C48
Entré a la habitación que había rentado, fue una habitación sencilla y muy modesta, tampoco fue que el hotel fuese de cinco estrellas, era muy económico; entré yo primero y me volví para cerrar la puerta pero él entró como si nada, se acercó a la cama y dejó caer su maleta de mano. Consternada, vi que se acostaba en una de las dos camas que había en la habitación, creí que no compartiríamos habitación ya que ni en el avión compartimos asiento, era lo que esperaba o más bien lo que debía ser.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté molesta, arrojando mi maleta al suelo, en un rincón, puse ambas manos a lado de mi cuerpo, esperando una explicación, desee tener la fuerza suficiente para tomarlo y echarlo de ahí.
Abrió su maleta y sacó una camisa blanca y una corbata, entendí que estaba haciendo, se preparaba.
—Me arreglo, ¿No se nota?
—No me refiero a eso, no quiero que compartamos habitación.
Mostró una sonrisa burlona, llena de insuficiencia.
—Qué lástima porque tendrás que soportarlo, ¿Crees que tengo dinero suficiente para rentar dos habitaciones? No nos quedaremos a pasear por la ciudad, haremos lo del casamiento y nos iremos. Y espero que hayas traído algo decente para ponerte.
—Traje lo que se me dio la gana. —refuté.
Soltó una carcajada seca y prosiguió a sacar sus cosas de su maleta, hablándome como si no me prestara atención.
—¿Crees que con desafiarme serás un dolor de cabeza para mí? Te aclaro que puedes hacer lo que te dé la gana, a mí solo me interesa una sola cosa y por esa razón vinimos aquí. Vístete, tenemos que irnos en media hora, ponte lo que sea que hayas traído.
Tomé mi maleta y me fui directo al baño, por supuesto que no iba a cambiarme en la misma habitación donde él estaba, prefería cualquier cuarto o espacio que nos mantuviera separados por todo ese rato; cerré con seguro y me vi en el espejo, tenía el semblante cansado, lo que era normal en mí y más en esta situación, ¿Qué clase de semblante debía tener cuando estaba a punto de unirme en matrimonio con un poco hombre?
Me cambié y después me maquillé un poco, no hice mucho con mi cabello, solo lo peine bien y deje que estuviera suelto de forma muy natural, tenía suerte que el día de hoy no fuera un desastre como la mayoría de las veces. Al salir él ya estaba vestido con la camisa y la corbata gris, me sorprendió ver que llevaba un saco negro, juraba que no lo vi en su maleta.
—Debemos irnos. —admitió, echándome un vistazo de pies a cabeza, al menos traía zapatos de tacón, no estaba tan elegante como él pero tampoco estaba desentonando, mi camisa de franela con estampados florales y mi falda negra que tenia movimiento era un outfit muy bonito y elegante.
En todo el camino hacia el estacionamiento estuvimos igual de separados, yo estuve en mi celular, cuidando que Evan no viera lo que estaba haciendo, respondí el mensaje de Chris diciéndole que el día de hoy no podía ya que tenía que editar unas fotos del trabajo, me disculpé con él, deseándole que se la pasara bien con los chicos.
Guardé mi celular en mi bolsita cuando se me cayeron las llaves del departamento y unas cuantas cosas insignificantes, las llaves cayeron del lado de Evan, lo que lo obligó a entregármelas, le prestó atención al llavero de Las Vegas que Emma me trajo de su luna de miel.
—No es la primera vez que has viajado ni tampoco visitado Las Vegas —afirmó tal hecho como si estuviera seguro, tan solo basándose en el simple llavero.
Se lo arrebaté pero él los sostuvo con fuerza, impidiendo que pudiera tomarlo.
—Ese llavero me lo dio Emma cuando vino por su luna de miel y en primer lugar no tienes por qué cuestionarme, ya ni siquiera deberían interesarte mis asuntos.
—Sí, tienes razón —aceptó, soltando las llaves y entregándomelas finalmente —No me interesan, por cierto, no necesitas alejarte de mí para responderle a Chris, ¿Crees que no me doy cuenta?
Me removí sobre el asiento, creí que había sido discreta.
