Capítulo 55
Logan
Es mil veces mejor de lo que una vez imagine. Estar dentro de ella, es la misma gloria. Hago un esfuerzo descomunal por no hacerle todas las perversiones que he soñado hacerle. Me quedo quieto, y espero a que se acostumbre a la sensación.
Su hermoso rostro esta contraído de dolor, y en un intento de que se sienta cómoda empiezo a llenarle de besos. Mi pene está tan erecto, y ella está tan cerrada...
—Mierda— no puedo evitar soltar una grosería. La sensación me está consumiendo, y la pureza de Noah no hace más que seguirme provocando.
Maldita sea, es tan pura...
—¿Pue... puedo moverme?— mi voz sale como una súplica, y tan oprimida que casi la desconozco.
Cuando se respuesta es afirmativa, empujo mis caderas contra las suyas, y de nuevo tengo que hacer partícipe de mi autocontrol para no ser una bestia en su primera vez.
—Maldición— no puedo evitar maldecir, y puedo jurar que Noah casi sonríe. —Te quiero... te quiero con locura Noah— las palabras se escapan de mi boca, pero sé a la perfección que son palabras sinceras que van solo para ella. Para la chica de ojos celestes, y cabello rizado que me ha enamorado.
Su rostro sigue contorsionado, pero sus ojos brillan y me digo a mi misma que soy el primero en su vida. El primero y el único.
—¿Quieres? ¿Quieres... que pare?— tartamudeo.
Realmente no quiero hacerlo, pero si ella me lo pide, voy hacerlo. Cuando niega, embisto una vez más, y sin controlarme bien, mi embestida va muy fuerte. Entierro la cabeza en el hueco de su cuello, y cuando aspiro su inconfundible aroma frutal casi termino por perder el control.
Mi respiración ya empieza a tornarse pesada, y siento como me estoy acercando al orgasmo. Conecto mi mirada con la suya, y sus ojos siguen con la mirada mi cuerpo, y mis movimientos.
Maldita sea... la quiero como no voy a volver a querer a nadie más en la vida.
Mis embestidas siguen siendo suaves, y cuando ella me besa el cuello no puedo evitar gemir su nombre entre dientes.
—Lo estás haciendo muy bien ángel— lo digo completamente sincero. Este es mejor que cualquier cosa que haya hecho en la vida. No hay punto de comparación la conexión que tengo con ella, a los simples polvos que me he echado con mujeres que han buscado lo mismo que yo. Solo placer.
—Voy a venirme nena ¿está bien?— le digo apretando los dientes. Y ese momento me desplomo con cuidado sobre su pecho. Cuando recupero el aliento, me separo de su cuerpo para sacarme el condón.
Por un momento no tengo idea que hacer. Después de tener sexo, simplemente me vestía y me largaba de ese sitio como alma que lleva el diablo. No me quedaba a dar explicaciones, ni a lidiar con dramas estúpidos de que están enamoradas de mí, y tampoco quería saber lo que significó para ellas.
Yo nunca mentí, ellas sabían que solo era sexo. No terminaríamos siendo novios, ni formando un compromiso.
Cuando salgo de mis recuerdos, examino su rostro, y pregunto lo obvio.
—¿Te encuentras bien? ¿Estás muy dolorida?
—Estoy bien— asegura, a la vez que cierra los muslos, y cubre con sus piernas la mancha de sangre que ha quedado marcada en sus sabanas amarillas. Me retiro algunos mechos que me caen en la frente, y medio inseguro divago.
—¿Ha sido... ha sido como esperabas?
—Mucho mejor— respondo con una sinceridad que me desarma
—¿De verdad?— no puedo evitar sonreír como un completo idiota. Rodeo su cuerpo aun desnudo con un brazo.
—¿A ti te ha gustado? —me pregunta— Sera mejor cuando tenga más... experiencia
Mi sonrisa se esfuma, y quiero hacerle entender que ha sido completamente perfecto.
—No digas eso ángel. Ha sido espectacular
Dentro de sus ojos puede reconocer atisbos de duda, y puedo imaginar que lo que está pensando en este momento es que he tenido sexo con chicas más experimentadas.
—Contigo es diferente, no estaba enamorado de ellas
Alivio su malestar por sus locos pensamientos, y se pega más a mi pecho.
—¿Te duele?
Le sujeto un rizo, y empiezo a jugar con él. Su cabello es tan sedoso, y siempre huele a vainilla.
—Un poco— responde— no quiero levantarme— una risita brota de sus labios.
—Nunca lo había hecho con una virgen— admito. Sus ojos mi miran, y por un segundo me pregunto qué es lo que está pasando por la hermosa cabecita de Noah.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro