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C37

No respondí ni acepté las llamadas de Evan por los cinco días completos que fui a trabajar; tuve la suerte de que justo después de la discusión que tuvimos yo tenía que ir a mi trabajo, ya que las noticias no descansaban y Nancy me necesitaba, yo estaba más que agradecida por la distracción que podía conseguir del trabajo. Fue insistente pero lo ignoré las veces que fueron necesarias aunque me lastimara demasiado, ni poder escuchar su voz como era costumbre de todos los días pero a este punto no podía ni quería oír su voz, tampoco verlo en fotografías y menos en persona.

Mi actitud por supuesto cambió un poco, se me reflejó en el rostro y el poco ánimo que fue empeorando con los días, Florence se dio cuenta de eso cuando el viernes almorzamos juntas, apenas comí lo cual fue estúpido, hace dos meses no podía comer por estar tan enamorada de Evan que el hambre se me quitó y también las ganas de dormir, ahora era por una razón contraria.

Florence fue tan considerada que preguntó si todo estaba bien, ella no era de esas personas que se metían en los asuntos de los demás ni tampoco indagaba mucho; le conté que Evan y yo estábamos pasando una situación muy difícil, sin darle detalles específicos.

—Solo quiero distraerme, evitarlo por todo lo que dure esta semana —suspiré con pesadez, torciendo la boca en un gesto de molestia, no quería creer que fuese tan difícil evitar a alguien.

—Eso lo entiendo, me pasó con mi último novio. ¿Qué te parece ir conmigo mañana a una charla de la fotógrafa Lisa Hill? Está en la ciudad y dará una clase de plática para la universidad.

—¡¿Lisa Hill?! —mis ojos se abrieron por completo, sonreí, no lo podía creer, debía ser una broma —Ella es mi fotógrafa favorita, no puede ser, ¿Estará en la ciudad mañana? Como no me enteré de esto, ¡dios! Amo todos sus trabajos, es una genio con la lente.

Ella sonrió, entusiasmada tanto como yo.

—Solo será por única ocasión, tengo tres boletos, invité a un amigo de mi fraternidad y me sobra uno, me gustaría que vinieras.

La felicidad se me había quedado atascada en la garganta, quería gritar y dar pataditas debajo de la mesa, estaba segura de que mi rostro se había transformado por completo, lo sentía, estaba contenta que no cabía en mí. Encontré mi escape de Evan por un día más.

—¡Claro que voy! ¿A qué hora?

—Te recojo a las dos aunque empiece a las tres, debemos llegar temprano porque habrá mucha gente, el auditorio estará lleno.

—No lo dudo —afirmé llena de optimismo, quería abrazarla, estaba perpleja, vería a mi ídola, mi inspiración.

Repentinamente el apetito volvió a mí, empecé a comer mi caldo de verduras de poco a poco sin darme cuenta que me lo terminé, podía jurar que mañana Evan Ross desaparecía de mis pensamientos y eso fue un alivio inmenso.

(...)

Tuvimos suerte de conseguir buenos lugares en el auditorio, todo porque llegamos temprano, agradecí a Florence por recogerme a la hora acordada para no tener que lidiar con el tráfico, su amigo ya estaba ahí, se llamaba Jaime, era muy simpático, tanto como ella, definitivamente lucía como un chico de la fraternidad de Florence, todos ahí eran veganos y les preocupaba mucho cuidar del planeta, luchar contra el calentamiento global y salvar a las especies en peligro de extinción; tenía tatuajes en los brazos y usaba collares con monedas y anillos que parecían ser reciclados. Eran buenos chicos.

La plática empezó muy puntual, yo estaba encantada porque Lisa Hill salió y saludó a los estudiantes, se proyectaron fotografías de ellas y también dio muchas técnicas increíbles que desconocía a pesar de mi carrera como fotógrafa, dio recomendaciones de lentes y cámaras que podían ser perfectos para principiantes y avanzados. Como los demás estudiantes, anoté todo en una libreta porque no quería olvidar nada de esto.

