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Capítulo 16

Narra Goku

Metí la llave en la cerradura y entré en el piso. Dejé la maleta en una esquina del salón y olisqueé el aire. Un rico olor a estofado llegó hasta mi nariz.

-¡Goku! - Milk se tiró a mis brazos. Rodeó mi cuello con sus antebrazos y enterró la nariz bajo mi oreja. Yo aproveché y rodeé fuerte su cintura con mis brazos, apretándola contra mi cuerpo. Se quedó alzada unos centímetros del suelo - ¡se supone que llegabas hace cuatro horas!

-Sí - aflojé el abrazo y ella me miró con una expresión preocupada - hubo un retraso con los vuelos debido a una tormenta de nieve. Tuvimos que esperar miles de horas en el aeropuerto - dije exageradamente.

Le di un apretón a su cintura antes de dejarla ir definitivamente. Me era tan cómodo tenerla entre mis brazos, envuelto en su olor y en la suavidad de su piel.

-Estaba preocupada, como me dijiste en el mensaje que llegabas a las tres - me miró incómoda.

-Lo siento, tenía que haberte avisado - adoraba ver la preocupación por mí en sus ojos.

-¡Oh, no, no! Soy una exagerada, mariquita - me miró ruborizada, como si se avergonzara de haberse puesto así - he preparado estofado de carne con verduras, ¿quieres cenar?

-Claro - sonreí - suelto la maleta, me lavo un poco y estoy contigo. Gracias, pequeña - tomé su barbilla y le di un beso en la frente.

Fui a la habitación y dejé la maleta. Sólo la abrí para sacar una pequeña bolsita de terciopelo negro. La metí en el bolsillo de mi pantalón. No sabía si sería apropiado dárselo como regalo de Navidad, pero que más daba.

Milk había puesto la mesa y la olla caliente en el centro. Me sonrió cuando entré y me sirvió un plato. Se sentó tras servirse ella. Estuvimos hablando de las vacaciones, de los regalos que habíamos dado y recibido y de las fiestas en general. Sonreí cuando me dijo que había pasado Año Nuevo en una fiesta con las sobrinas de su padrastro, pero que había estado aburrida porque no conocía a nadie.

Me embebí de sus gestos, miradas y expresiones. Disfrute de sus toques, sonreí con sus risas y sacudió mi corazón con sus atenciones. Mi cara de bobo tenía que ser espectacular.

Lavé los platos mientras Milk limpiaba la mesa y ponía lo que había sobrado del estofado en un recipiente.

-¡Ven! - Milk agarró mi mano y tiró de mí hasta el salón cuando terminamos de recoger los platos de la cocina. Su mano cálida hizo cosquillear mi fría palma.

Me sentó en el sofá largo y ella se agachó en el suelo palpando con su mano bajo el sofá. Tiró con fuerza de algo y sacó un paquete plano y rectangular. Con una sonrisa, se sentó a mi lado y me lo ofreció.

-Es para ti, mi regalo de Navidad - dijo.

Milk lo puso en mis manos. Apreté sorprendido el papel de regalo. Dentro había algo ligero y liviano. Milk me había dado un regalo de Navidad. Una sonrisa fue creciendo en mi cara cuando rompí con nerviosismo el papel. Oh... un tejido de color verde bosque cayó en mis manos. Lo tomé por la parte superior y lo alcé delante de mí. Era un jersey de lana. Lo bajé y miré a Milk. Ella mordía su labio inferior y sus ojos no pestañeaban.

-Gracias.

-Lo he hecho yo - me dijo y se sonrojó.

Mi quijada bajó unos centímetros, ¿ella me había tejido un jersey? Volví a mirar la prenda. Ella se había pasado horas tejiendo solo por mí. Pasé mis yemas por el jersey, disfrutando de la textura de la lana.

-Si no te gusta, no hace falta que... - Milk volvió a morderse el labio. ¡qué tonto! Me había quedado callado durante unos minutos y había malinterpretado mi silencio.

-No, me encanta - me lo metí por la cabeza y sentí como me ayudaba, colocando los hombros en su sitio - es precioso - dije mirándome con él puesto.

-Me alegro que te guste. Temía que te quedara pequeño o grande - dijo orgullosa.

-No, me queda perfecto - acaricié su mejilla - tienes buen ojo - no podía dejar de tocarla - pero no tenías que haberte molestado.

-¡No, no es molestia! Me gusta tejer y te queda de maravilla - me dio una nueva sonrisa y se preparó pare levantarse del sofá. Fui rápido, la agarré de la muñeca y volví a sentarla.

-Espera - metí la mano en el bolsillo y rebusqué - yo también tengo algo para ti - tomé su mano y puse la palma hacia arriba. Allí dejé la bolsita de terciopelo.

Milk abrió los ojos y titubeó a la hora de tirar del cordón. Volcó la bolsita y dejó caer en su otra mano un pequeño corazón resplandeciente.

-¿Goku? - me miró sorprendida.

Sí, se que era un tonto regalándole eso. Pero el último día de vacaciones vaciando un cajón donde tenía unos apuntes que iba a necesitar, encontré la caja donde guardaba unas adornos y cachivaches que me dejó mi abuela antes de morir. Las dos cosas más valiosas eran un anillo antiguo de compromiso y ese corazón. Cuando lo tuve en mis manos, supe que era para Milk. Ella tenía mi corazón, de modo que porque no también tener ese.

-¿te gusta?

-No tengo palabras - Milk lo hizo girar entre sus dedos - pero Goku, no tenías que haberte gastado el dinero en comprar algo así, sabes que no soy chica de joyas y lujos.

