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Capitulo 3:🌃


— ¿Estas bien?

El joven de rasgos hermosos me observaba con una sonrisa y yo regrese a la tierra cuando se me ocurrió algo para decir...

— Yo debería preguntarte eso a ti — mencioné como si nada, aun así, él me sonrió.

— ¡Por Dios, Jungkook! ¡¿Te volviste loco?! — grito Sunjin quien había corrido hacia nosotros con sus incómodos tacones.

— Oh déjame ayudarte...

El chico sujeto mi brazo y ambos nos recompusimos, no teníamos heridas graves y el conductor del auto se encontraba a salvo. Al parecer todo había resultado favorable.

— ¿Están bien? Ya llamé a una ambulancia, está en camino — nos avisó una señora muy amable.

— Muchas gracias por lo que hiciste por mí, de verdad no sé cómo agradecerlo — cuando me volví al joven él estaba haciendo una reverencia tras otra — muchas gracias, has sido tan audaz al salvar mi vida, yo...

El chico se inclinó aún más posando sus rodillas sobre el suelo y le faltó poco para besar mis pies. Ahora me sentía como si fuese algún tipo de santo siendo reverenciado.

— Muchas gracias, muchas gracias, te pagaré por lo que has hecho — continuaba diciendo pareciendo nervioso.

— Oye tranquilo — me incline tocando su hombro — está todo bien, no debes hacer esto.

Un poco avergonzado el chico se colocó de pie, y la ambulancia llego cinco minutos después para atendernos.

— De verdad que estas demente, creí que morirías — mencionaba Sunjin.

El paramédico termino de examinarme y curó el único raspón que se había generado en mi mano. Observé como desde lo lejos sanaban también las heridas en los codos del joven, y me surgió cierta curiosidad por acercarme a él.

— Dame un momento, ya vuelvo — avisé a Sunjin.

Camine con rumbo hacia el chico quien justo en este momento se encontraba solo luego de ser curado.

— ¿Está todo bien? — pregunte.

— Si, todo perfecto. Solo unos cuantos raspones inofensivos — sonrió con cortesía.

— Me alegró ¿a dónde ibas con tanta prisa?

— Estaba yendo a mis prácticas de batería, estoy en una académica.

— Oh ¿tocas la batería? — pregunte solo por certificar.

— ¡Si! — exclamó sonriendo de nuevo.

— ¡Qué bien! Yo tocó la guitarra.

— ¿En serio? ¡Es genial! Deberíamos hacer alguna vez un dueto — propuso y entonces recordé que ni siquiera me había presentado.

— Ay disculpa mi falta de formalidad soy Wal...Jungkook, Jeon Jungkook — me presenté con él y extendí mi mano. Luego comprendí que eso en Corea no era muy común.

Aun así, el chico sujeto mi diestra y ese nuevo contacto con nuestras manos se sintió tan purificador.

— Mucho gusto Jeon Jungkook — pronunció — soy Park Jimin — luego hizo otra reverencia, pero mucho más corta.

— Debes tener mucho cuidado, la ciudad suele ser una jungla — le recordé.

— Si, no escuche nada debido a estos. Ya no debería usarlos cuando estoy por cruzar la pista — dijo enseñándome unos pequeños...no sabía que cosa era, pero estaba seguro de que le había visto eso en sus oídos.

Hubo un silencio corto, cuando entonces sus ojos brillaron pareciendo tener una idea.

— Jeon Jungkook me gustaría pagarte lo que has hecho por mí, pero lo único que se me ocurre es invitarte una cena. Mis padres estarán tan felices de tenerte en nuestro hogar — finalizó y observé como sus mejillas se hacían rosadas. Parecía una frutilla.

— Oh no sé si sea una molestia para tus padres invitar a un extraño a su hogar — exprese con timidez.

— ¿Bromeas? Acabas de salvar mi vida, de no ser por ti hoy ellos estarían llorando mi perdida, es lo mínimo que puedo hacer...por ahora — habló inspeccionándome con sus ojos y luego solo sonrió con sus labios.

— Siendo así estaría encantado de asistir entonces.

Esta vez sonrió con todos sus dientes y pensé que el rostro le debería doler por las tantas veces que había sonreído (Quizás era manía de él).

— ¡Estupendo! ¿Me das tu número para ponernos en contacto? — dijo luego de extraer el teléfono de su abrigo.

— Oh si claro...mi número.

Busqué entonces la pequeña libreta qué conservaba en el bolsillo izquierdo de mi pantalón, y de ahí leí mi propio número.

— Lo lamento, es que me lo estoy aprendiendo — aclaré con risas, pero él seguía observándome con cariño.

Le dicte mi número y él lo anoto. Abrió la boca pensando que decir y fue interrumpido por Sunjin quien se notaba molesta.

— Me hubieses avisado de que te ibas a quedar a conversar para marcharme — expreso disgustada.

— L-lo lamento Sunjin, solo quería cerciorarme de que Jimin estuviese bien.

Al mencionar al joven, Sunjin volvió su mirada a él y observó al mismo como si fuese una sucia rata.

— Vámonos ya. 0ù dijo casi ordenando y eso no me agrado. A pesar de todo guarde la compostura y la acompañe.

— Hasta pronto Jimin — me despedí sacudiendo mi mano en el aire.

— Espero que podamos vernos pronto Jeon Jungkook — le escuche decir.

— ¿Qué tanto parloteabas con ese?

— Solo quería agradecerme por lo que hice. Dice que sus padres pueden invitarme a cenar — explique caminando a su lado. Oyendo el sonido de sus tacones.

— Ppff ¿solo eso te va a dar por salvarlo? — se quejó como si fuese con ella.

— ¿Qué tiene de malo?

— Si ese hubiese sido mi caso mis padres estarían desembolsando al menos cincuenta mil dólares a mi salvador.

No comprendí cual era la necesidad de ser avaricioso. Yo había nacido en un pequeño pueblo en Illinois. Nuestra familia no tenía mucho así que aprendí desde pequeño a apreciar hasta el más mínimo detalle. Jimin se veía como una persona amable, estaba seguro que si por él fuera probablemente haría mucho más por mí. Sunjin solamente estaba exagerando.

Finalizada la clase de historia de la biología regresaba ahora a mi habitación rentada, y por poco pego un salto hasta el techo cuando encontré a un intruso en mi lugar privado.

— ¡Hey! ¡¿Qué tal?!

— Lamento mi impresión, es solo que no te esperaba aquí — pedí disculpas intentando calmar a mi corazón palpitante y furioso.

— No te preocupes, solo quería ayudarte un poco con la limpieza ¿Qué te parece? — pregunto Jin.

Ahí fue cuando me percaté de que traía una escoba en la mano. Su cabello estaba cubierto y usaba un mandil. La habitación se veía bastante limpia.

— Te lo agradezco en serio, a veces solo llego para dormir — admití con vergüenza, sentándome sobre la cama.

— ¿Y cómo vas con la misión? ¿Algún avance importante? — indagó, limpiando con un trapo el escritorio.

— Muy bien, la semana pasada ella me dio nuestro primer beso y estamos hablando casi todos los días, creo que le gustó mucho.

— Ay el amor, el amor... — canturreo, observando al cielo con plenitud.

— ¿Te has enamorado alguna vez? — ahora indague yo.

— Nop, pero lo he visto y es un sentimiento muy hermoso — dijo luego de soltar un suspiro — por cierto, supe que ayer salvaste a un joven de una muerte asegurada.

— Ah sí, el chico se encontraba distraído así que no pudo ver venir la camioneta que por poco acabó con su vida — mencioné recordando como el conductor decidió no presentar cargos.

— Eres todo un héroe Walter Jungkook.

— Jin sabes, antes de que lo conociera sentí algo realmente extraordinario, fue como si el mundo se moviera por sí solo, pero solamente yo pudiera sentir ese movimiento. Además, percibí tanta paz dentro de mi interior y oí que alguien me llamaba...lo más placentero ocurrió después cuando toque su piel, te juro que nunca había sentido algo así por nadie. Fue como magia.

— ¿El joven te menciono algo de importancia? — pregunto deteniendo lo que hacía.

— Bueno hablamos sobre que toca la batería en una academia, y dijo que iba a invitarme a cenar en su hogar con sus padres.

— ¿Has tenido sueños extraños? ¿Algún tipo de pensamiento que sientes que no te pertenece? — pregunto y esta vez no se veía para nada relajado.

— No, nada de eso.