—Lo hago porque no quiero que veas lo que hago en mi celular —admití, sacando mi celular de nuevo por la notificación de mensaje, era la respuesta de Chris —No quiero que tengas más detalles de mi vida.
No dijo más, apenas me di cuenta que ya íbamos por las calles de la ciudad, traté de fijarme en mi ventana en lugar de pensar en lo que había ocurrido, había un mundo fantástico allá afuera, pude distraer mi mente con mucha facilidad, la gente, los shows de las calles, los hoteles, casinos y los espectaculares de luces (encendidos a pesar de ser de día) pudieron mantenerme ocupada.
Anduvimos por la calle, alrededor de unos diez o quince minutos y claro que empecé a sentirme desesperada pero también pensé en aprovechar mis últimos minutos de soltería antes de tener que aceptar que en unos pocos minutos sería la esposa de Evan, sacudí la cabeza con poca fuerza, hice un gesto de disgusto, la sensación pesada en el estómago me volvió a molestar, de repente quería salir del auto y respirar aire fresco.
—Espero que no tengamos que hacer fila —murmuró cuando nos detuvimos delante de un edificio lleno de luces, tales como los casinos, había gente que salía y entraba, no parecía ser un lugar donde la gente podía casarse.
—¿Es aquí? —señale el lugar, dudosa.
—Adentro está la capilla.
De nueva cuenta avancé detrás de él, yo no sabía a dónde debíamos ir y esperé que él si lo supiera porque seguramente debía estar guiándose por el GPS del celular; traté de no pensar que estaba a punto de ir a aquel lugar para casarme con Evan, ser su esposa oficialmente, el pensamiento me ponía extremadamente mal, me hacía sentir tan desdichada y un nudo en la garganta me impedía pasar el sabor amargo de ello.
Llegamos a la capilla que era tal y como lo veía en las películas, había un largo pasillo y butacas a cada lado donde los invitados podían sentarse, había fotografías en las paredes de las miles de parejas que habían pasado por ahí, que habían dado sus votos y que lucían contentos al salir tomados de la mano o algunos mostrando sus anillos a la cámara, los posters también era abundantes, todos eran posters viejos de los años 50's y toda la habitación estaba decorada con listones en color rosa, morado y blanco.
Al final del pasillo estaba el ministro si es que se le podía decir así, vestía un saco negro con lentejuelas y una corbata roja, detrás de él había un corazón grande hecho de luces que era demasiado abrumador.
—No será tardado —dijo Evan, al darse cuenta que éramos los únicos ahí, habíamos llegado temprano. —Hagámoslo y vayámonos de aquí.
Me agarró de la mano y me hizo caminar a su lado por el pasillo que conducía al ministro, una gran alfombra roja cubría todo el camino lo que silencio mis zapatos de tacón. Se las arregló rápido con el ministro y en menos de un minuto él empezó a dar por inicio la ceremonia.
Inhale aire profundamente cuando tuvimos que darnos la cara, me apreté los labios para ocultar mi incomodidad, mi coraje e impotencia; empecé a recordar todo lo que me había hecho cuando el ministro nos obligó a dar los votos, me había guardado mi sentimiento, quería volver a llorar, nada podía calmar el dolor, tampoco el daño ni la traición.
Sus ojos parecían hablar cuando nos vimos durante un largo rato, pero no decían nada, no se podía ver nada, solo sabía que se guardaba algo pero era mucho mejor que yo a la hora de no proyectar nada, quise enjuagar una de las pocas lágrimas que deseaba salir de mi ojo y más cuando el ministro nos hizo aceptar nuestro compromiso.
—¿Acepta al joven Evan Ross como su legítimo esposo, en la salud, en la pobreza y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?
No estaba preparada cuando se suponía que debía estarlo, vi el final de mi vida pero también una clase de salvación, si aceptaba era darle lo que quería a base de mentiras pero también estaba mi salida a este tormento y yo lo único que quería era acabar con esto y que me dejara en paz, no saber más de Evan jamás.
—Acepto. —susurré con voz quebrada, no hubo otro lugar a donde mirar, más que su rostro y sus ojos que parecían estar ausentes. Quería que viera en la clase de error que estábamos haciendo pero ya era tarde
Él también hizo lo mismo, aceptarlo.
