C26
Al día siguiente prometí de verme con Daniel en mí departamento, al final solo le conté muy poco de lo que pasó ayer, por lo que creí que era mejor invitarlo y decirle cómo habían pasado las cosas. Quedamos que lo invitaría a almorzar así que preparé crepas saladas y jugo de naranja, por suerte Mia todavía permanecía dormida y seguramente lo estaría toda la tarde.
Llegó justo a tiempo, fue amable en traer galletas con sabor capuchino, dijo que sería muy buen postre. No quise dar rodeos al asunto y le explique lo que faltaba de la historia en lo que le servía todo, comió y me prestó atención en lo que evitaba con mucha voluntad no ponerme a llorar cuando le conté el final.
—Siento haberte molestado, de verdad pero eras la única persona en la que pude pensar, seguro debes creer que fui una aprovechada.
Daniel negó con la cabeza, sonriendo muy amistosamente, yo seguía culpándome por haber sido desconsiderada con él.
—No te sientas mal, en una situación así también hubiera recurrido a un amigo.
—Eres mi único amigo, como te dije no soy muy social —me sentí melancólica porque si tuviera el gran grupo de amigos a como lo tenía Emma, Mia e incluso Evan, yo no tendría que molestar a Daniel —Eso significa que eres el único al que puedo recurrir y lo siento por eso.
—Para eso están los amigos, Amber y nosotros nos conocemos desde la secundaria, tienes la confianza de pedirme lo que sea.
—Por ahora te ofrezco crepas en agradecimiento —sonreí con timidez, él también sonrió.
—Pues están muy buenas —y se llevó un abundante pedazo a la boca — Y entonces...¿Esperarás a hablar con él?
Se notó mi cambio de humor, no sabía que hacer, lo único que quería era no saber nada de Evan durante lo que quedara del domingo y la semana entrante.
—No quiero hablar con él, eso es seguro.
—¿Te ha mensajeado?
—No y agradezco que no lo haya hecho, no pienso responderle, aunque me ruegue, no sabrá de mi hoy ni la semana que viene, de verdad me dolió lo que me dijo.
—Es un hombre difícil, eso lo supe cuando lo conocí.
No quería comprometerme a decir más de la cuenta, así que solo asentí y dije lo que era verdad para ambos.
—Sí, así parece. —carraspee, aunque no quería terminar el tema. —¿Qué impresión te dio Evan? ¿Te cayó mal?
Se encogió de hombros y alzó de vez en cuando la vista de sus crepas hacia a mí.
—No es que me caiga mal, es su actitud, es muy pedante, sentí que mi presencia lo molestó mucho.
Sabía que lo había notado, claro, Evan no era discreto, ¿Cuándo lo era?
—Tú eres mi amigo, eso lo sabe, le dije que fuera más amable con otras personas.
—De todos modos de quien me interesa ser amigo es de ti y no de él, no quiero su aprobación.
Era raro que mi mejor amigo no quisiera llevarse bien con mi novio, eso quería decir que siempre habría disputas entre ellos y no podía hacer nada porque Daniel tenía razón respecto a Evan, él jamás lo aceptaría aunque yo le dejara en claro que nuestra relación era de amistad, Evan siempre estaría celoso.
—¡Oh disculpa!
La voz asustada y adormilada de Mia nos distrajo de nuestras risas, la pobre Mia estaba desarreglada y su cabello era un nido de pájaros, traía su pijama de Paul Frank que le daba vergüenza pero se la dio su madre en su reciente cumpleaños, sus ojos hinchados todavía no se adaptaban a la luz del mediodía y al caminar casi tropieza. Daniel se quedó perplejo y vio a Mia con una sonrisa apretada, tal vez le parecía gracioso verla recién levantada.
—Mia, espero que no te hayamos levantado —me disculpe con anticipación —Dejé crepas saladas en la cocina.
—No te preocupes, Amber, yo los interrumpí —se frotó los ojos con fuerza y caminó a la cocina —Te agradezco que tengas comida hecha, tengo una resaca horrible, me siento jodida.
—Conozco una buena receta para la resaca —dijo Daniel con un tono más alto para que ella lo escuchara.
Mía se quedó atontada, lo vio y le sonrió como si hubiese contado un chiste y luego me vio a mí.
—Es Daniel, un viejo amigo —le conté, seguro pensó que se trataba de alguien diferente.
