Capítulo 3
¿Le pides un favor al rey del infierno?
La música se detuvo, todos fueron testigos del ataque al pequeño que fue noqueado cuando cayó al suelo. Jimin voló apresurado hacia su hijo, Yoongi tomó a Marissa del cuello levantándola en el aire y todos los guardias corrieron atrás de Jimin para ayudarlo a proteger al príncipe.
—Firmaste tu sentencia de muerte, maldita traidora.
—Sabía que no iba a matarlo, pero el trauma que le dejé al mostrarle mi rostro de sirena lo perseguirá en sus sueños por siempre. —Sonrió con malicia.
—¡No la mates! —gritó Jimin luego de verificar que Jungkook estaba noqueado pero a salvo— Yo lo haré. —Le entregó al niño a Jilianny pues era en quien más confiaba la familia.
—¿Seguro? —preguntó Yoongi.
—Por supuesto, nadie toca a mi bebé. —Los ojos azules de Jimin se tornaron color blanco.
Después se acercó con velocidad a Marissa incrustando su mano derecha en su estómago para arrancarle los intestinos pero ella seguía con vida. Yoongi la dejó caer en el suelo y Jimin le soltó un par de cachetadas que resonaron por todo el lugar. Todos lo veían fascinados, después hizo emerger una espada con su magia cortando la cabeza de Marissa en un corte limpio. Con desprecio escupió en su cuerpo inerte tomando la cabeza por sus cabellos rojos y alzándola en el aire para que todos la vieran.
—¡Sean todos testigos que quien se atreva a tocar a mi hijo sufrirá la ira de los reyes del infierno! ¡Háganle llegar este mensaje a todas las criaturas creadas, más vale que nos teman porque no tendremos escrúpulos con tal de defenderlo! —gritó furioso. Después dejó caer la cabeza en el suelo.
Yoongi lo miró orgulloso, Jimin sabía dar buenos espectáculos a sus enemigos, era ante sus ojos cada vez más perfecto. Cada vez más demoníaco.
—Pero alguien limpie esta basura que la fiesta debe continuar —dijo Yoongi y un par de sirvientes corrieron a limpiar.
—¡Viva el rey Min Yoongi, Viva el rey Min Jimin y viva el príncipe Min Jungkook! —gritó un fiel seguidor de la realeza.
—¡Vivan! —gritaron todos los prestentes.
Algunos atemorizados, otros fascinados y orgullosos pero todos les eran leales. Al menos en ese momento.
—¿Estás bien, Jimin? —preguntó Yoongi al acercarse a su esposo.
—Fenomenal. Vamos a revisar al niño.
Ambos fueron con Jilianny quien seguía sosteniendo al príncipe en sus brazos, Yoongi lo cargó invadido de amor e impotencia pero como siempre se vengaría de todos los que buscaran lastimar a su familia.
—Ve al castillo, enciérrate ahí con Jilianny que yo tengo un par de asuntos por atender.
Yoongi miró entre la multitud al par de sirenas que iban acompañando a Marissa. Una era otra princesa, la hija menor del rey del mar y la otra una sirvienta. Iría por ellas y ambas lo supieron cuando hicieron contacto visual con él.
—Pero Yoongi la fiesta... —susurró Jimin.
—Yo me quedo en la fiesta, tú ve adentro y cuida al niño.
—Cuídate.
—Cariño, soy el diablo el resto se debe cuidar de mí.
Jimin entró al castillo custodiado por los guardias que no sirvieron de nada cuando Marissa atacó al niño, mientras que Yoongi caminó con pasos lentos hacia el par de sirenas que acompañaron a Marissa a la fiesta. Cuando estuvo ante ellas rompió el silencio con una voz profunda.
—Lo sabían. ¿Creen que voy a dejar que se marchen ilesas? Mi esposo terminó rápido con la vida de Marissa pero yo las haré agonizar.
Yoongi alzó su mano en un movimiento elegante elevando al par de sirenas en el aire, después las dejo ahí haciendo que cada segundo que pasara su cuerpo se calentara más y más hasta que se reventara por completo estallando en mil pedazos. Ambas gritaron durante toda la velada en silencio porque el rey del infierno les arrancó la lengua. Después escribió una carta dirigida al rey que indicaba que sus hijas murieron a causa de su imprudencia y que esperaba que no hubiera represalias ya que cientos de criaturas fueron testigos de la alta traición que cometieron contra él.
La fiesta continuó, en ese momento un soldado se acercó al rey para decirle que acababan de encontrar a uno de los ángeles celestiales que golpeó a Jimin en el pasado cuando descubrieron que se acostaba con él. ¿Recuerdan? Los que lo golpearon antes de ingresarlo a la corte y que fuera juzgado por los tres arcángeles.
—Llévame con él.
Yoongi abandonó la fiesta para dirigirse a los calabozos ahí se encontraba Hiyndi un ángel de cabello blanco amarrado con cadenas demoniacas mientras gritaba pidiendo auxilio.
—Quiero imaginar que Jimin gritaba de esa manera cuando lo desterraron... —dijo haciendo aparecer una espada negra en su mano con magia.
