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#1

Park Seoari

Sentí mi teléfono vibrar en el fondo de mi bolsillo izquierdo avisándome de que mi horario de trabajo en el hospital había terminado de una vez. Agradecía por fin ver el final del día, sinceramente en los últimos meses este trabajo me estaba consumiendo sin embargo era mi única manera de sustentarme, los medicamentos para mi enfermedad eran algo costosos y aunque recibo una pequeña ayuda por parte de una institución médica y solo tengo veintitrés años debía seguir adelante por mi propia cuenta.

-¡Ari!

Lentamente me giré en mi lugar al escuchar la voz de una de mis compañeras, para ser exactos la única persona que me había ayudado sin pedir nada a cambio desde que nos habíamos conocido y se que podía considerarla como una amiga.

-El doctor en jefe Cha ha dicho que mañana a primera hora tenemos una cirugía. -toma la llave de su cartera para abrir su taquilla y comenzar a cambiarse, yo realizo la misma acción- Hay más enfermeras en este hospital, no entiendo porque siempre debemos ser nosotras.

-Porque es nuestro trabajo SouJin. -sonrío ante su mirada de molestia- Debes dejar de enojarte por eso.

-Yo sigo pensando que está enamorado de ti y que solo te quiere a su lado. -cerré la puerta de un tirón haciéndola dar un salto del susto- ¡Oye me asustaste!

-No digas tonterías SouJin. -me mira amenazante y yo río- Debo ir a la farmacia por mis medicamentos así que me iré antes. -asiente levemente para después acercarse y abrazarme, inmediatamente yo correspondo- Adiós y regresa con cuidado.

-Adiós Ari. -sonrío para después salir.

Debía admitir que era frustrante escuchar a SouJin hablar a cada rato sobre el amor imaginario del doctor Cha hacia mi. No existía ningún universo paralelo en el cual eso podría ocurrir, él simplemente era mi jefe y yo una enfermera más de su equipo y así debía permanecer.

Con pasos rápidos salí del hospital para así comenzar mi camino en dirección a la farmacia. A esta hora de la noche los autobuses ya no recorrían esta parte de la ciudad con frecuencia y pedir un taxi no estaba en mi lista de gastos por lo que simplemente debía caminar.

(...)

Min Yoongi

Analizaba detenidamente el contenedor de mercancía frente a mi mientras hacía prender y apagar mi encendedor una y otra vez. Debo confesar que era agotador tener que encargarme de destruir medio millón de kilos de heroína yo mismo pero no podía negar el hecho de lo satisfactorio que sería volver a escuchar mi nombre en las noticias y sobre todo remover el odio de ese mal nacido hacia mi.

Inmediatamente miré a uno de mis hombres indicándole que era momento de dejar el mensaje y acabar con esto de una vez. Mi subordinado simplemente asintió para después dejar un pequeño sobre con mi nombre en el buzón abandonado a unos metros del contenedor que estaba a punto de incendiar. Luego de eso solo dejé caer el pequeño encendedor de plata en el camino de gasolina que cubría todo el lugar haciendo que las llamas comenzaran a surgir seguido de los gritos de terror de las personas que aún aguardaban ahí.

Sin el menor remordimiento esperé a que todo explotara en llamas asegurándome de que nada podría ser rescatado después de esto. Para ser sinceros me excitaba ver este tipo de cosas, era una sensación que nunca se compararía con algo similar y que por supuesto me gustaba vivir.

Después de que uno de mis hombres contactara a las autoridades por mi orden volví directamente hasta mi auto para comenzar mi camino de regreso a casa. Sabía perfectamente que un incendio en un contenedor abandonado llamaría la atención de miles de reporteros y llamar la atención era algo que siempre estaba presente en mis intereses.

-Min la policía está en camino. -una vez tomé lugar en el asiento trasero del auto la voz de mi mayor hombre de confianza se hizo presente- Debemos irnos de una vez.

Desde hace más de diez años Yook Sungjae se había convertido en mi mano derecha y era la única persona en la que podía confiar a ojos cerrados. Sabía que si en algún momento caía solo podía confiarle todo a él, en varias ocasiones arriesgó su vida por mi y si a alguien debo agradecerle alguna cosa es a Sungjae.

-Supongo que es hora de irnos. -asiente para después indicarle al conductor que comience su trabajo- Espero que ese infeliz no se enoje después de esto.

-¿Sabes?... -lo miro- A veces creo que no tienes nada de cordura en tu mente. -yo río- Has destruido millones de dolares Min. -sonríe para luego servir dos tragos de tequila- Créeme que tu cabeza será pedida en bandeja de plata.

-Excelente. -sonrío para después tomar mi bebida.

(...) (...)

