A veces me preguntaba, si habia alguien más como Michael, para entregarle mi corazón, pero mi mente, siempre respondía que no fuera tonta, que Michael era único, y esa, era la única verdad que podría creer en estos momentos.

Después del 25 de junio de 2009, su familia me habia hecho llagar la lista de las propiedades, y cuentas bancarias, que Michael me habia dejado en su testamento. Sin embargo, decidí no tocar nada de ese dinero, por lo que seguía viviendo en un pequeño departamento de los Ángeles, cosa que no le parecía muy bien a Katherine, ya que decía que ese lugar era demasiado peligroso para mí.

Aunque ambas sabíamos, que la verdadera razón, era que Michael no se cansaba de decir, que mientras él estuviera, yo viviría rodeada de todos los lujos que merecía, aunque en realidad no me importaba, si el mayor de los lujos que me podía dar, ya no lo tenía conmigo. Aun así, en mi departamento siempre recibía las visitas de Geneviene y Estevanna, las cuales se habían convertido en mis mejores amigas, además de ser las hijas de Randy.

Pero por otro lado, extrañaba a mis hijos, Prince, Paris y Blanket, aunque en realidad no lo fueran, pero habíamos acordado toda la familia, que lo mejor por el momento seria mantenernos distanciados, ya que la prensa estaba detrás de mí, así como de ellos, y al estar juntos sería más fácil inventar cualquier cantidad de chismes.

Aun así, Paris es la que solía llamarme más seguido, siempre para preguntarme como me encontraba, y para contarme lo que ella y sus hermanos habían hecho, pero un día cuando llamo, lo que menos esperaba, era que me hiciera esa pregunta.

-Ya has pensado en rehacer tu vida.

Aquella pregunta, para ser honesta, nunca habia pasado por mi mente, aunque era verdad que Michael y yo, nunca logramos casarnos, no me imaginaba haciendo mi vida con alguien más