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¿Decepción?

-Bien jóvenes.-Un señor de un pelo negro muy bien peinado y con su camisa y pantalones bien planchados.-Antes de todo les daré su calificación final del semestre, de una vez les digo que hay muchos reprobados y solo dos alcanzaron una buena calificación.

Todos los alumnos empezaron a hacer un escándalo y cuchicheando sobre lo que acababa de decir su profesor, la mayoría estaba seguro de que reprobaron pues matemáticas es una de las materias más difíciles que tenían.

-Mateo ¿Cómo crees que te fue?-Víctor volteo a ver a su amigo y se encontró con que Mateo estaba nervioso.

-N..no sé, tal vez saque un siete, no soy muy bueno en matemáticas.-Víctor le dio un par de palmadas a modo de apoyo para que su amigo estuviera más tranquilo.

-Tu tranqui, vas a ver qué pasas Mat.

-¡Silenció!-El profesor con un tono de voz fuerte pero sin llegar a gritarle a sus alumnos para tener el control y atención de los jóvenes.-Ahora por eso les diré la calificación en voz alta.

Los alumnos abuchearon al profesor y uno que otro soltó groserías, otros protestaron pero eso al profesor no le importo y empezó a dictar las calificaciones de los alumnos.

-Alexis, seis. Alberto, ocho. Julián, reprobado. Jimena, siete, Evan, ocho. Jose Antonio, ocho. Jose Luis, reprobado. Víctor, felicitaciones tienes nueve. Oscar Mateo, que decepción, espera un poco más de ti o que fueras más inteligente pero me equivoqué...reprobaste.

Mateo cerro sus ojos y recargó su cabeza en la mesa de su banca para llorar en silenció, jamás le habían dicho algo así, que el era una decepción.

El profesor siguió dando las calificaciones sin prestarle atención a Mateo, la mayoría festejaba su seis o su ocho de calificación, sin importar si era poco o mucho, algunos no se sentían mal por reprobar la materia.

Un rato después de qué todos recibieran su calificación sin importar mucho el número que les habían dado, a excepción de unos cuantos que fueron a hablar con él profesor, hasta que el timbre sonó y la mayoría salió en orden. A excepción de Mateo que salió corriendo llorando del salón.

Evan y Alejandra vieron que su amigo se fue sin decirles nada y eso les preocupó al grado de que lo intentaron seguir.


-Oye Víctor ¿Te enteraste de lo de Mateo?-Julián le habló a su amigo con la boca llena de comida y eso a Víctor le género cierto desagrado.

-Termina de tragar primero.-Víctor le pasó un vaso con agua para que su amigo pasará la comida y hablara mejor.-Y sí, lloró en plena clase

-No.-Bebió el vaso con agua y le empezó a contar lo que había pasado con el chico Mateo.-Se fue corriendo del salón llorando como jotito, y nadie sabe dónde está.

-Mira, Julián.-Se levantó de golpe y lo tomó del suéter escolar y lo acerco a él.-No quiero que vuelvas a decir esos putos chistes cabron.

Víctor lo aventó a su lugar y camino a un paso rápido lejos de la cafetería para poder saber algo de su amigo.

-¿Qué le pasa?-Julián volteó a ver a sus amigos pero solo dos fueron quienes se quedaron confundidos por la actitud de su amigo, pero solo uno fue quien no se le hizo extraño.

-A estás alturas deberías saber que Víctor odia a las personas moralmente incorrectas. Cómo tu.-Dijó su último amigo que seguía comiendo sin preocupaciones o sin pena por su amigo.

Víctor buscó a Mateo en cada rincón y salón de la escuela pero no logró encontrarlo, se dió por vencido porque el timbre sonó para volver a las clases. De camino al salón escuchó un llanto un poco ahogado.

Ya que la mayoría se había ido de ahí ya no había demasiado ruido y pudo escuchar que ese llanto venía de un salón que solo se ocupaba para almacén para materiales escolares, se acerco a la puerta y la abrió.

-¿Mateo?-El llanto se perdió casi al instante así que de verdad, el llanto era de ese chico perdido.-Ven, ya se que eres tu.

Camino un poco más para encontrarse a Mateo con las piernas juntas llorando en silencio cerca de un estante y se acerco para sentarse a su lado.

-¿Por qué lloras?-Víctor volteó a verlo pero él no levantaba la cabeza para verlo.

-¿Soy una decepción, Víctor? Creo que el profesor tiene razón, no me esforcé mucho en su clase.-En medio de sollozos y lágrimas pudo decirle algo a su amigo, pero no era lo que Víctor esperaba.