— Mmm...

Jin era un hombre o ser que normalmente se encontraba sonriendo, pero para esta ocasión la angustia no podía abandonar su mirada. Era como si supiera algo que yo no.

— ¿Por qué me sentí así con Jimin, Jin? — pregunté queriendo encontrar una respuesta.

Nada de lo que sentí ese día era natural. Eso no pasaba con los humanos comunes y normales.

— No es nada en realidad, quizás solo fue tu imaginación — respondió fingiendo una sonrisa y regreso a la limpieza.

— No lo creo, puedo jurar que Jimin tenía un aura resplandeciente a su alrededor, como si fuese un ángel.

— Cosas que pasan, en fin, no creo que sea una buena idea que vayas a su casa. Recuerda que tienes que estar al tanto de tus tareas, clases y la misión no hay tiempo que perder si quieres recuperar tu vida.

— Pero él fue muy amable, sería descortés de mi parte negarme a ir a su hogar ¿no lo crees? — dije intentando hacerle entrar en razón.

— Solo es una opinión Walter Jungkook, recuerda que mientras más rápido completes tu misión más rápido podrás irte. Al final de todo no vas a llevarte a tu tiempo a las personas que conocerás aquí, y ellos te olvidarán con los años.

Jin tenía razón, yo era solo un turista en este país y en este tiempo. Aunque formará lazos de amistad con Jimin él no podría estar en mi línea de tiempo. No se equivocaba tanto cuando me aconsejaba que lo mejor era tomar exclusiva atención a la misión.


Desconocido:

— ¡Hola Jeon Jungkook! Habla Jimin (el tarado que salvaste el otro día 🤭). Mis padres no pueden creer lo que has hecho por mí y me aseguran de que se encuentran fascinados con la idea de que nos acompañes a cenar ¿estarás libre el sábado por la noche?


Eso fue lo que leí en la pantalla de mi teléfono, pero no sabía cómo responder. Por lo que tuve que pedirle ayuda a Sunjin.

— ¡¿Cómo que no sabes mandar mensajes?! — exclamó ella creyendo que le jugaba una broma.

— Este...es que es mi primer teléfono inteligente, yo usaba otros — me excuse.

— ¿Vienes de un pueblo o algo así? — pregunto de forma despectiva.

— Si, de hecho, de un pueblo es de donde vengo.

— Mmm, mira simplemente deslizas la pantalla hacia arriba y luego tocas este icono que dice mensajes, aquí te aparecerán todos los que recibas y podrás escribir con el teclado virtual ¿sencillo no? — me explico mientras movía sus dedos mostrándome los lugares, pero no se notaba tan sencillo.

— Si claro...sencillo.

Ahí leí el mensaje de Jimin y estuve a punto de escribirle algo cuando Sunjin regresó a hablar.

— Oye ¿a dónde vas a llevarme la próxima vez? — me hizo la pregunta.

— ¿Sabes andar en bicicleta? Podemos recorrer algún parque andando en bicicleta — opine, bebiendo entonces mi mocaccino para calentarme la garganta.

— ¿Andar en bicicleta? ¡Ja! No hablaras en serio — menciono volviendo los ojos y cruzando sus brazos.

— ¿Hay algún problema? ¿No te gusta?

— No tenemos diez años Jungkook, a mí me gustaría que fuéramos a un restaurante — dijo ella malhumorada.

— No conozco muchos restaurantes — mordí mi labio — preséntame algunos y eligiéremos a cuál ir.

— De acuerdo.

Esta idea si parecía convencerla y estuvo algunos minutos ignorándome con su teléfono, pero eso no me importo lo suficiente, pues en mi mente viajaban muchas preguntas distintas, y todavía trataba de entender que había sido aquello que sentí cuando toqué al joven llamado Jimin...

Estando a solas comprendí como enviar un mensaje, pero aún no lo hice porque no sabía que responderle al chico, así que lo dejé para el día siguiente.

Esa fue la primera noche en donde soñé algo totalmente alejado de mi realidad. En mi sueño veía todo en primera persona, me encontraba en un campo de flores y mis dedos acariciaban la fauna silvestre. Camine intentando llegar al árbol gigante que yacía en el medio de todo, había algo que me atraía de este por lo que avanzaba como una abeja a la miel.

