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capítulo 19

Narra Goku

La ducha hizo maravillas en mí. Cerré el grifo y peiné mi cabello hacia atrás. Saqué una mano y tanteé hasta encontrar mi toalla. Froté todo mi cuerpo antes de salir de la bañera. Mi estómago gruñó. Necesitaba comer algo ya. Eran las dos de la tarde y no había comido nada desde la cena del día anterior.

Entré en mi dormitorio con la toalla en la cadera y vi el desorden que reinaba en éste.

Anoche estaba muerto y tal como había llegado, creo que a eso de las cinco de la madrugada, me tiré en la cama y me eché a dormir. Había sido una noche movida.

Primero, el vestuario de Milk. Luego, la sorprendente reunión en el club, ¿Black se tenía que enamorar justo de la mejor amiga de Milk? ¡Diablos! ¡Vaya mierda con las casualidades!

Me dejé caer en la cama bocarriba.

La pasada noche las presentaciones sobraron. Ami y Black nos dejaron solos a Milk y a mí durante algunos ratos, en el que pretendió buscarme algún ligue. Intenté matar a Black telepáticamente cuando llegó con los caballitos y la idea del "Yo nunca he…" No sé de quién había sido la idea, si suya o de Ami, pero lo mataría a él igualmente. Mira que tener que beber porque supuestamente se la había chupado a un tipo.

Bufé.

¿Y el baile con Milk? ¡Diablos!

Puse la mano sobre mi entrepierna. Con sólo recodarlo, mi miembro empezaba a alzarse contra la toalla para saludar. Joder…

Sin embargo, a pesar de que la quería, fue una maldita cuando me dejo con el tipo.

Me levanté de un tirón de la cama y empecé a recoger la ropa de la noche anterior. Apestaba a sudor, tabaco y olor de fiesta. La eché toda en el cesto de ropa para lavar.

El tipo fue persistente. Marc, creo que así se llamaba. En menos de un minuto, quiso invitarme una copa, saber mi nombre y mi teléfono. A simple viste no parecía gay, pero supongo que yo tampoco lo parecía y supuestamente lo era. Pero, ¿cómo mierda lo supo? ¿ya le gustaba hasta a los tipos?

Revolví mi cabello mojado.

Marc me preguntó de todo: intereses, trabajo o estudio, pareja,… De forma cortés, evité sus preguntas e intenté irme, no obstante fue imposible. Opté por aclararle sin tapujos que no era gay. Marc se rió y me pregunto si de verdad no era gay, que me había visto con la chica castaña y que en ningún momento le había coqueteado, a diferencia de ella que lo hizo sin ningún tipo de reserva. ¿Milk me coqueteó? También se ofreció para ser el tercero en discordia, con la chica castaña y conmigo, ¡el tipo me propuso un trío sin romper la sonrisa! En ese momento me desesperé aún más y sin disimulo alguno, me puse a buscar a los chicos, pero no los vi por la pista. Marc intentó de nuevo llamar mi atención y cuando me giré a la barra para soltar la copa e irme, el tipo me tomó de los hombros y ¡me besó! ¡ME BESÓ!

Sólo fue un mísero contacto de labios, pero fue como si hubiera besado una pared rugosa y desconchada. Empujé al tipo hacia atrás enfadado y lo miré con furia. Marc se asusto, no sé que vio en mis ojos, pero lo que sea que viera, le asustó de verdad. Se disculpó y se fue por donde vino.

Me quité la toalla y me puse unos bóxers limpios y unos pantalones cómodos.

Perdí más de quince minutos desembarazándome de Marc, ¡era la persona más pegajosa que había conocido en mi vida! Salí a la pista en busca de Milk y los demás. No los vi por ningún lado. Iba a ir a la zona de mesas altas, pero un par de rubias pasadas de copas me cortaron el paso. Si a Marc tuve que convencerle de que era heterosexual, a estas dos les dije, con una mirada de pena y llevándome la mano al pecho teatralmente, que era gay. Las dos se fueron decepcionadas.