-No, no lo eres, eres demasiado para este mundo Mateo, una calificación no define que tan inteligente eres, digo, ganaste el primer lugar en el dictado de inglés.-Trataba de consolarlo pero no daba mucho resultado.

-Tal vez, pero no sé mucho de matemáticas por más que leo o veo vídeos, simplemente no sé nada.-Sus lágrimas seguían saliendo, su voz cada vez se oía entre cortada y mucho más apagada casi perdiendo la voz.

-Ya, Mateo, no llores.-Le revolvió el pelo pero aún así Mateo seguía ahogando palabras, y su nariz se puso roja por el llanto.-Te puedo enseñar matemáticas pero no llores así.

Mateo buscaba un alivio rápido, y sin pena y sin pensarlo le dió un abrazo a Víctor en busca de un refugio, y ahora era Víctor que no sabía que tenía que hacer ¿Que decía? ¿Que debía hacer? ¿Que hacía?

No supo cómo debía actuar, era muy raro que alguien lo abrazara, no le gustaban los abrazos jamás le había gustado demasiado el contacto físico, pero con Mateo no tenía esas ganas de alejarlo si no de que se quedara ahí, así que lo único que pudo hacer fue sobarle la espalda.

Mateo se sintió más calmado estando en el pecho de su amigo mientras él lo acariciaba, sus lágrimas poco a poco dejaron de salir pero seguía sintiendose demasiado mal, pero todo se fue olvidando de eso con cada segundo que pasaba ahí.

-Perdón.-Sollozando se alejo de su pecho aún con los ojos cristalinos por sus lágrimas que seguían saliendo pero se levantó del suelo.-Creó que debemos irnos.

-No, de todas formas llevamos tiempo acá, como sea tenemos falta, mejor aprovechar en no hacer nada y por el abrazo ni te apures.-Víctor se quitó su suéter escolar y lo puso en el suelo.-Sientate Mati.

-No, por favor, no en tu suéter.-Con su brazo se seco las pocas lágrimas que aún seguían saliendo.

-Ya siéntate.-Víctor tomo la mano de su amigo y lo jaló para que se sentara en su suéter, aunque Mateo se puso medio tieso y difícil pero al final acepto.-Te voy a dar clases de matemáticas ¿Aceptas?

-¿De verdad?-Le sonrió a su amigo y Víctor solo le revolvió el pelo en forma para que conservará esa linda sonrisa que a él le gustaba ver.

-Claro, tu di rana y yo salto.-Esa pequeña frase hizo reír a Mateo al punto de que había olvidado el motivo del cuál estaban ahí encerrados solos.

-Pues, tu dime, no quiero robar demasiado tú tiempo o alguna rutina que tengas tu.-Mateo vió a los ojos de su amigo y extendió su mano para acomodarle un mechón de pelo mientras le sonreía.

-Jejeje, muchas gracias Mateo.-Su voz no era la que conocía, aquella sin fuerzas de salir o aquel tono en el que parecía que restaba importancia cada que hablaba. Era un poco más suave.


-Bueno, entonces hoy a las cuatro de la tarde voy a tu casa.-Mateo asintió y le regaló una sonrisa a su amigo antes de que se fuera al auto de su hermana.

Evan y Alejandra caminaron hasta Mateo para confirmar de que de verdad él estaba bien y que no fue grave el asunto que paso en la clase de matemáticas.

-¿De verdad estás bien Mati?-Evan abrazo a su amigo al igual que su amiga, eso hacía sentir demasiado especial a Mateo, le gustaba tener amigos.

-Sí, estoy bien, no se preocupen.-Volteó a ver a Evan y le apretó sus cachetes.

-Es que saliste llorando y te anduvimos buscando, pero bueno. Te saltaste una clase con Víctor a solas, picaron.-Él más pequeño de los tres se sonrojo y claro que no hicieron nada malo o indebido en el salón.

-N...no piensen nada malo, nosotros solo hablá...bamos y ya.-Mateo no podía con la vergüenza ni con las imágenes que su mente creaba con la idea que sus amigos tenían de él.-Aparte a Víctor no creo que yo le guste...

-Ay, no digas eso, eres capaz de enamorar a cualquier chico, incluso si este es lo más hetero que hay.-Alejanadra recargó su cabeza en el hombro de su amigo mientras ella le daba esas "esperanzas".

