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C16

Fuimos a la cocina, yo me senté delante de la barra viendo como se preparaba un sándwich, yo solo le pedí un café, no tenía mucha hambre, me ofreció de todos modos unos panecillos rellenos de queso crema y mermelada, solo acepté por cortesía. No me di cuenta que había puesto música de fondo en todo el departamento, reconocí la canción, era una de Depeche Mode.

Vio que yo seguía la letra de la canción moviendo los labios, al ser descubierta, me ruboricé y bebí del café cuanto pude.

—¿Qué otra música te gusta? Además de las canciones de los ochentas.

Entrecerré los ojos, bajando lentamente la taza con el café.

—¿Cómo sabes que me gusta la música de los ochentas? —y antes de que me respondiera, la verdad me cruzó como un rayo en medio de un cielo despejado —¡Revisaste mi perfil en Tinder!

Solo sonrió, fingió que no había escuchado nada pero claro que eso daba a entender que lo hizo y ni siquiera le dio vergüenza aceptarlo.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté consternada.

—Solo quería confirmar que la cuenta la habías cerrado, cosa que no has hecho.

Lo fulminé con la mirada.

—Con menos razón voy a eliminarla.

—Entonces, trataré a Daniel como se me antoje, se me da fácil ser irritante. —se le podía ver que le gustaba mucho la idea.

—Creí que teníamos un trato.

—Lo tenemos siempre y cuando cumplas tu parte.

Me era insoportable darle lo que quería, era como consentir a un niño mimado. Agarré mi celular y lo desbloque, entré a Tinder y eliminé la cuenta, luego de hacerlo se lo mostré.

—Ya está, ¿Feliz?

—Ves como resulta todo más fácil cuando me obedeces —sonrió con petulancia —Siempre te gusta llevarme la contra. ¿Qué te provoca hacerlo?

—No me gustan los mimados, no los soporto.

—Eso no es cierto.

—¿Por qué lo dices?

—Porque te gusto yo.

Puso una sonrisita que me fastidió, siempre tenía que salir a relucir su comportamiento tan engreído aunque he de admitir que me agradaba, me hacía reír y al mismo tiempo enfurecer. Sonreí ligeramente y me concentré en acabarme el café, tuvo suerte de que estaba de humor para soportar sus tonterías.

Sonó su celular en medio de nuestro corto silencio, vio el número y se alejó un poco de mí, con la música aunque estuviera baja no se lograba escuchar mucho, tuvo la cautela de hablar con discreción y cuando colgó regresó conmigo como si nada.

—¿Todo bien? —le pregunté, tenía ganas de saber quién llamó pero quise ver si era capaz de decírmelo.

—Sí, era mi hermana.

—No sabía que tenías una hermana — lo examiné con interés, de hecho no sabía nada de él —El único familiar que conozco es tu tío, que por lo que leí en algunos medios, tiene cáncer en los huesos, ¿Qué tan avanzado esta?

Suspiró, empezaba a darme cuenta que hablar de eso le iba a costar un poco.

—Fase terminal, lleva unos cuatro años así, es curioso, Pharma Bio es una empresa de investigación bio médica, produce medicamentos, proteínas, anticuerpos y de más cosas para la salud y él esta muriendo de cáncer —soltó una risa seca —Que ironía.

Resultó tan diferente verlo hablar de su tío, se veía más...consciente, maduro. Quise hacerle tantas preguntas pero él mismo dejó que todo fluyera.

—Mi tío nos crió a mi y a mi hermana cuando nuestros padres murieron en el accidente de avión, en el atentado del once de septiembre, ellos iba en el vuelo 93.

Palidecí, sus padres habían muerto a causa de un ataque terrorista, mi memoria no falló, ese fue el cuarto avión que los terroristas secuestraron, al final terminó estrellándose en un campo, su objetivo era el capitolio de estados unidos.

—Después de eso la familia quedó devastada —prosiguió con voz herida, se desprendía tanta nostalgia. —Mi tío nos crió, él estaba trabajando en Pharma Bio, ya tenia una carrera muy grande en la empresa, recuerdo que siempre nos contaba la historia a mi hermana, a mi primo y a mí su historia en la empresa, él empezó desde abajo, era un simple asistente, con los años creció y después cuando yo tenía veintiuno, él ya era director general.

—Creí que...

—¿Era empresa familiar? No lo es, mi tío se convirtió en mano derecha del dueño, quien falleció, no se casó y menos tuvo hijos, mi tío era su aprendiz, lo educó para ser grande y cuando estuvo seguro de que estaba listo, le dejó la empresa y  a los pocos meses murió de un paro cardiaco. —meneó la cabeza un poco, se dio cuenta que estaba mezclando las cosas —El caso es que al morir mis padres, él se hizo cargo de nosotros, nos dio educación y buena vida, mi hermana es mayor que yo por seis  años y mi primo solo por dos. Yo tenía doce cuando pasó, ella tenía dieciocho fui incapaz de hablar por casi tres años, fui a una escuela especial, deje de hacer muchas cosas.

Esperé a ver si continuaba a hablar pero se detuvo, quise saber tanto pero me pregunté si era buena idea indagar en eso.

—Aun debes de recordar mucho a tus padres, no me imagino el dolor inimaginable que debiste pasar.

—Lo fue, el dolor aún está a pesar de los años, lo peor es que no te conté la parte difícil—sus ojos se cubrieron de una oscuridad profunda, reflejando un eterno sufrimiento —Mi hermano no nacido también murió con ellos.

En ese momento las palabras desaparecieron de mi boca, no me quedó otra que reaccionar en silencio, estaba muda y mi rostro debió haberse quedado congelado, quería consolarlo pero con tantas cosas que me había contado, no sabía si mis simples palabras harían algo por él.

—Yo...—me pausé, trague saliva, acerque mi mano para tomar la suya, le di un apretón que él respondió —Lo siento, no era necesario que me lo contaras.

—Quería hacerlo —suspiró, cambió un poco su postura, se veía relajado, ya no estaba tan rígido, debió haberse quitado un peso de encima al decirlo todo. —Solo que...a mi familia no le gusta recordar nada de esto, menos a mi hermana, si se lo llego a mencionar, ella se pone mal, creemos que  que sufrir por esto toda la vida no tiene sentido, debemos continuar con nuestras vidas.

—Claro, lo entiendo —acepté con una débil sonrisa —¿Qué tal si cambiamos de tema? Ya hablamos de lo peor.

—Estoy de acuerdo —sonrió, alejando aquella tristeza con rapidez, yo estaba animada de volver a lo nuestro —Entonces, ¿Te quedas a dormir o te llevo a tu departamento?

—¿Quieres que me quede?

—¿Por qué no?

—Oye, de pura casualidad  tengo una duda, ¿Vas a residir aquí en Chicago? ¿O te irás? 

—Sí, alguien de la familia debe al menos estar al pendiente de Pharma Bio aquí en Chicago, todos los demás están en Seattle, William está en buenas manos con mi hermana y mi primo. Volviendo al tema anterior, ¿Te quedas?

—Mm...—cavilé y él se echó a reír.

—Siempre debo suplicarte, lo tengo apuntado, te gusta que lo haga.

—Pero también me gusta que me convenzas.

Se inclina sobre la barra que nos separa y se acerca lentamente hacia mí, sus ojos desprendían una luz cálida y su rostro me ofreció una sonrisa irresistible, me quedé embobada contemplándolo, a veces no podía ni hablar de lo atractivo que podía ser cuando se lo proponía.

—Entonces, tratas de decirme que lo que pasó hace un rato, no fue suficiente para convencerte.

—Lo fue —respondí con voz baja, intentando sonar igual de seductora que él pero fracasé, me prometí no intentarlo —Solo que no traigo ropa y mañana debo ir a rentar un vestido para la boda de mi prima Emma.

