C12
Tenia una resequedad horrible en la boca y la garganta, fue difícil pasar saliva, fue un esfuerzo el poder abrir los ojos por el jodido dolor de cabeza que me impedía levantarme, todavía sentía el estrago del mareo de ayer, tuve que sostener mi cabeza con una mano, dios, había olvidado lo horrible que se siente la resaca. Me di cuenta que llevaba la ropa puesta, incluso los zapatos, nadie excepto yo estaba en esa habitación, ayer Evan y yo no dormimos juntos, eso era un hecho.
Me arrastré al baño y me eche un vistazo en el espejo, tenía la cara brillosa y pastosa por el maquillaje que no me había quitado, el rímel chorreado y mi cabello estaba esponjado; usé el jabón para quitarme lo más que pudiera y me aventé agua fría para despertar, use el cepillo de dientes que no sabía de quien podía ser pero lo use de todos modos.
Al salir de la habitación, escuché las voces de un hombre y una mujer, platicaban con Evan quien se reía de las tonterías que le decían, al verificar en el reloj me di cuenta que era la una de la tarde, ¡Mierda! No llamé a Emma. Regresé a la habitación y la llamé, quien después sorpresivamente supuso que yo toda esa noche estaría con Evan.
—Pensé que estarías preocupada por mí —la regañé por no ser más astuta, me pudo haber pasado cualquier cosa, incluso asesinado.
—Mia me dijo que irías una fiestas porque al ver que ibas bien vestida, lo supuso, que por cierto me di cuenta que usaste mi vestido sin permiso, ¿No pudiste mandarme un mensaje?
Jadee de horror.
—¿Te importa más que haya tomado tu vestido que tu prima se haya ido a una fiesta con un desconocido?
—No es un desconocido.
—Lo es, llevo apenas una semana conociéndolo.
—Como sea, no se te haya ocurrido mancharlo.
Maldije cuando vi una mancha de vino tinto en la parte del escote, ¿Y ahora? No se iba a quitar, eso es seguro.
—Claro que no —resople —Se cuidar tus cosas, me tengo que ir, nos vemos luego.
Salí de la habitación, esperando que la visita de Evan se hubiese ido, no escuché más ruido y me dispuse a bajar las escaleras; escuché ligera música de fondo y eso me guió para poder encontrar la cocina, donde él se encontraba tomando café de una taza y leyendo el periódico, llevaba un suéter oscuro y mechones de su cabello lacio hacia el frente.
Nos sonreímos en automático cuando nuestras miradas se encontraron, no pude moverme, eran tan atractivo, ese era su defecto, ser una maravilla andante, robando suspiros por doquier sin compasión.
—Ya despertaste, acosadora, ¿Quieres un café? Te vendría bien junto con una aspirina.
Me acerqué, arreglándome el cabello con las manos, estaba hecha una mierda, ojalá hubiera traído conmigo mi cosmetiquera para darme una arreglito.
—Sí, me vendría bien, no sé que pasó ayer, simplemente me descontrolé. No suelo ser así.
—¿Hablas del beso que me robaste y de tú insinuante propuesta para tener sexo conmigo ayer?
Mis ojos corrieron hacia otra parte que no fuera él, ruboricé, mis mejillas debía lucir como si les hubiera puesto rocas ardientes, estaba tan avergonzada de mi misma, fue una pena que me haya visto así.
—Dime que no pasó nada... ¿O sí?
No podía ser posible porque yo llevaba unas bragas y el brassier puesto tal y como llegué, además, el otro de la cama al despertar estaba hecho.
—No —rió —¿Creiste que iba a aprovecharme? Nunca tendría sexo contigo estando tú tan ebria como anoche, de ser así, ¿Cómo podrías gozarlo? Tendrías que estar en tus cinco sentidos para una mejor experiencia, Amber.
—Que gran ego tienes —le hice una mueca y poniendo mis ojos en blanco.
—También tengo grande otra cosa pero primero bebe el café —me acercó la taza y el comprimido de aspirina —Aunque quiero averiguar si eres igual de buena besando estando sobria.
—¿Te gustó mi beso? —inquirí con evidente orgullo, eso quería decir que no solo él tenia algo de que presumir.
—Bastante.
—¿Y cuantas más chicas besaste ayer para escogerme de entre la mejor?
—A dieciséis —mostró una sonrisa torcida, profundizando sus ojos para lucir insoportablemente sexy y al mismo tiempo juguetón, sabía que bromeaba con la cantidad o eso esperaba, ningún hombre como Evan solía contarlas. —De ellas tú eres la número uno.
La número uno, eso ni hasta yo me lo podía creer pero le seguía el juego para mantenerlo interesante.