Luego de dos horas, Lisa Hill se despidió y le deseo suerte a los estudiantes, quise creer que también me lo decía a mí aunque no lo fuera. No iba a ser posible poder contactarme con ella o pedirle una foto conmigo porque debía ser una mujer ocupada e importante, una locura que la universidad hubiese podido lograr que diese una plática tan larga como esta.

—Deberíamos ir a comer el tofu que preparó Hugh —comentó Jaime cuando salimos del auditorio, nada podía quitarme la felicidad del rostro, escuche y vi a Lisa Hill, era todavía imposible de creer —¿Qué les parece?

—¡Sí! —aceptó Florence sin dudar —Hugh hace unas hamburguesas de tofu excelentes, ¿Qué dices, Amber? Deberías venir, podrás conocernos a todos.

Todavía era temprano para volver a casa y es que no quería volver, no quería que Evan tuviera la osadía de ir a buscarme, estaría firme en seguir evitándolo; Jaime y Florence se veían dispuestos a que yo fuera a su reunión, quise creer que iba a hacer algo tranquilo, nada comparado a las fiestas a donde Evan me llevaba.

—Claro, será nuevo para mi probar el tofu.

—¿No lo has probado? —preguntó, perplejo Jaime —No es nada diferente a la carne y ayuda mucho a tu sistema.

No quería decirle que lo dudaba, me gustaban las hamburguesas tradicionales con carne y queso, aunque cada quien tenía su forma de pensar y lo respetaba. La residencia quedaba muy cerca de la universidad pero fuimos de todos modos en el auto de Florence, Jaime y ella iban haciéndose chistes de sus compañeros mientras yo estaba en el asiento de atrás, evitando a toda costa echarle un vistazo a mi celular, solo me concentré en contestar los importantes, me alejé de la tentación de ver los de Evan.

La residencia era una casa preciosa de dos pisos, tenía un tejado muy tradicional y elegante, no parecía un lugar que resguardaba adolescentes; cuando bajamos creí que íbamos a entrar a la casa pero los dos se dirigieron al jardín trasero de dónde provenía ruido, música y risas. Me apegué a Florence porque claro que entrar a un lugar desconocido me ponía nerviosa.

El jardín era enorme para la poca cantidad de gente que estaba reunida, había unas siete personas reunidas delante de una pantalla y una bocina, me di cuenta que era un karaoke, vi que en efecto comían hamburguesas pero el pan era diferente al que yo conocía, tenía un color más oscuro. No me sentía amenazada, no me desagradó ver a esa gente divirtiéndose y riéndose por cosas tan simples como cantar o burlarse de los demás.

De las siete personas, tres eran mujeres, lucían normales, contentas y muy agradables, cuando nos vieron parecieron saludar con una sonrisa

—¡Hey! —uno de los chicos nos vio y se acercó a nosotros —Pensé que llegarían tarde. Queda mucha comida, ¿Se animan a participar?

Señaló el karaoke, Jaime se rió y Florence negó por supuesto.

—Ni loca, yo solo vine por mi hamburguesa —se burló Florence y después me acercó más para presentarme ante el chico —Ella es mi amiga, Amber, ¿Te acuerdas que te dije que tenia una amiga en Chicago Journals? Es ella.

El chico sonrió más fuerte

—Sí, lo recuerdo, me da gusto que hayas venido a conocernos —me tendió la mano y yo la recibí, podía apostar a que era un recién ingresado de la universidad —Puedes comer lo que sea y si quieres participar en el karaoke puedes ganar buen dinero, es divertido y fácil.

—No la vas a convencer, Nick, olvídalo. —le dijo Florence con reproche.

Nick rió y se fue con los demás para poder seguir divirtiéndose con sus amigos; Florence me llevó adentro de la casa para prepararme mi hamburguesa, me guió hacia la cocina donde nos encontramos a dos hombres más, uno era igual de joven que Nick pero el otro debía tener mi edad, destacaba como yo entre estos jóvenes universitarios.

Era pálido, tenia el cabello café muy abundante pero lo tenía corto para controlarlo, aunque se le podía ver despeinado, tampoco era que le quedara mal. Sus ojos eran almendrados pero muy claros, solo le faltaba un toque pequeño para que fuesen verdes, nos sonrió amistosamente cuando Florence y yo nos acercamos a la estufa, él y el otro chico preparaban un platillo que no reconocí.

