CAPÍTULO 4
Me senté enfrente del ordenador, abrí una carpeta de fotos donde estaba con mi familia: mi hermano y mis padres, aun puedo recordar todos esos momentos donde eramos una familia feliz. Donde ella no tenía el corazón lleno de odio y rencor.
Vanessa Grand, era una persona linda que se preocupaba por los demás, una mujer única. Fue la misma que se dijo llamar mi madre por 15 años.
-Que rápido pasa el tiempo mamá, aún recuerdo cuando me querías, cuando yo te importaba -cerré los ojos, no quería llorar de nuevo.
¿Por qué me pasaba esto a mi? ¿Por qué yo? Desde la muerte de mi hermano, todo había cambiado de mal a peor, mi madre se volvió una mujer fría, cegada por la venganza.
-Te dije que podíamos superar lo de mi hermano juntas, pero ¿Qué hiciste? Solo me gritabas que Ethan y yo teníamos la culpa -apreté contra mi pecho una almohada. -Hiciste de mi vida un infierno, y no se si algún día te perdonaré, trate de ser la mejor hija, trate de darte todo mi amor y solo recibí odio de tu parte.
Abrí lentamente los ojos. Y me quede observando la nada, me sentía mal, triste, sola.
-¿Lucia? ¿Estas llorando? -volteé a mirar a mi tía.
-¿Cuanto tiempo llevas aquí? -dije asustada, no quería que me viera así, se supone que esto ya lo había superado.
-Lo suficiente para saber que te sigue doliendo lo de Vanessa -su mirada reflejaba tristeza. Se que a ella también le dolía el que su hermana fuera una asesina.
-La odio Tía, la odio. -se me acercó y me abrazó, no pude contenerme y lloré, lloré por todo el daño que me causó, por las heridas que formó y que no han llegado a cicatrizar.
-No llores, no vale la pena llorar por alguien como ella. Necesitamos seguir adelante juntas. -la abracé con fuerza, mi tía había llegado a ser como una madre para mí, como la que di por pérdida después del accidente.
-¿Aun no llega Ethan? -intente cambiar el tema.
-No ha de tardar. Es un chico muy lindo. - baje la vista.
-Lo se, lo se, pude tener algo con él, pero ya vez, se enamoró de esa chica, y me alegro por eso, porque si no, no se que hubiera pasado.
En ese momento el timbre sonó.
-Creo que es él, iré a ver, quita esas lágrimas y ponte guapa en lo que lo atiendo.
Rápidamente me lave la cara y me puse una blusa de cuello alto color azul cielo, junto con un pantalón blanco y mis botas grises.
-¡Lucia, ven rápido! -dijo mi tía ¿ahora que pasaba? Corrí hasta la sala y me lleve una mano al pecho.
Ethan estaba pálido. Sus manos temblaban. Unas gotas de sudor caían de su cara.
-Quedate con él, iré a hacer un té.
-Asentí con la cabeza.
-¿Ethan? ¿Qué pasa? -no me respondía, su perro estaba a un lado de él, le lamía las manos y el no reaccionaba. -¡Ethan! -lo tomé de las mejillas y lo obligué a mirarme.
-La ví -trague saliva -Ví a tu mamá.
-¿Dónde la viste? Pensé que estaba en la cárcel, es lo que me dijo mi papá.
-No, ella está aquí, ella esta aquí. -uní mi frente con la suya.
-Tranquilo -Vanessa estaba loca -tranquilo, te juro que si se nos acerca la mató Ethan, y no, no importa que sea mi madre.
Me dieron miedo mis palabras, ya que no las decía en juego.
-No quiero que seas como ella Lucia, tu eres buena.
-No dejare que te haga mas daño del que ya te hizo. -negó con la cabeza. Lo mire a los ojos y pude notar su dolor.
🔽🔽🔽
-¿Crees que algún chico se fije en mi? -giré la cabeza para poder verla.
-Eres hermosa, ¿por qué no lo habría? -se encogió de hombros.
-Siento que nunca sabré lo que es estar enamorada Ivanna.
Baje la vista, porque me sentía culpable, porque aunque no quise hacer lo que hice, formaba parte del plan de mis padres.
Ella no merecía esto ¿pero que podía hacer yo? Según Jéssica es lo mejor.
-Algun día llegará ese chico que ponga tu mundo de cabeza. -
Hubo un momento de silencio.
-Tal vez ya llegó -abrí los ojos como platos ¿Qué había dicho?
-A ¿Qué te refieres? -no podía ocultar mi asombro. Era imposible.
-No, nada, olvidalo.
-Dime, ¿de quién hablas?
-Olvidalo Ivanna, no hablo de nadie, yo.. -se levantó de la silla -estoy loca.
Me levanté y la seguí, tenia que saber que ocurría, no me gustaba que ella estuviera así.
Mi amiga no era la misma, desde que llegamos todo se volvió diferente, mas bien ya era diferente desde que mis padres decidieron venir aquí.
-¡Oye! ¡¿Qué pasa? Dime, siempre nos contamos todo.
-No es nada, ya déjalo. -no me quedaría con la duda.
Tomé su mano y salimos de la casa.
-A ¿donde vamos?
-Solo quiero hablar contigo.
Me miró confundida, pero no me detuve, la llevé hasta una cafetería que estaba cerca de la casa. Entramos y nos sentamos en él fondo del local.
-No traigo dinero.
-Pagare yo, yo te traje, puedes pedir lo que quieras.
Bajó la vista hasta sus uñas.
-No me gusta estar aquí, y no, no me refiero a la cafetería -su sinceridad me tomo por sorpresa.
-¿Y eso? Pensé que te gustaba.
-No es que no me guste, solo que tengo un presentimiento, como si hubiera dejado algo allá. -la culpa volvió a mi. -Es raro, lo se, tal vez son solo los recuerdos que olvide.
-Scarleth, tranquila.
-Yo se que algún día recordaré todo, la boda de nuestros padres, cuando tu y Mathew se hicieron novios y espero que sea pronto -las lágrimas se hicieron presentes.
-Scarleth, necesito decirte algo. Mis padres y yo..-una voz que no reconocí me interrumpió.
-¿Hola? Amm ¿Te acuerdas de mi? -dijo el desconocido mientras miraba a mi hermana.
-Claro, ¿tu no eres el tipo que regala dulces? -ella le dio una sonrisa.
No, esto estaba mal.
-Si soy yo, al que no le quisiste aceptar uno. -me sentía fuera de lugar, carraspe un poco y el por fin me notó. -Lo siento, que mal me ví interrumpiendolas.
-No te preocupes -mi seriedad hizo que se despidiera.
-Bueno, amm, provecho, adiós ... -Hizo una pausa, pude notar que no se sabia el nombre de ella.
-Scarleth. -completé la frase.
Posó sus ojos en mi y me dio las gracias.
-Adios.. -esto era tan raro, mi hermana contestaba con cierto encanto en la voz.
-Emannuel, me llamó Emannuel, ya no te interrumpo, hasta luego -no dejaba de verla, tanto que el tipo se tropezó con una silla.
Me acomodé en mi asiento y pude ver la cara de Scarleth.
-Que tipo tan mas pesado -dije molesta.
-Me parece lindo.
¿Escuche bien?
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