—¡Por favor, no me mates! —Suplicó.
—¿Le pides un favor al rey del infierno? —Sonrió maquiavélico— Yo no otorgo favores a personas que dañaron a los que amo.
—Jimin merecía el castigo, cometió herejía...
—Y dale con lo mismo.
Al decir eso movió la espada tan velozmente que partió el torso del ángel en dos. Después apretó el puño reduciéndolo a cenizas.
—¿Cuántos quedan? —le preguntó a Jetzany, su soldado más cercano.
—Ocho, mi señor.
—Encuéntralos a todos y si se resisten tráeme sus cuerpos sin vida.
—Sí, mi rey.
Yoongi salió de los calabozos extendiendo sus alas para dirigirse al castillo. A sus pies seguía la fiesta que ignoró para ir a ver el estado de su pequeño. Sin embargo el conejo que el vampiro le había obsequiado llamó su atención así que se detuvo para tomarlo entre sus manos y llevárselo a Jungkook. Cuando entró al castillo se escuchaban las risas de Jimin y Jungkook, ambos estaban jugando en la sala principal del castillo.
—¡Papi! —Jungkook corrió hacia él al verlo entrar y Yoongi le entregó el conejo.
—¿Cómo está el iris de mis ojos? —le preguntó cariñosamente poniéndose de cuclillas.
—¿Bien, la silena mala ya no va venir? —Yoongi negó con la cabeza.
—Nunca, mi vida.
—¡Yupi! —Corrió a jugar en la alfombra con el conejo.
—Estuviste espectacular —elogió a Jimin y este asintió con la cabeza.
—Me cansé de los ataques Yoon. —Suspiró— Por cierto, ¿te acostaste con Marissa?
—Quería evitar esa bochornosa conversación.
—Así que lo hiciste. —Cruzó los brazos.
—¿Tú Jimin es ángel más hermoso de la creación está celoso?
—Un poquito —Desvió la mirada.
—Pues esta noche te recordaré que te pertenezco a ti y a nadie más.
—Yoongi... Cuidemos nuestra familia, no dejemos que ninguna arpía venga a separarnos. Por favor.
—No permitiré que absolutamente nada ni nadie nos separe, ya te dije antes que son lo más valioso que poseo.
—¿Entonces por qué te escapas a escondidas? Ya he notado tu ausencia en distintas ocasiones...
—Bueno... ah...
Yoongi no quería decirle a Jimin que se iba para asesinar a los ángeles celestiales que le hicieron daño en el pasillo porque no podía perdonarlos. Ya que si le decía iba a intentar detenerlo.
—Dime...
—¡Popó, popó! —gritó Jungkook señalando al conejo que estaba haciendo bolitas de caca encima de la alfombra.
Yoongi agradeció internamente porque de esa manera su conversación con Jimin quedaría pospuesta. Juntos jugaron un rato con Jungkook hasta que finalmente comenzó a tallarse los ojos indicando que tenía sueño. Jimin lo tomó en sus brazos y los tres fueron juntos a dejarlo en su habitación.
—¿Por qué quieren matarme? —preguntó el pequeño de tan solo tres años de edad sorprendiendo a sus padres.
—Ah... Yoongi... —murmuró Jimin sin saber qué decir.
—¿Quién te dijo que quieren matarte, Jungkook? —preguntó Yoongi mientras Jimin lo cubría al pequeño con una sábana.
—Los escucho hablar con Jili —dijo refiriéndose a Jilianny, la quimera, el más fiel sirviente de la familia.
—Oh eso es men...
—Eres muy fuerte Jungkook —Yoongi interrumpió a Jimin— Tenemos que decirle la verdad —añadió.
—Es un pequeño todavía. —Jimin tomó su pequeña manita y Jungkook sonrió.
—Eres el príncipe del infierno, el hijo del rey del infierno Min Yoongi y de Park Jimin, un ángel celestial caído. —Yoongi miró a Jungkook directo a los ojos— Tu fuerza impresiona a muchos pero atemoriza a otros y cuando seas grande serás muy poderoso, por eso te tienen miedo.
—Mis alitas ya están brotando —dijo de la nada.
—Así es mi pequeño —contestó Jimin— y serán tan grandes como las de tu papá.
—Entonces voy a arrancar tripas como papi Jimin.
—¡¿Viste eso?! ¡Pero estabas...! —Jimin estaba preocupado por quizás traumar al niño.
—Solo cerré mis ojitos porque me dio miedo la cara fea de la silena, pero estaba bien. —Suspiró.
—¿Viste? Eres más fuerte de lo que pensamos. Y no, quizás no será necesario que arranques tripas como Jimin, voy a enseñarte a utilizar tu magia de tal manera que no tengas que tocar a tus enemigos. Ellos caerán antes de intentar tocarte. —Yoongi sonrió de lado— Ahora duerme.
Jungkook cerró los ojos quedando dormido al instante, mientras tanto Yoongi comenzó a hablar en arameo lanzándole luces púrpuras y negras a Jungkook en su cabecita para que los recuerdos de ese día no fueran traumáticos para él. Para que supiera sobrellevar la vida de un príncipe demoniaco de manera tranquila.
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