Logan

Mi móvil vibra y es un mensaje de Matt.

1:50 HRS

Matt: Tío, los jefes ya saben de tu perdida, quieren verte ahora √ √

Logan: Voy hacia allá √ √

No me espera nada bueno. Mierda, esto no puede ser nada bueno y francamente espero que las consecuencias solo me repercutan a mí, a nadie más.

Una gota de sudor baja por mi espina dorsal mientras cruzo el callejón para llegar a ese maldito sitio. Con cada paso que doy mi corazón se acelera más, tanto puedo escuchar su palpitar en mis oídos.

Antes de descolgar la bocina del teléfono y timbrar un hombre habla desde la otra línea.

— Pasa — dice y las puertas se abren. A medida que me adentro a la casa el miedo me invade y estoy consciente que mi visita no es para felicitarme. Sé a la perfección que desde el momento que cruce esa puerta mi vida ya no está en mis manos sino en las manos de las personas que se encuentran dentro de este sitio.

Dos sujetos enormes me toman de los brazos guiándome.

La casa es bastante vieja. En realidad, todos la toman como abandonada pero no es así. Nadie conoce que se esconde dentro y bajo de ella, esta no es una casa normal, y ni siquiera las personas que conformamos este grupo sabemos completamente que se esconde tras todas las paredes de esta casa, pero francamente, no quiero saber todas las cosas espantosas que pasan dentro de este sitio. Si solo con las que conozco me cuesta dormir. Tras caminar casi treinta minutos el olor a tierra inunda mis fosas nasales y una leve luz se ve a unos cien metros de distancia. Ya es hora.

Camino hacia la luz y allí está él, con la misma sonrisa de Cheshire y con su mirada gélida. Similar a la que yo acostumbro a dar.

Antes de poder decir algo los mismos guardias que me guiaron me toman de las manos y me encadenan. Por más resistencia que puse no estoy en óptimas condiciones para una pelea más.

No sé cuánto paso encadenado pero las muñecas comienzan a dolerme, y se me hace difícil seguir en pie. Puedo asumir que ya han pasado más de ocho horas.

Se lo que me espera cuando veo a varios sujetos entrando, estos me asestan golpes, unos en la cara otros en el torso, pero la mayoría en el rostro. Siento sangre resbalando por mi mejilla, probablemente me han roto una ceja. La nariz y boca también me sangran, pero no emito un solo gemido de dolor.

Cuando creí que ya había terminado todo, dos mastodontes se acercaron con bates de béisbol y empezaron a golpearme en las costillas, en el torso, en las piernas, en todo el cuerpo. Uno me da un fuerte golpe en el estómago, logrando que me quede sin la poca fuerza que poseía. Con ese golpe ya no pude mantenerme más en pie y caí, quedándome colgado por las cadenas que me sujetan y lastimándome más las muñecas. El último golpe que me asestan es tan fuerte que todo el aire de mis pulmones se vacía, y tan doloroso que no pude contener un grito de dolor.

Todos se van y no tengo fuerza para pararme, me sueltan las muñecas de las esposas y caigo al suelo.

— Te lo mereces — dice él acercándose a mí. Me da una última patada en las costillas mientras me encuentro en el suelo, me escupe en la cara y se marcha.

— Hijo de puta — trato de gritar, pero solo sale como un susurro. No tengo fuerza ni para gritar. Los mismos sujetos que me golpearon con los bates de béisbol me toman de los brazos y me arrastran hasta la salida de este espantoso lugar. La vista se me nubla y cada vez se me hace más difícil seguir luchando para mantenerme despierto.

Me votan fuera de la casa como un costal de patatas. No puedo pararme, no puedo moverme. No puedo mantener más los ojos abiertos y poco a poco siento como la inconsciencia quiere apoderarse de mi cuerpo.

— Logan, Logan — reconozco la voz de Matt — Estás mal hermano, muy mal — siento como toma mi brazo y lo cruza tras su cuello, me sube a su auto y no recuerdo nada más.

—¡Logan! ¡Vete a tu habitación cariño! — dice mi madre en el suelo. Retorciéndose de dolor y con un líquido rojo rodando por su cuello.

—¿Estas bien mami? — pregunto con lágrimas en los ojos. Se empiezan a escuchar pasos acercándose a la habitación donde nos encontramos. Mi mami ve con desesperación la puerta y haciendo un esfuerzo se pone de pie y me toma de la mano. Me ayuda a meterme bajo la cama.

— No hagas ruido cariño, cierra los ojos y no salgas hasta que yo te diga ¿Vale? — dice con voz suave. Pero en sus ojos idénticos a los míos veo desesperación.

— Vale — me meto bajo la cama hasta una esquina y cierro los ojos tal y como dijo mami. La puerta se abre haciendo mucho ruido y...

Me despierto de golpe y siento todo mi cuerpo empapado en sudor. Un ruido ensordecedor se escucha. Recorro la habitación con la mirada y por un momento me pregunto en donde me encuentro, hasta que reconozco que es la habitación de Matt. Hago un esfuerzo descomunal para levantarme de la cama.

Salgo de la habitación y el ruido se hace más fuerte, hay un montón de gente bailando y bebiendo como si el mundo dependiera de ello. El dolor en todo mi cuerpo empieza hacerse más fuerte, pero no es insoportable. No cuando he sentido más dolor que este. Encuentro una botella de licor en el paso y sin pensarlo dos veces me la llevo a la boca.