De nuevo, perdí diez minutos, porque los chicos no estaban en las mesas. Lo que único que deseaba es que Black hubiera cuidado de Milk. Si en el estado que estaba había bailado así conmigo creyéndome gay, no sé lo que haría con un chico heterosexual. Milk borracha era bastante problemática.

Salí de la habitación metiéndome una camiseta de algodón por la cabeza. Su puerta aún permanecía cerrada. Me aventuré y la abrí ligeramente, asomando la cabeza. Dormía bocarriba, con la cabeza girada hacia un lado, y un revoltijo de sábanas y colchas a sus pies. Menos mal que estaba puesta la calefacción.

Entré y me acerqué un poco. Se veía tan pacífica que me hizo sonreír como bobo. Estaba tal y como la dejé anoche. El vestido deslizado por un hombro, mostrando un tirante negro de sujetador, y arrugado en sus muslos. El cabello hecho un caos de mechones, rizos y ondas. El rímel corrido bajo los ojos. El cinturón medio suelto en la cadera. Sin embargo, por más estrujada que estuviera su vestido y más manchada su cara por el maquillaje, estaba hermosa. Sonreí de nuevo. Salí despacio y cerré con cuidado.

Anoche me costó ubicarla. Después de mirar una vez más en la barra y en la pista, regresé a las mesas altas y estaba por subir a la entreplanta cuando llegó Black corriendo. Milk estaba en el baño vomitando. Fuimos los dos a la puerta del baño. Ami salió sujetándola de la cintura. Ésta en el momento que me vio, fue a refugiarse en mis brazos y sonrió. Me preguntó por mi ligue. Vi a Black moviendo la cabeza de lado a lado con diversión.

Quedé con Black que cada uno se encargaría de una. Ami no estaba tan mal como Milk, pero se la veía achispada. Tomamos los abrigos del guardarropa y fuimos por los coches. Monté a Milk en el copiloto y le puse el cinturón de seguridad. Manejé todo lo rápido que me lo permitió mi estado, yo tampoco es que estuviera muy sobrio y antepuse la prudencia a la velocidad.

Milk estaba medio dormida cuando llegamos, pero cuando aparqué y abrí su puerta, despertó y me dio una sonrisa bobalicona. Subimos hasta arriba con dificultad. Milk iba dando trompicones con los tacones y más de una vez tuve que agarrarla. Antes de entrar en el piso acabé tomándola en mis brazos para acelerar el camino. Milk me hizo llevarla al baño para lavarse los dientes y enjuagarse la boca. Fue igual que cuando estuvo con el esguince. Hizo todo desde mis brazos.

Al final, la dejé sobre su cama. Ella se aflojó el cinturón mientras yo le quitaba los zapatos. Antes de irme, jalo mi camisa y dejó un casto beso en la comisura de mis labios para después susurrar: "Gracias". Le sonreí y fui a la puerta. Me giré a observarla antes de salir. Dormía ya, pero un "Goku" anhelante escapó de sus labios entre abiertos.

Y ahora en la cocina vuelvo a sonreír como tonto al recordar su vocecita musitando mi nombre.

-¡Ah, dios mío! – revolví mi cabello - ¡soy un loco enamorado!

Abrí la nevera para cocinar algo. Saqué los ingredientes para hacer una sopa de verduras. Milk tendría el estómago revuelto, no le convendría algo pesado. Encendí y preparé la cafetera antes de empezar a picar las verduras.

Estaba troceando una zanahoria cuando sentí unos pies descalzos. Me voltee. Milk entró en la cocina. Tenía el vestido bien puesto en su sitio y una cara de muerta que le llegaba al suelo.

-Hola – musitó sentándose en una de las sillas – he olido el café.

-Hey, pequeña – bajé el fuego de la candela y me acerqué a ella - ¿cómo estás? – quité los mechones que tenía en la frente y que le entorpecían la visión.