-Jajaja, Alejandra tiene razón, eres un niño muy bonito.-Evan le acarició las mejillas a su amigo y si él ya estaba rojo pues ahora lo estaba más, ningún chico le había coqueteado de tal manera.

-Ay, gra...gracias, jejeje.-Meteo vió a sus amigos y los abrazo como siempre lo hacía, ellos respondieron el abrazo y su amigo le revolvió el pelo.

-Si necesitas alguna cosa nada más dinos, vamos a ayudarte en lo que podamos.-Evan miró a su amigo y él solo sonrió.

-Muchas gracias amigos, tal vez este fin de semana puedan ir a mi casa, mí papá ya dijo que va a estar en casa y no tendré que irme.-Mateo vió a los lejos a su mamá que venía con una sombrilla negra y vestida de una forma demasiado elegante.-Me avisan por el chat, ya vino mi mamá.

-Sí, Mati.-Ambos vieron como su amigo caminó hasta encontrarse con su mamá mientras ellos aún esperaban a sus padres...O solo Alejandra lo hacía.

-Mati ¿Cómo te fue?.-Su mamá le quitó la mochila la cargo ella en su hombro.

-Bien mami, aunque yo...-Estaba dudando en decirle a su mamá que había reprobado matemáticas, pero no sabía si ahorita o llegando a casa.-Mmm.

-¿Que pasa Mati?-Su mamá se empezaba a preocupar por su hijo, veía que Mateo estaba incómodo y un tanto distante, ella sabía bien que cuando él había eso era porque había pasado algo.-¿Te pegaron?

-No, mamá.

-¿Alguien te trato mal? ¿Te hicieron algo feo? ¿La comida no te gustó? ¿Alguien se sobre paso contigo? ¿Alguien te acosa?

-No, nada de eso mami, es que...-Meteo se sentía más seguro con su mamá, entonces la abrazó y comenzó a llorar

-¿Que tienes? ¿Eh?, cualquier cosa puedes decirme y no me voy a molestar.-Su mamá lo apapacho en su pecho mientras le acariciaba su pelo para calmarlo.

-Repobre matemáticas... ¿Soy muy tonto?-En medio de las lágrimas su voz ahogada y casi sin sonido pudo decirle lo que había pasado.

-No mi vida, eres un niño muy inteligente y no dejes que un número en un papel defina que tan lejos puedes llegar.-Esas palabras ya las conocía, Víctor se las había dicho y significa mucho viniendo de su mamá y él.-¿Y qué piensas hacer, mi vida?

-Muchas gracias mamá.-Sus ojos seguían demasiado vidriosos, su voz seguía apagada pero aún podia hablar.-Víctor me dijo que me daría clases para ayudarme a qué la próxima vez me fuera bien, le dije que fuera a la casa hoy a las cuatro.

Su mamá no estaba sorprendida ni mucho menos enojada con él, ella entendía bien las capacidades de su propia hijo. Ella sabía que su hijo había dado lo máximo en esas clase y le gustaba que tomara una decisión como esa. Lo único que podía dolerle es que poco a poco estaba creciendo y siendo independiente.

Aún así no le iba a soltar las riendas tan fácil y mientras el no tuviera dieciocho no dejaría de sobreprotegerlo, para ella aún era su niño de cinco años que era curioso y que era muy propenso a enfermarse o a lastimar, así que aún seguía siendo su pequeño.

-Por mi bien, pero estarán en la sala donde está Maria y Ángela, nada de que se encierren en su cuarto.-Mateo se puso nervioso y su corazón empezó a latir demasiado fuerte, no pensó que su mamá dijera algo como tal pero él no tenía esas intenciones con su amigo.

-¡Mamá, no haré nada de eso, es mi amigo!-Mateo volteó a ver si Víctor no estaba cerca de ellos.

-Ya se, hijo, pero no me vas a negar que te gusta o ¿Me equivoco?.-Ella vió como la cara de su hijo se ponía colorada mientras desviaba la mirada para no verla.-Por algo te duermes a las nueve de la noche, para hablar con él.

-¡Ya, mamá, no digas esas cosas!-Mateo trato de calmarse pero su mamá solo se reía de como su hijo se ponía con ese muchacho.-Vamonos.

-¿Que más me pongo?-Víctor no paraba de verse al espejo a cada momento, pensaba que todavía le falta arreglarse y poder estar presentable para llegar a la casa de su amigo.

Cuando él le envío la dirección de su casa pudo notar que la colonia se veía de muy buen ver, había visto que había mansiones y recidencias, entonces creía que para ir ahí necesita vestirse bien.

