C9
Estaba preparándome para salir, faltaban solo diez minutos para el mediodía y como era sábado, Emma y Mia dormían, yo era la única levantada que vagaba por la cocina o eso creí porque Emma estaba con ropa puesta y parecía que llevaba el mismo tiempo que yo despierta. Me quedé perpleja y seguí preparándome el desayuno.
—¿Se puede saber porque te levantaste? Es sábado —la escudriñé con la mirada de arriba abajo, iba con ropa casual, ¿se quedaría en casa viendo televisión con ropa para salir?
—Tengo que ir a revisar los detalles de la recepción con Brian, será un día largo.
Claro, era la única razón por la cual Emma se levantaría temprano, como no lo supuse, con la fecha acercándose seguro que el tiempo apenas le alcanzaba para arreglar los detalles faltantes.
—Solo dos semanas para el gran día —le recordé con expresión de ligero pánico, no lo podía creer, ya sería una mujer casada y pensar que solo necesitó dos años de relación con Brian para dar el gran paso —¿Cómo te sientes? ¿Nerviosa? ¿Segura?
Se acercó al refrigerador para agarrar la caja de leche y se sirvió cereal normal, nada de fibra y pasas.
—Me siento muy segura y por supuesto feliz, después de pasar por muchas relaciones fallidas, finalmente encontré al indicado, es maravilloso —ella soltó un suspiro soñador y luego me vio con una ceja alzada — Oye, ¿Qué haces tú levantada? Creí que tu clase de yoga era más tarde.
—Voy a mostrarle a Evan Ross mi trabajo de fotografía, es hoy, si le gusta puede que me contrate para ese proyecto que te dije
Su rostro cambió radicalmente, se vio más entusiasmada que yo pero también chiflada, empezó a molestarme con ruidos molestos y me dio codazos en el abdomen.
—No necesitarás mostrarle nada, seguro te contratará, de mí te vas a acordar, eso solo fue un pretexto para invitarte a comer.
—¿Lo crees? —pregunté más decepcionada que feliz, yo quería mostrarle lo buena que era en la fotografía —De todos modos iré bien preparada y por cierto no te lo dije pero tiene novia, así o más claro que anda de chiflado.
—¿Qué? —exclamó pasmada, con la boca llena de cereal y fresas —¿Cómo que novia? ¿Cómo lo sabes?
Saqué mi celular y le mostré la foto que vi en instagram, analicé su reacción pero ella solo se encogió de hombros.
—¿Y? —dijo ella, despreocupada.
Me regresó el teléfono en lo que me quedé quieta esperando a que dijera algo pero no le encontró importancia a la imagen que acababa de mostrarle.
—¿Y? —repetí con el mismo tono de voz desinteresado que hizo —Ella es su novia, ¿No me vas a decir nada?
—Ese post es de hace un mes y si te das cuenta no tiene más publicaciones con ella recientemente, solo tiene escrito un simple #Goals, eso no dice mucho.
—Claro que sí, mira como la tiene agarrada por dios.
—Muchos hombres coquetos agarran a las mujeres de forma muy afectiva, quizá es su mejor amiga —yo resoplé y me tapé la cara, era increíble que ahora Emma fuera tan incoherente —Escucha Amber, seamos realistas, tu le agradas y seguro que a ti también te agrada, si dices que el quiere jugar contigo porque es un chiflado mujeriego, ¿Por qué no haces lo mismo? Que sea algo de una sola noche, porque ¿Cada cuando un hombre tan guapo se te quiere echar encima? Que pase lo que tenga que pasar y listo, que no te afecte.
Me quede pensando sin decir nada, estaba enojada porque encontré un poco de razón en lo que dijo, ¿si yo era su juguete, porque él no podía ser el mio? Después de todo, nunca me cayó bien, siempre sería un engreído para mí, al menos podría sacar algo bueno de esto como el trabajo que iba a darme por las fotos y una buena noche y si el insistía tanto con eso de ser mi amigo, tal vez al final podríamos conseguir una amistad, aunque no me gustaba eso último.
—No me voy a hacer ilusiones —mascullé un poco irritada, que molesto era darle razón a Emma. En eso me llegó un mensaje de texto de Evan, diciéndome que ya estaba esperándome abajo —Hablando del rey de roma.