—¿Y cual es el problema? ¿No me quieres invitar?

Echó la cabeza hacia atrás para soltar una carcajada, rodee los ojos.

—No es eso, a los hombres no les gusta ir a comprar ropa con mujeres, te quiero ahorrar una tarde muy larga.

—Más bien a una tarde larga contigo.

No supe que decir, me mordí el labio pero a él le parecía gracioso todo esto.

—Bueno, ya que lo pones de esa forma, ¿Quieres ayudarme a escoger un vestido?

—De acuerdo —asintió y me robó mi taza de café para darle un trago, sus ojos quedaron justo frente a mí pero su sonrisa divertida estaba detrás de la taza. —Me gustara verte probar cada vestido, ¿De verdad querías que me lo perdiera?

—Sí, de hecho iba a pedírselo a Daniel —bromee, esperando quitarle esa sonrisa de la cara pero captó mi humor y fingió una sonrisa de suficiencia.

—Que graciosa.—murmuró al tiempo que carcajeó con amargura.—Vayamos a dormir, mañana nos espera un día muy largo.

Pasó la barra y luego caminó a mi lado directo hacia la habitación y cuando vio que no fui detrás de él, regresó con confusión.

—No dije que iba a quedarme —aclaré con voz tranquila.

Luego de su breve mirada, me agarró la mano y me forzó a irme con él pero resistí.

—¿No quieres? Bueno, es hora de sacar el vino. —regresó a la cocina y sacó dos copas y un vino fino, empezó a servir, viéndome fijamente

Mi cara reflejó desentendimiento cuando me entregó el vino, chocó nuestras copas y le dio un trago.

—¿No vas a beberlo? —me preguntó, expectante.

—¿Quieres embriagarme? —inquirí, un poco asombrada —¿Por qué?

—Te gusta mucho ir a mi habitación cuando estás ebria.

Gruñí pero él siguió

—Y eres más obediente.

—No creas que con estar ebria voy a obedecerte —le advertí, dejando la copa de vino sobre la barra, ni loca a darle un trago. Caminé directo hacia la habitación, con el detrás de mí, claro con esa sonrisa que mostraba cuando las cosas le salían bien.

—Ya sabemos que es tu  kriptonita, tanto como yo.

Nos metimos a la cama y yo le texte a Emma, diciéndole que no llegaría a dormir, al final también le puse un largo mensaje lleno de sarcasmo, diciéndole que estaba muy agradecida por haberle dado a Evan mi ubicación, después le dije que no volviera a darle a ninguna persona que no fuera de confianza mi ubicación.

Y ella me respondió:

No será necesario, Evan no permitirá que nadie se te acerque.

—¿Por qué dices eso?

—Se veía bastante molesto cuando le dije con quién estabas.

No le contesté, decidí dejar el teléfono a un lado y no le presté atención a lo que me dijo; Evan pensó que como no teníamos sueño podríamos ver una película. Yo empecé a sentirme muy cansada porque había tenido un día muy ocupado.

Se recostó a mi lado y yo bostece cuando empezó la película.

—Tengo mucho sueño, voy a tener que dormir aquí y no tengo ropa de repuesto.

Evan se acercó y deslizó su mano sobre mi mejilla, provocándome más somnolencia, su tacto era tan suave que me arrulló, al igual que su voz.

—Puedes dormir en ropa interior, o te puedes poner una de mis camisas, así estarás más cómoda.

No iba a dormir en ropa interior, aunque ya me hubiera visto desnuda.

—Opto por la segunda opción.

Se levantó de la cama y sacó de su closet una camisa negra de algodón, me incorporé para ponérmela, no sin antes inhalar discretamente de ella, olía a su perfume Dior, al mismo que usó cuando lo conocí en la entrevista de su tío. Al ponermela, me sentí cómoda y me acurruque a su lado cuando regresó a la cama, él pasó su mano por encima de mis hombros, escuché el ruido de la película y caí profundamente dormida al sentir sus caricias sobre mí.

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