-No me ha costado nada - le sonreí - es una de la miles de baratijas que heredé de mi abuela - no le iba a admitir que era un diamante y una de las cosas más valiosas que tenía, si no, conociéndola, ¡me lo tiraba a la cara! - tiene un pequeño gancho, puedes ponerlo en un collar o en el eslabón de una pulsera. Como quieras.

Milk aún miraba anonadada el corazón y lo hacía girar. Lo miró desde todos los ángulos. Al final, lo dejó sobre su muslo y con una mano subió la manga de la camiseta del otro brazo.

-¿Me lo pones, por favor? - tenía puesta una pulsera de plata de pequeños eslabones.

Cogí el corazón y forcejeé un rato para colocarlo. Una vez puesto, Milk levantó el brazo para ver como le quedaba. El corazón quedaba hermoso sobre su piel. Sin embargo, al girar la muñeca para comprobar que el corazón estaba bien sujeto, vi algo oscuro colgando al otro lado.

-¿y eso? - agarré su muñeca. Había un pequeño lobo marrón tallado.

-¡Oh, me lo hizo Max hace un tiempo! Lo talló él mismo para mi graduación - contestó distraída, aún seguía pendiente del corazón.

Una rabia y unos celos me subieron desde el estómago hasta la boca. Odiaba que Milk llevara tocando su piel algo de otro hombre. A pesar de saber que ese hombre no le provocaba nada. Bufé. Milk me miró raro por unos segundos, pero después se lanzó a mis brazos.

-¡Es hermoso! ¡Gracias, gracias, gracias! - entre cada "gracias", me daba un sonoro beso en la mejilla - ¡siempre lo llevaré conmigo!

Hablamos un rato más y me dijo como quince veces que mi regalo era el más bonito que había recibido.

Una hora después nos deseamos buenas noches antes de retirarnos cada uno a su habitación. Mañana teníamos de nuevo clases y todo volvía a su rutina. Me dejé caer en la cama.

-¿qué voy a hacer?

Tiré de mis cabellos hacia atrás. Estaba enamorado de Milk, muy enamorado. No sé que puedo hacer. No puedo cogerla y soltarle mis sentimientos. No sé que siente ella y para cerrar, cree que soy gay, ¡gay! Como odiaba la tapadera que yo mismo había creado.

Creo que me quedé dormido gruñendo.

[...]

Era jueves y sólo llevaba cuatro días de clase de este nuevo año y ya estaba cansado. Me aburría soberanamente. Ya había leído bastante sobre los temas que nos estaban explicando actualmente, pocas cosas eran nuevas para mí cuando había estado viviendo con un médico desde que nací. Al menos ya se habían acabado las prácticas por la tarde, ahora sólo iba a clases por la mañana.

Estaba solo en el piso porque Milk aún no había llegado de su trabajo. Así que me tiré todo lo largo que era en el sofá y hojeé la revista médica que recibía mensualmente.

Tenía que pasar un par de trabajos al ordenador, pero no tenía ganas en ese momento. Eso me pasaba por mi manía de escribir los párrafos de los trabajo a mano y después escribirlos y recomponerlos en el ordenador. Chasqueé la lengua y pasé una hoja.

Estaba terminando de leer un artículo sobre los avances en el campo oftalmológico cuando escuché un ruido fuerte fuera del piso. Me levanté de un salto, dejando caer la revista al suelo. Me asomé por la mirilla de la puerta mirando hacia la zona de las escaleras.

-¡Diablos!

Abrí la puerta de un tirón.

Milk estaba tirada en el suelo. Sus cosas desparramadas, su labio inferior sangrando y una expresión de dolor en sus ojos. Antes de que pudiera llegar hasta ella, se cogió el tobillo derecho y se quejó de dolor.

-¡Milk, por Dios! ¿qué ha pasado? - me dejé caer a su lado y tomé su rostro con cuidado. Tenía el labio abierto.

- Goku - lloriqueó y el labio le sangró más - me he tropezado con el escalón y me he estampado contra el suelo - gimoteó. Unas lágrimas escaparon de sus ojos y se las quité rápidamente con el pulgar.

-¿Dónde te has lastimado más? - pasé a una actitud más profesional y la empecé a escanear con mis ojos.

-Aquí - se sentó como pudo en el suelo y me señaló su tobillo derecho.

Levanté con cuidado el jean y palpé la piel de su tobillo. Lo tomé con cuidado y lo moví ligeramente de arriba abajo y de un lado a otro. Milk dejó escapar un gritito de dolor durante todos los movimientos que le hice.

-No creo que esté roto, pero no estaría de más unas radiografías - Milk sólo gimoteó. Su expresión me llegó al alma.

Recogí sus cosas y las metí en su bolso como pude. Milk me señaló sus llaves, que habían salido disparadas hasta la esquina más lejana. Me explicó que estaba buscando las llaves en su bolso y no vio el escalón, por eso se tropezó. Me colgué su bolso en el hombro.

-Agárrate, pequeña - pasé mis brazos bajo sus rodillas y hombros y la alcé.

Entré al piso y cerré la puerta con un puntapié. La dejé suavemente en el sofá y puse un cojín bajo su pie lastimado. Le saqué el zapato y el calcetín y subí el jean hasta media pantorrilla. Era tan ajustado que me costó.

-Espera aquí.

Fui por unas cosas y volví junto a ella. Coloqué un paño con hielo en su tobillo. Milk siseó por lo frío que estaba y frunció la nariz.

-Debes dejarlo ahí, si no se hinchará - le dije - voy a curarte el labio, ¿de acuerdo?

Milk asintió y sorbió la nariz.

