Capítulo 34: Estrellas.
Dedicado a: El amor de mi vida 💙🌷
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Eran alrededor de las seis de la tarde, no tenía tareas pues las clases estaban a punto de terminar así que lo único que me encontraba haciendo era estar acostada en mi cama mirando al techo. Siempre me había gustado hacer eso, que todo a tu alrededor esté en absoluto silencio y lo único que puedas escuchar es tu voz interior, la voz de tus pensamientos. Pero esta vez no era una de esas, en esta ocasión no había voces sino imágenes, imagines de William, de su forma de caminar, de su sonrisa, de cuando esta dormido, de sus manos, de sus labios, de sus ojos... Y no paraban, seguían constantemente en mi cabeza.
Seguí haciendo eso (pues era inevitable) por un par de horas más, hasta que la luz del sol dejó de traspasar la ventana y mi habitación quedó en la oscuridad total. Estaba por quedarme dormida pero justo en ese momento escuché como la puerta de mi habitación se abrió lentamente para después cerrarse de la misma forma. No abrí mis ojos para ver quien era porque ya tenía una idea.
—Jess... ¿Estás dormida? — Él estaba sentado en mi cama justo a lado mío pero eso no duró mucho ya que sentí como su peso se iba, abrí los ojos y ahora William estaba hincado a lado de mi cama para que su cara y la mía estuvieran cerca.
— No, no estoy dormida.— Mi voz sonó débil.
— ¿Jess, te gustaría salir conmigo?
— ¿Salir contigo? — Pregunté porque esa pregunta me confundía un poco porque ¿Qué no ya estábamos saliendo?
— Sí, como en una cita.
— ¿En verdad?— una sonrisa se asomo por mis labios y a pesar de la oscuridad de la habitación él la notó porque también sonrió.
— De verdad.
— Eso me encantaría.
— Bien, entonces vamos — ¿Qué?
— ¿Qué? ¿Ahora?
— Sí ¿Qué pensaste?
— Que en unos días o tal vez mañana.
— Pues ya ves que no. Ahora vamos.— Tomó mi mano para guiarme a la puerta y una vez que estuvimos en ésta me detuve de golpe.— ¿Qué pasa?— me miró algo preocupado.
— Nada es que no creo estar preparada para salir así.— dije apuntando a mi ropa, ropa que había estado usando desde que desperté. Él solo sonrió y se acercó a darme un beso en los labios.
— Tal y como estás créeme que la palabra hermosa te queda corta.— no supe qué decir.— Ahora vamos.— volvió a tomar mi mano y me guió hasta salir de la casa.
Al estar afuera nos dirigimos hacia donde estaba su motocicleta, que por cierto tenía una mochila atada. Una vez cerca me entregó un casco y cuando me lo puse él subió primero para después ayudarme a mí.
— ¿A dónde vamos? — pregunté cuando encendió el motor.
— Es una sorpresa. — Y sin agregar algo más aceleró.
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William estuvo manejando por varios minutos, al principio estaba rumbo a la ciudad pero cuando estábamos a punto de llegar desvió nuestro camino. Siguió por una gran carretera que se encontraba rodeada de árboles, por un momento llegué a pensar que no llegaríamos a ningún lado porque parecía como si fuéramos en círculos pero en eso fue frenado la motocicleta y se adentro a un pequeño camino de tierra que no era fácil de notar. Solo pasaron unos pocos minutos hasta la motocicleta se detuvo por completo.
— Ya llegamos.— dijo cuando se quitó el casco. Yo imite su acción para ver con mayor claridad donde nos encontrábamos y me quedé sin palabras cuando miré a mi alrededor.
Alrededor de nosotros solo había grandes árboles, arbustos y césped, salvo por un lugar enfrente de nosotros donde solo se encontraba una banca vacía. Tal vez algunos considerarán eso algo inútil pero la banca tenía un propósito pues justo frente a ésta no se veía la ciudad como en la mayoría de los miradores sino el cielo lleno de estrellas.
A mucho eso tal vez no les maravillaría pero para alguien como yo que he vivido en una gran ciudad toda mi vida ver el cielo lleno de bellas estrellas es asombroso.
— Nunca había visto tantas estrellas en toda mi vida. — Will solo tomó mi mano y me guío hacia donde estaba la banca.
Al estar sentados no dijimos absolutamente nada, solo miramos las estrellas mientras el me abrazaba y yo le correspondía.
— ¿En serio nunca habías visto tantas estrellas?
— No, toda mi vida he vivido en la ciudad así que nunca llegué a ver tantas estrellas. Y... en serio que es absolutamente hermoso.
— Este es el lugar favorito de mis padres y cuando estuvimos más grandes nos trajeron a mis hermanas y a mí a conocerlo. Recuerdo que la primera vez que vine pensé lo mismo que tú, que esto era lo más hermoso que había visto en mi vida pero después de unos años me di cuenta de que no es así, existe algo más hermoso que esto.
— ¿Pero que puede ser más hermoso que mirar cientos de estrellas?
— Tú. Tú eres más hermosa que cientos de estrellas.
Cuando dijo eso me miró a los ojos y eso solo provocó que toda mi piel se erizara. Fue acercándose a mí, reduciendo el espacio que nos separaba hasta que tocó mis labios con los suyos. Me beso lento, de una manera tan tierna y calmada que ni con palabras se pudiera describir lo que se sentía... lo que sentía al besarlo.
— Te quiero, Jess.— dijo apenas se separó unos centímetros de mí.
— Te quiero, Will.
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