—Es mi amiga, Amber, de Chicago Journals —les aclaró a los dos que me vieron, el chico solo se me quedó viendo dudoso pero al hombre le pareció gracioso mi presencia pero no en mal sentido, como si le agradara.

—Alguien más que se lleva bien con los jóvenes —bromeó él, sonriendo, lo contemplé y me reí del chiste. —¿O solo quieres revivir tiempos en la universidad?

—Un poco de ambas —respondí, meneando mi mano, como balaceando la idea.

El hombre se limpió las manos dejándose caer agua, tomó un pañuelo para limpiarse y se acercó a mí para tendérmela.

—Soy Chris, por cierto. Si decides venir seguido por aquí, me verás cocinado, recién me he convertido en vegano, es nuevo para mí.

—Bueno, esto también es nuevo para mí, no he probado el tofu, será mi primera vez.

—Te gustará —sonrió —Es bueno que quieras participar, dar este cambio es bueno y además sabe muy bien.

Florence rió cuando entendió las palabras de Chris.

—Ella no es vegana —aclaró —La he obligado a comerlo.

—No es cierto —refuté.

—Bueno, pero si no te gusta, no necesitas cometértela —me pidió con un guiño en el ojo. —No te obligaré.

Chris se rió.

—Creí que eras estudiante de último año, no pareces ser tan mayor que Florence —comentó él, teniendo cuidado de verme a los ojos, quizá le dio vergüenza decírmelo.

Ese era mi problema, mi rostro no había cambiado mucho, sabía que aun tenía un rostro muy adolescente para mi edad, aunque me agradaba que se diera cuenta de ese detalle.

—¿Cuántos aparento? —le pregunté, cruzándome brazos.

Me miró por un instante y entrecerró los ojos.

—¿Veinticinco?

Sonreí de oreja a oreja.

—Veintinueve.

Se sorprendió de mi respuesta, que desencajó un poco la mandíbula.

—¡Igual que yo!

Reímos y no se porque me quedé a ver que preparaba de comer, quería aprender más del modo vegano, que clase de comida se podía preparar con ingredientes que no fueran de origen animal, me gusta aprender y con esta fraternidad se podía aprender mucho. Florence me dio mi hamburguesa vegana, no estaba nada mal pero era un sabor que nunca había probado, podría comerla de vez en cuando pero no cada vez que me antojara una hamburguesa.

Cuando la noche empezó a manifestarse, los chicos hicieron una fogata en el jardín, seguían concursando en el karaoke, la noche era fría pero a ellos no les importaba nada, preferían estar afuera conviviendo que estar adentro, la batalla del karaoke me recordó a mi fiesta de cumpleaños y más porque no les daba pena hacer el ridículo; me gustó estar aquí que resistí en querer irme pero no había opción, iban a ser las diez y yo debía regresar a casa para hacer mis deberes. Me despedí de los pocos chicos que conocí, incluyendo a Chris.

Más tarde me encontré en una confusión, no supe si de verdad no quería  irme por la razón del buen ambiente que tenían estos chicos o por otra razón que a duras penas quería aceptar por mi misma.




Ya regrese chicas, cómo cada domingo les vengo a traer capítulo nuevo, está vez fue solo uno porque no me dio tiempo de escribir el siguiente, no se si pueda ir subiendo de dos como antes pero les prometo que trataré de hacerlo ya que se disfruta de la historia cuando tienes más que leer :) 

Quería agradecerles por la cantidad de leídas que hemos alcanzado!!! Mil gracias preciosas, me hacen muy feliz, quiero agradecerles el apoyo con más capítulos, prometo hacerlo en alguna actualización.

Sé que he estado ausente en instagram pero prometo también estar informandoles de más detalles de la novela, yo sé que algunas quieren adelantos pero de verdad me esfuerzo para traerles lo más que pueda de la novela.

En fin sin más que decir, me voy, les dejo un beso grande y un abrazo por el apoyo que me han dado, gracias de nuevo y nos leemos en la siguiente actualización, chao. 



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