—Querrás decir la uno de entre un millón porque deben ser millones de ellas.
Él sonrió pero no como me gustaba, no le agradó lo que escuchó, su sonrisa se convirtió casi en una pequeña mueca pero aun así sus ojos fueron risueños.
—Pero sin duda tu eres diferente, contigo hay cosas a las que no me puedo resistir. Me atraes de forma tan magnifica, no puedo evitarlo.
Pasaron los segundos y no fui capaz de decir nada, lo contemplé y él a mí en silencio, no se porque mí primera reacción fue decirle que jurara que lo que me decía era verdad, aunque se veía sincero yo necesitaba entender que esto era real, que él podía sentir esto por mí.
Me incliné sobre la barra de la cocina que nos separaba para perderme en sus ojos verdes tan apasionados, estaban en su máximo esplendor y que con discreción aclamaban mi atención.
—¿Y que sucede si te digo que me pasa lo mismo contigo? —susurré en voz baja, sintiéndome maravillada de ese rostro que estaba a centímetros del mío —Eres magnético, aunque eso ya lo debes tener muy en claro.
—Pensé que me odiabas —se carcajeó, luego alzó un dedo y lo pasó por encima de mi mejilla, arriba y abajo, lentamente —Eres la primera chica que no se contiene sus pensamientos, si algo no te gusta lo dices pero conmigo no tienes piedad ¿Verdad?
Sonreí llena de culpabilidad, debió darse cuenta de eso desde la primera vez que nos conocimos, no lo traté muy bien.
—Eres el primer ricachón engreído que conozco, por supuesto que no iba a tener piedad.
—Entonces...—me acarició los labios con su aliento, estaba en el delirio absoluto, mi disposición absoluta estaba en sus manos, podía tenerme sí lo deseaba ahí mismo —No tendré piedad contigo la próxima vez, pequeña acosadora.
No se cómo lo hizo pero yo ya tenía un brazo alrededor de su cuello y lo acerque más a mí, sonriéndole con picardía, nadie podía resistirse a esa tentadora y pecaminosa insinuación.
—No creo que seas capaz.
—No trates de tentarme.
—Es lo que intento.
Tan solo vi sus ojos ardientes por última vez antes de que se me acercara para plantarme un beso que me sacudió por dentro, actué por impulso y enganché mi otro brazo a su cuello para apretarlo más a mi rostro, nunca era suficiente de él, eso era seguro; bebí de sus labios cuanto pude y me gustó el sabor, seguía siendo dulce, tan solo pude pensar en mantener este contacto para siempre, que compartiera conmigo el calor, el deseo y la energía de este sentimiento descontrolado.
—Estás tan impaciente, Amber, tanto como yo —murmuró sobre mis labios, me ayudó a subir a la barra de la cocina para que pudiera cruzar a su lado. Una vez frente a él llevó sus manos ansiosas directo a mis muslos y fue subiendo mi vestido como la primera vez, llegando a mis bragas —Todavía te debo un magnifico orgasmo, no lo he olvidado.
—Lo quiero ahora —le suplique casi ahogándome en desesperación —Ya me hiciste esperar demasiado.
—Te supiste controlar muy bien —me alardeó con un beso fuerte, largo y salvaje —Tanto como ahora.
Mi corazón empezó a saltar con tanta violencia que mi respiración se entrecortó todavía más a causa de sus besos pero llegó hasta otro nivel cuando sus dedos se metieron en mis bragas y se hundieron poco a poco en mi vagina, avanzando de poco a poco, haciéndome jadear y aferrarme a su cuello.
—Te lo haré mejor que la primera vez que te habrá gustado la espera —ronroneó sobre mi cuello, dejándome rastros de sus besos en mi piel con una paciencia y lentitud que me torturaba.
—Evan...—traté de inhalar, me quedaba sin aire conforme sus dedos jugaban en mi interior, quise atrapar oxigeno pero cada vez que lo intentaba era imposible, el juego era infernal, las brasas ardientes me ponían en una jaula, incapacitada a hacer algo tan inmóvil.
—¿Lo quieres lento? ¿O rápido? —me preguntó, pegando sus aliento a mi oreja, su respiración caía en mi cuello, otra tortura más con la que lidiar, con esa voz, con esas ganas de hacerme delirar, sabía cuanta falta me hacía sentirme viva y lo delicioso que era romper las reglas.
—Ya no puedo, Evan...En serio, solo hazlo —di un salto cuando llegó al clítoris, desde ahí la velocidad de sus dedos aumentó —Dios mio. Umm...lo estás haciendo increíble.
—Quiero que te vengas, Amber, por completo —me dio besitos cortos por el cuello y luego en la barbilla, ya no me sentía yo misma, algo en mi había cambiado, mi cuerpo estaba temblando, mí temperatura corporal estaba en el punto más alto y lo único que escuchaba eran mis latidos de mí corazón, reverberando contra mis oídos.
—No te detengas....sigue ahí —farfullé, nunca había sentido tanta impaciencia y placer en una misma sintonía ni a mí cuerpo gritar con tantas ganas como ahora, quería liberarse de la presión del posible orgasmo que se avecinaba —Oh Evan...Por favor.
—Te siento Amber, como nunca y que bien te sientes. Mm...
Lancé un gritito ahogado cuando finalmente llegó el orgasmo, la liberación de mi cuerpo me hizo caer rendida sobre la barra, el aire por fin tenía acceso a mis pulmones, mis sentidos se reconectaban con mi cuerpo otra vez, volví a tener el control de todo y me gustó mucho la sensación de descanso y alivio que giro entorno a mí.
—¿Mejor que el que te debía? —preguntó con ligera curiosidad, aunque claro que sabía la respuesta, no era difícil de adivinar.
Sentí como mis bragas estaban húmedas y el líquido recorría por mi entrepierna, Evan tuvo la consideración de evitar que escurriera más abajo y me limpió con sus propias manos.
—Mucho mejor —jadee, todavía tenía la voz débil y los latidos de mi corazón aun disparaban con locura. —Sí que valió la pena.
Su sonrisa victoriosa me hizo cosquillas en el estómago, me dio un largo beso en los labios, volví a sentir la presión justo en mi ingle otra vez. Relájate, relájate, me repetí más de cinco veces.
—¿Te gustaría quedarte a comer? Todavía tengo hasta en la noche para quedarme aquí, lo renté por un día.
—Me encantaría pero debo regresar al departamento y trabajar en las fotos —admití con voz abatida, me quería quedar por supuesto pero tenía que preparar mis cosas para mañana —¿De casualidad tenías visitas antes de que bajara?
—Sí, eran Jordan y Tori, se quedaron a dormir, ellos también estaban muy ebrios, sobre todo Jordan —negó con la cabeza, riendo. —¿Los escuchaste?
—Solo desde lejos. —contesté con timidez.
—Ya no me sorprende nada en absoluto, eres una acosadora profesional, supuse que sabrías de su presencia. —me acarició la mejilla con las yemas de los dedos, con una mirada cargada de tentación y perdición —Ojala pudieras ver que adorable color han tomado tus mejillas y que suave son, es encantador.
Me uní a su sonrisa de oreja a oreja, me sobresaltaba lo atractivo que lucía con tan solo sonreír, yo me sentía feliz, no podía explicarlo, era una sobrecarga de gozo total, una espléndida vista.
—Quédate —me suplicó, acercando su rostro otra vez, comprometiéndome a obedecerlo porque sus ojos y su voz cautivante era una hipnotizante forma de caer ante sus peticiones. —Y prometo que valdrá la pena, tendremos mucha diversión aquí para nosotros solos.
Estaba muy decidida a volver al departamento, tenía cosas por hacer pero también podía imaginarme lo grandioso que sería quedarme aquí, era un lugar elegante, grande, con muchas comodidades y por supuesto tendría a Evan para mi sola, la idea me parecía increíble, yo ya estaba sobria y consciente, podríamos de verdad divertirnos.
—De verdad, no puedo —me mordí los labios, avergonzada, vi que de inmediato su rostro se apagó un poco, no podía culparme, mañana tenía trabajo, lo entendió porque después sonrió. —No puedo dejar mis pendientes para después, es imposible.
—Lo entiendo, tienes razón, no debería insistir tanto. Te llevo a tu departamento —me dijo, mientras me tomaba de la mano, su contacto, santo dios, era una electrizante corriente de adrenalina que se inyectaba directo a mis venas. —¿Tienes todo?
—Sí, tengo todo.
—Bien, vámonos.
Me llevó de la mano hacia la sala de estar, supongo que recogería las llaves de su auto, yo iba detrás de él cuando mi celular vibró cuatro veces seguidas en la notificación de mensaje, Evan se volvió y alzó una ceja, los mensaje seguían llegando, sabía quien era, Daniel. No fue suficiente con mensajes, inesperadamente el tono ya no fue de mensaje, sino de llamada.
Muchas gracias por su apoyo nenas, como siempre agradeciendoles, ¿Como ven a Evan? Está claro que se está ganando a Amber :D con todo lo que hace, supongo que no era para menos que se quedará la chica jaja
Nos leemos nenas, besitos
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