Éramos dos desconocidos con planes de vernos una y otra vez, pero por cosas de la vida nunca coordinamos bien, un día estaba decidido a planear algo para verlo.

Era 4 de abril me encontraba en la estación Pedro de Valdivia en el metro de Santiago, Chile. Estoy nervioso pasará lo que llevó más de un año esperando, lo veré, estoy ansioso más que nervioso.

Tenía preguntas en mi mente mientras veía pasar personas. ¿Podré llegar a sentir lo mismo que a través de la pantalla? ¿Y si no le gustó? Entre otras.

Son las 17:11 y estoy pendiente en cada tren que llega a la estación, y es aquí cuando me pongo a pensar un poco sobre relaciones anteriores, desde pequeño supe que era diferente, me sentía especial, recuerdo que no me gustaban los juguetes de niños, aunque ahora digo,  ¿Porque debe haber un juguete definido para cada sexo? Mis padres sólo veían la inocencia de un niño.

Nunca había estado con un hombre pero desde niño sabía que las mujeres no eran lo mío, lo comprobé cuando igual estuve con una niña durante casi 3 años, si me gustaba pero no me llamaba la atención  más allá en todo lo que respecta al sexo, descubrí que para el mundo eso era algo "Normal", pero porque uno debe salir del closet y decir soy gay, soy lesbiana, siento que nací en un cuerpo que no me pertenece, acaso los heterosexuales deben decir algo en algún momento de sus vidas.

Fue cuando cumplí los 19 años que decidí empezar a ser yo, me enamoré de un chico y lo peor es que era mi mejor amigo, si fuimos algo pero nada serio, con el tiempo nos alejamos el igual es gay y ahora está comprometido.