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Capítulo 6

Rehén

Jimin despertó y lo primero que vio fue a Yoongi, lucía preocupado mientras caminaba de un lado a otro en la habitación. Sus alas estaban escondidas y Jilianny parado en una esquina tronándose los dedos nervioso. El caído estaba recordando sus últimos minutos antes de desmayarse y cuando recordó que Hoseok esposó a Jungkook se sentó abruptamente en la cama llamando la atención de su esposo y de Jilianny.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Yoongi apretando la quijada, conteniendo la furia.

—¡Hoseok tiene a Jungkook, debo ir al paraíso a rescatarlo! —Se puso de pie, pero se sintió tan mareado que casi cae al suelo. Por fortuna Yoongi lo sostuvo evitando la caída.

—Hice una pregunta, contesta. —Jimin sintió un hueco en el estómago porque Yoongi por primera vez lo veía con decepción.

—¿Le contaste? —Le preguntó a Jilianny y este negó con la cabeza.

—Tranquilo que puedes acostarte con cualquier caído del reino y Jilianny va a ocultármelo. Ya sé que su lealtad está contigo. —Yoongi se tocó el puente de la nariz para evitar decir algo de lo que pudiera arrepentirse.

—¡Su alteza ya le expliqué que... —Jilianny trató de justificarse.

—Yo lo obligué —dijo Jimin— Déjanos solos —añadió y Jilianny salió del castillo.

—Si tantas ganas tenías de regresar al paraíso te hubieras ido solo... Ahora Jungkook, ¡Me cago en ti y en tus putos ángeles! —gritó lanzando una bola de fuego a la pared quemando las decoraciones que habían.

—En lugar de pelear tenemos que ir por el niño, ellos le pueden hacer daño...

—No te preocupes ya hablé con Hoseok, tengo todo resuelto. —Apretó la quijada.

—¿Hoseok? ¿Va a entregarte a nuestro bebé?

—No sin algo a cambio. —Encorvó los hombros.

—¿Qué te pidió? —preguntó preocupado.

—Escúchame bien Jimin, lo que hiciste fue estúpido, te metiste a la cueva del lobo. Arriesgaste tu integridad, la de nuestro hijo, arriesgaste nuestro reino. Ya no eres solo Park Jimin, ahora eres el rey del infierno, mi rey. —Chasqueó los dedos para apagar el fuego que seguía ardiendo en la pared— ¿Comprendes la magnitud de la responsabilidad que tienes?

—Ah... ¿Por qué me dices eso?

—¡Porque voy a entregarme! —gritó furioso al mismo tiempo que contenía las lágrimas.

—¿Entregarte? —Jimin amplió los ojos y negó con la cabeza al comprender lo que estaba sucediendo— ¡Hoseok te quiere a ti! ¡Ese hijo de perra, no vas a ir!

—¿Y qué hago? ¿Dejo al niño en los calabozos celestiales? Tú sabes lo crueles que pueden llegar a ser los ángeles Jimin. ¡Tú sabías en el peligro que pusiste a... ¡Carajo! —gritó desbordándose en un llanto amargo.

Jimin comprendió la cargazón que había cometido e intentó abrazar a Yoongi pero este lo empujó apartándose de su agarre.

—Cuida mi reino, cuida a nuestro hijo y cuídate a ti mismo. ¿Puedes obedecerme por una vez en la vida?

—Yoongi...

—Si no lo haces por mí hazlo por Jeikey...

—Perdóname...

—¿Perdonar? —Sonrió sarcásticamente— Te dije antes que solo los perdedores se arrepienten de sus actos. Vive de tal manera en la que no te arrepientas de nada.

—Yoongi... —susurró.

—Dame la mano y no me sueltes —dijo estirando la mano, Jimin la sostuvo temeroso— Iremos al paraíso, tengo que entregarme.

—No lo hagas, busquemos otra manera...

—¿Y dejar que Jungkook sufra un minuto más encerrado? Por supuesto que no, yo puedo tolerar cualquier tipo de tortura, mi hijo no.

—Lo siento... —susurró con lágrimas en los ojos.

—No vuelvas a decirlo. —Apretó su mano con fuerza— Mejor busca la manera de traerme de regreso.

Al decir eso se teletransportaron al paraíso sin decirle nada a los súbditos del infierno. En la entrada se encontraban los tres arcángeles y una legión de ángeles detrás de ellos, todos con espadas de fuego entre las manos, el pequeño Jungkook estaba parado atrás de ellos con unas esposas de oro que inhibían sus poderes. El niño intentó correr hacia sus padres al verlos pero Seokjin lo tomó del hombro negando con la cabeza. Yoongi levantó las manos en señal de rendición, después le dio un beso a Jimin en la frente sin decir una sola palabra para acercarse a Namjoon, su líder.

—Bajen las espadas, van a asustar al niño —dijo tranquilo— Y más vale que no hayan lastimado a Jungkook.

—Él no fue herido, justo como prometí —aseguró Hoseok.

—Lamento que esto haya terminado así, pero el niño nos atacó primero —Namjoon se excusó.

—Deja las excusas y entrégame al niño.

—Primero ponte las esposas, no quiero arriesgarme a que escapes con tu teletransportación. —Seokjin le lanzó las esposas que inhiben poderes para que se las colocara.

