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🌹Capítulo 4🌹


Una semana después...

La vida es dura... o sea... siempre fui consciente de eso, no crean que he vivido toda mi vida en un cuento de hadas, porque definitivamente no es así. Pero.. o sea... creo que esta vez el Dios que hay allí arriba, si es que hay alguno, se ha pasado con la crueldad.

Hace una semana conocí a Egan, primo de Sofía, mi mejor amiga y quien actualmente vive en la casa que está frente a la mía.. y solo les digo que hay cosas que uno no puede evitar.

Sin importar cuánto lo intentemos.

En mis dieciocho años de vida solo había tenido un novio, a los dieciséis. Era un chico bastante guapo y agradable que se sentaba a mi lado en el salón de clases. Lo quise mucho, pero el muy idiota me puso los cuernos con una de las plasticas del instituto.

Él me rompió el corazón … yo lo mandé a la mierda.

Desde entonces estoy soltera y no me había fijado en nadie más, ni tampoco había tenido ningún enamoramiento estúpido.

Hasta hace una semana.

Ese Egan.... el maldito Egan.

Imcluso aunque Sofia se encargó de advertirme varias veces, yo no escuché, la verdad es que rara vez escucho, sin embargo, cuando más lo debo de hacer, no lo hago. Pero, joder, no pueden culparme…

Que el tipo a sus 20 años es un bombón con todo y envoltorio.... pero, hay un pequeño problema....

Egan, el hombre que no sale de mi cabeza y mucho menos de mis sueños más perversos.....

Es Gay...

En fin... ya les dije

"La vida es dura"

(...)                                   

- Lucy - levanté la cabeza de mis libros al escuchar mi nombre en un susurro y me encontré con los ojos negros de Sofía, mirándome desde la puerta de la biblioteca.

Me hizo un gesto con la mano para que me acercara, al ver la sonrisa de oreja a oreja que tenía en su rostro me imaginé que algo interesante había pasado. Recogí mis libros de Historia y los guardé en mi bolso, me acerqué a ella con toda la calma que me caracterizaba hasta que llegué a su lado y la loca me dio un jalón tan fuerte del brazo que casi sentí que me lo había arrancado, y no exageraba, en cambio, casi me caigo al suelo mientras empezamos a caminar con prisa por el pasillo.

- ¿A dónde vamos? ¿A apagar un fuego? - le pregunté y ella me miró unos segundos para luego volver su vista al camino.

- Algo parecido. - me respondió y yo fruncí el ceño.

- ¿Qué? - Sofía suspiró.

- Julián se quemó el brazo en el laboratorio de Química por estar jugando con el papel y la fosforera de Kevin, lo llevamos a la clínica pero las doctoras no se encuentran y, pues, necesitamos tu ayuda.

- ¿Y se puede saber en que puedo ayudar yo? - pregunté, levantando una ceja escéptica.

- Sabes primeros auxilios, ¿verdad?... entonces puedes ayudar con esto.

- Sofía, sé primeros auxilios, eso no significa que sea médico.... además, ¿me puedes explicar quién fue el imbécil que dejo que Julián tocara un arma tan letal como una fosforera?

- Hoy Kyla estaba de mal humor y Julián la molestó y pues....

Dejó las palabras en el aire, porque yo ya imaginaba que era lo que había sucedido, lo mismo de siempre. Mi grupo de amigos no era lo más civilizado en la faz de la tierra, Kevin era un Emo fanático del manga y con problemas serios de bipolaridad, Kyla era una enana de 1.49m de altura pero con un mal genio que da miedo la gran mayoría del tiempo, Julián era torpe, muy torpe y despistado, cosa que molestaba mucho a Kyla ya que solía hacer y decir cosas sin darse cuenta de los efectos que podría tener en los demás sus palabras. Luego estaba Sofia, a quien ya conocieron. En la escuela conformábamos el grupo de "Los cinco fantásticos", la pelirroja loca, el emo, el nerd, la pitufa y la gótica con complejos de Draculaura... esa última era yo.

Entramos a la clínica de la escuela y allí estaba Julián quejándose de la quemadura de su brazo, que por cierto, era más pequeña de lo que imaginé. Kevin solo lo miraba con preocupación junto a una Kyla sentada muy tranquila y escuchando música con sus audífonos.

- Traje a la salvación. - el rostro de Julián se iluminó al verme y yo solo entrecerré los ojos en su persona.

- No estés tan aliviado... no soy médico.

- Pero al menos sabes hacer algo, ¿no? - preguntó Kevin aún mirando la herida de Julián con preocupación.

Y no era precisamente porque le preocupara mucho el estado de Julián ni nada de eso, era porque el emo tenía un poco de fobia a la sangre y se preocupaba por si acaso empezara a sangrar más la herida y él terminara teniendo un ataque de pánico. Sí, ese era nuestro Kevin.

Suspiré y me acerqué a Julián para ver la quemadura de cerca, no era la gran cosa, supongo que se curaría si lo limpiaba primero con alcohol y luego lo vendaba con algo, tomé una silla que estaba al lado de la camilla y me senté frente a Julian quien observaba todos mis movimientos a través de sus lentes fondo de botella.