—Me gustaría saberla —admitió Mía, viéndolo fijamente.
—Claro, puedo prepararla ahora —Daniel se levantó con entusiasmo, me dio la impresión de que ayudar a Mia no solo era cortesía.
Termine viéndolos a los dos andando por la cocina en lo que acababa mi crepa salada, quería ayudarlos y me levanté para ver que desastre acabarían haciendo cuando tocaron a la puerta, ni Mia y Daniel parecieron interesarse por la puerta así que fui a abrir.
—¡Amber! ¿Dónde esta el bicarbonato? —me gritó Mia.
Jale la puerta pero no me fije en quien había tocado por responderle a Mía.
—¡En el refrigerador! Si no esta ahí busca en el cajón derecho.
Me volví hacia la puerta y el pulso se me frenó inesperadamente, Evan estaba delante de mí con un arreglo de tulipanes rosas, mis flores favoritas; iba a cerrarle la puerta en su cara pero su expresión me hacía imposible rechazarlo, estaba adolorido, triste, sus ojos apagados y más oscuros que de costumbre me obligaban a quedarme. Su angustia me pesó pero me atormentó más el recuerdo de lo que pasó ayer.
—Hola —me saludó con tono mortecino.
Trague saliva aunque me fuera difícil, mi garganta se había cerrado porque estaba frenado mi llanto otra vez.
—¿Qué quieres? —pregunté con indiferencia.
—Quería venir a disculparme contigo personalmente por lo de ayer —murmuró con suavidad, no podía contenerme, se apretó los labios porque estaba luchando consigo mismo y eso era conmovedor para mí. —Perdóname, Amber. Yo te dije que podía ser cualquier cosa pero te pido que me impidas ser un cabrón la próxima vez, quiero que decidas que quieres que sea para ti, lo que necesites, seré lo que me pidas. No debí tratar el tema de tu madre que es muy difícil para ti, todavía estoy corrigiendo mi actitud impulsiva.
Inhale aire, no me importó que hablara de mi madre pero si que me comparara con ella, eso fue lo que me rompió por dentro, me desgarró el corazón.
—No quiero una relación con un mentiroso, quiero a alguien en quien pueda confiar, de eso se trata una relación, si no voy a contar con tu apoyo esto no funcionará.
—Lo entiendo y también quiero arreglar eso, no hay secretos, no te mentiría pero a veces hay detalles que ni mi familia sabe, son cosas personales.
—Puedo vivir con eso, estoy consciente de que habrá cosas que yo no podré saber de ti porque no tengo que saberlo todo, vamos empezando una relación pero quizá con el tiempo, ¿Podré saber todo?
Sus ojos centellaron, poco a poco volvía a recuperar a Evan de nuevo.
—Claro, nena, quiero que estés dispuesta a saberlo. Por cierto, traje tu coche, lo conduje y ya está afuera. —mostró mis llaves delante de mí para que las tomara
Nos contemplamos unos segundos mientras escuchábamos la voz de Mia y Daniel carcajeándose, casi había olvidado que los dos estaba dentro, por lo tanto tuve la idea de que Evan presenciara la escena de esos dos. Agarré las llaves del coche con una pequeña sonrisa, no lo suficiente para demostrarle que estaba contenta con él
—Ven, pasa —lo invité.
Me ofreció las flores y yo use el pretexto de ponerlas en agua para llevarlo a la cocina, una vez que hicimos acto de presencia, Mia y Daniel dejaron de beber del extraño líquido amarillo que prepararon con los ingredientes variados que dejaron sobre la barra de la cocina. Mia se puso como tomate al ver a Evan y a Daniel le dio igual, solo dejó de reír.
—Solo voy a poner las flores en agua —comenté, sonriendo. Mia me ayudo a ponerlas en un florero con agua y al terminar los dejamos otra vez solos en la cocina.
Lo guié a mi habitación lo que provocó curiosidad en Evan, al entrar empezó a escudriñar cada rincón, estudiaba cada detalle de mis estantes con libros, mis fotografías, mis cuadros en la pared y la decoración en general.
—Este es tu cuarto —admitió sin que sonara como pregunta.
Sonreí de oreja a oreja.
—¿Te gusta?
—Sí, es tan tú.
Hundí mi rostro ruborizado en los tulipanes, no sabía donde poner tan bonito arreglo, pensé que sería lindo verlo cada vez que me levantara por las mañanas por lo que las dejé en mi mesita de noche.