Pero también quería que Mateo se impresionará al verlo, no sabía porque pero quería que pasara así. Se vistió con su mejor ropa, se puso su mejor suéter, se hecho demasiado desorden y casi toda su botella de perfume, hasta se peino.

—¿Qué me falta?—Distraido no notó que su hermana lo estaba viendo desde el otro lado de su puerta.

—Falta que pongas tus cosas en tu mochila.—Por fin y después de hacerse invisible habló.

Cuando escucho la voz de su hermana se puso pálido, no sabía desde cuándo ella estaba ahí detrás de él viéndolo mientras se volvía loco. Nunca le había contando a su hermana sobre su secreto y esperaba que esto no lo delatara.

—¿¡No sabes tocar!?—Su única forma de esconderse era ponerse a la defensiva con su propia hermana.

—No cerraste tu cuarto y mientras este cuarto no esté cerrado yo puedo ver y entrar cuando se me de la gana.—Entro sin pena alguna al cuarto de su hermano y recogió la ropa sucia que estaba en el bote gris.

—Bueno, ya vete, por cierto ya mero me voy a lacasa de Mateo.—Seguía tratando de descifrar que es lo que le faltaba para verse bien, pero sin resultado alguno.

—Yo creo que te verías mejor con una camisa y no con una playera gris, te recomiendo la camisa azul con blanco. Ya está planchada.

No supo que responder, tal vez su hermana tenía razón y era la playera que  lo hacía lucir inconforme con su atuendo. Aún así no dijo nada y fue hasta su ropero donde saco la camisa que le había dicho.

—Me pasas tu dirección en tiempo real, por favor, Víctor.—Salió del cuarto de tu hermano pero antes de bajar las escaleras quiso preguntarle algo.—¿Quieres que te vaya a dejar?

—No, gracias, está a una media hora en camion pero voy a pedir un conductor, además, tienes cosas que hacer.—Vícor está metiendo en su mochila unos cuantos lapiceros, libretas y un suéter por si salía más tarde de la casa de su amigo.

—Como tu digas y quieras, solo ve con cuidado.—Ahora si ella bajo las escaleras dejando solo a su hermano para que ya no los distrajera.

—Por favor, escúchame todos con atención, por favor.—Todo el personal dejo lo que estaban haciendo en ese momento para ponerle atención a su pequeño jefe.—Gracias, si viene un chico llamada Víctor y pregunta por mi, pásenlo adentro y atiendalo de la mejor forma posible. Es que es mi amigo.

—Claro, joven Mateo, su mamá nos dejó instrucciones claras ante esa situación, también dijo que cualquier cosa ustedes dos siempre estuvieran en la sala.—Una mujer de pelo negro le había sonreido a Mateo, pero él estaba tosiendo ya que se había ahogado con su propia saliva.

—Joven ¿Esta bien?—Él chico asintió para calmarlos y que no se preocuparan por él.

—Bueno ya no tarda, voy a buscar las cosas con las que escribiré.—Subió las escaleras sin prisa pero con nervios.

Cuando él adolescente subió para ir a su cuarto él timbre empezó a sonar y tal vez, y solo tal vez era el amigo de Mateo.

—Ay, yo voy, yo voy.—Una mujer del personal corrió hasta la puerta principal y hablo por el intercomunicador de la casa.—¿Quién habla?

—Ah, soy Víctor, vine a para...estem, darle clases de regularización a Mateo de matemáticas.—La, mujer le sonrió con mucho entusiasmo como si fuera una adolescente.

—Claro, en seguida le abren, joven Víctor.—Termino de hablar por el intercomunicador y miró con atención la cámara de seguridad que estaba en el techo de la entrada principal.

Él chico está solo con una mochila en sus hombros y no tenía compañía, pero para asegurarse movió la cámara de seguridad un poco, y así confirmo que no había nadie al rededor.—Voy a abrirle.

Después de unos segundos él chico noto que la puerta principal fue abierta por una mujer de pelo lacio y de una piel muy morena muy fina.

—Adelante, joven Víctor.—Un poco apenado él chico entró a la casa.—Sigame por favor.

—Sí, claro.—Empezó a caminar al lado de la señora, y vió que estaba muy bien vestida, con un uniforme muy bien planchado.

Pasaron por el patio delantero que tenía una fuente rectangular de tres pisos muy bien decorada con muchas flores alrededor que de vez en cuando absorbían el agua que la fuente tiraba, y eso a Víctor le pareció un muy lindo gesto.

