Capítulo 7
Al otro día...
Con la mirada perdida en los buses rojos. Recordaba una y otra vez en lo cruel que fue Leandro conmigo.
Pensé en tantas cosas y todas me llevaron a la misma conclusión, que él nunca realmente me amó.
<< Tanto que te hiciste el que estabas destrozado y mal. Si hasta llamaste desesperado a mi mamá y le prometiste que me amabas, cuando eso nunca fue así >>
<< ¿Para qué hiciste todo ese escándalo? >>
<< ¿Con qué fin? >>
<< Tanto que te espere y ¿De qué me sirvió? >>
Era raro, pero a pesar de estar triste, no me sentía tan mal, como las veces anteriores. Era como si me hubieran inyectado un sedante o algo para que no me afectara más de lo que tenía que afectarme, ya que no valía la pena.
Ese sujeto nunca valió realmente la pena.
A punto de llorar otra vez, no lloraba solo de tristeza, sino también de rabia.
De pronto tuve temor de que me llamaría o me enviaría un Whatsapp de otro número, como lo hizo aquella vez.
Pensé también en que podía ir incluso hasta mi casa y me alarmé.
Ya no quería volver a pasar por toda ese toxico momento, y preocupada, sonó mi celular.
Temerosa de contestarlo, vi que se trataba de Ainhoa y di un suspiro.
_ Hola ¿Cómo sigues amiga?
_ Más o menos. La verdad, estoy triste, pero no como las otras veces. Me siento tranquila, como si me hubiera sacado un peso de encima.
_ Si sientes eso es porque lo que hiciste fue lo correcto. Ese hombre nunca te mereció amiga – di un suspiro.
_ Si es verdad, aunque igual me alarma que venga aquí a mi casa, o que me llame y me pida que volvamos.
_ Una pregunta amiga ¿Y tú lo harías? ¿Volverías con él?
_ No, ya no. Le di muchas oportunidades – me dieron ganas de llorar – Ya me cansé. Le di mi tiempo, me humillé y él no le importó. Nunca me quiso como yo si a él.
_ Que estúpido. Ese tipo se merece que le den un buen merecido.
_... Es cierto...
_ Amiga, quieres, no sé ¿Qué salgamos un rato? Te servirá para distraerte. Debes centrarte en otras cosas, te hará más rápido salir de toda esa tristeza.
_... Creo que estaría bien. Ok, vamos al Costanera Center...
En cuanto nos juntamos, a las salidas del metro, vi a Ainhoa y se me llenaron los ojos de lágrimas y corrí a sus brazos.
Ella me abrazó y me consoló.
_ Amiga, ya amiga. Llora, eso es lo que tienes que hacer.
_ Fui tan tonta Ainhoa ¿Cómo pude estar con él?
_ No te atormentes más con eso. Tú no hiciste nada, amiga, solo le entregaste tu corazón y tiempo a un imbécil que nunca te mereció – la miré aún triste – Debes continuar y seguir adelante, amiga, y lo harás. Sé que lo harás.
_... Igual a pesar de estar triste, me siento liberada, como si me hubiera sacado un peso de encima, pero igual tengo mucha rabia y hasta odio.
_ No, eso no lo sientas. No te hace bien. Rabia, es muy normal que la tengas.
_ Te juro que no quiero saber nada de él nunca más. Ese mal hombre solo se burló de mí y de mis sentimientos. Me descalificaba en todo, hasta por mi manera de vestir.
_ Que hijo de puta, porque no se le puede decir de otra manera. Si lo tuviera en frente, le diría unas cuantas – le sonreí aún con pequeñas lágrimas y Ainhoa me sonrió y las dos nos abrazamos.
Más repuesta, llegamos al Costanera Center. Ansiaba distraerme, era lo que más quería, y con Ainhoa, entramos más que entusiastas, para variar, a aquel centro comercial.
Este estaba lleno y las dos fruncimos el ceño; algo en particular que nos caracterizaba a ambas era que no nos agradaba la gente.
_ Esto está lleno – dije con tono molesta.
_ Para variar, pero no importa. Vamos a las tiendas que más nos gusta – le sonreí.
_ Tienes razón ¡Vamos!
_ ¡Y luego a tomarnos un rico café cargado!