—Da la casualidad que nunca te dije que los tulipanes rosas eran mis favoritas —entrecerré los ojos al mirarlo con sospecha.
Vaciló.
—¿No? Estoy seguro de que lo hiciste
—No lo hice.
Esperé a que mi presión hiciera efecto, solo así pude sacarle la verdad. Dio más vueltas en mi habitación y al final se sentó en el borde de mi cama, ligeramente avergonzado.
—Lo vi en tu Facebook.
—¿Volviste a modo stalker? —pregunté, mientras me sentaba a su lado, meneado la cabeza.
—No iba a traerte cualquier arreglo de flores, debían ser de las que te gustan.
La imagen de tulipanes en mis portadas de Facebook le dieron la dichosa respuesta, era un tramposo.
—Eso no se vale, tramposo. Sabías que no me resistiría.
Sonrió por la entonación de mi voz, acariciándome la mejilla, inclinándose para lo que seguro sería un beso pero frenó a mitad del camino.
—Supongo que no es necesario preguntar a quien llamaste para que te recogiera ayer de la boda —indicó con voz normal, fue sorprendente que no le pesara la verdad.
—Tenía que regresar a casa y fue amable en traerme.
—Lo sé —susurró con delicadeza, manteniendo su caricia más cálida al dejar su mano sobre mi mejilla. —Estaba preocupado por ti, no quería que te fueras caminando pero no ibas a dejar que te llevara, me merecía la bofetada por ser un cabrón.
No pude decir nada, me atragante, le había dado un buen golpe.
—El caso es que me alegro que pudiera estar disponible —prosiguió, parecía satisfecho —Porque de otra forma no hubieras podido llegar bien a casa, si te pasaba algo iba a echarme la culpa.
Me imaginé el gran dilema si yo no tuviera a Daniel, seguro hubiera tenido que caminar o pedir uber a tan altas horas de la noche, era demasiado ingenua que estar a salvo en la calle en la madrugada era poco probable.
Suspiré.
—Al menos estoy a salvo pero deberías considerar ver bien a Daniel, hizo mucho por mi ayer.
Asintió sin esfuerzo, estaba asombrada, ¿Ya no íbamos a tener problemas tocando el tema? Eso parecía ser ya que Evan no le costó tener que admitir que Daniel había sido una clase de héroe para mí.
—Tienes razón, es un buen amigo tuyo porque de no ser así jamás te hubiera ayudado —y antes de continuar fue interrumpido por las risas de Daniel y Mia —Supongo que ya no te verá como una conquista, acaba de encontrar a alguien más.
Sonreí, era un alivio en ese aspecto pues me incomodaba que Daniel quisiera más que una amistad, me agradaba para Mia aunque tenia entendido que ella tenia novio o quizá ya no. El caso es que no solo Evan estaba feliz por eso.
—Ya no tendrás motivos para estar celoso de Daniel, me cansaba mucho esa situación.
—También debo trabajar en eso, nena. Perdón por arruinar el buen momento de ayer —bajó la mano de mi mejilla para juntar mis manos con las suyas —No quiero perderte, Amber, de verdad te quiero.
Mi corazón dio un vuelco al escucharlo otra vez, no podía creer la magia y poder que podían producir esas dos palabras, no importaba la manera en que pudiera decirlo, era el significado, me quería en su vida, me quería para él.
—Yo también —afirmé, podía sentir mi felicidad encenderse cuando puso mis manos cerca de su rostro, ninguna sola vez pude tocar con tal precisión su rostro, a excepción de la bofetada, esto era nuevo y me gustaba.—Y espero que realmente las cosas funcionen mejor de hoy en adelante
Esbozó una amplia sonrisa, me esforcé para no lanzarme y besarlo, me volvía loca de nuevo por la tentación.
—Tenlo por seguro, Amber, daré todo de mí, el cien por ciento, si así lo quieres. Nada de secretos.
—Eso espero.
Seguía sonriéndome cuando me besó, más allá de lo que había pasado ayer y de lo mucho que estaba enojada con él antes de que viniera a pedir perdón, yo estaba dispuesta a de todas maneras a encontrar una respuesta a las dudas que circulaban todavía por mi cabeza porque desde el principio me di cuenta que Evan podía quererme pero para razones desconocidas.
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