- Sofía, alcánzame el kit.

- Sí, señora. - la miré alzando una ceja y ella me sonrió con diversión.

Tomé un algodón y lo mojé con alcohol y me dispuse a curarle la herida al señorito frente a mí. Si se preguntan por qué razón, motivo o circunstancia, sé sobre primeros auxilios se los voy a explicar (y si no lo queréis saber pues se joden, lo voy a contar de todas formas). Resulta que una vez me apunté a un curso de primeros auxilios, obligada por la profesora de Educación Física porque una vez me agarré a los golpes con una de las plasticas de el equipo de porristas, sí, esa plástica, con la que me pusieron los cuernos. Como castigo tuve que pasar un curso de primeros auxilios para que aprendiera a mejorar mi comportamiento, cuando fue la tipa esa la que comenzo la riña.

“Porristas idiotas.”

Aún tenía asuntos que resolver con algunas de ellas.

- Listo. - terminé de poner la venda y le sonreí a Julián quien me devolvió la sonrisa.

- Gracias, Lucy.

- No hay de qué.

- Por fin.. - exclamó Kyla y se puso de pie. - ¿Ya nos vamos?

Me puse de pie y juntos caminamos hacia la salida, sentí mi teléfono vibrar y lo saqué del bolso mientras caminaba. Me puse a leer el mensaje de mi madre que decía que tenía que hacer la compra.

Mi frente se estampó contra algo duro y me eché para atrás, poniendo mi mano que no tenía el teléfono en mi frente.

- Mierda.. - maldije en voz baja, pensé que me había dado con la puerta hasta que levanté la vista y vi a la persona delante de mí.

- Hola, Lucy. - esa voz... esa maldita voz... la forma en que suena mi nombre en su voz...su sonrisa, por dios... les puedo asegurar que justo en este momento tenía mis bragas mojadas solo de ver su puta sonrisa.

“Y no es exageración, loca pervertida”

Me quedé mirándolo como estúpida como siempre hacía cada vez que lo veía, iba vestido de negro como casi siempre, jeans ajustados y sudadera del mismo color. Siempre que vestía con colores oscuros sus ojos resaltaban más, ya estaba comenzando a pensar que lo hacía a propósito.

Sus ojos, maldición... me quedé mirándolos fijamente y sin ningún tipo de vergüenza como siempre hice desde el primer momento en que descubrí lo hermosos que eran, lo más agradable de esto era que él siempre me mantenía la mirada y me gustaba que lo hiciera, porque la mirada en sus ojos era tan penetrante que me encantaba.

"Pues sí … mucha miradera”

- Egan... - su nombre abandonó mis labios con un suspiro que fácilmente se podría malinterpretar, pero es que... no había nada que malinterpretar, el idiota me ponía y no era algo que pudiera esconder. Egan me sonrió y rompió el contacto visual conmigo para ver a Sofía. 

- Vine a recogerte como me pediste.

Giré mi cabeza hacia Sofía, quien sonreía de oreja a oreja y me echaba miraditas de reojo, estoy segura de que estaba conteniendo el impulso de giñarme un ojo. 

- Gracias, primito. - se acercó a mi y me tiró de la mano para pasar por el lado de Egan hacia la salida. - Vienes conmigo, Lucy.

No era una pregunta, por lo que Sofía no esperó a que respondiera y me tomó de la muñeca para comenzar a tirar de mi hacia la salida, sin siquiera darme tiempo a protestar.

 (...)

Llegamos al aparcamiento y nos detuvimos frente al Alfa Romeo negro de Egan, nos despedimos de Kyla, Julián y Kevin y nos adentramos al coche, yo en la parte de atrás, Sofía en el asiento de copiloto.

Maldición, todo su auto olía como él, era una locura todas las cosas y sensaciones que se despertaban en mí al respirar su aroma. Al escuchar su voz, al ver sus ojos.... y ni hablar de todas las cosas que siento cuando me toca, es algo tan fuerte que he llegado a asustarme un poco, incluso estoy siempre cuidando no tocarlo ni rozar con él.

Pero se me estaba empezando complicar evitarlo porque el maldito es como un imán y al parecer le encanta el contacto físico, desde hace una semana que lo conocí y me llevo muy bien con él, es una persona muy amigable y fácil de querer, incluso mi madre lo adora, siempre va a mi casa cada vez que a Sofía le da por hacerme una visita, cosa que hace todos los días. En poco tiempo nos hemos convertido en amigos.

Y no, amigos, no estoy enamorada de Egan, eso sería un disparate ya que prácticamente lo acabo de conocer, él simplemente... me atrae, y me gusta lo suficiente para llamarlo "mi crush".

Y podía asegurarles que no lo conocía de verdad, había cosas sobre él que me intrigaban. O sea algunas pequeñas cosas habían cambiado, pequños detalles que aveces me hacían pensar y cuestionarme ciertas cosas sobre Egan.

“No pienses más, Lucy.” 

No puedo evitarlo.