_ ¡Sí!
Primero, entramos a la tienda de música. Esa era la mejor tienda de toda la ciudad, ya que tenía los mejores instrumentos musicales.
Ambas alucinadas con cada instrumento, mi amiga Ainhoa lo estaba aún más...
Miramos un piano y no resistimos la tentación de tocar alguna de sus cuerdas.
Yo más que feliz, miraba y miraba las nuevas Barbies que habían llegado en aquella pintoresca tienda. Mi amiga me miró y sonrió.
_ En realidad son muy bellas ¿Por qué no te compras una?
_ Eso pretendo, pero aún no me decido por cual – ambas reímos.
_ ¿Cuántas tienes ya más o menos? – le sonreí.
_ Mmm, unas treinta.
_ ¡Cielos! ¡Llegarás al récord!
_ Eso quiero – ambas más nos reímos...
Con nuestras cosas acabadas de comprar, Ainhoa y yo sonreímos; ella había comprado un CD de una de sus bandas preferidas, bueno, para mí también lo era. Me refiero a nuestra banda de rock, Europe.
Yo, por mi parte, no me pude resistir y acabé comprándome tres Barbies de la colección Princesas Vintage, las que yo tanto apreciaba.
Sentado en aquella misma cafetería, frente a la cascada de colores, leía el diario, mientras se tomaba su tradicional café cargado.
Tranquilo, le encantaba, además de la música, el de leer y tomarse una rica y caliente taza de café. Era uno de sus pasatiempos favoritos, bueno, además del futbol.
Estaba en la sección de economía, cuando de pronto, levantó la mirada y su corazón se regocijó de alegría. Sonrió perdidamente.
<< ¡Es, es ella! >>
Ambas con nuestras compras, en bolsas, pasamos frente a la cafetería, y a la cascada. Nos detuvimos justo ahí, y yo sin imaginármelo, él estaba a tan solo unos metros de mí, sentado en aquella cafetería.
Él me miró cautivado y sus ojos brillaron de felicidad y amor.
Anhioa me sonrió.
_ ¿A qué otra tienda te gustaría ir, Stephanie? – él estaba atento frente a ambas.
_ Podríamos ir a ver ropa y a comprar más CD de música, aparte de algunas libretas y libros.
_ Me leíste la mente, vamos...
Entusiastas, tomamos nuestras bolsas y continuamos caminando. Él se levantó de su mesa, y discreto, y con anhelos, comenzó a seguirnos...
Nos detuvimos frente a una librería, y él a unos pasos más atrás, de ambas, nadie se daba cuenta de quién era él realmente, ya que andaba con sus gafas de sol y su jockey, lo que era ideal para él.
Ansiosa, me fui rápidamente a la sección de romanticismo, mientras que Ainhoa fue a la de suspenso y misterio.
Sin que nosotras lo notáramos, actuó de lo más normal, y también entró a la librería...
Buscaba un libro en especial, y concentrada en encontrarlo, él estaba apoyado en uno de los edificios de libros. Me miró, bajó sus lentes, y sonrió con destellos.
<< ¿Qué libro estará buscando?... >>
De pronto, mi sonrisa irradió al leer el título, del libro que quería, y lo tomé más que entusiasta.
_ ¡Ainhoa, lo encontré! – ella se me acercó.
_ ¿Lo encontraste, amiga?
_ Si, mira. Este es – él me miró más atento y las dos miramos mi libro.
_ "El triunfo del amor". Así se llama y creo que quedan pocos.
_ Entonces tienes que comprarlo – le sonreí.
_ Eso haré ¿Tu viste alguno en especial?
_ No la verdad, pero me conformo con haberme comprado mi CD de nuestros Europe.
_ Es verdad, jejeje. Vamos a pagar esto...
Nos vio salir de aquella librería y su corazón le palpitó con afán e ilusiones.
_ Sigue tan linda y tierna como siempre... Espero volver a verte pronto niña mía...
Se acercó a mirar el libro que yo había tomado y sonrió dulce.
Sin pensarlo, lo compró y se lo llevó, para leerlo y re memorizar, con anhelos, que me había visto. Tuvo la esperanza e ilusiones con que volvería a verme y que nos veríamos.
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