Abrí el botiquín que también había traído y saqué unas gasas y un desinfectante. Al menos la hemorragia del labio se había cortado. Le di leves toquecitos con la gasa para no lastimarla y limpié los restos de sangre que habían quedado en su barbilla. Sin embargo, noté un color más oscuro en la piel debajo de los labios.

-¿te has golpeado también en la barbilla, no?

-Si - dijo con un puchero - digamos que he besado el suelo - rodó los ojos.

-Pues te va a salir un buen moretón en la barbilla. Deberás echarte una pomada anticoagulante. Por lo menos, no te has roto el tabique nasal, eso si que hubiera sido muy doloroso.

Le seguí curando el labio, tenía una buena herida. No le puse nada encima para que estuviera ventilada.

-Muy bien, ahora vamos al hospital - la cara que puso Milk me hizo reír - lo siento, pequeña, pero esto no es como el catarro que cogiste. Necesitas radiografías.

-Odio los hospitales - se cruzó de brazos con fuerzas y con el movimiento, tiró el paño con hielos.

-Yo estaré contigo, pequeña - cogí el paño y lo puse de nuevo en su tobillo - se te está hinchando el tobillo.

-Vale, vale - descruzó los brazos y me miró derrotada.

-Espera aquí. Me cambiaré de ropa e iré abajo para dejar el coche enfrente del portal, aunque tenga que dejarlo un momento en doble fila.

-No me voy a mover de aquí - me dijo entre irónica y enfadada. Me reí y ella volvió a rodar los ojos y a cruzar los brazos, pero esta vez sin tanta fuerza.

Cambié mi pantalón deportivo por un vaquero rápidamente y fui a cambiar el coche. Volví a subir y tiré los hielos medio derretidos al fregadero. Me aseguré que Milk llevara sus papeles de la seguridad social y le puse el calcetín en su pie lastimado. El zapato fue imposible, tenía el pie demasiado hinchado como para meter el pie a presión.

-¿preparada, pequeña?

-Claro, mariquita linda - la tomé en brazos de nuevo y ante mi nuevo apodo, mi cara fue una mezcla de diversión y "¿qué mierda?"

La monté en la parte trasera del volvo y conduje rápido hacia el hospital. Tuvimos que esperar un buen rato hasta que nos atendieran. Para ese entonces, Milk estaba más calmada. Me contó que eso le pasaba muchas veces, que no era su primera torcedura de tobillo, pero que le había puesto muy nerviosa y llorona ver tanta sangre, pues la odiaba.

El médico que nos atendió fue rápido una vez vista las radiografías. Milk no tenía nada roto, sólo un esguince leve. Le recetó unas pastillas antiinflamatorias para la hinchazón y reposo total durante un par de días. Le recomendó encarecidamente que tuviera el pie en alto y que evitara apoyar todo el peso de su cuerpo, al menos hasta el lunes. Cuando vio la cura del labio, me felicitó, alimentando mi orgullo.

Cuando llegamos de vuelta al piso, después de parar en una farmacia para comprar las pastillas, Milk se quedó tumbada en el sofá todo lo que quedaba de la tarde. Se dedicó a hacer llamadas desde su móvil, sobre todo a su trabajo para avisar que no podría ir mañana.

Me carcajeé de Milk desde la cocina, donde estaba preparando la cena, al escucharla discutir con su padre por teléfono. No sé cuantas veces le insistió para que no viniese por ella, que se encontraba bien y en buenas manos. Y, ¡oh! si me dejara ponerle las manos encimas, si que estaría en muy buenas manos.

Estuve el resto de la tarde y la noche llevándola de un lado a otro. Para mí no era problema, pero ella se quejaba diciendo que era una carga para mí.

-Yo puedo ir de un lado para otro dando saltitos - se quejó mientras entraba con ella al baño un rato después de haber cenado.

-Pero, pequeña, así no tienes la tentación de apoyarlo y puedo perfectamente contigo, ¡no pesas nada! - le sonreí.

-De acuerdo - suspiró - eres mi hombre ideal: gay, protector y fuerte - frotó su mejilla contra mi pecho.

"¡oh, bien!" pensé para mí y me mordí la lengua para evitar chasquearla ante su comentario, hiriente para mi ego.

Se cepilló el cabello y se lavó los dientes entre mis brazos. La incliné un poco para que pudiera escupir el agua en el lavabo. Por último, la deje precariamente de pie sobre un pie delante de la taza del wáter.

-Te espero fuera. Avísame cuando termines - le dije.

-¡Ok, mariquita!

Cerré la puerta y empecé a caminar pasillo arriba y abajo. Revolví mi cabello. La había soltado hace un minuto y ya la echaba de menos entre mis brazos. Su olor, su cabello cosquilleándome en mi antebrazo, su mejilla contra mi pecho...

-¡Ya!

Abrí la puerta. Milk me esperaba casi en la puerta.

-¿has andado? - alcé una ceja mirándola medio enfadado.

-¡Sólo un par de saltos! ¡Así tienes que soportarme menos!

-¿eres testaruda, eh? - le increpé y ella me sacó la lengua.

La tomé de nuevo antes de que perdiera el equilibrio y la llevé hasta su habitación. La dejé en su cama y le ayudé a apartar las mantas. Le alcancé una camisola larga que usaba para dormir, que estaba colgada tras la puerta. Dejé también un cojín del salón encima de la cama para que lo pusiera bajo su pie para dormir.

-¿algo más que te haga falta?

-Nop - remarcó la "p" y me dio una sonrisa típica de una niña pequeña con coletas - ¡gracias por todo! - me dijo ya seria.

-No es nada - puse mi mano en su mejilla - sabes que puedes darme un grito para llamarme si necesitas algo en la noche, ¿no? Dejaré mi puerta abierta para oírte.