Emma alzó las dos cejas, se le veía muy divertida comiendo y ocultando una sonrisita en su plato con cereal.
—Pásala genial.
Le mostré el dedo corazón, de todas formas el insulto no valió si yo me reía, agarré mis cosas y salí del departamento con Mia apenas levantándose y preguntándole a su mejor amiga porque se estaba carcajeando y casi ahogándose con el cereal. Al salir del edificio supe cual era el auto de Evan Ross, era un hermoso mustang iacocca 2018 en color plateado, era pequeño pero bastante elegante y moderno, caminé con lentitud por si en dado caso me había equivocado de auto pero en cuanto me incline para ver entre los vidrios polarizados, Evan bajo la ventanilla del copiloto y su sonrisa efusiva me recibió.
—Pasa, Amber. —me invitó a entrar con voz aterciopelada, guiñándome un ojo.
Entré y me limite a quedarme callada, inhale el aromatizante a canela, por dentro era más amplio de lo que creí, era una belleza de auto, pero aunque fuera amplio nuestro asientos estaba bastante juntos lo que me puso un poco nerviosa, no quería que me viera tan cohibida.
—¿Estás lista?
Asentí, el ronroneo del auto era apenas perceptible, su voz era tan clara, profunda y fascinante, que forma de hacerme quedar como idiota, me paralizaba, su aspecto era tan sexy, claro que lo era, a este hombre le gustaba que las mujeres se derritieran delante suyo, le encantaba gustar. Arrancó el auto con una sonrisa traviesa y yo de reojo traté de contemplarlo sin que se diera cuenta, mala idea, no era buena acosadora.
(...)
Al detenernos leí el letrero de dónde había estacionado, era un restaurante precioso que se llamaba 3 arts club café, me quedé parada frente a la entrada en lo que sin siquiera haberme preguntado me tomó de la mano y me guió hacia adentro, no pude darme cuenta de nada más excepto del contacto de nuestra piel, me límite a suspirar con profundidad, sin duda alguna me provocó un electroshock instantáneo, mi corazón golpeaba duro contra mis costillas, me contuve el aire, no pude respirar, joder, ¿Qué clase de brujería era esta? ¿Qué hechizo me dio en la bebida para que no pudiera controlar mi fuerte atracción sexual hacia él?
Más tarde me di cuenta que caminábamos hacia nuestra mesa que era dentro del restaurante porque afuera en el jardín había otro restaurante amplio al aire libre, con miles de árboles y helechos, candelabros y sofás amplios, velas y una fuente pequeña de agua, se podía inhalar la frescura aunque estando en pleno noviembre, nadie se arriesgaría a estar ahí, solo los valientes.
—¿Te gusta aquí? —me preguntó, dándome un apretón, apenas reaccione, solo dije que sí que no me di cuenta que era una mesa muy grande para nosotros y bastante alejada de la gente, no había sillas, era uno de esos sofás amplios que cubrían todo el extremo de nuestro espacio.
Nos tomaron la orden, rápido leí el menú y pedí lo que primero me pude reconocer.
—No creo que hayas podido llegar aquí en bus —añadió, sonriendo, desencadenó una oleada de calor bárbaro en mi cuerpo —Es bastante grande y retirado de tu departamento, te hubieras perdido, ¿o no?
—Me las hubiera arreglado —acepté, todavía con falta de aire.
—Eso dices ahora —se mordió el labio, rozando de adrede la piel de su mano contra la mía para alcanzar una copa de agua. —Creo que es mejor comer primero y ver las fotografías luego, ¿Qué tal?
—Me parece bien.
—¿Trajiste todo?
Vio mi carpeta y mi laptop guardada en mi maleta con esa sonrisa suya llena de gracia.
—Es todo mi material.
—De acuerdo, ya que te esforzaste en traerlo, lo vamos a ver todo.
Trajeron nuestra comida muy rápido, comimos sin decir mucho porque la porción que pedí era pequeña, no tenía mucha hambre, había desayunado muy bien, acabé primero que Evan pero entonces nos pidió postre, un rico pastel de helado de frambuesa y queso crema, lo compartimos pero no pude acabarme mi mitad.