— Jungkook — me llamó alguien sujetando desde atrás el polo que usaba - no me dejes solo - dijo la persona y yo me volví a esta — no sé cómo podría soportarlo.

Al volverme vi sus ojos y supe quién era. Jimin se encontraba conmigo y se notaba afligido.

Desperté luego de eso, unas horas antes de que mis clases comenzarán. No podía pensar en algún motivo por el que Jimin estuviese en mi sueño, apenas lo conocía, encima lo había soñado con el cabello rubio cuando él lo tenía teñido de plateado. Todo era tan confuso.


Jungkook:

— Hola Jimin. Si por supuesto que estaría encantando de asistir ¿puedes enviarme la ubicación?


[...]

El sábado en la tarde acompañe a Sunjin a un restaurante de lujo que ella misma había elegido. Al llegar noté que los precios en el menú eran exorbitantemente costosos, pero de todos modos los pagué, solo para impresionarla.

El tiempo transcurrió muy lento para mí. Fueron tormentosas horas en donde tuve que escucharla quejarse porque sus padres no le daban la misma cantidad de dinero, que sus amigas recibían de sus padres.

— Debido a eso tengo que ahorrar ahora por dos semanas para poder comprar el bolso Chanel que salió hace dos días — mascullo muy tensa.

— Bueno debes intentar que las apariencias no te importen. Yo no suelo cambiar de mochila hasta que esté muy desgastada.

— ¿Entonces en que cosa importante gastas tu dinero? — pregunto haciendo una mueca con sus labios.

— Actualmente estoy pensando en comprarme un pantalón.

— ¿De qué marca?

— No lo sé, de la que sea — respondí alzando mis hombros.

— Mmm debes intentar vestirte mejor, no quiero que mis amigas piensen que ando con una persona a la que no le importa su imagen.

Luego de que me criticara terminamos de comer y Sunjin tuvo la idea de tomarnos fotos en una cabina.

— Coloca la mano de esta forma — me indicó.

Hicimos varias poses y esperamos a que las fotografías brotaran de la pequeña ranura. Ella solo conservo las fotos en donde se le veía bien, y en mi caso me quede con cualquiera que Sunjin no deseara. Paseamos por las calles y ella continuó hablando sobre su vida mientras yo me sentía como un idiota por no tener temas de conversación, pues era evidente que todo lo que yo conocía era tan obsoleto.

Al hacerse las cinco y media la acompañe a tomar su taxi, cayendo en cuenta luego de que igual que otros días seguía sintiéndome vacío.

Jimin me envió la ubicación de su hogar un día antes y aun así ahora me hallaba perdido, ya que nunca había venido a esta parte de la ciudad.

Cuando llegué a la aldea cultural de Gamcheon tuve que hacerle una llamada a Jimin para que me situara en el mapa. Por suerte él bajó a buscarme para poder indicarme el camino.

— Buenas noches Jeon Jungkook ¿Cómo has estado? — saludo con una reverencia y una sonrisa en su rostro.

— Buenas noches Jimin, linda noche ¿no te parece? — pregunte observando al deslumbrante manto decorado de infinitas estrellas.

— Encantadora — respondió risueño — ven, sígueme.

Subí con Jimin al menos seis escaleras para poder llegar a su hogar, lo positivo es que ni siquiera percibí el tiempo ya que él era muy bueno para sacar conversación.

— ¿Desde hace cuánto tocas? — me pregunto.

— Desde que tenía seis años, mi padre me enseñó cuando tenía ratos libres luego del trabajo — respondí, hablándole sobre mi antigua vida sin la necesidad de mentir.

— Yo también práctico desde muy pequeño. Cuando mi hermana mayor vivía con nosotros ella solía cantar y yo tocaba la batería para crear un tipo de canción, era muy entretenido — hablo suspirando — pero luego ella se casó y ahora la veo muy poco ¿tienes hermanos?

— Yo...no, no tengo.

Lamentablemente en esta vida no tenía hermanos, pero en mi vida real sí.

— Oh ¿eres hijo único? Entonces debes ser un consentido — dijo entre risas burlonas.

— No lo suficiente — reí — a veces me siento tan solo... — dije sin meditarlo, simplemente se escapó de mi boca.

— Bueno en mi caso no tengo tiempo para sentirme solo, mi hogar es bastante ruidoso.

