Capítulo 28: ¡Te vas a matar!
Dedicado a: Todas mis lectoras y lectores!
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—Entonces déjame ver si entendí bien.—me dirigí a Hanna que estaba sentada justo frente a mí mientras comía palomitas. —¿Pusiste colorante azul en la piscina y convenciste al equipo entero que se lanzara a ésta? ¿Así fue como lo hiciste?
—Así es, pequeña.
—¿Y no dudaron en hacerte caso?
—Jess, esos chicos hacen cualquier cosa si se los pide alguien linda que tenga una vagina.
—¿Okay? —dudé un poco al decir eso.
—Hanna ¿Cuándo será el día en que pararás con todo esto? —dijo Aarón cuando se sentó en la mesa con nosotras.
—El día en que dejen de pagar tan bien. Tú mejor que nadie sabes que con estas bromas me gano la vida. A parte, es muy divertido.—en eso lanzó una palomita al aire y cuando cayó la atrapó fácilmente con la boca.
—Claro.—respondió Aarón pero su tono fue algo sarcástico y fastidiado.
Conocía ese tono de Aarón, lo usaba cuando algo no le gustaba, cuando estaba cansado. Y tal parecía que en esta ocasión Aarón estaba harto de participar y de ver las bromas de Hanna. A cualquiera le parecería algo tonto pero Aarón tenía su derecho a estar disgustado cuando ha pasado la mayor parte de su vida siendo parte de estas bromas.
— ¿Qué quieres decir con eso? —lo miró Hanna molesta.
—Nada, Hanna, olvídalo. —Aarón estaba por dejar la mesa pero Hanna se lo impidió tomándolo del brazo y volviéndolo a sentar.
—Dímelo.—lo miró mal.
—¿En serio lo quieres escuchar? —Hanna asintió —Bien, pues lo que pasa es que ya me estoy cansando de tus bromas. Desde que tengo memoria siempre he sido parte y ya me estoy hartando de todo esto.
—¿Y yo tengo la culpa? Si mal no lo recuerdo tú eres quien se mete porque siendo honesta yo no te necesito para hacer MIS bromas.
—¿En serio crees que puedes hacer las bromas sin mí? —Dijo Aarón en tono irónico y con eso decidí que era momento de mi retirada.
—Bueno, tengo cosas que hacer así que...—me puse de pie y comencé a retirarme del inicio de la tercera guerra mundial.
Aarón y Hanna JAMÁS habían discutido por nada así que yo no tenía claro hasta donde llegaría todo esto pero de verdad esperaba que lo resolvieran porque a pesar de que ambos son del todo opuestos se necesitan, toda su vida han estado juntos así que no sé qué pasará si dejaran de ser mejores amigos.
Fui directo a mi habitación porque claro que aunque fue un día de locos a los profesores les importa un bledo y me dejaron algo de tarea.
—Hola, Hook.—dije antes de entrar a mi habitación y Hook me respondió con un ladrido.
En cuanto entré fui a buscar mi mochila para comenzar a hacer mis tareas. Al encontrarla y ponerla sobre mi escritorio escuché gritos por parte de Hanna y Aarón.
—¡PUEDO HACER ESTO SOLA! ¡NO NECESITO TU ESTÚPIDA AYUDA! —era Hanna.
—¡HANNA, ESPERA! —Y en eso se escuchó como cerraron la puerta principal de un portazo. —¡Ahg! ¡Mierda! —escuché como Aarón subió rápidamente las escaleras para después encerrarse en su habitación.
Creo que la tercera guerra mundial ha comenzado.
💮🌸💮
En cuanto terminé mis tareas me puse a escuchar algo de música y creo que se me subió un poco la loquera porque ahora mismo estaba cantando Cake by the ocean de DNCE mientras saltaba sobre mi cama. Por esto mismo me gustaba tener tarea porque cuando estoy realmente aburrida hago este tipo de cosas que no son normales en mí.
—¡Ah ya ya ya ya I keep on hoping we'll eat cake by the ocean! —en eso escuché un fuerte golpe desde la ventana, el mismo que hace cuando se abre.
—Wow, no sabía que te divertías tanto cuando estás sola. —dijo William desde mi ventana. ¡William estaba en mi ventana! ¡Mi ventana que está a más de cinco metros del piso!
—¡Tonto, te vas a matar! —rió y entró a mi habitación. Bajé de mi cama y apagué la música. Cuando estuvo adentro solo se quedó parado en medio de la habitación mientras me miraba divertido y supongo que era por la cara de pánico que tenía ahora mismo. —¡¿Qué demonios te pasa!? ¡¿Pudiste haberte matado!? ¡¿Por qué no entras por la puerta como las personas normales?! —a él no le importó mi paranoia porque simplemente se encogió de hombros.
—Pensé que tal vez sería más romántico si entraba por la ventana. —al escuchar eso me quedé congelada porque no me esperaba eso.
—¿Y por qué querías ser romántico?
—Porque me gustas, Jess. —me sonrió y yo solo me quedé de pie mirándolo. —¿No dirás nada?
—Es que... —lo pensé bien.—es que no te creo. —y con esas palabras la sonrisa se William se borró y su mirada se entristeció.
—¿Por qué no?
—¿En serio tengo que recordarte todas las veces que me hiciste sentir mal o al menos la última?
—Tienes razón y perdón por todo eso, en serio perdón, soy un jodido imbécil que no quería ver ni aceptar lo que sentía y lo de la última vez fue porque me molestó que dijeras que éramos amigos porque yo te veo de otra forma. —se acercó a mí.
—¿De cuál? ¿De tu sumisa?
— No, de esta.—y me besó.
Intenté con todas mis fuerzas mostrarme indiferente, no corresponderle el beso pues quería que todo esto terminara, que dejara de jugar conmigo pero no pude porque cuando quieres a alguien la razón disminuye y la estupidez aumenta a escalas infinitas. Así que terminé correspondiéndole el beso. Y no me arrepentí.
El beso era profundo pero muy tierno y seguía provocándome lo mismo. Sentía que las manos me temblaban y que toda mi piel se erizaba, era una sensación tan extraña y a la vez maravillosa que solo William podía provocarme.
Después de unos segundos William se alejó pero dejó su frente pegada a la mía haciendo que nos miráramos a los ojos.
—¿Jess...? —se calló unos segundos.—¿Me darías una oportunidad para compensar todo?
—Will...
—Por favor.—además de sus palabras su miraba también me suplicaba.—Cuando estoy junto a ti todo parece estar bien, no tengo que preocuparme ni estar molesto por nada, hace mucho que no lograba sentirme de esta forma y es gracias a ti que lo conseguí. Por favor, Jess... te quiero cerca de mí.
—¿Eso es lo que quieres?
—Más que a nada. —lo miré unos segundos más antes de dar mi respuesta definitiva que fue volver a besarlo y cuando nos separamos él preguntó.— ¿Es un sí?
—Sí.—sus ojos se iluminaron y rápidamente me abrazó y me cargó haciendo que el piso quedará a solo centímetros.
—¡William...! —no tuve tiempo de reprenderlo porque me besó.
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