Saqué mi teléfono para responderle a mi madre el mensaje y suspiré con cansancio, de solo saber que tendría que ir al súper mercado por la tarde ya me tenía descompuesta.

- ¿Pasa algo, Lucy? - miré al espejo retrovisor para encontrar a aquellos ojos lavanda y preciosos mirándome.

La intensidad de su mirada, no sé si eran impresiones mías, pero Egan me miraba algunas veces de una forma rara. Y esas miradas habían comenzado después de aquel incidente.

Nuestra relación como amigos había comenzado muy normal, él es un chico muy dulce y agradable, incluso llegué a pensar que era inocente.

Patrañas… Egan de inocente no tenía ni un pelo.

Algo que también descubrí después de ese “incidente”, aquella tarde en su casa, joder, nunca olvidaría eso, a partir de ahí las cosas cambiaron un poquito, cambió mi forma de verlo a él, él cambió su trato hacia mí.

Les contare más tarde sobre eso.

De todas formas, Egan era un coqueto por naturaleza, o sea, es de esas personas que coquetean con otras sin darse cuenta porque es algo natural en ellos, por eso mismo desde que me di cuenta que era algo que venía con él, me negué a emocionarme o a tener esperanzas.

De todos modos era inútil …

El chico es gay… ¿Recuerdan?

- Estoy cansada, eso es todo. – dije, soltando un suspiro cansado.

- Vamos a mi casa y duermes un rato. - dijo Sofía mirando algo en su celular.

- No puedo, tengo que hacer la compra.

- ¿Quieres que te acompañe? - miré a Egan. - Yo también tengo que comprar algunas cosas. - abrí la boca para responder pero Sofia se me adelantó.

- Perfecto... déjame en mi casa y así puedes acompañarla. - se giro hacia mi y me guiñó un ojo con picardía, yo negué con la cabeza sonriendo.

Sofia sabía que me gustaba Egan, yo no se lo había dicho, ella solita se había dado cuenta y la verdad no me sorprendió porque tampoco es que yo me preocupara mucho por esconderlo, no es que fuera a ser correspondida de todos modos.

Sin embargo, por alguna extraña razón Sofía no parecía ni enojada ni molesta por eso, después de haberse empeñado tanto en recordarme que Egan era gay para que yo no saliera lastimada, cuando se dio cuenta que al final el chico había terminado gustándome igual, no se había molestado, la verdad no había hecho otra cosa mas que sonreirme con picardía.

Eso me extrañó … pero no he tocado el tema, y no pensaba hacerlo... al menos por ahora.

 (..)

Después de dejar a Sofía en su casa, pasamos por la mía a recoger la lista de compra y el dinero, Egan también hizo lo mismo y en estos momentos estaba sentado a su lado en el asiento de copiloto, mirando por la ventana la calurosa cuidad de California y oliendo el perfume de Egan, quien manejaba en silencio a mi lado.

No sé si era yo y mis hormonas... pero siempre que estábamos solos sentía una tensión en el aire, de esas que son grandes pero puedes controlar, la tensión bajaba de intensidad o subía dependiendo de lo lejos o cerca que me encontrara de él, ahora estaba más o menos cerca pero no tanto como para perder el control.

- Lucy... ¿En qué piensas? - lo miré extrañada por su pregunta.

- ¿Por qué lo preguntas? - inquirí y él me miró unos segundos antes de devolver la vista al frente.

- Es que tienes las mejillas rojas... - sonrió de esa forma que había declarado pornográfica para mis pobres hormonas. - ¿En qué piensas?

"En tú y yo follando sin control contra el capo del auto."

Sacudí la cabeza para apartar la voz de mi conciencia y la ardiente imgen mental. Suspiré mirando por la ventana, si lo miraba a él todo se ponía más complicado.

- En nada en particular... el sonrojo debe ser por el calor. - "mentirosa".... le chisté a mi conciencia y tragué en seco al escuchar su risa.

- Si tú lo dices... - me miró un segundo en el que no me perdí como me contempló de arriba a abajo y luego desvió su mirada al frente. - Sabes... me gusta tu falda.

Miré a mi regazo alizando con mis manos mi mini falda negra y roja de cuadros, era una de las prendas que más me enorgullecía. Aunque gracias a la condenada esa tarde pasé uno de los momentos más vergonzosos de mi vida.

Y les doy este consejo.... cuidado con las mini faldas... son amigas lindas… pero no son amigas confiables.

Continuará....

🥀🥀🥀

Holis por aquí. 🙂☕

Se que en el cap' anterior dije que iba a subir este capítulo en unos días, pero mis inseguridades acerca de esta historia están volviendo a salir, quiero dejar de publicarla por una parte pero por otra no.
Estoy demasiado insegura acerca de ella. 😞

En fin, esta vez no tardaré tanto para publicar el siguiente capítulo.
Mientras tanto comenten.
¿Cuál creen que haya sido el incidente que ocurrió entre Lucy y Egan?
¿Qué opinan de esta nueva faceta descubierta por Lucy de nuestro crush?
🤔

Agradezco su apoyo😍
Nos vemos dentro de poco🥰📚

#❤❤

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