-La pregunta correcta es si estoy – dejó caer la cabeza y la apoyó sobre sus brazos cruzados encima de la mesa - ¡no recuerdo nada!

La alarma cruzó mi cara, ¿qué no recuerda nada de nada después de todo lo que pasó anoche?

-¿Nada? – inquirí.

-Tengo destellos de imágenes, pero no logró ponerlas en orden – alzó la cabeza, torció el gesto y me miró expectante.

Joder… ¿no querrá que se lo cuente yo? ¿el cómo bailo conmigo y como me echó a los brazos de un tipo?

-Lo mejor será que tomes una aspirina. Te tiene que estar matando el dolor de cabeza.

-¡Oh, sí! ¡No sabes como! – hizo amago de levantarse, pero la detuve.

-Espera aquí.

Fui por el bote de aspirinas y le puse una delante. Le serví café caliente en su tazón preferido.

-Gracias – sonrió, acentuando sus manchones de rímel en los ojos.

-Tómalo. El café es lo mejor para las resacas.

-De acuerdo, doctor mariquita.

Golpe humillado y ego pisoteado .

Milk se tomó el café y la aspirina mientras yo terminaba la sopa. La sentí levantarse y me acerqué de nuevo.

-Voy a tomar una ducha – dijo – huelo a oso – me reí.

-¿Llegarás viva a la bañera o te matarás en el camino, pequeña?

-Intentaré sobrevivir – me guiñó un ojo – el café me ha espabilado. Gracias – se puso de puntillas sobre sus pies desnudos y besó mi mejilla – por el café y creo que por ¿anoche? – frunció los labios, haciendo un adorable puchero.

-Anda corre a la ducha – le sonreí – te espera una sopa después – la empujé hasta el pasillo y ella volvió a besarme en la mejilla antes de encerrarse en el baño.

Terminé de preparar la comida y alisté la mesa con los platos y cubiertos mientras escuchaba el ruido de la ducha. ¿De qué se acordaría? ¿Qué recordaría y qué no?

-¡Eso huele genial, mariquita!

Entró de nuevo en la cocina con una sonrisa. Llevaba ropa deportiva cómoda y su rostro estaba limpio de maquillaje. Con la toalla se había hecho un turbante para recogerse el cabello mojado.

-Gracias, pequeña. ¿Comemos?

-¡Oh, sí, claro! Espera sólo un segundo.

Salió de la cocina y dio un par de pasos. La seguí al salón. Milk se dobló hacia delante y soltó el nudo del turbante. Su melena cayó hacia abajo y mi miembro quiso subir hacia arriba.

Tenía en frente el trasero de Milk, apretado contra el tejido del pantalón deportivo. Llevaba una tanga. MILK llevaba una tanga. Podía notar perfectamente las finas tiras incrustadas en la tela del chándal. Su trasero se agitaba levemente cada vez que frotaba su cabello. La visión no podía ser mejor y mi amigo me lo estaba confirmando, mandando a mi cerebro la orden de acercarme, arrancar el pantalón y enterrarme en ella. Sin embargo, mi voluntad era más fuerte y clavé los pies en el suelo.

Milk se alzó hacia arriba en un veloz movimiento. Unas cuantas gotas golpearon mi rostro y su olor llegó a mis fosas nasales. Dejó la toalla sobre el sofá y antes de que se girara, me metí rápidamente a la cocina. Cogí la olla con la sopa y la puse en el centro de la mesa. Me senté a la vez que Milk entraba.

-Ya. Quería terminar de secar mi cabello y no lo iba a hacer en la cocina – sonrió. Acercó una botella de agua a la mesa antes de sentarse. Colé una de mis manos bajo la mesa y golpeé mi semi erección.

¡Diablos! ¿Estaba regañando a mi pene?

-¿Todo bien, Goku? – me miró raro.

-Sí, sí – metí el cazo en la olla y serví los platos.

Milk y yo comimos las primeras cucharas en silencio. Me reí cuando se bebió el tercer vaso de agua. Ella me miró feo.

