Capítulo 4: Pequeña Amiga.
Mis ojos se fueron abriendo de a poco al escuchar la alarma de mi celular, rápidamente la apagué para dejar de escuchar ese molesto ruido. Sin ningún problema me senté en mi cama, eso era lo único que me gustaba de los primeros días de escuela, que nunca cuesta levantarse pero conforme pasan los días levantarse se convierte en todo un reto.
Me quité las sábanas de encima para ponerme de pie. Entré al baño, abrí el agua caliente y después de desnudarme me puse bajo el chorro, tardé unos cinco minutos bajo éste sin hacer nada para después bañarme correctamente.
Al salir del baño me dirigí al armario, lo miré unos segundos antes de decidirme por un vestido rosa de flores corto, unos botines café claro y una chaqueta de cuero del mismo color que las botas. Me puse todo el conjunto, me coloqué mi pulsera, tomé mi mochila y salí de la habitación.
— Hola — me acerqué al refrigerador para tomar el jugo de naranja.
— Hola — me respondió Aarón — hice tostadas por si quieres.
— Gracias — tomé una, le unté mermelada de fresa y la comí junto con el jugo de naranja.
— ¿Nos vamos? — limpié mi boca con una servilleta y asentí con la cabeza.
Salimos de la casa y me di cuenta de que faltaba alguien.
— ¿William no viene?
— No, casi siempre llega tarde — asentí y subí al auto. — ¿Por qué preguntas sobre él? ¿Te gustó ese idiota?
— ¡NO! — dije rápidamente — solo trato de caerle bien.
— ¿Por?
— ¡Por qué me odia! — soltó una carcajada.
— Jess, no te preocupes, él odia todo.
— Pero al menos contigo tiene una conversación civilizada.
— Bueno...
— Y hoy por la noche hasta me empujó con su hombro.
— ¿Cómo?
— Sí, es que ayer escuche ruidos en la cocina, bajé y estaba él, le pregunté qué es lo que le pasaba porque se veía algo alterado pero simplemente me dijo que no molestara y cuando salió de la cocina me empujó con su hombro. — Aarón se molestó con lo que le había contado, no hacía falta que me lo dijera, se notaba por su mandíbula apretada y por la forma de tomar el volante.
— Voy a hablar con él.
— ¡No! — dije rápidamente.
— ¿Por qué no? ¿Quieres que te siga tratando como lo está haciendo?
— Si le reclamas me tratara igual porque pensará que soy una chismosa. No le digas nada, si vuelve a pasar algo te lo diré y ya no me negaré a que hables con él ¿Sí?
— Esta bien pero me lo tienes que decir.
— Te lo prometo.
💮🌸💮
Entramos al aparcamiento, pero desde afuera ya podía ver que la universidad era demasiado grande, había varios edificios esparcidos por diferentes partes, pero al centro, un poco elevado, estaba el edificio principal. Aarón siguió conduciendo hasta encontrar un lugar.
— ¿Lista? — preguntó cuando apagó el motor.
— Eso creo. — bajamos del auto y nos encaminamos al edifico principal para poder recoger mi horario. Cuando estábamos por subir las escaleras alguien gritó.
— ¡AARÓN! — ambos giramos y era una chica de cabello rubio con unos impresionantes ojos azules que estaba vestida con un estilo hippie chic y una diadema de margaritas, Hanna. Nos hizo una señal como tratando de decir que no nos moviéramos de donde estábamos antes de girar y dirigirse a una chica que estaba a su lado.
— Te dejo.
— ¿Por?
— Todos los años Hanna hace bromas el primer día y quien se termina metiendo en problemas soy yo, así que tengo que irme antes de que me involucre.
— Está bien. Adiós.
— Adiós. — y salió corriendo. Hanna siempre ha sido una chica problemática desde que tengo memoria. Ella y mi hermano siempre han estado castigados y han tenido reportes, Aarón desde pequeño me dice que él no hace nada, que Hanna es quien lo mete en problemas y honestamente le creo porque cualquier cosa que Hanna le pidiera, mi hermano la haría.
— Hola, hermosa — me dio un gran abrazo. — ¿nerviosa?
— Algo.