— ¿Ruidoso?

— Ya lo verás — pronunció guiñando un ojo y acto seguido abrió la puerta frente a él.

Lo primero que escuche fueron pequeños gritos y el ruido de una televisión encendida. También había música y la voz de una mujer llamando a comer.

— ¡Ya llegamos mamá! — exclamó el joven platinado.

Jimin vivía en una casa pequeña de dos pisos color celeste. Los muebles no se veían nuevos y parecían haber sido heredados de muchas generaciones. Había plantas con flores por todos lados y las paredes estaban cubiertas por cuadros. También había juguetes de niña por aquí y por allá, sin poder faltar por supuesto las decenas de libros de estudios apilados en una biblioteca al lado del comedor. Todo absolutamente todo me hacía recordar a un hogar acogedor y familiar.

— Tu debes ser el generoso joven que salvo a mi hijo ¿no es así? — decía una mujer de cabello castaño quien desde la cocina se acercaba a nosotros.

— Jeon Jungkook, te presento a mi madre — dijo Jimin señalando a su progenitora.

— Un gusto conocerla — hice una reverencia mientras sonreía ladino.

— El gusto es mío Jeon Jungkook, mi nombre es Park Jia — correspondió la reverencia — te agradezco enormemente lo que hiciste por nuestro hijo, no tengo palabras para hacerte saber lo tan feliz que me hace tenerte en mi hogar — dijo todo mientras sonreía teniendo sus mejillas rosadas, ahora entendía de donde Jimin había sacado las sonrisas.

— No fue nada señora Park, lo mejor es siempre actuar de forma correcta — en esta ocasión sonreí yo y luego recordé lo que traía en mi mano — oh he traído un vino para usted y su familia, espero que les guste.

Le alcance la botella de licor qué traía un moño y ella sonrió de vuelta.

— Gracias hijo, eres tan amable — habló caminando de nuevo a la cocina.

— ¡Jimin! ¡Jimin! — gritaron dos niñas que se acercaban como torpedos al peliplateado.

— Ya no griten, estoy aquí — pidió este atendiendo a las pequeñas que halaban de su abrigo — ¿Qué sucede?

— ¡Jinae no quiere prestarme la muñeca azul! — grito la más bajita.

— ¡Eso no es verdad! — reclamó la otra.

— Jihye, pero tú tienes otras muñecas puedes jugar con esas otras — intento buscar una solución Jimin.

— ¡Pero yo quiero la azul! — exclamó haciendo un puchero.

— Bueno ¿entonces Jinae me prestarías a mi tu hermano querido la muñeca azul? — pregunto uniendo sus manos, casi como si rezara.

— Si claro — contesto entregándole la muñeca a él.

— Bien, ahora abran sus manos, cierren los ojos y no los abran hasta que yo diga ¿de acuerdo?

— ¡Si! — dijeron ambas niñas.

Jimin se inclinó a la altura de las niñas, escondiendo la muñeca en su abrigo y del mismo procedió a extraer cuatro caramelos, colocando cada uno en las manos de las niñas.

— Abran los ojos.

— ¡Woow! — exclamaron ellas — ¡gracias Jimin! — gritaron antes de irse saltando hacia al frente del televisor, en donde estaban antes.

— Son mis hermanas pequeñas, Jinae y Jihye. Te las presentaría, pero no se quedan quietas ni por un segundo, tal vez en la cena puedan hablar — explicó con risas.

Yo asentí y él me invitó a sentarme en el sofá de gamuza, para luego intentar buscar un aperitivo en la cocina. Estaba observando a las niñas jugar, cuando la puerta trasera de la casa fue abierta y un hombre alto, mucho más que yo apareció frente a todos.

— Cariño, el invitado de Jimin — habló la señora Park señalándome a mí y yo en ese momento me levante de mi asiento.

— Soy Jeon Jungkook un gusto conocerle — exprese haciendo una reverencia. Había estudiado mucho los distintos tipos de saludos formales que se hacían en Corea.

— El placer de conocerte es mío, muchacho ¿Cómo has estado? — me saludo buscando mi mano para estrecharla y plantó algunas palmadas en mi espalda.

Desde que llegue a Corea era la primera persona que me saludaba así. Estuchamos las manos por unos cuantos segundos hasta que el hombre recordó que debíamos separarnos.