-¿Seca?

-Sí, seca, con pinchazos en la cabeza y sintiéndome como si una apisonadora me hubiera pasado por los pies – rellenó su vaso de nuevo.

-Normal – dije – anoche vomitaste hasta el desayuno, por lo cual estás deshidratada, bebiste como por dos Milk y no te quitaste los tacones en toda la noche – me metí una cucharada en la boca.

-¿Vomité? – soltó la cuchara - ¡Mierda! ¡No me acuerdo! ¿Dónde? – abrió los ojos aterrada - ¡no me digas que en medio de la pista! o, ¡¿encima de alguien?

-Tranquila – cogí su mano por encima de la mesa – al parecer saliste corriendo al baño y Ami estuvo contigo – froté su piel con mi pulgar – después de eso nos vinimos a casa. Estábamos todos cansados y bastante contentos. ¿Qué recuerdas?

-Lo último que recuerdo bien es el juego de los caballitos – Milk acarició mi mano de vuelta – a partir de ahí sólo tengo flashes, ¿bailé contigo, por cierto? Y creo que… - Milk se llevó la mano libre a los labios - ¿hablé con Black de algo? No recuerdo de qué.

¿Habló con Black? ¿Sobre qué?

-Sí, bailamos y estuvimos charlando – si ella no se acordaba del tipo de baile, yo no se lo iba a recordar. Mi amigo estaba dormido ahora, ¡no quería despertarlo! – y después me buscaste un ligue.

-¿Sí? – sorprendida se llevó las dos manos a la boca - ¿te eché un hombre encima?

-Sí, señorita – decidí jugar un poco – y el tipo sólo buscaba un polvo rápido. Pero, ¿sabes? A pesar de la estrechez del baño, nos lo pasamos muy bien.

Milk dejó caer las manos de la cara y juro que podía ver sus muelas de lo abierta que tenía la boca.

-¡Dios mío! ¿Follaste con un TIPO en el baño? – la mirada horrorizada me dejó que pensar, ¿qué le importaba a ella que yo me tirara a un tipo?

-No, pequeña – reí, por un lado, por lo hilarante de esa supuesta escena y por otra lado, por la expresión mortificada de Milk - ¡es broma! Es verdad que el chico intentó ligar, pero no le dejé. Sabes perfectamente que no soy hombre de una sola noche.

Milk dejó escapar el aire y se llevó una mano al pecho. Seguía sin comprender el porqué se ponía así por ese asunto. Me estuvo preguntando más sobre la noche, pero aparte de lo del baile y lo del tipo no había mucho más.

-Pues no recuerdo para nada haberme sacado dinero del sujetador – se encogió de hombros antes de terminar un nuevo vaso de agua – al menos nos lo pasamos muy bien, ¿no?

-Sí, pequeña, fue una buena noche – le sonreí.

Terminamos la sopa y nos levantamos a recoger. Lo dejamos todo en el fregadero, porque ninguno tenía ganas de lavar los platos. Milk se fue al salón medio cojeando. Los pies le debían doler horrores. Sin que se lo esperara, la cargué en mis brazos y ella dejó escapar un gritito.

-¡Goku! – me miró desde mis brazos y se agarró a mi cuello. Era sorprendente como cada vez que la cogía desprevenida me llamaba "Goku" en vez de "mariquita" - ¿dónde vamos?

-A descansar.

Pasé por el baño y, haciendo malabares para no dejar caer a Milk, agarré un bote de crema hidratante de uno de los estantes. Seguí caminando por el pasillo y entré en mi habitación. Dejé con suavidad a Milk sobre la cama. Trepé por el otro lado y me puse frente a ella, con las piernas cruzadas.

-Ven aquí – tomé sus pantorrillas y la atraje hasta mí. Subí sus pantalones deportivos hasta las rodillas.

-¿Qué haces, mariquita? – observó mis gestos perpleja, mirando como subía su pantalón y desenroscaba el tapón del bote.