Al entrar a la casa noto que está por dentro ocultaba demasiados detalles y lujos de casi todo tipo con simple y sencillamente con pisar la entrada. Una sala con unos enormes sillones negros y una pantalla demasiado grande y un comedor muy grande a decir verdad.

—Tome asiento, joven, en un momento más Mateo está con usted ¿Gusta algo de tomar?.—La mujer sentó a Víctor en uno de los sofas de la sala.

—Emm, una malteada de chocolate estaría bien.—Él seguía estando un tanto nervioso por estar en un lugar así.

—En un momento se la traigo joven.—Se fue corriendo a la cocina a preparar la malteada y la comida de hoy.

Víctor se estaba empezando a acomodar cuando escuchó unos pasos que venían de su derecha, volteó a ver por curiosidad quien era. Al ver quién era su cara se torno roja, Mateo estaba con un pantalón de color durazno muy grande con una playera negra con el estampado de algún planeta y descalzo.

—Mateo, hola.—Se puso de pie tan rápido como él pudo, quería saludar a Mateo como se debía pero no supo que decirle cuando lo vio así.

—Holi, Vico.—Mateo también se quedó viendo a su amigo, aquella camisa desabotonada que mostraba sus músculos y esa playera blanca que de seguro no tenía mangas mostraba sus pectorales un poco grandes y ese pantalón negro de mezclilla lo hacía lucir muy guapo.—¿Te atendieron bien?

—Sí, Mateo, cl...claro.—Camino un tanto rápido para llegar enfrente de Mateo y darle la mano a Mateo y este mismo lo abrazó un momento.

—Hules bien.—Ambos se vieron manteniendo la mirada más inocentes y puras, sin ningún tipo de mala intención en esas miradas.—Perdón.

—Tranquilo, por algo me puse perfume.—Víctor dio un paso atrás y le dio una sonrisa a su amigo que respondió de la misma manera.

—Vamos al comedor, ahí podemos estar, solo deja ir por una libreta que no sea de la escuela, pero no tengo otra.

—No te preocupes, aquí traigo una para estudiar.—Fue por la mochila que dejó en la sala para después ir con él al comedor donde se sentaron.—A ver ¿Que no entiendes para ir empezando?

—Pues, los polinomios, nunca les entiendo o que se hacé.—De su mochila saco la libreta que había traído junto a unos lapiceros y los puso sobre la mesa.—Es un poco fácil pero pues al principio cuesta.

La señora que le abrió la puerta le puso un vaso grande y cilíndrico la malteada que le había pedido hace unos cuantos minutos.

—Su malteada joven.—Le puso un popote metálico en el vaso y le sonrió.

—Ah.—De verdad él no pensó que fueran a darle la malteada que había pedido cuando llegó pero le dio gusto ya que era su malteada favorita.—Gracias, señorita.

—De nada ¿Mateo usted gusta algo?—Él chico negó con su cabeza y la señora se fue de nuevo a continuar con sus actividades.

—Sigamos Mati.—Miró a su amigo y le sonrió y nada más sirvió para que Mateo se pusiera rojito.

Mateo estaba tratando de resolver un ejercicio que Víctor le puso antes de hacer una llamada. Pero no se fijo que su hermano vió casi todo desde que se pusieron a estudiar en la mesa así que decidió molestarlo un poco.

—Mmm, esta bien rico ¿No?—Su hermano menor volteó con un sonrojo en sus mejillas y sus cejas muy juntas indicando que estaba molesto.

—¡Si te dije que era gay fue para que me apoyaras, no para que me hicieras burla!—Martín se empezó a reír hasta que Mateo tomo la libreta y corrió a darle unos cuantos golpes.

—¡Oye! Yo solo decía qué estaba rico el huevo Benedict que te "Saboreste".—Mateo le dió otro libretazo antes de que Víctor llegara de sorpresa.

—¿Esta todo bien? ¿Mateo?—Su confusión fue grande al encontrar a su amigo pegándole con la libreta a su hermano mayor.

—Sí, tranquilo y perdón por ocupar tu libreta.—Volvió a sentarse junto a su amigo y le enseño el ejercicio que le había puesto.

—Uy, mira, pues te fallo un pequeño número, pero ya mero vas aprendiendo.—Tomo el lapicero negro y empezó a enseñarle en qué estaba mal.

Pero en ese momento Martín empezó a lanzarle una indirecta a su hermano menor para que solo él la entendiera a menos de que Víctor supiera de que se trataba.