— Muy bien señor Park, he estado muy bien. Tiene usted una hermosa familia — le halague su núcleo familiar.

— Aquí está mi reserva de galletas ¿Quieres? — me ofreció Jimin mientras él masticaba una galleta de chocolate.

El padre de Jimin tuvo mucha platica conmigo, ahora entendía de donde Jimin había sacado lo hablador. Me contó sobre su trabajo y un poco sobre su niñez hasta que la madre de Jimin colocó la mesa y nos sentamos a cenar.

— ¡Jiyeong! — llamó su madre desde el inicio de las escaleras — Jimin llama a tu hermana por favor — le pidió y yo me sorprendí de que hubiese más personas.

— Debe estar escuchando música — explicó el peliplateado subiendo las escaleras.

Mientras yo tomaba Dwaeji gukbap (sopa de cerdo), escuche risas venir del segundo piso en conjunto del típico sonido que se hace para silenciar a otra persona. Jimin bajaba las escaleras sonriendo de una forma distinta a la que conocía, y detrás de él venía una joven con coleta alta y pómulos muy redondos, pareciendo un conejo.

— Buenas noches Jeon Jungkook ¿tú eres el ángel que salvo a mi hermanito? — pregunto ella con una sonrisa pícara dibujada en su rostro.

— Más que ángel un santo, por poco visito a san pedro en primera clase ese día — agregó Jimin sentándose a la mesa.

— Debes tener cuidado por las calles, hijo — le recordó su madre.

— Un gusto — me levante de la mesa para hacer una reverencia.

— No te preocupes, esas formalidades no son necesarias en esta casa ¿no papá? — pregunto guiñando un ojo a su padre.

Por su parte el señor Park solo rio reservado, tal vez había un chiste familiar que yo no conocía. Acompañamos la sopa de cerdo con kimchi y otra comida de la cual no pude recordar el nombre (aún era un recién llegado en este país). Los padres de Jimin me hicieron varias preguntas personales a las cuales supe contestar, y su hermana Jiyeong a quien conocí de última siempre me hacía preguntas relacionadas a mis gustos y pasiones, como si intentará saber algo más de mí, pero sin preguntarlo directamente.

Fue gracioso para mi ver como Jimin le daba codazos por debajo de la mesa, y ella aun así continuaba pregunte y pregunte.

— Lo lamento, Jiyeong suele ser algo intensa — se disculpó Jimin, mordiendo su labio inferior.

Para este momento nos hallábamos solos en otra parte de la casa.

— No te preocupes, me agrada ¿ella es tu hermana mayor? — indague desconcertado.

— Oh no, esa es Jiho. Ella se encuentra un poco lejos de aquí, vive con su esposo. Se casaron hace cuatro meses — me explicó mostrándose melancólico.

— ¿La extrañas mucho?

— Si...lo que sucede es que casi no hablamos. Siempre está ocupada con el trabajo, pero nos ayuda mucho. Sin ella no sé si podría estar estudiando en la academia de música — dijo para luego soltar un suspiró.

— Debe haber algo en este hogar que te recuerde a ella.

— Si y eso es exactamente la música...por cierto ¿Qué tipo de música escuchas?

Eso había sido para mí un jaque mate ¿Qué se supone que escuchaban los jóvenes ahora?, busque entre mis memorias y obtuve el nombre del último artista que escuche antes de que me alistara en el ejército.

— Bueno he escuchado a Glenn Miller...

— Oh te gusta el swing, yo también lo he escuchado — respondió.

— ¿Sabes quién es? — indague asombrado. Tal parecía que Jimin era un conocedor nato de la buena música.

— ¡Si claro! En la académica hemos tocado su música, más que todo la canción In The Mood — me aseguró y yo continuaba fascinado.

Se me hacía impresionante que alguien de esta época conociera a artistas de mi tiempo.

— Oye ¿te gustaría subir? — pregunto señalando las escaleras — quisiera enseñarte algo muy bonito de este lugar.

Yo asentí y analicé algunas cosas que estuve pensando desde que llegué, y eso era que gracias a Jimin entendí cuál era mi principal problema con Sunjin, no teníamos nada en común.

Muchas gracias por leer, espero que les haya gustado. Si es así no se olviden de votar. Mil bendiciones ♥♥

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