-Te duelen los pies, ¿no? – eché un poco de crema en mi mano y la frote con la otra – pues, ¡relájate!

Tomé su pie derecho y lo puse sobre mi regazo. Empecé a extender la crema desde su tobillo hasta el empeine y luego, por los dedos. Pasé mis dedos por su planta, de arriba a abajo. Lo hice con la mayor delicadeza posible para no provocarle cosquillas. Ejercí presión con mi índice y mi pulgar en diferentes puntos, y luego apreté los bordes exteriores, desde el talón hasta los dedos. Masajeé desde el tobillo hasta la mitad de su gemelo.

Milk se había dejado caer hacia atrás en la cama y apretaba la colcha entre sus puños. Tenía los ojos cerrados y relajados, sin embargo, de vez en cuando se mordía el labio y dejaba escapar un suspiro entrecortado.

Tomé más crema y cambié de pie. Repetí todo el proceso anterior. Milk alzó ligeramente la cabeza, abrió los ojos y me miró con intensidad.

-Si no fueras gay, te follaría ahora mismo hasta el cansancio, ¡eres el hombre ideal!

Y tras decir eso, dejó caer de nuevo la cabeza y cerró los ojos. En estos momentos es cuando mi yo salvaje quiere arrancarle la ropa a mordiscos y meterle mi miembro hasta que se le pongan los ojos blancos y vea fuegos artificiales, sin embargo, mi yo racional y lógico apretó los dientes con fuerzas, se mordió el interior de la mejilla y siguió masajeando.

Milk estaba tan relajada que ya casi estaba dormida. Dejé con cuidado sus pies sobre la cama y me arrastré por la cama hasta quedar acostado al lado de ella.

-Prometo que la próxima vez no se me olvidará llevarme unos tacones más bajos de repuesto – se cubrió la boca para ocultar un bostezo y con los ojos cerrados, rodó sobre su costado para poner su cabeza sobre mi pecho.

-No te preocupes, pequeña – acomodé un mechón tras su oreja – siempre estaré aquí para masajearte los pies.

Sonrió con los ojos cerrados, depositó un beso sobre mi pecho y al segundo, la escuché respirar acompasadamente.

Me recoloqué mejor en la cama, evitando despertarla, y la abracé contra mi pecho para dejarme llevar yo también por el sueño. Sin embargo, un único bip sonó desde mi mesilla de noche. Palpé con mi brazo libre en busca del móvil. Con cuidado de no despertar a Milk, puse la pantalla del móvil frente a mis ojos y abrí el mensaje de Black:

Tenemos que hablar. Es importante

¿Qué mosca le habrá picado a Black?

Eso es lo último que pensé antes de quedarme dormido.

Narra Milk

Había pasado la semana prácticamente volando. Después de la fiesta del viernes, Goku y yo nos habíamos pasado todo el fin de semana vagueando. El resto de la semana se me pasó entre clases y una que otra exposición. El peor día, sin duda, fue en el que tuve que explicar a mis compañeros de Introducción a la literatura grecolatina la obra de Homero y justo a la hora siguiente moderar un debate sobre la poesía de Tennyson. Fue un cambio de registro muy brusco.

-Al menos, ya es sábado – bailoteé, sonreí y dejé un conjunto de ropa limpia sobre mi escritorio.

Terminé de estirar las sábanas y la colcha de mi cama cuando un mensaje de Ami llegó recordándome que habíamos quedado a la una del mediodía.

Ami me había telefoneado hace dos días gritando como una histérica. Tuve que esperar por los menos tres minutos para que se calmara porque no era capaz de hablar sin evitar dejarme sorda. Le habían concedido un premio.

Hace unos meses uno de sus profesores le insistió para que presentara un concurso uno de sus trabajos de diseño gráfico. Y alentada por sus padres y el profesor, lo presentó. No sabía muy bien de que iba el concurso o que es exactamente lo que presentó ella, porque yo me perdía con los nombres técnicos. Simplemente me explicó que la habían galardonado a nivel estatal debido a su innovación, original y exquisitez a la hora de presentar el trabajo.