—Mmm, huele bien los huevos doraditos .—Mateo nada más lo miro y no reaccionaba como se debía por respeto.

—¿Que dijo tu hermano?—Víctor no había entendido lo que el hermano de su amigo había querido decir porque al parecer estaba en otro idioma.

—Ah, que le gustan los huevos.—Hizo una leve pausa antes de continuar respondiendole a su amigo.—Que le están preparando.

—Oh.—Ambos chicos y en especial Víctor no aguantaban la risa del comentario que había hecho su amigo sobre su hermano.

Martín miró a su pequeño hermano y jamás pensó que él pudiese devolverle la broma que le estaba haciendo de una forma tan maestra como lo pudo presenciar y para rematar le saco la lengua.


—Muchas gracias por venir Víctor, te lo agradezco demasiado.—De la bolsa de su pantalón saco ocho billetes de quinientos pesos y se los extendió a su amigo quien se le quedó viendo con una expresión muy confundida.

—No, Mateo yo lo hice porque eres mi amigo, no quiero nada a cambio, de verdad que no.—Dió un paso atrás y negó con la cabeza con cierta molestia.—Ya hiciste mucho por mi que de verdad no puedo.

—No te vas de aquí hasta que los aceptes, te hice gastar dinero y tiempo que pudiste ahorrarte si yo no fuera tan tonto.—Le extendió más el brazo con los billetes pero Víctor siguió negándose.

Así siguieron unos cuantos más, Víctor seguía negando muy firme esa cantidad de dinero mientras Mateo seguía tratando de convencerlo hasta que él más alto de los dos respiró miró a su amigo a los ojos.

—Los aceptaré si no me das de nuevo esa cantidad tan grande de dinero en las próximas clases que yo te de.—Entonces Mateo le dio aquellos billetes en la palma de su mano y le dio un abrazo largo que Víctor no respondió pero no puso pero alguno.

—Bien, te veo cuando puedes y también estás invitado a la pijama que voy a tener el viernes con Alejandra y Evan, si quieres venir me dices.—Víctor jamás podía entender porque un niño como su amigo tenía el corazón tan blando y fuera tan lindo, tanto que no le importo el abrazo que le dió y solo le acarició el pelo.

—Ten por seguro que vendré y es más probable que mañana venga, si es que puedes porque te fallan unas fórmulas.—Su amigo se alejo de él y le dio las gracias.

—Bueno, entonces te digo a qué hora ¿Quieres que te vaya a dejar?

—No Mati, note que mi casa no está nada lejos de aquí, aparte ya pedí un taxi privado entonces llegaré bien.—Le dio unos golpes suaves ena cabeza a Mateo y este solo se rió por eso.

—Bueno, solo avísame cuando llegues a tu casa.—Un pequeño ruido de un coche los hizo dejar la plática.

Al parecer el taxi ya había llegado por él y no podía hacer esperar al conductor. Víctor se despidió de su amigo con el gesto de golpear sus puños y empezó a caminar hasta el auto.

Mateo se despidió con su mano y su amigo le dedicó el mismo gesto hasta el auto arrancó dejando al chico en el portón de su casa apuntó de cerrar la puerta hasta una voz lo detuvo.

—¿Isaías?—Casi da un gritó por ver el aspecto tan delicado que tenía su primo y no podía estar calmado cuando tenía moretones y su ropa muy rota.

—¿Puedo pasar?.


Víctor estaba sentado en la cama de su cuarto mirando el dinero que su amigo le había dado por una clase de dos horas, seguía sin entender la razón de la acción.

—¿Y ese dinero?—Su hermana estaba en el marco de la puerta y su hermano casi le avienta un lapicero que estaba a su lado.

—Me lo dio Mateo por las clases.—Pero no se le había olvidado el reclamo que tenía que hacerle para terminar el día.—¿Te dije de la puerta?

—Te dije la condición.—Su hermano rodo los ojos y ella paso a sentarse al lado de su hermana.—Ese niño es muy noble y te quiere o es demasiado rico.

Su hermana salió un rato después de pláticar ciertas cosas con su hermano dejándolo solo en su totalidad cerrando la puerta. Víctor guardó el dinero dentro de su cartera para dejarla en su escritorio. Y antes de todo quitó toda la ropa y la aventó por ahí para acostarse a dormir tranquilamente.

—Ay Mat. Eres alguien muy lindo para este mundo.—Se metió a las cobijas de su cama para al fin descansar.

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