Seoari

Agradecía a Dios por fin haber llegado hasta aquí después de cuarenta minutos de camino y para mi ayuda la farmacia aún estaba disponible, supongo que hoy la suerte estaba de mi lado. Rápidamente me adentré en el lugar encontrándome con la silueta de aquella chica cabellos rojizos que estaba acostumbrada a recibirme, al darse cuenta de mi presencia inmediatamente sonríe para luego tomar mis medicinas de su repisa y colocarlas sobre la vitrina.

-¿Todos los medicamentos están disponibles?

-Si, todas las medicinas para la diabetes fueron enviadas este mes. -sonríe y yo asiento emocionada.

Para mi desgracia desde que tenía cuatro años comencé a padecer de diabetes. Sufrí muchas crisis y estuve a punto de morir en una ocasión pero gracias a Dios no sucedió y desde entonces tengo que cargar con el peso de una enfermedad que no tiene cura alguna. Al menos hoy la vida me sonreía, después de tres meses podía tener todos los medicamentos para calmar las crisis y podría estar mejor.

-También llegaron jeringas, ¿llevaras algunas? -asiento y luego de anotar todo lo que llevaría coloca mi compra en una pequeña bolsa- La ayuda de tu centro médico ya ha llegado así que serán solo doscientos mil wones por la medicina y sesenta mil wones por las agujas. -asiento para después entregarle la cantidad debida- Gracias señorita Park.

-Le agradezco a usted. -sonríe.

Después de guardar mis medicinas en mi mochila salí nuevamente de la farmacia para continuar mi camino esta vez en dirección a casa. Daba gracias porque aún quedaba algo de dinero así que tal vez mañana podría ir a comprar algunas cosas necesarias, mi próximo pago mensual sería en una semana por lo que hasta ahora nada parecía fallar.

(...)

Ya eran más de las once y media de la noche y aún quedaba un poco de camino por recorrer hasta mi casa así que debía apresurarme, mañana tenía que estar a primera hora en el hospital y debo admitir que el cansancio estaba comenzando a dominarme.
Salí de mis pensamientos al escuchar el ruido de varios pasos a mis espaldas provocando que los latidos de mi corazón comenzaran a ser más intensos. Inmediatamente apuré mis pasos mientras mantenía la mirada en el suelo rogando porque todo fuese paranoia por mi parte. En ese instante estaba completamente muerta de miedo.

-¡Hola hermosa! -levanté la mirada lentamente encontrándome con un chico que jamás había visto sin embargo él no dudó en acercarse deteniendo mi camino- ¿Tienes prisa? -intenta acariciar mi rostro con su mano pero al instante me alejo- ¿Te gustaría acompañarnos?

Al escuchar varias risas maliciosas a parte de la de ese idiota inmediatamente me giré en mi lugar percatándome de otros hombres que me rodeaban deseosos de satisfacer sus necesidades sexuales conmigo. Para este punto mis nervios comenzaron a apoderarse de mi y por más que mi mente se esforzaba en buscar una salida nada parecía poder salvarme de esto.

-Por favor, déjenme ir. -hablo entrecortadamente sin lograr levantar la mirada del suelo- Yo solo quiero ir a casa.

-¡Tranquila bonita! -ríe para después sostenerme con brusquedad apretando mi cuerpo contra el suyo- Podrás irte, ¡cuando nos ayudes a divertirnos!

Después de sus palabras varios gritos desquiciados por parte de los demás se hicieron escuchar en todo el espacio cosa que me alertó aún más. Como pude me alejé logrando golpear su abdomen con algo de fuerza, al verlo caer al suelo inmediatamente me dispuse a correr lo más rápido posible comenzando a ser perseguida por los demás.

Para mi maldita suerte mi visión comenzó a nublarse por las lágrimas las cuales se habían despertado por mi terror haciéndome caer al suelo, por inercia lancé mi mochila con el mayor cuidado hacia un lugar no visible tratando que mis medicinas no sufrieran algún daño. Sin dejar de pasar la oportunidad todos esos infelices se acercaron inmediatamente a mi sosteniendo mis manos sobre el suelo evitándome movilidad alguna dándole posibilidad al chico anterior de poder tener control sobre mi.

Sin pensarlo dos veces ese malnacido se posicionó entre mis piernas teniéndome completamente a su disposición tomando la facultad de desgarrar mi blusa dejando mis pechos expuestos ante la vista de los demás hombres que solo podían provocarme miedo y repugnancia.
Sentir como sus manos comenzaron a recorrer toda la parte superior de mi abdomen me obligaba a entender que nada podría salvarme de esta situación. En este momento solo podía creer que mi vida no valía nada, me hacía entender que mis súplicas, mi dolor y mi honestidad eran algo inservible. Solo me quedaba llorar mientras me retorcía por el asco que estaba sintiendo hacia esos desgraciados y hacia mi misma.

-¡Por favor no lo hagas! -desesperada supliqué una vez más al ver sus manos pasar hasta mi zona íntima intentando buscar la posibilidad de lograr su deseo- ¡No merezco esto!... ¡Suéltame hijo de perra!