No dejó de chillar por otro par de minutos más después de explicarme eso. Después se tranquilizó y me exigió que este sábado fuéramos de compras para buscar un vestido. En una semana más tendría lugar la entrega de premios. Los organizadores harían una especie de gala con un pequeño cóctel después para homenajear a todos los premiados en las diferentes categorías.

Por supuesto, Ami tenía una invitación para mí. Iban sus padres y Vegeta, y como le habían dados dos invitaciones más, Black y yo éramos los siguientes en su lista.

Todo esto estaba muy bien, pero eso significaba día de compras con Ami. Y, la verdad, la temía.

Tecleé un mensaje de vuelta para Ami diciéndole que estaría a esa hora cerca de la zona de boutiques y tiendas que tanto le gustaban.

Miré la hora. Las diez y cuarto de la mañana. Todavía tenía tiempo para un poco de limpieza. Recogí mi cabello en una cola alta y cambié la camiseta que llevaba por una camisa de cuadros, al puro estilo leñador, que era de mi padre. Adoraba esa camisa y no paré de insistir hasta que mi padre me la regaló. Sonreí. La abotoné y con los extremos sobrantes hice un nudo a la altura de mi vientre.

Goku se había encargado ayer de la cocina y el baño, por lo cual me tocaba el pasillo y el salón. Saqué todos los trastes de limpieza, abrí las ventanas para airear el salón y encendí la radio.

En una hora, ya había limpiado el pasillo y quitado el polvo a todos los muebles del salón. Siendo sincera me gustaba limpiar porque me relajaba. No tenía que pensar en nada. Solo un paño por aquí, la escoba por allá, la música de fondo y ya. Además como Goku había salido esta mañana temprano me sentí libre de bailar y berrear las canciones mientras limpiaba

Baby take off your coat
Real slow

¡Oh, oh! ¡Me encantaba esa canción! Dejé la escoba y puse la radio más alta. Cada vez que la escuchaba no podía evitar que llegará a mi cabeza la película de Full Monty. Me giré de repente y coloqué las manos en mis caderas, haciendo morritos con los labios. Canté a la vez que la radio:

And take off your shoes
I'll take your shoes

Baby take off your dress
Yes yes yes

Cerré los ojos. Contoneé las caderas a la vez que avanzaba hasta el centro del salón. Cual diva, agité la cabeza de lado a lado, me agaché hasta el suelo quedándome en cuclillas, abrí las piernas y subí de tirón.

You can leave your hat on
You can leave your hat on
You can leave your hat on

Desaté el nudo de la camisa. Pasé la lengua por mis labios a la vez que iba abriendo botón por botón de la camisa con cada nota de la canción. Cuando quedaba uno, tiré y abrí la camisa de par en par dándole a la escena un efecto con el giro de mi cabeza hacia un lado.

Escuché un ruido metálico y abrí los ojos.

¡Mierda!

-¡Goku! – cerré la camisa, cruzando los brazos, y me puse como un tomate en menos de dos segundos.

Goku se agachó a recoger las llaves que se le cayeron y sujetó mejor el montón de papeles que traía en la otra mano. Lo vi completamente desconcertado, pero debido a mi propia vergüenza no le pude mirar mucho más. Me apresuré a bajar el volumen de la radio y a abotonar mi camisa.

-Llego a saber que me voy a encontrar un striptease a la vuelta y hubiera traído algunos amigos que lo apreciaran – se rió.

Me puse aún más colorada antes de volver a ponerme frente a él.  Estaba agachado delante de la mesita, ordenando los papeles. ¿Amigos? ¡oh, bien! Son Goku

acababa de darme una patada en los ovarios. ¿Ni una muestra de que él apreciara mi baile? Mi autoestima femenino cayó en picado. No estaba bailando para que él me pillara, sólo había sido una de esas veces que te dan ganas de bailar y te dejas llevar, pero joder, él estaba ahí, ordenando sus papeles tan indiferente, como si no acabara de ver a una tipa quedándose en sujetador. Mastiqué un gruñido.

