C33
Desayunamos todos juntos recién se había puesto el sol, eran las seis de la mañana y yo no podía entender la energía que tenían todos, Evan y yo fuimos los últimos en llegar a la mesa que tenia sobre ella un banquete delicioso, pude ver toda clase de platillos, fruta y panecillos, no supe ni por dónde empezar pues se veía tan apetitoso que no me daría oportunidad de probar un poco de todo, no acabaría.
Mi lugar fue al lado de William, a quien aproveche para saludar porque el día de ayer no tuve oportunidad, como siempre fue amable; por supuesto que recordaba con detalle la primera vez que lo conocí a pesar de que hayan pasado dos meses y me di cuenta que su apariencia había cambiado muchísimo, estaba un poco más delgado, su rostro estaba pálido y su piel se veía apagada y grisácea, me preocupó mucho su estado, me pregunté porque razón tendría ganas de viajar hasta acá estando enfermo.
—¿Ya habías venido a Whistler Blackcomb, Amber? —me preguntó con falta de fuerza pero su alto para llegar a escucharlo.
Negué con timidez, estaba tan nerviosa de hablar con una persona como William que no sabía como reaccionar, pensaba que podría decir algo estúpido y quedar mal ante toda esta que quería impresionar.
—No, la verdad es la primera vez que vengo y es estupendo, el paisaje es precioso, pienso tomar muchas fotografías y hacer un buen álbum como recuerdo.
—Sin duda Whistler es un lugar increíble, podrás pasarte horas haciendo fotografías y nunca acabaras de apreciar el paisaje.
—Pero primero irá a esquiar con nosotros —intervino Evan en nuestra conversación con una sonrisa muy cautivadora —No puede perderse de lo genial que será esquiar, es una buena experiencia.
Trague la comida con dificultad, oh no.
—Yo no sé esquiar —admití con vergüenza, sonriendo a escondidas —Prefiero tomarle fotografías a ustedes en el esquí, para mi también será divertido.
Me ofreció un rostro divertido, no supe ni porque se lo dije, de todos modos eso no era impedimento para Evan que debía tener mucho mejores experiencias que yo, no iba a dejar que me quedara de brazos cruzados, viéndolos divertirse.
—Para eso estoy aquí, soy un experto en esquí, hace un tiempo que no lo practico pero es como andar en bicicleta, nunca lo olvidas.
No pude decir que no, me sentía presionada por lo tanto tuve que correr el riesgo de hacer esquí con Evan, quien ni siquiera lo había intentado en años, no confiaba mucho en su técnica, ¿Qué tal si fallaba? Negarme ahora ya no tenía sentido, ni tampoco era una opción. Seguí comiendo en lo que William me sacaba un tema de conversación, era muy interesante, le gustaba escuchar y siempre tenía una respuesta muy alentadora, era una persona que transmitía mucha sabiduría, disfrutas de lo que tiene que decir.
Luego de eso, todos nos preparamos para ir a la montaña, llevábamos todo lo que trajimos pues las cabañas serían nuestra nueva estancia.
(...)
Evan me amarró bien los gigantes guantes que debía llevar puesto para sostener bien los bastones, también reforzó mis botas y me colocó un casco, estaba segura de que no iba a poder moverme con libertad estando tan abrigada.
—¿Lista? Vamos, hay que ganarle a los demás —me alentó a seguirlo hacia la rampa baja desde donde se lanzaban los principiantes.
Podía ver muy apenas a Milly y Willian en una pequeña estación donde jugaban con la nieve, justo alado de donde todos los esquiadores principiantes terminaban el recorrido. Empecé a temblar tanto que los bastones se movían de un lado a otro, ni el frío podía compararse con mi pánico y el horror de la distancia hasta el final.
—Tú puedes, Amber, yo estoy aquí, nada te va a pasar, ¿Confías en mí?
No importaba lo seguro que se veía al sostenerme, mi instinto de supervivencia me decía que si no quería salir herida, no debía bajar por ahí.
—¿Por qué no me dejas tomar fotografías? Vine para tomar lindas fotos, no para matarme.
—Vamos, nena, si te animas te dejo tomar fotografías todo lo que resta de la tarde, solo inténtalo, por favor. —me suplicó con esos ojos manipuladores que me inspiraron una confianza repentina, ¿Cómo lo hacía? Podía hacerme cambiar de actitud en un segundo por encima de mi voluntad.
Inhale aire y me enfrenté a lo que tuviera que pasar cuando decidí deslizarme poco a poco, escuche los grititos de apoyo de Milly y Karen que estaban en la estación viendo toda mi penosa escena. Al principio todo iba bien, mi equilibrio aun no me traicionaba, me aferré al brazo de Evan, veía a los demás y no entendí como podía verse tan fácil deslizarse sobre la nieve con la rampa tan inclinada.
—Lo estás haciendo bien, nena, ¿Ves que es divertido y fácil?
—¡No me sueltes! —le grité cuando creí que me iría hacia abajo.
Evan rió y me agarró más fuerte, comencé a estudiar los movimientos de las personas que estaban haciéndolo ver fácil, a simple vista claro que parecía pan comido, por lo que pensé en la idea más estúpida, recrearlo yo misma poco a poco. Le dije que poco a poco me soltara, vi su inquietud al respecto pero me dio el beneficio de la duda, poco a poco dejé de sentir su brazo y yo me fui hacia adelante, con el equilibrio todavía estable.
Iba tan lento que quise agarrar velocidad, todo estaba bien pero ya no me gustó la alta velocidad que me dio la nieve al encontrarse con mi desequilibrio, perdí el control por completo, baje tan rápido que el aire gélido me entumeció la cara, el dolor cuando el frío se coló en mi interior al bajar, fue la sensación más horrible, eran cuchillas punzantes dándome puñaladas, lo único que hice fue echarme sobre la nieve para no estrellarme con las personas que estaba abajo, rodee y mi cara se hundió en la nieve, eso me ardió y me dejó con poca sensibilidad casi de inmediato, me la quite lo más rápido que pude y Karen se me acercó llena de pánico.
—Dios, ¿Estás bien, te lastimaste?
Segundos después, Evan llegó y me ayudó a levantarme, revisándome de pies a cabeza, reí y ellos quedaron aliviados de que al menos pudiera hacer algo.
—Estoy bien —reí otra vez —Debí haber hecho el ridículo.
Karen se carcajeó un poco y me ayudó a quitarme la nieve de la chamarra y el cabello, en lo que Evan se pasaba el susto, sus ojos ligeramente dilatados todavía no se borraban
—No más esquí para esta señorita —comentó Karen, negando con la cabeza con incredulidad, le parecía divertido que me riera de mi misma. —No queremos arriesgarnos.
—Estoy de acuerdo —añadió Evan con rapidez, el susto se dibujaba en sus facciones, le sonreí para que se calmara un poco. —No quiero que te lastimes y terminemos en una tragedia.
—Pero esto es el campo para principiantes, ¿Por qué resultaría tan malo? Me pareció interesante, quiero intentarlo de nuevo.
Karen vio a Evan para comprobar que no se doblegaría ante mi petición, si había sido un poco peligroso pero no creí que fuese tan malo, yo estaba bien, además la nieve era blanda, no es como si fuera a escalar una montaña, ya había captado un poco cómo debía moverme y que no hacer para repetir el accidente.
—Déjame intentarlo —le pedí con dulzura, si lo presionaba delante de Karen podía ser un "no" seguro.
Suspiró, vio a su hermana que esperaba como yo la respuesta, después volvió a verme a mí, podía darme cuenta que sopesaba la idea.