-De acuerdo, mariquita. Deja entonces también mi puerta abierta - sonrió.

-Muy bien - pasé mi mano con cuidado hasta su barbilla y comprobé que hubiera absorbido bien la pomada para los moretones y que la herida de su labio estaba cicatrizando bien. Retiré mi mano.

-Buenas noches, mariquita linda - me sonrió y tapó un bostezo con su mano.

-Buenas noches, pequeña testaruda - besé su frente y salí del dormitorio para dejarla descansar.

Esa noche dormí intranquilo. No conseguía caer en un sueño profundo porque mi propio subconsciente me mantenía alerta por si me llamaba. Un par de veces la escuché hablar. Sin embargo, sólo decía mi nombre en sueños y creo que eso hizo que tampoco durmiese mucho, al quedarme a su lado para poder escuchar mi nombre pronunciado por sus labios.

[...]

A la mañana siguiente, me levanté antes de que sonara el despertador. Seguí la rutina de la noche anterior. Dejé a Milk encima de su cama la ropa que me indicó dentro de su armario. Luego, la acompañé al baño, pero esta vez me esperó junto a la taza del wáter y le di una sonrisa por haberse comportado esta vez. Después, la senté en una de las sillas de la cocina y puse su pie lastimado encima de otra. Serví el desayuno para los dos.

-Bien, a ver que hacemos para pasar la mañana, no me apetece nada pasar mis trabajos al ordenador - comenté después de darle un mordisco a mi tostada.

-¿Cómo que qué hacemos? - Milk soltó la taza de café y me miró confusa - ¡tú tienes clases!

-Pero no te voy a dejar sola - dije como si eso fuera lo más lógico.

-Por supuesto que sí - sentenció - no vas a perder tus clases por mí

-¡No te las puedes apañar sola!

-No es la primera vez que me pasa, Goku - me dijo seria - me las puedo apañar y Ami vendrá en unas horas y almorzará conmigo.

-Pero Milk, ¿y si te caes otra vez? - dije preocupado.

-No me moveré de la cama- prometió - y Ami me puede ayudar a llegar al baño, no sería la primera vez que lo hace - rodó los ojos, eso se le estaba haciendo una costumbre últimamente - de modo que no más "peros". Irás a tus clasesy dame tus trabajos. Yo los pasaré al ordenador - ordenó.

-¿Cómo? - estaba impresionado antes sus órdenes de mandato.

-Que yo pasaré tus notas. No pretenderás que me quede aburrida en la cama, ¿no? Yo no tengo más trabajos que hacer por ahora. Así que déjalo en mi mesita de noche- acabó tan pancha y masticó su tostada.

Desde luego, Milk era una mujer de armas tomar cuando quería. Reí.

-De acuerdo, mi generala - ella me sonrió gustosa.

Recogí la cocina, la llevé hasta su habitación y le dejé todas las cosas que necesitaba al alcance de su mano. Me arreglé para irme y la llevé al baño una vez más antes de salir.

Le hice prometer que me llamaría al móvil por cualquier cosa que pasara. Ella me llamó pesado y me instó a que me fuera o llegaría tarde. Me despedí de ella con un beso en la mejilla y salí del piso con la preocupación en el cuerpo.

[...]

Narra Milk

-¡Listo! - tecleé el último punto y le di guardar al documento.

Había pasado las últimas tres horas pasando los escritos de Goku. No sé porque este chico lo haría primero a mano. Métodos de estudio, supongo. Cerré la tapa del portátil. Al menos, gracias a Goku había aprendido sobre cardiología y prevención de infartos.

Ordené sus folios y les puse el clic para que no se separaran. Pase mis dedos por encima de su caligrafía. Era hermosa. Alargada e inclinada. Espero que cuando fuera médico no la perdiera.

Tres 'bips' seguidos y una vibración hizo que tomara mi móvil.

Sonreí. Era un nuevo mensaje de Goku. Era el cuarto que me había mandado desde que se fue. Le contesté, reafirmándoles que me encontraba estupendamente y que me había tomado las pastillas a la hora que debía.

Era un encanto y cada día estaba más enamorada de él. Suspiré.

No sé como iba a seguir con este juego si él era un cielo. Un mentirosillo, pero un cielo. Sin embargo, ¿qué ganaba diciéndole que lo sabía? Una cosa es que yo tuviera sentimientos por él y otra cosa bien distinta es que él los tuviera por mí, que por supuesto que no los tenía. Si le enfrentaba y le decía que sabía su engaño, tendría que echarlo del piso y me quedaría sin verlo día a día. Y una parte de mí, una bastante grande, le gustaba jugar con él, ponerlo en situaciones gays extremas y retar su integridad de macho.

Me tallé los ojos, no sé en que momento me quedé dormida, cuando escuché el ruido de una puerta abrirse y unas voces. Ami. Agradecí el día que le di una llave del piso por si había alguna emergencia, no sé como hubiera sido capaz de llegar hasta la puerta cojeando.

-¡Hola! ¿cómo estás? - Ami se tiró en mi cama y comenzó a comprobar mi pie.

-Bien, dentro de lo que cabe - le contesté.

-Esto está morado- retiró el calcetín y puso con delicadeza sus dedos fríos sobre mi piel.

-Es normal - me encogí de hombros - me lo torcí bastante bien. Vi las estrellitas.

Ami se colocó a mi lado y miró también mi labio y barbilla. Gracias a la pomada no me había salido un moretón muy grande en la barbilla y el labio ya no me dolía.

-Menos mal que no te abriste la barbilla, ¡te hubiera quedado una cicatriz muy fea siendo tan blanca! - exclamó después de su examen.