-Sólo me gustaba la canción y me dejé llevar – aclaré.

Goku alzó la cabeza un momento de sus papeles y me dedico una sonrisa . Eso me cabreo más.

-No te preocupes, pequeña – se levantó con los papeles ordenados – no me asusta verte bailando en sujetador. Simplemente no me esperé que abrieras de repente la camisa así – pasó por mi lado y le dio un tirón a mi cola de caballo – estabas muy graciosa.

Se perdió por el pasillo con sus papeles por delante y escuché la puerta de su habitación cerrarse.

¿Graciosa? ¡Idiota! ¿Esa es su manera de describirme? Gracioso era un bebé haciendo muecas, ¡pero no una mujer despelotándose! Maldito gay estafador. Bufé, apagué la radio y preparé el cubo con agua para limpiar el suelo.

Una hora y media después ya estaba lista para mí salida con Ami. Me había puesto mis jeans favoritos, con una camiseta morada metida por dentro de los vaqueros y un cárdigan beige con las puntas delanteras más largas que las traseras. Me dejé el cabello suelto y me puse una botas ugg de color arena muy calentitas. Y me puse un collar simplemente para que Ami no me opinara que iba muy sosa, porque no iba a perder el tiempo maquillándome, excepto por una capa de labial hidratante.

Cerré la puerta de mi dormitorio, echando el móvil y las llaves en el bolso. Pasé por la puerta de Goku y decidí advertirle que me iba. Golpeé su puerta. Espero que no estuviera aún riéndose de mi espectáculo. Tardó un par de minutos en responder.

-¿Si?

Un Goku con el cabello revuelto abrió la puerta. Sólo llevaba unos vaqueros puestos, únicamente con la cremallera subida. El botón estaba abierto dejando ver como una fina hilera de vello rubio se perdía camino abajo.

En ese momento recordé que un ser humano necesitaba respirar para vivir. Tomé una bocanada disimuladamente y me atraganté con mi propia saliva.

-¿Milk? – Goku se acercó y me dio unos golpecitos suaves en la espalda - ¿estás bien?

-Sí, si – me recompuse – tenía una pastillita de regaliz en la boca y me la tragué sin darme cuenta – aparté los ojos de su cara, era malísima mintiendo.

-¿Quieres un poco de agua? – preguntó preocupado.

-No, ya estoy bien – y ahí iba un intento de sonrisa junto con un sonrojo.

¡Joder! Era la segunda vez en el día que este hombre me hacía pasar vergüenza. Pero, ¿cómo me abría la puerta así? Apostaba tres dedos de mi mano al decir que no llevaba nada debajo de los vaqueros, ¡nada! ¿Qué había estado haciendo? Eché un ojo rápida y disimuladamente por su costado para ver dentro de su habitación. La cama estaba tendida, pero arrugada, y había una toalla hecha una bola encima.

-¿Qué pasa? – consultó.

Lo miré sin saber que quería. ¡Ah, sí! ¡Mierda, se supone que había llamado a su puerta para algo! Pero es que el pecho desnudo, el cabello despeinado, los ojos brillantes y el vaquero abierto me habían matado, ¡si estoy hasta húmeda!

-Quería avisarte que iba a salir con Ami. Volveré a la noche.

-De acuerdo, pequeña. Yo también he quedado más tarde con Black.

-Estupendo, ¡nos vemos luego! – agité mi mano en despedida y abandoné la puerta de su habitación.

Sólo cuando estuve dentro del ascensor, solté en un largo suspiro todo el aire que había estado conteniendo.

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Espero les haya gustado el capítulo, los próximos y últimos tres capítulos serán demasiado largos, publicare mañana si la aplicación me lo permite ya que me anda fallando, no me notifica nada😡, pero bueno el tiempo verá que sucede, hasta la próxima👋👋👋👋👋👋👋👋.

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