Capítulo 15: El Peor Desayuno de la Vida.
Unas horas después...
Al salir de mi habitación lo único que deseaba era poder relajarme y desayunar sin preocupaciones, pero mis esperanzas y sueños murieron cuando bajé las escaleras y pude ver el estado en el que se encontraba la casa.
— ¡Aarón! — bastaron solo unos segundos para que Aarón bajara corriendo las escaleras y estar a mi lado.
— ¡¿Qué pasa?! — se colocó frente a mí claramente asustado.
— ¡¿Qué…qué pasa?! ¡¿Qué no ves el estado de la casa?! — Aarón se giró y miró con detenimiento la habitación, antes de soltar una carcajada.
— En serio se nota que no habías hecho una fiesta, Jess. Preocuparte cuando después de una fiesta la casa esté limpia. — Aarón comenzó a subir las escaleras de nuevo.
— ¡¿A dónde vas?!
— A dormir, estoy cansado.
— ¡Arg! ¡Bien! Descansa.
— ¡Gracias!
Fui a la cocina para ver si podía hacer algo de desayunar, pero al ver botellas de cerveza y vasos de plástico esparcidos por TODOS lados, supe que la respuesta sería no.
¡Ay, Hanna! pero para limpiar no dices nada, ¿verdad? Fui a uno de los estantes bajos de la alacena para buscar una bolsa de basura, cuando al fin la encontré me puse a recoger todo el desastre de la cocina.
— ¡Dios, ¿qué es esto?! — el vaso que tenía en mi mano olía horrible y eso que lo tenía muy alejado de mi nariz. No olía a cerveza a pesar de su color amarillento y con eso creo que ya tenía una idea de lo que era.
— Es orina.— giré y encontré a William mirando todo desde el marco de la puerta. — los jugadores se lo querían dar a alguien, pero se pusieron tan borrachos que uno de ellos se tomó la mitad.
No respondí nada, simplemente tiré el vaso a la basura y continúe con lo demás.
— ¿Te ayudo? — se acercó a la alacena y sacó una bolsa de basura. Sin que yo le respondiera comenzó a recoger la basura.
¿Cómo es que él todavía tuviera el descaro de hablarme como si nada después de lo que me hizo hace unas horas? ¡Por Dios! Todavía podía recordar todo.
Lo peor de todo es que no tenía la menor idea del por qué William había hecho eso si tanto me odiaba, ¿Por qué casi me besó? ¿Para molestarme más? ¿Por qué él sabía que me quedaría pensando en eso todo el día? No lo sé y eso era lo que más me molestaba de todo. No saber el por qué.
William y yo estábamos recogiendo los vasos que se encontraban en la barra de desayuno, creo que a ambos se nos ocurrió recoger el mismo vaso, eso provoco que nuestras manos se tocaran. Lo miré y me sorprendió no ver un gesto de desagrado o enfado, solo permaneció neutro, todo lo contrario a mí que lo miré molesta. Honestamente me sentí mal, pero al recordar lo de la otra noche todo rastro de culpa se esfumó, así que le arrebaté el vaso para poder continuar con mi tarea.
— ¿Estás molesta? — nuevamente no le respondí, no quería tener una pelea tan temprano así que me encaminé a la sala para recoger los vasos de ahí y de paso ignorar más a William, pero tal parecía que él sí quería discutir porque me siguió. — Jess, te estoy hablando.
Al escucharlo llamarme por mi diminutivo un escalofrío me recorrió el cuerpo y creo que por miedo.
"Síguete engañando de esa forma, porque en serio que es muy divertido"
"Cállate, no es el momento"
Y nuevamente no le respondí, solo tomaba los vasos de plástico y los echaba a la bolsa de basura mientras podía sentir su mirada molesta sobre mí. Cosa que no tardó demasiado porque se acercó rápidamente a mí para arrebatarme la bolsa de entre las manos.
— Dame la bolsa.— mi voz sonó muy pesada y golpeada.
— No te daré nada hasta que me contestes.— me crucé me brazos.— ¡Agh! ¡Deja de retarme!
— Yo solo me crucé de brazos.— aunque sí lo había hecho con esa intención.
— ¡Carajo! ¿¡En serio estás molesta por lo de anoche!? ¡Era solo una jodida broma!
— Pues no me gustan tus bromitas. — le arrebaté la bolsa y me encaminé de nuevo a la cocina.
— A no ser que...— me giré para poder enfrentarlo.
— ¿A no ser que qué? — mejor me hubiera quedado callada.
— Querías que te besara ¿Verdad? Por eso estás molesta, porque no lo hice. — mi cara cambio al pánico, intente de nuevo molestarme, cosa que logré pero ya muy tarde.
No dije ni una solo palabra solo seguí con mi camino a la cocina.
— Responde, Jessica ¿Estás molesta por eso? — me fui al otro lado de la barra para estar más alejada, pero él me siguió hasta estar como a un metro de distancia. — Jess.
— ¡¿Qué?! ¡Que no! ¡La respuesta es no!
— Bien.
Al ver que se acercaba solté la bolsa por inercia y en el momento en que se escuchó que ésta chocaba contra el suelo William ya tenía sus labios sobre los míos.
El beso no era calmado sino todo lo contrario, era posesivo y fuerte algo que me asustó al comienzo porque nunca había hecho tal cosa, pero cuando mis labios comprendieron el ritmo de los suyos el miedo desapareció y le pude corresponder con la misma intensidad. Sus manos bajaron hasta mi cintura para poder levantarme y sentarme sobre la barra.
Todo estaba bien, nada de lo que estaba pasando me molestaba, hasta que él hizo algo que me asustó de verdad.
Sus manos no se quedaron en mi cintura, éstas continuaron bajando hasta llegar a mi parte íntima y ahí "acariciarme" con fuerza.
Al sentir eso lo aparté de mí de un fuerte empujón.
— ¿No era eso lo que querías? — su sonrisa tan sínica logró que me molestara por completo, así que, cuando bajé de la barra no me aguante las ganas, le di una fuerte bofetada logrando que su cabeza se fuera hacia un lado y sin esperar un segundo más, salí corriendo a mi habitación, de donde no salí en todo el día ¿Por qué hizo eso?
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