Ami me ayudó a ir al baño, pasándome su brazo bajo mis axilas y parándonos cada dos minutos para descansar. Después me llevó al sofá del salón, estaba harta de mi cuarto, y ella hizo mi cama y recogió el portátil y las cosas que tenía allí. Decidimos pedir comida china para almorzar, ya que Ami no era muy ducta en las artes culinarias.

Almorzamos en el salón entre risas. Ami se veía más risueña de lo normal y sus ojos brillaban constantemente. Le conté también lo bien que se había portado Goku conmigo desde que me caí y le dije que seguro que estaba practicando conmigo para poder tratar mejor a sus futuros pacientes.

Ami se negó en rotundo a que le dijera algo a Goku. Ella no quería que fuera yo la que quedara en evidencia.

-Si quieres, deja de ponerle pruebas, pero no le digas que lo quieres - dijo Ami tajante - si le das tu corazón en bandeja sin saber lo que Goku siente, puede jugar con él.

-Que te hiciera eso Alex no significa que Goku me lo vaya a hacer a mí - mordí mi labio superior, el inferior estaba hecho un asco - me siento mal haciéndole todo esto, ¡por Dios, si le dije que Max tenía una buena polla! - me sonrojé.

-A ver, Milk, - agarró mis manos - recuerda que aquí el malo es Goku, ¡él ha sido el mentiroso! ¡no puedes sentirte mal! Vamos, ni que le hubieras obligado a acostarse con Max - soltó una risita.

-De acuerdo - acepté - pero dejaré de lado mascarillas, cera y esas cosas. En el fondo, a mí tampoco me gustan nada.

-Por lo cual, ¿anulo tu pedido de crema exfoliante para el peeling?

-¡Oh, si! Sabes bien como odio esos potingues en mi cara. Acepto hacerme la cera porque odio los vellos de mis piernas, pero ¡nada más! - negué con la cabeza.

-Entonces, ¿me lo puedo quedar? Me vendrá bastante bien, anoche acabe mi bote.

-Todo tuyo, Ami - me metí en la boca el último trozo de rollito de primavera.

Ami recogió todo, me trajo la pastilla que me tocaba ahora y puso una película. Pasamos las dos horas siguientes viendo una comedia de esas que te ríes tanto que se te acaban cayendo las lágrimas.

Estaban los créditos cuando escuchamos unas llaves abrir la puerta de entrada.

-¡Hola Goku! - dijimos Ami y yo a coro y luego nos largamos a reír.

-Hola- Goku sonrió y se acercó a paso ligero hasta mi pie - ¿te ha dolido? ¿has tenido alguna otra molestia?

-Para nada - le di mi mejor sonrisa de niña buena - he tomado mis pastillas y me he puesto la pomada en la barbilla.

-Muy bien- Goku retiró el calcetín y reviso mi pie, moviéndolo imperceptiblemente de arriba abajo - a ver el labio - tomó mi mejilla y movió mi rostro de un lado a otro para ver mis labios desde todos los ángulos, de mientras que yo no podía dejar de mirar los suyos, tan perfectamente definidos.

-¡Oh, yo también voy a querer un médico en casa cuando me pase algo! - cantó Ami mientras revoloteaba detrás del sofá - ¡tienes mucha suerte, Milita!

-Si te pasa algo, te lo prestó - bromeé, pero ella sabía que no se lo dejaría a ninguna ¡ni loca!

Las dos nos reímos mientras Goku nos miraba ceñudo.

-¡Que estoy delante! - dijo, cruzando sus brazos y marcando sus bíceps para mi delicia.

-¡oh, perdón! Seguro que prefieres a guapos machos enfermitos - dije con una sonrisa pícara. Ami se echó a reír más fuerte.

Goku se fue a su cuarto moviendo su cabeza, parecía como si pensara que no teníamos remedio.

Decidí con Ami que ya que estaba aquí, me ayudaría a darme un baño. No quería estar oliendo mal cuando Goku me dejara en la cama esta noche. Ami aceptó gustosa con una mirada maquiavélica y entonces, creo que preferí oler como un cerdo antes de aceptar bañarme. Ami de verdad me asustaba a veces.

-¡Gokuuuuu! - gritó - ¿podrías hacernos un favor? - Ami me miró agitando sus pestañas poniendo carita de niña buena. Oh, oh... ahora tengo más miedo.

-Claro, ¿qué pasa? - Goku entró al salón con un pantalón deportivo y una camiseta suelta.

-Verás, voy a ayudar a Milk a darse un baño, ¿podrías cargarla hasta la bañera? así no tendría que forzar su tobillo bueno dando saltos- Ami le sonrió ahora a él con la carita de niña buena.

Por supuesto, Goku no se dio cuenta del juego que estaba dispuesta a comenzar Ami. Me cargó en un segundo y me llevó hasta el baño. Me dejó con delicadeza dentro de la bañera. Ami entró detrás de él con una sonrisa de oreja a oreja.

-Gracias, Goku - le dijo Ami y para mi propio estupor, empezó a sacarme la camiseta por la cabeza.

-D...de nada- Goku abrió imperceptiblemente los ojos y se dio la vuelta rápidamente para salir.

-Dejo la puerta entre abierta por si vuelvo a necesitar tu ayuda - dijo Ami en voz alta, me dejó sola sacándome la camiseta y colocó la puerta entornada unos centímetros.

Ami volvió a mi lado dando saltitos y cogió la camiseta que le tendí. Me ayudó a sacarme los pantalones y la ropa interior, que nos costó como cinco minutos. Cuando Ami abrió los grifos, me acercó la esponja, el champú y el jabón y se sentó en la taza del wáter, fue mi tiempo de encararle:

-¿se puede saber qué pretendes? - siseé mojando la esponja.