—Más vale que cumplan su palabra.

Dicho eso Yoongi se colocó las esposas lanzándole una mirada de reojo a Jimin que estaba parado a un par de metros de él. Namjoon liberó a Jungkook de sus esposas, el niño corrió a abrazar a Yoongi, fue un abrazo lleno de amor y alivio. Yoongi deseaba con todas sus fuerzas transportarse al inframundo o regresar el tiempo atrás para evitar la acción imprudente de Jimin, sin embargo todo se quedó en deseos porque tenía que seguir con el plan; tenía que quedarse en el paraíso.

—¿Te lastimaron? —preguntó refiriéndose a los angeles celestiales y el niño negó con la cabeza.

—Me dieron frutas humanas para comer y me mostraron las calles de oro —dijo con lágrimas en los ojos.

—Bueno, regresa a casa con Jimin, yo me quedaré aquí un largo tiempo.

—¡Para siempre! —gritó Hoseok a lo lejos.

—¿Ellos van a mostrarte las calles de oro y darte fruta?

—No precisamente, —Abrazó a Jungkook con más fuerza dándole un beso en la punta de la nariz— Cuida a tu papá, no dejes que cometa tonterías y no utilices tu magia hasta que logres salir de aquí, Te amo.

—Te amo papi.

—¡Basta de despedidas, es hora de que vengas con nosotros! —gritó Seokjin.

Jungkook caminó hacia Jimin. Cuando padre e hijo se tomaron de la mano para irse al inframundo los celestiales lanzaron de su gloria directo al pecho de Yoongi provocando que cayera de rodillas retorciéndose de dolor.

—¡Yoongi! —gritó Jimin desesperado.

—¡Estaré bien! —gritó entre dientes.

—Desaparézcanlos de mi vista —siseó Hoseok mirando a Jimin y a Jungkook.

—¡Papi! —gritó el niño.

—¡Te amo! —fue lo último que pudo decir Jimin antes de ser arrojado de regreso al infierno.

Mientras caían Jimin abrazó a Jungkook envolviéndolo con sus alas para posteriormente extenderlas y caer de pie en la franja que protegía el inframundo de los intrusos. Cayó majestuosamente, las alas del niño eran completamente blancas pero cuando entró al infierno se tornaron oscuras de nuevo.
El par de guardias se inclinaron al ver llegar al rey y al príncipe, sin embargo se preocuparon en gran manera cuando notaron que Jimin estaba temblando.

—Reúne a todo el reino en la explanada principal, haré un anuncio importante dentro de una hora y tú envía al salón de reuniones diplomáticas a los seis directivos infernales. Se vienen días oscuros de guerra y desolación, soldado.

—Sí, su alteza. —de inmediato dejaron su puesto yendo a obedecer las órdenes de Jimin.

—¿Guerra papi? —preguntó Jungkook asustado a medida que avanzaban hacia el castillo.

—Yoongi está en peligro y voy a rescatarlo.

—Pero el paraíso es hermoso y los ángeles amables...

—No es así, yo cometí un error y voy a enmendarlo.

Los dos volaron hacia el castillo, cuando llegaron Jilianny los esperaba ansioso pues de todo el reino era el único que sabía lo que estaba sucediendo, al ver al príncipe sano y salvo lo abrazó con fuerza pues lo amaba.

—Tienen a Yoongi —soltó Jimin de pronto— Quiero que te quedes con Jungkook, pídele a las brujas que lo protejan para que nadie pueda rastrearlos. Él no puede estar cerca mientras nosotros luchemos contra los celestiales y busca a Caín, solo su sangre podrá...

—¿No le dijo el rey que Caín murió hace cientos de años? —Jimin sintió un vuelco en el estómago.

—¿Murió? Yoongi no me dijo nada...

—Él se lo pidió a los dioses, ya no quería seguir viviendo. Cuando mi señor se enteró fue contactado por el arcángel Hoseok, yo creo que por eso no pudo decírselo...

—Cada vez me siento más culpable y necesito tomar mi medicina porque siento que pronto pasará el efecto... —Jimin se pasó ambas manos por el rostro a causa del estrés.

—Yo puedo traer a papi... —murmuró Jungkook.

—No puedes, es peligroso —dijo Jimin— El plan sigue, quédate con Jungkook en el castillo que las brujas los protejan... Yo iré al frente de la batalla para salvar a mi esposo.

—Sí mi amo.

—¡Señor! —El par de guardias entraron al castillo corriendo— Ya lo están esperando en el salón diplomático y los súbditos se están reuniendo en la explanada esperando el anuncio que va a darnos.

—Perfecto, iré a prepararme.

Al decir eso Jimin subió a su habitación tomando de su cajón la medicina que le ayudaba a controlar los dolores de cabeza y las alucinaciones provocadas por el ritual de pérdida de memoria. Se tomó una dosis y el resto las guardo en el interior de su traje. Soltó un par de lágrimas al ver las pertenencias de Yoongi en la habitación, pero se limpió con brusquedad ignorando la tristeza y culpabilidad para enmendar sus actos.

En seguida se dirigió al salón diplomático para anunciar a los mandatarios que iniciaría una guerra en contra del paraíso.

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