regaló una sonrisa sin mostrar los dientes.
― Gracias, Jess― le devolví la sonrisa, pero seguro la mía se acercaba más a una mueca. Ella se dio la vuelta e ingresó a su casa sin decir otra palabra.
Me puse a conducir sin siquiera saber a dónde iba, estuve dando vueltas por el centro de la ciudad hasta que me detuve frente a un bar.
Y así fue como terminé aquí.
No he abandonado la barra desde que puse un pie aquí, y tal vez si me intento poner de pie termine besando el suelo.
Es increíble la manera en la que todo se derrumbó en un instante, bastaron unos segundos para destrozar lo que fueron años de noviazgo y aún más años de amistad. Aunque no quiera admitirlo e intente hacerme la fuerte, me duele. El dolor que siento en mi interior es asfixiante; quema y oprime mi pecho de una manera impresionante.
Sigo queriendo creer que me lo imaginé todo, así no tendría que lidiar con el hecho de que dos de las personas más importantes en mi vida me clavaron un puñal en la espalda. La herida es tan profunda y sigue fresca, al igual que mi dolor.
― Luces igual de miserable que yo― escucho a mi izquierda.
Me encuentro con un hombre que juega con su vaso medio vacío, su cabello castaño está desaliñado y tiene unos ojos azules que lucen ligeramente enrojecidos y brillosos, me atrevería a decir que ha estado llorando. Lleva una camisa roja arrugada y la expresión de su rostro es una mezcla de tristeza y enojo.
Su apariencia es un desastre y yo no debo lucir muy diferente, eso es más que seguro.
― No pensé que fuera tan evidente― me limito a decir.
― Creo que solo yo me di cuenta― bebe lo que queda en su vaso y luego me mira fijamente―. Los que sufrimos en silencio sabemos ver el dolor en otra persona porque compartimos el sentimiento. Nuestros pesares mantienen conversaciones mudas que nos permiten reconocernos para darnos la opción de apoyarnos entre nosotros.
― ¿Escribes poemas o…?
― Creo que es por el whisky, no suelo decir cosas como esa― hace una mueca―. Se oyó hasta deprimente.
― Los chistes tampoco van con el momento― me encojo de hombros y nos quedamos mirando al otro sin decir nada.
― ¿Puedo preguntar qué te trajo hasta aquí?
― No te conozco― frunzo el ceño y me cruzo de brazos.
― ¿No es mejor de esa manera?― ladea su cabeza―. Si no te conozco, no tienes que preocuparte por lo que vaya a pensar de ti, ni tampoco de que se lo cuente a alguien más.
Considero la idea y no me desagrada del todo― Solo si tú haces lo mismo.
― Es un trato― me extiende su mano―. Soy Tyler― dice cuando la tomo.
― Skylar― me sonríe amablemente y yo le devuelvo el gesto para luego comenzar a contarle la razón por la que estoy aquí.
Capítulo dedicado a merjro
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