-Nada, nada- Ami se puso a mirarse su manicura.

-Me acabas de tratar como una inválida y ¿dejar la puerta abierta? - señalé con la cabeza la puerta.

-Simplemente vamos a dar un espectáculo calienta hombres - Ami sonrió de nuevo luego, carraspeó como si estuviera aclarándose la voz.

-¿calienta hom...?

No pude terminar la pregunta, Ami me interrumpió.

-¡Oh, si, Milk! - Ami alzó la voz unos decibelios - ¿dónde has dicho que quieres que te frote? - ronroneó.

La esponja se me cayó de la mano, salpicando agua por todos lados. ¿Ami estaba usando una voz sexy y dulzona?

-¿A...mi? - susurré.

-¡Sígueme el juego, quieres! - murmuró rápido - ¿no te imaginas quién está escuchando?

¡Ay, Dios mío! En los líos que me mete esta mujer.

-¡Ah, ah! ¡Ami eres genial! - empecé a hablar en alto yo también.

-¿A qué si, nena? - Ami dejó escapar sonido gutural.

-¡Sí, sí, pero un poco más abajo! - empecé de nuevo a enjabonarme un brazo mientras intentaba poner mi mejor voz de pervertida - ¡y más fuerte!

Ami se puso la mano en la boca para contener la risa.

-¿Así te gusta? - Ami empezó a juguetear con la toalla- ¡dime donde quieres que te frote más!

-Aquí, aquí - empecé a golpear el agua para dar sensación de movimiento - ¡si, si! ¡Ami eres buena! - me mordí un dedo para no reírme yo tampoco. Al final, esto estaba resultando muy divertido - ¡sabes perfectamente dónde y cómo frotarme!

Ami soltó un largo y tortuoso gemido. Tenía una cara total de perra en celo. Dejé escapar unas risas tan silenciosas como me fue posible. Bien, era hora de la escena final.

-¡Oh, sí, sííí, Al! ¡no puedo más! - gemí sonoramentey Ami empezó a temblar de la risa encima del wáter, tuvo que agarrarse del lavabo para no caer - ¡Si, si, sííí! ¡Dios míoooo! - me tiré para atrás en el agua para darle efecto.

Ami se mordió la mano. Estaba tan colorada de aguantar las risas que parecía que no se le iban a bajar los colores en días. Pero estoy segura de que yo estaba igual.

-Espero que algún día me puedas devolver el favor - medio gritó Ami.

-Oh, por supuesto - le contesté sofocada por la risa que llevaba hace rato aguantando.

-¡Somos las mejores! - me susurró Ami - ¡debe de estar loco! ¡y más duro que una piedra!

-¡Ami! - le contesté sonrojada - estamos muy mal de la cabeza, ¿sabes?

-Pues mira que bien me has seguido tú - inquirió. Tomó uno de mis peines para cepillarse el cabello mientras yo empezaba a lavarme la cabeza.

-Ya, es que soy muy buena actriz - sonreí con suficiencia.

-Sí, claro, ¡una buena actriz porno! - me señaló con el peine - ¿a qué ha venido ese "Oh, Dios mío"? - imitó mi voz en un susurró y se echó a reír.

-¡Ni idea! - contesté sincera y yo también comencé a reír.

Estuvimos riendo por un buen rato, supongo que liberándonos de todo lo que no nos pudimos reír antes. Goku seguro que pensaría que estábamos majaras, ¿reírse después de un encuentro sexual acalorado? Me enjuagué y con la ayuda de Ami me puse de pie sobre mi pie sano. Ami me puso la toalla alrededor del pecho.

-No hemos traído mi ropa limpia - nos dimos cuenta al segundo -¿vas por ella? - le pedí.

-Espera - y ahí estaba otra vez la mirada perversa de Ami - ¿tienes aquí el pijama que te regaló tu madre o está en su casa?

-Está aquí, en el último cajón del armario, ¿por..? - a veces mi cerebro no iba tan rápido como el de Ami.

-¡Bien! ¿tu ropa interior en el cajón de la mesita de noche, no? - asentí - ¡bien! - volvió a decir - ¡Gokuuuuuu! - chilló.

Ami sacó la cabeza por la puerta después de su grito y cuchicheó algo con Goku, supongo. Una sonrisa maliciosa cruzaba su cara cuando se giró.

[...]

Narra Goku

Me iba a volver loco! Paseé de nuevo por el salón ante el gritito de Milk. Diablos, ¡¿qué estaban haciendo ahí dentro? ¡¿qué? Estaba a punto de morir de una combustión espontánea, bueno, espontánea no, ¡totalmente provocada!

-¡y más fuerte! - se escuchó Milk.

Dios, dios, dios, dios.... Iba a ir al infierno de tanto usar el nombre de Dios en vano. Me retorcí el cabello.

-¿Así te gusta? - y esa era Ami - ¡dime donde quieres que te frote más!

¡Madre de Dios! Mi pantalón apretaba tanto que estallarían las costuras, y eso que era un pantalón deportivo bastante suelto. Entré en la cocina evitando escuchar sus voces. No podía estar pasando ahí dentro lo que me imaginaba que estaba pasando. Rocé mi entrepierna por encima de la tela. Milk mojada, y no sé en cuantos sentidos, y Ami frotándole.

Me pareció escuchar a lo lejos un entrecortado "¡Dios mío!" de Milk.