Sentí las consecuencias de mis palabras cuando su mano fue impactada en mi rostro en una fuerte bofetada haciéndome voltear mi rostro a un lado. Instantáneamente mis fuerzas se debilitaron haciendo que mi respiración fuese lo más difícil posible... Lo único que deseaba era que alguien llegara y me salvara de este infierno...

Estaba a punto de cerrar mis ojos cuando toda la escena de lo que estaba viviendo se iluminó con las luces incandescentes de varios autos que se detuvieron a unos metros de nosotros. Inmediatamente la presencia de un chico cabellos negros se hizo presente seguido de algunos hombres más mientras analizaban detenidamente todo lo que se estaba desarrollando ante sus ojos.

"Tal vez mis súplicas si habían sido escuchadas"

-¿Qué rayos es esto? -la voz gruesa del chico misterioso se hace escuchar en todo el lugar haciendo que ese cretino se alejé de entre mis piernas, cosa que agradecí mucho- Es demasiado patético.

-¡¿Qué dijiste imbécil?! -el idiota que pretendía tomarme a la fuerza inmediatamente se acercó a mi salvador con las intenciones de enfrentarlo sin embargo este simplemente se quedó observando su acción con superioridad- Será mejor que te largues de aquí y vuelvas a tus asuntos, ¡infeliz!

-Dame a la chica y me iré. -una mirada amenazante se posó sobre el idiota que aún mantenía a sus hombres aferrados a mi pero él solo negó divertido- Bien... -sonríe sarcástico- Pero yo no acepto un 'no' por respuesta.

Sin que lograse reaccionar ante sus palabras algunos de los hombres que acompañaban al pelinegro se encargaron fácilmente de estampar sus puños en el rostro del hijo de perra que pretendía tomarme a la fuerza, haciendo que este cayera al suelo mientras el líquido rojo salía de entre sus labios y así continuaron todo los golpes por todo su cuerpo hasta el punto de suplicar piedad.

-Denme a la chica, ¡ya!

Al escuchar semejantes gritos los chicos que aún me sostenían inmediatamente me lanzaron al suelo para después salir corriendo dejándome completamente a mi suerte. Aunque esas personas se habían convertido en mis salvadores sentía miedo de tener tantas miradas sin expresión concreta sobre mi.

Una vez estuve libre tomé fuerzas para levantarme del suelo y así acercarme hasta mi mochila rogando porque mis medicamentos estuviesen a salvo, pero no era momento de detenerme a revisar, lo único que necesitaba era salir corriendo de ahí pero al intentarlo uno de los hombres que acompañaban al pelinegro me detuvo sosteniendo mi brazo de la forma más brusca posible para después acercarme a su jefe, ganándome su mirada intimidante y superior.

-¿Acaso no piensas agradecerme? -al escuchar su voz gruesa istantáneamente posé mi mirada en el suelo mientras cubría mis pechos con mi mochila, sentí mi cuerpo estremecerse completamente- Es lo que deberías hacer, ¿no es cierto?

-¡Si señor!

Todos sus hombres respondieron a su pregunta pero yo simplemente me quedé callada aguantando el nudo que se había formado en mi garganta en solo segundos. Al instante sentí su mano derecha recorrer todo el borde de mi mejilla hasta mi mentón obligándome a mirarlo, por más que me dispuse a no levantar la mirada no me quedó otra opción de ver su rostro.

-Eres verdaderamente muy hermosa. -coloca algunos mechones de mi cabello hacia atrás- ¿Cómo te llamas?

-Park... -dejé mi voz en un hilo por todo el miedo que estaba sintiendo.

-¡Dilo más fuerte maldición!

Din un leve salto del susto al escuchar sus gritos percatándome que ya había provocado toda su ira. Lentamente mi mirada se dirigió al chico elegante que permanecía a su lado dándome a entender que mi única opción era responder su pregunta, así que simplemente me limité a tomar fuerzas para contestar.

-Park Seoari. -hablé ganándome una mirada curiosa.

-¿Park Seoari? -da una mínima sonrisa- Tu nombre significa grandioso y hermoso. -lentamente se acerca hasta mi oído haciéndome sentir su fuerte respiración sobre mi cuello erizando mi piel al instante- ¿Crees que eres merecedora de esa categoría?

-Solo es mi nombre... -fue lo único que se me ocurrió contestar.

-Te buscaré otra vez Ari.

Y esas fueron sus últimas palabras, luego de eso simplemente volvió a su auto seguido por su gente dejándome completamente a solas, como pude tomé fuerzas desde lo más profundo de mi ser para así continuar mi camino a casa.
Debía admitir que su última advertencia habían dejado un profundo sentimiento de pánico en mi, solo podía rogarle a Dios que simplemente hayan sido palabras y nada más.

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