— Tú tranquila, estarás bien. Siempre has sido brillante para la escuela y si yo he podido tú con mayor razón lo harás.
— Gracias.
— ¿Y a dónde se fue el miedoso de tu hermano? — con mi brazo le indiqué por donde se había ido. — por eso me agradas. — me dio un abrazo y se alejó. — ¡SUERTE! — Yo solo sonreí.
No me molesté en mentirle porque aunque lo hiciera ella siempre encontraba la manera de hallar a mi hermano.
Estaba por subir las escaleras pero nuevamente un ruido me lo impidió, era el sonido del motor de una motocicleta que venía a toda velocidad. Me giré y estaba en lo cierto, una motocicleta entró al aparcamiento muy rápido. No paró su ritmo, solo un poco para girar en algunas curvas hasta llegar y aparcar justo a un lado mío.
Me sorprendió ver quien era cuando se quitó el casco.
— No sabía que tenías una motocicleta. — le dije.
— No tendrías por qué saberlo, solo te conozco hace dos días. — sonrió burlón pero ¿por qué sonreía?
— Cierto — bajé la mirada a mi botas por ya no saber qué decir, se hizo un silencio raro que no era para nada incómodo.
— ¿A dónde ibas?
— Aarón y yo íbamos a la oficina por mis horarios pero escapó.
— ¿Hanna?
— Sí — reí un poco.
— Bien, te acompaño, no vaya a ser que te pierdas.
— Ya se me hacía raro. — comencé a subir las escaleras y él me siguió.
— ¿Qué?
— Que tuviéramos una conversación civilizada.
—Ah, en ese caso estoy de acuerdo contigo.
Rodé los ojos, respiré profundo y seguí adelante.
Entramos al gran edificio principal y me acerqué a recepción.
— Hola, vengo por mi horario.
— Si claro, solo necesito su nombre completo, por favor.
— Jessica Cox Murray. — unos minutos pasaron y después de ello la señorita me entregó mi horario. — Gracias.
Miré mi horario y tenía geometría.
— ¿Sabes dónde está el salón D-5?
— Si, en el edificio D salón 5 — volvió a sonreír y yo a respirar hondo.
— Bien, gracias por tu ayuda. — lo rodeé y seguí mi camino.
— Por nada, chica panda. — un par de personas que estaban cerca se rieron y lo único que hice fue agachar la cabeza y seguir mi camino.
💮🌸💮
Gracias al cielo había un mapa afuera de las oficinas y pude encontrar mi salón y aún mejor llegar a tiempo. El salón parecía más un auditorio, era realmente impresionante.
El maestro estaba por dar la clase cuando...
— ¡Puedo entrar! — gritó una chica pelirroja desde arriba.
— Primer día y llegando tarde. — el profesor negó con la cabeza. — puede entrar pero me debe una dona de fresa.
— ¡Hecho! — entró caminando o mejor dicho saltando y se sentó a lado mío.
Los minutos pasaron hasta que la clase terminó.
— ¡ODIO ARITMÉTICA! — gritó la chica.
— Pero esto fue geometría. — le sonreí amablemente.
— ¡Oh! Bueno es lo mismo, ambos tienen números.
— Bueno en realidad... olvídalo — reí y guardé mis cosas.
— Eres inteligente y te ríes de lo que digo. Bien, me quedaré contigo. — me coloqué la mochila y ella me esperó.
— Por mi está bien, no conozco a nadie.
— Yo sí, pero no me agrada la mayoría — ambas reímos. — ¿Eres nueva?
— Si, ¿Tú no?
— No, estaba estudiando arquitectura pero tenía muchas matemáticas así que me salí, perdí un año y ahora lo intento en diseño gráfico.
— Buena decisión.
— Si, le hice un favor a la humanidad al no crear edificios que probablemente se caerían. — reí y salimos del aula.
— ¿Cuál es tu nombre, pequeña amiga?
— No soy pequeña. — fruncí el ceño.
— Bueno ¿cuál es tu nombre, no pequeña amiga?
— Jessica.
— Muy bien, Jessica, yo soy Ema. — me extendió su mano y yo la acepté.
Bueno al menos ya tenía una amiga.
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