Apoyé mi cabeza contra la nevera y me controlé para no embestir contra ella como un animal salvaje. Tenía que hacer algo con mi tienda de campaña ya, ¡las chicas podían terminar en cualquier momento! Gruñí, ¿terminar? ¿lo que yo me imaginaba? Un sonido gutural salió de lo más profundo de mi pecho y tomé una decisión rápida. Abrí el congelador, saqué una bolsa de cubitos de hielos, bajé mi pantalón y puse la bolsa fría encima de mis bóxers. Un alarido salió de mi boca antes de morderme la mejilla por dentro para evitar seguir gritando.

-Esto tiene que ser muy malo....

Me resbalé por la nevera hasta sentarme en el suelo, aún con la bolsa de hielos entre mis piernas. Esto no debía ser médicamente bueno.

-¡Gokuuuuuuu!

La voz de Ami me sacó del letargo en el que me encontraba. Estaba completamente tonto después de haber sentido tremendo frío en mis partes. Creo que mi miembro no volverá a ser el mismo después de esto.

Me levanté del suelo, subí mis pantalones y tiré la bolsa medio derretida al fregadero. Me eché una ojeada a mi entrepierna. Ya estaba medio muerta. De todas formas, estiré la camiseta todo lo que pude hacia abajo.

-¿qué se les ofrece, Ami? - puse mi mejor, que me esperaba con la cabeza por fuera de la puerta.

-Se nos ha olvidado coger el pijama, ¿podrías ir? Yo le estoy ayudando a enjuagarse el cabello.

-Claro - por eso no iba a tener problemas, Milk usaba pantalones de algodón y camisetas largas y amplias para dormir. Nada excitante - ahora vengo.

-Espera, espera- Ami me tomó del antebrazo antes de que pudiera girarme - ¿no sabes dónde está su ropa interior, no? - me alzó una perfilada ceja - coge un juego limpio del cajón de su mesilla de noche y el pijama está en el último cajón del armario, ¿de acuerdo?

-Eh, si, si - ¡mierda! Me giré para ir al dormitorio de Milk. Era lógico que tuviera que llevarle ropa interior.

Entré en su habitación y vi todo ordenado. El portátil y mis papeles estaban encima de la cama. Supongo que había pasado mi trabajo. Fui a la mesilla de noche y abrí el cajón.

-¡Oh, diablos!

Estaba lleno de bragas, sujetadores, ¡tangas! Me tiré de los cabellos. Agarré rápido un juego negro y cerré el cajón. Ahora abrí el armario y luego, el último cajón. Estaba lleno de unas camisas y tops que nunca le había visto puesto a Milk. En una esquina había un tejido liviano y semi transparente. Lo agarré de lo que parecía una tiranta y tiré hacia arriba.

Al momento de verlo, se me cayó al suelo. Y mi amiguito, el que creía muerto de por vida, comenzó a saludar.

Era una pijama, si a eso se le podía llamar "pijama", de dos piezas. La parte inferior eran unos pantalones cortos de color beige y ribeteados con una tira de color marrón. La superior una camiseta amplia de finas tirantas, también de color beige, y con un encaje en tonos marrones en la parte superior. Y todo, todo, era semitransparente.

Dejé escapar el aire por la nariz y agarré todo con decisión, después de recolocar mi miembro para que no se notara mucho su estado.

Di unos toques en la puerta del baño.

-¿Ami? ¿Milk?

-¡Pasa, Goku! - me llegó la voz aflautada de Ami.

Empujé la puertay entré. Ami, cuando me vio, se levantó de la taza del wáter. Milk, envuelta en una toalla, estaba sentada en la bañera vacía. Ami tomó las prendas de mis manos con una sonrisa.

-Gracias, Goku - me dijo - ¿podrías sacar a Milk?

Asentí, mudo, y me agaché para tomarla en mis brazos. Olía deliciosamente y la piel de sus brazos todavía estaba húmeda. Su cabello mojado me cosquilleó en la nariz cuando la alcé. Aspiré con disimulo y la dejé sentada en el wáter. Milk estaba ligeramente sonrojada, seguro que por el baño.

-Gracias, Goku - me dijo con voz tierna.

-De nada - le mostré una pequeña sonrisa. Se veía tan linda, ahí con la mirada luminosa y apretando la toalla contra su cuerpo - espero fuera - dije a las dos y salí.

Una vez solo en el pasillo, suspiré. Había tenido unas ganas enormes de abrazarla ahí dentro. Me dejé caer en el sofá del salón y comencé a pasar páginas de un libro que había dejado allí.

- ¡Gokuuuuu! - la voz de Ami me volvió a alertar. La chica llegó hasta el salón saltando, ¿estaba dando saltitos? ¡esa chica era demasiado enérgica para su propia salud! - Milk está lista. Yo me voy ya, que he quedado - me puse depie y Ami se acercó - ¡que pases buena noche! - se empinó sobre sus tacones y me dio un rápido beso en la mejilla -¡chao! - salió por la puerta agitando su mano.

Suspiré. Milk y yo solos. Me tiré del cabello hacia atrás y me preparé mentalmente para lo que me encontraría en el baño.

-Vamos, Goku que no se diga que eres un cobarde - murmuré para mi mismo - sólo es una mujer con una pijama.

Caminé por el pasillo hasta la puerta del baño. Eché un vistazo rápido dentro solo sacando la mitad de la cabeza por el quicio de la puerta. Volví a mi posición en el pasillo, con la espalda y las palmas de las manos pegadas a la pared. Me mordí el interior de la mejilla.

Milk estaba sentada en el wáter, doblando la ropa que estaba usando antes. El cabello, aún un poco mojado, estaba cepillado hacia un lado, cayendo sobre uno de sus hombros. La nívea piel le centelleaba sobre el pijama. El encaje de la parte superior dejaba entre ver el inicio de sus pechos. El juego de ropa interior negro que le había llevado medio se veía, seguro que en un sitio bien iluminado podría ver perfectamente las florecitas que tenían las bragas en las esquinas. Un resoplido se me escapó.

