Capítulo 61
—¿Te encuentras bien? — me pregunta el pelinegro después de beberme el quinto vaso de alcohol. El estómago se me revuelve.
—¿Qué objetivo tiene el juego? — le pregunto ya arrastrando las palabras
—Divertirse— responde con una sonrisa. No encuentro ningún atisbo de borrachera en Zed. Se encuentra más fresco que una lechuga.
Claro, él no ha bebido tanto como yo. La mayoría de mis turnos termina con la bola fuera. Es más difícil de lo que parece. Aunque de seguro sobria, sería mucho más fácil.
Me pasan el sexto vaso de alcohol, y me entran unas arcadas espantosas. Respiro profundo y trato de recomponerme, pero ya es inútil. No me encuentro bien, ya no como para seguir jugando o bebiendo.
—Voy un rato fuera— le digo a Zed
—¿Quieres que te acompañe? — asiento. Me toma de la cintura y me ayuda a pasar en medio de la multitud. Cuando al fin conseguimos salir al jardín, me siento en una especie de gradería y el aire me choca directo contra el rostro, logrando que me maree aún más.
—¿Qué hora es?
—Media noche
El juego ha terminado a las ocho de la noche pasados veinte. Son casi cuatro horas desde que se marchó.
<<¿Cuatro horas no le alcanzan para hacer lo que sea que haya tenido que terminar?>> Según parece no.
No se ha dignado en siquiera llamarme ¡Ni una jodida llamada!
<<¿Qué narices está haciendo?>>
Mi mente se inunda con las imágenes de Wendy, y Logan juntos, en la misma cama, haciendo que el estómago se me revuelva. Me hago a un lado de las escaleras, y vomito. Zed recoge mi cabello para evitar que lo embarre con mi vómito, y con su mano libre me da leves palmaditas en la espalda.
Una vez que deshecho todo, Zed me ayuda a sentarme bien. Apoyo mi cabeza en su hombro y cierro los ojos tratando de recuperarme un poco. No sé cuánto tiempo paso recargada en su hombro, pero la cabeza no me deja de doler, y el mareo tampoco se desvanece. El sabor amargo del paladar no se marcha por nada del mundo, y me arde las fosas nasales y la garganta.
—Voy a traerte agua, no te mueves de este lugar ¿vale?
Solo asiento, y entierro la cabeza entre las manos.
—Ten— musita Zed, extendiéndome un vaso rojo. —será mejor que entremos— dice el pelinegro entre dientes, antes que pueda llevarme el vaso a la boca. No entiendo el motivo de su apuro por entrar. Pero la curiosidad gana, y a medio camino de la entrada reconozco al auto de Logan aparcado. Sale del coche, y nuestras miradas se conectan. Puedo notar como de sus ojos salen chispas. Y en un abrir y cerrar de ojos, ya se encuentra junto a mí.
—¿Qué cojones haces con él? — me grita, pero yo me encuentro tan aturdida que no puedo siquiera responder—¿estás borracha? Y ¿qué demonios te paso en el labio?— continúa ladrándome —¿qué mierda le has dado? — le espeta a Zed
—Nada, no me ha dado nada— respondo como puedo
—Tu deberías saber que le ha pasado— le escupe Zed de la misma forma— tú eres su novio ¿no? ¿por qué no estabas con Noah?
—Cierra la puta boca— le ladra
Logan está rojo de furia, y sé a la perfección que se está controlando para no darle un golpe a Zed.
—¿En dónde estabas? — me atrevo a preguntar
—Por ahí— me responde borde
—Vale...— doy media vuelta y entro de nuevo a la fiesta tambaleándome, dejando sus gritos atrás. Camino a la cocina y tomo un vaso rojo lleno, no tengo idea que narices es, y aun así me lo bebo.
—Noah... — gruñe Logan a mi espalda —deja de beber— dice quitándome el vaso de las manos.
—Vete Logan, ya he pasado la mayoría de tiempo aquí sola ¿para qué has venido? ¿para fastidiarme aún más la noche?
—He tenido cosas que hacer— me grita
—¡Sí! ¿qué cosas?
—No te debe importar, son cosas mías que no tienen nada que ver contigo
Salgo de la cocina chocando con su hombro, y trato de caminar hasta la salida, pero me sujeta del antebrazo.
—Puedes regresar hacer lo que sea que hayas estado haciendo. — yo y mi gran bocaza. Aunque lo haya dicho, ruego porque no se marche; para que no me deje.
—Vale...— dice dándose media vuelta y perdiéndose en medio de toda la multitud.
Siento como las lágrimas se empiezan agolpar en mis ojos, pero me niego rotundamente a llorar. No frente a toda esta gente; no de nuevo por Logan. Salgo de la casa, y me arrepiento por no haber venido en mi propio coche. Camino por las calles desoladas, y el viento chocando contra mi cuerpo me hace temblar. Me abrazo con los brazos, y continúo caminando. Mi móvil empieza a sonar, y me advierte que Carmen ya está en casa. Es la una de la mañana con diez. Sigo caminando, pero no recuerdo porque avenidas cruzamos para llegar hasta la fiesta.
No puedo evitar mirar atrás, por si Logan me está siguiendo, pero no pude llevarme mayor decepción. De seguro está dentro de la fiesta bebiendo, o ligándose a alguien. O a Wendy.
Un auto aparca junto a mí, e instintivamente me hago a un lado. Bajan la ventana del copiloto, y reconozco a Jake.
—Sube— dice. El recuerdo de cuando estuvimos en casa y dijo que sabía más de lo que creíamos me hace pensarlo dos veces. Borrando de mi cabeza ese pensamiento, accedo a subirme. —Estás tiritando de frío— seguido prende la calefacción y el interior del coche se empieza a calentar.
—Gracias
—¿Por qué estás sola?
—No quiero hablar de ello
No le da importancia a mi respuesta, y continúa manejando. Para en medio de la nada, y yo giro a verlo asustada.
—¿Qué vas hacer?
—Voy a comprarte un café. No puedes llegar en ese estado a casa, si tú madre te ve así, va a matarte.
Dicho eso se baja del coche, y corre hasta una cafetería de paso, que no sabía que estaba existía. Luego de unos minutos regresa, y me tiende un envase de café.
—Bébelo todo
Bebo un poco y el sabor amargo, casi hace que vuelva a vomitar.
—Esto esta asqueroso— me quejo
—No me moveré mientras no lo acabes— me dice burlón. Lo fulmino con la mirada, y haciendo bastante esfuerzo empiezo a beberlo. Tengo la impresión que el contenido nunca va a terminar. Miro el reloj del coche, y ya ha transcurrido una hora desde que me marche de la fiesta. Una hora en la que no tengo un mensaje, o llamada de su parte. Solo dejo que me marchara.
—¡Ya! — gruño mostrándole el envase vació
—Buena chica— se burla
Le doy un golpe en el hombro, y este hace una mueca exagerada. Como si de verdad lo hubiera lastimado.
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