—Hagamos esto, vayamos a la cabaña por tu cámara, nos deslizaremos hasta allá y se te hará más fácil controlarte al bajar si te familiarizas con la nieve primero. ¿Bien? —me ofreció, insistiéndome a decir que si con una sonrisa torcida.
—No es lo mismo —le recriminé pero no quería hacerme la difícil y terminé aceptándolo —Pero da igual, supongo que uno no aprende esquí tentando contra su vida como yo.
Fuimos patinando hasta allá, yo iba riéndome como nunca porque no era lo mismo hacerlo con estas cosas que con patines, nos veíamos graciosos que no resistimos hacerlo, al final caminos dando grandes pasos pero ni así llegamos pronto a la cabaña, no estaba tan cerca por lo que el tiempo que caminamos fueron de unos quince minutos.
Le dije que esperara afuera en el umbral para ir yo sola por mi cámara, estaba ya preparada dentro de su estuche que solo necesitaba tomarla y regresar, corrí hacia afuera para encontrarme con Evan pero él no estaba, frené y un poco preocupada escudriñé entre los pinos y arbustos cerca de la cabaña.
—¿Evan? —pregunté a la nada, quizá había dado la vuelta la cabaña para buscar algo, esperé un minuto para oír sus pasos pero no sentí ninguna presencia en el lugar.
Camine hacia la nieve para ver desde lejos la cabaña y tener un ángulo completo, hasta que solté un jadeo de sorpresa cuando una bola de nieve se estampó sobre mi casco y el residuo me salpicó la cara, provino de los arbustos de donde se asomaba Evan escondido, echándose a reír con fuerza.
—¡Solo así vencerás a la nieve! —exclamó, provocando eco.
Indignada, agarré una bola de nieve y se la lancé, lo único que logré es que se deshiciera en un pino, tenia mala puntería. Salió de su trinchera, pensó que no le lazaría más pero me arrodille para hacer más bolas y se las aventé, me contraatacó también, tirándome más bolas de nieve, se acercaba al mismo tiempo que se cubría con sus brazos; por suerte tenia casco y una buena protección que la nieve casi no me hizo nada, maldije por dentro por haberme quitado los lentes protectores, solo así hubiera tenido toda la ventaja.
—¡¿Quieres guerra?! ¡No sabes con quien te metiste! ¡Esto es mi fuerte!—grité, cerrando los ojos y lanzando bolas a cualquier dirección.
No se cómo lo hizo pero corrió hacia a mí y me agarró los dos brazos que tenían listos dos bolas de nieve más, las puso detrás de mí para que dejara de atacar, nuestros rostros quedaron cerca uno del otro, me sonreía con elocuencia, tal y como me gustaba, sus ojos me hablaban, el resplandor lujurioso de sus pupilas dilatadas lo decía todo, no era necesario nada más que estar ahí quieta, contemplándolo en silencio.
—Tú ganas —susurró, mordiendo su sonrisa, volviéndose irresistible, seductor, su belleza era imperdonable, era intenso.
—Olvida el esquí, encontré otro deporte divertido con que aprovechar mejor la nieve.— recorrí su rostro con mis ojos que no podían combatir con los suyos, eran poderosos, genuinos que estar ahí delante, era cómo estar apagada y ser consumida por su bestial deseo.
—Mejor olvidemos por un momento volver con los demás y divirtámonos a nuestra manera y no precisamente con nieve.
La nieve que se derretía en mis palmas no se comparaba con el ardor y el palpitar de mi entre pierna, la piel por encima de toda esta ropa me provocaba un calor sofocante, quería quitármelo todo, no podía escuchar más que el zumbido en mis oídos por la sangre recorriendo mis venas y mi pulso martillando de forma surreal que no cesaba.
—Joder, ¿En que me has convertido? —musité, sintiéndome empoderada por una sensación única, magistral, esto no podía controlarlo, Evan lo hacía por mí, todo esto era por él.
Me eché sobre su cuello, tapando su sonrisa chiflada con un beso que seguro le robó total expresión del rostro.
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