-¿Goku? ¿estás ahí?

¡Tenía que salir ya! Menos mal que no podía andar, si no creería que soy un vil mirón. Me despegué de la pared y sin moverme del sitio, golpeé el suelo con mis pies, como si estuviera llegando ahora mismo del salón.

-Ya estoy aquí - entré con una sonrisa que Milk me devolvió - ¿lista?

-Si - Milk puso la ropa doblada sobre sus muslos y espero a que la levantara.

Una vez en mis brazos fuimos a su habitación para dejar su ropa sobre una silla y luego, la senté en el sofá. Coloqué un cojín bajo su pie, que aún seguía un poco amoratado. Me puse a mirar a todos lados menos a ella. No podía volver a ver como de apetecibles eran sus muslos con esos pantalones. Me senté en el sillón.

-¡Menos mal que eres gay! - dijo Milk de repente riendo - porque mi vestimenta es bastante inapropiada - tiró de su pijama - ¡no tenía nada más limpio! - me dijo con una sonrisa dulce.

-No te preocupes - le di una sonrisa y miré un punto detrás de su cabeza- Eché una ojeada también a mi regazo, para comprobar que la camiseta seguía cubriendo mi entrepierna - es muy bonito y te va muy bien con tu color de piel - le dije y me incliné para coger unos papeles que había sobre la mesa. Lo dejé caer despreocupadamente sobre mi regazo.

-¡A mí también me encanta! Aunque es demasiado transparente - y Milk para comprobar su teoría no hizo otra cosa más que tirar de la tela por los laterales de sus pechos. Su sujetador negro resaltó sobre la transparenciabeige, y mi vista, traidora, dirigió su mirada ahí. Ahora es cuando me daba cuenta de que el sujetador tenía zonas de encaje.

¡Diablos! ¡Tengo que salir de aquí como sea!

-Sí, si - le di una risita un tanto nerviosa. En mis oídos sonó como la de una nena.

Milk soltó la tela y ésta volvió a ondear suelta. Sin embargo, no satisfecha decómo le quedaba, pasó sus manos por encima de sus pechos repetidamente, estirando la tela hacia abajo.

Y ¡Dios! ¡máteme ahora! ¡sus pezones me estaban apuntando! ¡estaban duros contra la tela de su sujetador!

"Goku, tiempo de huir"

Por supuesto, mi consciencia tenía más razón que mi cerebro y mi entrepierna. Me levanté del sillón y lo rodeé. Me puse estratégicamente detrás, donde me cubría hasta la cintura. Hora de cambio de tema.

-He visto que has pasado mi trabajo ya, ¿te traigo tu portátil para que lo pases a un USB y yo pueda pasarlo a mi ordenador?

-oh, claro - Milk cruzó sus brazos delicadamente sobre su regazo - eso sería genial.

-De acuerdo, te lo traigo, voy al baño a darme una ducha rápida y empiezo con la cena, ¿qué te parece una ensalada con filete de pollo?

-Suena bien, aunque yo sólo quiero ensalada. Ami y yo nos hemos hartado de comida china - me sonrió. Yo asentí - aprovecharé mientras para hacer unas llamadas.

-De acuerdo - me pasé la mano por el cabello y me giré rápidamente para irme.

Entré en su habitación, para coger el portátil.

Se lo llevé todo al salón y se lo pasé, usando el respaldo del sofá como barrera. Milk lo tomó con una sonrisa que me costó un demonio devolverle porque mis ojos sólo iban una y otra vez hacia su pijama.

Apresuré mi paso hacia el baño y me encerré dentro. Saqué mi camiseta con fuerza y bajé mis pantalones, mirando la carpa que eran mis bóxers. Diablos... está mujer iba a acabar conmigo.

Me metí en la ducha y encendí el agua. Agarré mi miembro. Creía que dejaría de funcionar después de mi ataque con el hielo. Odiaba tener que masturbarme porque no me saciaba igual, pero si no acababa con esta ahora estaría el resto de la noche arrepintiéndome.

En sólo dos minutos y con la imagen de los pecho de Milk en mi cabeza, terminé.

[...]

Narra Milk

-¡Oh, Ami! - dije en voz baja al auricular del móvil -¡estaba duro! ¡duro! - sólo escuché risas del otro lado.

-Te lo dije- medio chilló - esa pijama es mortal y estoy segura que nuestra escenita de antes ayudó.

-Lo que es mortal es su pantalón deportivo, ¡no sabes como se marcaba todo! - escuché un momento para comprobar que se siguiera oyendo la ducha - y se veía taaan grande y apetecible - me mordí el labio superior y luego, lo relamí.

-Amiga, tienes un problema entre las piernas- Ami volvió a reír.

-No lo sabes tú bien - puse los ojos en blanco - pero me siento tan satisfecha de haberle producido eso, ¡ya estaba creyendo que era gay de verdad!

El pitido de otra llamada entrante me chirrió en el oído.

-Bueno, Ami te dejo, que me está entrando otra llamada. Será mi padre para ver como sigo.

-De acuerdo, Milk. Mañana te llamo para ver como sigues. ¡Un beso!

-Un beso a ti, Ami - y le colgué para aceptar la llamada que, por supuesto, era de mi padre.

Estaba segura que mi padre no había tenido una llamada más feliz y contenta de mí en toda su vida.

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7281 palabras, el capítulo más largo, espero que les guste, hasta mañana sábado👋👋👋👋

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