—¿Acepta a la joven Amber Griffin como su legítima esposa, en la salud, en la pobreza y en la enfermedad hasta que la muerte los separe?
—Acepto.
Nos colocamos los anillos, baje la mirada y mi llanto estaba a punto de empeorar, ya era oficial, era su esposa, por dentro me hice añicos, pude escuchar el grito de mi lamento desde muy adentro de mí, pidiendo que alguien viniera a salvarme, aunque ya fuese tarde. Al final nos tuvimos que dar el beso que diera por terminada la ceremonia, se inclinó hacia a mí y rozó sus labios sobre los míos, el breve momento en que los sentí pareció un segundo eterno, me esforcé en no recordarlo jamás.
Me aleje de él, yo quería irme pero no me lo permitió.
—Espera —me tomó del brazo, sacó su celular y lo acomodó para tomarnos una foto —Hagamos que todo esto valga la pena, debemos hacérselo saber a quienes nos importa.
Me abrazó de la cintura, pegándome a él, yo me resistí pero me obligo.
—Debe ser creíble, debes cooperar, muestra el anillo.
—¿Qué?
—Karen y William querrán vernos felices y tú deberías verte orgullosa.
No respondí, Evan se me quedó viendo tan fuerte que no fue necesario asegurarme lo enojado que debía estar, tomé aire otra vez y vi hacia el celular, poniendo al lado de mi cara mi mano con el anillo de compromiso, mostré una sonrisa y cuando a él le gustó la escena que veía finalmente tomó la fotografía.
Firmamos los papeles de legalidad y pudimos irnos, lo dejé atrás mientras caminaba hacia la salida pero otra vez me detuvo.
—Debemos tomarnos fotos con las cartas de matrimonio.
—No, ya basta, te di la foto que querías y...
De repente su estado de ánimo cambio, dio un paso hacia a mí y me examinó con la mirada muy pesada durante un largo rato, intimidándome un poco.
—Es lo único que tienes que hacer, ya estamos aquí y no vas a joder el plan por tu berrinche, Amber. Es solo una fotografía y puedes largarte si deseas.
Preparó el teléfono de nuevo y mostramos delante de la cámara nuestras cartas de matrimonio, en la fotografía lucíamos tan convincentes, seguro todos lo creerían y esperaba que con eso ya fuera suficiente para olvidarme de este maldito problema, pero no, ni siquiera podía tener el placer de hacer a un lado todo esto con solo haberme casado con Evan.
Lo nuestro ya era oficialmente un contrato, yo debía fingir y presentarme ante su familia como su esposa, fingir amarlo, tratarlo como tal, demostrarles a todos que mi decisión al casarme con él fue de las mejores de mi vida, que era un hombre ejemplar y que estábamos destinados a estar juntos por siempre, tan solo debíamos esperar a que recibiera su herencia para poder librarme de él, lo que quería decir que yo debía ser tan buena actriz como él.
Después de que tomó la fotografía, me quite el anillo y se lo entregue.
—No voy a usarlo —le dejé en claro, por primera vez no discutió —Me lo pondré cuando tenga que hacerlo y eso será en presencia de las únicas dos personas que creen en esta farsa.
Se quedó esperando a que le dijera algo más, con una mirada carga de indignación, de forma obstinada decidió no decir nada y guardarse el anillo en el bolso de su pantalón, nuestras miradas siguieron en contacto hasta que yo decidí irme, no supe si iba detrás de mí y la verdad no me importaba, lo único que quería era alejarme de él, de lo que había pasado y de la nueva manera en la que me tenía, como su nueva posesión, su títere del cual conseguiría lo que quería sin ningún problema.
Aquí está el capítulo como lo prometí, espero que les guste mucho, ahora sí que les traje el capítulo más rápido que antes porque ya quería que lo leyeran.
Estoy escribiendo más capítulos y yo le vengo calculando unos diez u once capítulos más para que termine aunque también estoy agregando nuevos detalles que me hacen creer que será un poco más largo de lo planeado.
No se olviden de entrar en el grupo de whatsapp y de seguirme a mi instagram porque Evan y Amber tienen perfil que pueden seguir :) ya lo compartí en el grupo y en mi insta
Las amo y nos leemos.
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