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C5

—No respondas a eso si no quieres —me aseguró en lo que escondió una sonrisa en su bebida, me hubiese gustado ser lo suficientemente valiente para verlo porque seguro debía lucir bastante atractivo, se podía adivinar por el sonido relajante de su risa.

Me apreté los labios y también le di un trago hondo a mi vodka, no quería quedarme callada por lo que el valor salió de repente o tal vez era el coraje que me dio el vodka y la soda.

—Yo siempre tomo fotografías de todo, me gusta documentar los momentos —respondí a la defensiva, sus ojos estaban empapados en diversión.

—Sí, eso es lo que pensé que ibas a decir.

—Es en serio.

—No me molesta que me hayas tomado fotos a escondidas, solo quería romper el hielo, es todo.

—Debes estar acostumbrado a que te tomen fotos a escondidas —dije con ligero sarcasmo, era elevar su ego.

Rió, claro que no iba a decir nada, era más que obvio, muchas chicas debían esconder sus teléfonos para sacarle fotos al igual que yo, maldito ricachón galante. Volví mis ojos hacia el frente para seguir bebiendo y tratando de ignorar que ahora quería entablar una conversación conmigo cuando me había hecho mala cara esa vez en la entrevista.

—¿Qué modelo de cámara es esa?

Trató de seguir la conversación a pesar de que lo estaba ignorando, se estaba esforzando y yo me pregunté, ¿Por qué lo estaba haciendo?

—Es una canon EOS rebel T6

De reojo vi que la observaba con atención, me dio gusto que ya no me estaba prestando atención, así me era más fácil ignorarlo, ¿Ahora se quería hacer el buena onda?

—Soy algo torpe en manejar cámaras de ese tipo, ¿Tomaste algún curso?

—En la universidad hubo algunos programas y aprendí lo que se ahí mismo.

—¿A tus padres les gusta la fotografía?

Me giré hacia él con un poco de suspicacia, no me cuadraba que de repente quería sacarme plática cuando podía haber alguien más interesante en este lugar en vez de mí. Sospeche que algo tramaba.

—No, esto es algo mío, a ellos les da igual. De casualidad ¿Por qué estás hablando conmigo? Se notó ese día en la entrevista que te incomodé cuando me viste tomando las fotos y hace un rato en la cena me saludaste muy a tu pesar.

Sus ojos se abrieron un poco, fue mi repentina sinceridad lo que lo sorprendió, su voz ahora sonaba arrepentida al igual que su apariencia, me di cuenta que sus ojos brillaron un poco con una clase de fulgor electrizante; me quedé tan quieta procesando el sonido de su voz, era agradable y me hormigueo la piel de los brazos.

—Si, me di cuenta que te hice sentir incómoda, tengo que admitir que en la entrevista con mi tío me porte muy engreído y también en la cena —se pasó la mano por el pelo, manteniéndolo bien arreglado aunque estaba más que perfecto —Lo siento, no suelo ser tan grosero, quería hablar contigo porque a mi padre le gustaba mucho todo eso de las fotos, no era fotógrafo pero no necesitó serlo, era bueno con las cámaras de video y fotos.

Me petrifique, de acuerdo, capturó toda mi atención no se porque sentí una clase de remordimiento, lo juzgue mal pero bien pudo haberse controlado y ser más amable antes de todo esto.

—¿ Ah sí? ¿Y por eso fuiste tan grosero?

Se apretó los labios, quiso reírse.

—No, lo que sucede es que tuve un mal día, es todo. ¿Me perdonas?

Nada podía cambiar la primera impresión que tuve de él, era una lástima porque ahora parecía ser la persona con la que cualquiera podría pasarla bien. Lo contemplé en lo que me daba una sonrisa torcida, podría jurar que se inclinaba un poco más a cada segundo que me tardaba en responder para que de adrede pudiera verle sus ojos verdes agrandarse y destellar ante mí, dios, ya sabía de que se trataba esto, utilizaba su guapura para hacerme aceptar.

Era una táctica audaz. Carraspee para hacerlo retroceder, a este punto su perfume me estaba calando la nariz pero no me molestaba, era agradable, muy varonil, olía muy fresco, a recién bañado, lo que necesitaba con todo ese alcohol con el que estábamos rodeados, solo eso logró  aclarar mi mente.

—Sí, como sea —susurré, encogiéndome de hombros, restándole importancia —Ya pasó.

Eso lo hizo sonreír de oreja a oreja, tuve que fingir que bebía de mi vaso para clavarle la mirada, el estómago me dio un cosquilleo, tuve que apretarme el abdomen para hacerlo desaparecer pero no funcionó, estaba con esa apariencia tan atractiva directo en mí que parecía una burla.

—Quiere decir que comenzamos de nuevo —comenzó, alargando su mano hacia mí, con una sonrisita amigable, divertida.

Casi rompo a reír a carcajadas, ¿Esto era en serio?

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté con una ceja alzada, echándome hacia atrás, mi expresión desentendida lo dejó perplejo.

—Haciendo las pases contigo, que más podría significar esto —señaló su mano todavía levantada. —¿Me vas a dejar con la mano así? Creí que yo era el grosero.

Vi su mano y luego a él con un gesto en los labios.

—No es necesario, ya te perdone, además me pagaste el trago, ya estamos a mano.

—Quiero hacerlo bien —repuso con ese tono suave y sus ojos agrandándose otra vez frente a mí.

Estaba muy decidido en no bajar su mano por lo que inhale con fuerza y la estreché contra la mía, noté su piel cálida, suave, aquella electricidad en sus ojos viajó hacia su mano y me hizo dar un respingo, fue una vibración intensa que inesperadamente me hizo sonreír al igual que él. Odie tanto que mi corazón bombeara más rápido de lo normal, odie que me gustara que me mirara, odie que de repente su presencia fuera agradable.

Estaba cayendo en esta enredadera estúpida, ¿Dónde estaba mi fuerza de voluntad?

—Creo que ya podrás estar tranquilo —comenté, soltando lentamente su mano de la mía, cosa que de repente se me hizo difícil.

—¿Otra ronda? —me preguntó con una sonrisa simpática, vi que ya tenia mi vaso casi vacío.

—No, estoy bien —dije, con voz baja, de acuerdo ya me porté bien y le di lo que quería, ¿Cuándo me iba a dejar sola? De repente vi el reloj y me pregunté donde estaban los demás, ¿Me dejaron sola? —Ya debo irme, mañana sale nuestro vuelo, siento no pagarte los cuatro dólares.

—¿Regresarás a Chicago?

—Sí.

Sonrió.

Pharma Bio abrirá pronto un laboratorio ahí, quizá nos encontremos cuando tú y Nancy vayan a cubrir la noticia.

Fingí sonreír pero solo me mostré incomoda, ¿Volver a vernos? Sí claro, no iba a creerle, además dudaba que quisiera volver a verme, se notaba que yo no era la clase de amistades que tenía, seguro se la pasaba en fiestas, saliendo con modelos rubias y bronceadas, bebiendo champagne o lo que costara más.

—Lo dudo —murmuré con voz débil, para que no escuchara.

—¿Perdón?

—Que dudo mucho que nos veamos.

—¿Por qué?

Maldita sea, díselo para que se ofenda y me deje en paz.

—No soy de esa clase de persona con las que seguro te involucras, no sé de verdad cual sea tu intención al venir aquí a platicar conmigo pero agradezco que me pagaras la bebida, que por cierto, voy a pagarte.

—¿Cómo vas a pagarme?

Vi a mi alrededor, estaba ansiosa por encontrarme a Zoe e incluso a Nancy por ahí, me urgía tener esos cuatro dólares y pagarle pero nadie que yo reconociera estaba cerca. Al ver que yo no iba a poder pagarle el dinero de ninguna forma, se quedó esperando con sus ojos penetrantes sobre mí en lo que yo los esquivaba.

—¿Dudas que podamos ser amigos? —insinuó con tono curioso.

Seguí sin verlo, yo buscaba una vía de escape para dar la conversación terminada pero siempre encontraba la forma de retenerme ahí. Justo fue mi salvación cuando mi teléfono vibró en una llamada, rápido revise el número, era Nancy, seguro debía estar buscándome, le di la espalda a Evan para responder.

—Amber, estamos todos afuera, ¿Estás lista para salir?

—Sí, sí, espera, ¿Iban a irse sin mí?

—No, solo te dejé hablar con Evan porque vi que estaban muy cómodos hablando y no quise interrumpir.

Me apreté los dientes con fuerza, la necesitaba para que me prestara cuatro dólares pero era tarde, ella no iba a subir solo para darme el dinero, no era una emergencia, la bebida ya estaba pagada y yo no iba a ordenarle venir solo porque yo fui una estúpida al no haber traído más dinero.

—Voy para allá, bajo en dos minutos.

Empecé a guardar mi cámara en mi pequeña maleta compacta, ignorando que Evan me contemplaba, me incline hacia su dirección para alcanzar la tapa del lente así que mi cuello pasó rozando muy cerca de su rostro, escuche que inhaló un poco.

—¿También usas Dior?

Asentí aturdida de que lo reconociera, apenas iba a decirle cual era pero me interrumpió.

Miss Dior —admitió con lentitud. —Es dulce.

Me apreté los dientes para no sonreír como una estúpida, me aseguré de no hubiese dejado nada como para que él me detuviera y volviera a sacarme platica.

—Hasta luego. —me despedí con rapidez, sin quisiera verlo a la cara, lo que quería era dejarlo atrás.

—Eso espero —escuche que me respondió en lo que casi corrí hacia el ascensor para bajar del restaurante.

Estando sola di un grito ahogado, conocía ese tipo de hombres, Evan Ross era un coqueto descarado, seguro andaba buscando algo con lo que entretenerse por ese rato, fue suerte que pudiera escaparme de su intento de coqueteo porque nadie como él ni de si estatus social podría siquiera intentar ser amigo de una fotógrafa de un simple periódico como lo era yo. Evan podría tener a miles, ¿Por qué fijarse de repente en el 1 de entre un millón? 



¡Hola! Solo para saludar a las nuevas lectores, muchas gracias por las 600 leídas :)

Me gusta la idea de poder subir cada dos días porque quiero que puedan ir leyendo la historia más rápido así que si les gusta  la idea no olviden comentar o dejar su voto. 

Evan luce muy amable ¿Será así siempre? Vamos a averiguarlo juntas :O 

No se olviden de seguirme en mi cuenta de instagram como: Cinnluna06, ahí siempre subo cosas sobre mis novelas y más 



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