Nos limpiaron la mesa para ahora si comenzar con lo mío.
—Entonces empecemos, veré primero lo que traes en esa gran carpeta.
Abrí mi portafolio de fotos, era el material que tenía desde la universidad, le explique la clase de lente que use para algunas fotos, él estaba concentrado en ver cada una, le prestaba atención lo que quería decir que el trabajo era en serio, no fue un pretexto para traerme aquí. Luego le presenté mi portafolio digital que estaba en mi pagina web personal, muchas eran recientes y una de ellas eran las que tomé de Seattle cuando fue en el Needle Space.
—Aquí puedes ver la diferencia de la distancia y el formato de las fotos —le explique con detalle, aumentando el zoom de la foto, él se inclinaba para ver más de cerca pero eso implicaba estar muy pegado a mi cuello.
Escuché que inhalaba con delicadeza, haciéndome hormiguear la piel, podía sentir la fibra de mi cabello erizarse al igual que mi nuca, me petrifique cuando su voz acarició el lóbulo de mi oreja cuando me habló tan cerca.
—Me gusta mucho tu perfume, Amber, huele delicioso.
No pude contestar con la rapidez que desee pero al menos no me quedé callada.
—Ya me lo habías dicho —admití con la voz temblorosa, fijando mis ojos a la pantalla, pensé una y otra vez que no debía girar mi cabeza porque sería encontrarme con su rostro a centímetros del mío pero la tentación de fundirme en aquella mirada que debía estar gritando por mi atención me hizo hacerlo,
Evan Ross sonreí con una tentadora malicia, se podía palpar el sabor a lo prohibido con tan solo verle los labios, sus pupilas se expandieron y juré que el tono verde de sus ojos se habían hecho más intenso cuando tuvo el valor de inclinarse todavía más a mí.
—¿Te habían dicho que tienes unos ojos maravilloso, Amber? Me gusta mirarlos todo el tiempo.
Quise sonreír pero mis labios solo temblaron, ¿Cómo reaccionar? Nadie en la vida me había dicho algo como eso.
—No...la verdad eres el primero que me lo dice. Gracias —empecé a sentirme muy acalorada, regrese la vista a la computadora pero Evan no le prestaba atención a nadie excepto a mí —¿Por qué me miras tanto?
Su sonrisa le subió hasta los ojos, yo trataba de evitarlo a toda costa pero siempre hallaba la forma de atraer mi atención, volví a verlo y al final decidí ya no acobardarme.
—¿Te molesta que lo haga? No lo puedo evitar.
—Es un poco incómodo pero tengo que admitir que...
—¿Qué te agrada?
Solo lo miré, no pude admitirlo aunque fuera verdad, claro que solo quería pasar un agradable rato con Evan y listo, tal y como él lo quería de mí. No se que fue lo que lo obligó a hacerlo pero me puse de piedra cuando sentí su mano posarse en mi espalda, se quedó ahí unos minutos, estaba evaluando mi reacción y claro que mi desconcierto le gustaba.
—¿Quieres que seamos amigos, Amber? —susurró, muy lentamente, citando cada palabra con aire seductor.
—No —confesé desorientada, me apreté el abdomen para contener el aliento.
—¿No?
Trague saliva con dificultad, no podía moverme, ni siquiera pensar en lo que estaba diciéndole, eran tan fácil responder que todo se me complicaba con él teniéndome tan cerca y tocándome.
—No lo sé...—tartamudee con voz baja pero con desesperación, me moría de ganas por besarlo, ya no quería darle más rodeos a esto, iba a darle la oportunidad de abrirse paso a lo que quería hacerme, ¿Para que hacernos esperar más?
Me incliné con lentitud para que pudiera besarme si eso era lo que intentaba hacer pero mi celular sonó en tono de mensaje como cuatro veces seguidas, vi el nombre en la pantalla, Daniel.
Yo presiento que Amber a fin de cuentas no se quiere enredar con Evan pero con lo atractivo que llega a ser y lo amable, ¿Quien no caería? Gracias por todo de nuevo chicas, agradezco mucho su apoyo y sus votos :)
Espero que la historia no les esté aburriendo y que sea de tu agrado y entretenimiento.
Nos leemos pronto, besos.
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