Luego de cinco especialistas, tres psicólogos, uno que otro psiquiatra y terapias alternativas... decidí fingir que estaba bien y vivir con la dulce voz de mi cabeza.

Al pasar de los meses y años, me acostumbre a fingir cuando los poemas, historias y melodía eran reproducidas en mi mente. Me acostumbre a dormirme con aquella voz, o despertarme en la madrugada cuando comenzaba a narrar de la nada. Eran todas letras dedicadas a un hombre, él cual ya no estaba, había desaparecido... me acostumbre a lidiar con los pequeños efectos que cada narración me traía.

A veces no podía evitar llorar, sintiendo el dolor que aquella voz transmitía. Otras, sentía que algo de toda esa historia, me pertenecía, como si fuera el culpable de la agonía escondida que aquella voz repetía.

Me resigne a vivir como un loco incomprendido, creyendo que quizás, la gente tenía razón, y solo estaba imaginando cosas. Pero cuando entré en aquel elevador, y la frágil voz de aquella chica se coló por mis oídos... solo supe una cosa: Yo no estaba loco, y ella no era una simple persona más.

¿Existirá una explicación para descubrir quién, verdaderamente es, Mi chica narradora?