Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7

Me moví sobre mi cama colocándome boca arriba y con los pies realicé unos movimientos violentos hasta que logré que todas las mantas que me cubrían fueran a parar al piso.

No recordaba haber sentido tanto calor en mi vida, hasta podía sentir que me estaba faltando el aire. Así que sin soportarlo más, encendí la lámpara a mi lado y me puse de pie necesitando ya mismo un poco de agua y aire fresco. Al llegar a la cocina, abrí la nevera y tome con rapidez una botella de agua helada, sentí como mi garganta se refrescaba, pero eso no me bastaba, así que llevándome la botella conmigo, me dirigí a el pequeño balcón y abrí la puerta saliendo al exterior.

El frío aire chocó contra mi piel y me sentí mucho mejor. No obstante aquello no duró más que diez segundos, cuando escuche la puerta ser golpeada con un poco de impaciencia. Fruncí el ceño ante los golpes y la hora. Caminé rápido hasta allí y observé por la mirilla, sorprendiéndome al ver a Auryn. Se veía impaciente. 

Abrí la puerta con confusión, y alegría, debía admitir que me encantaba la idea de tenerla cerca, y más cuando era ella, por primera vez, la que se acercaba a mi, la que me buscaba. Solía pasarse por donde yo estaba sin siquiera mirarme, sin acercarse.

Dejó escapar un suspiro de tranquilidad cuando me observo y sus ojos me inspeccionaron de arriba a abajo, para luego dirigirse al interior de mi apartamento. Se veía un poco nerviosa, como si buscara algo, se estaba abrazando a sí misma y llevaba una gruesa campera puesta con unos shorts de jean.

—¿Qué sucede? —pregunte, confundido al ver que ella no pensaba pronunciar palabra.

No me observo, sus ojos siguieron divagando en mi hogar.

—Nada —respondió rápido —. Solo pasaba por aquí porque tuve ganas.

No le creía, me hubiera encantado que así fuera, pero ella estaba mintiendo.

—Eres mala actuando, Auryn. ¿Quieres pasar?

En cuanto aquella pregunta salió de mi boca, sus ojos me observaron a con miedo. Su profunda mirada color miel se mezcló con la mía, como si me estuviera suplicando algo.

Apretó más el agarre de sus brazos sobre su cuerpo y sopló un mechón de cabello que se había deslizado en su rostro, todo sin dejar de observarme con nervios.

—Te estuve llamando —dijo pasando por alto mi invitación.

—¿Llamando? —pregunte, curioso —. No recuerdo haberte dado mi número... ¿Estás bien? —me interrumpí cuando la vi temblar.

Negó y tragó saliva con suma lentitud.

—No... No Daniel —aclaró y dio una rápida mirada detrás de mí. Cerró sus ojos como si hubiera visto al mismísimo demonio y bajo la mirada. Observé allí, pero no había nada —. Te... Te escribí, te llame así. ¿Por qué no saliste? —cuestionó dándome una mirada fugaz.

—No te escuche, estaba durmiendo, creo.... No te escuche —fui sincero.

Asintió.

—Bien, ven conmigo —sentenció tomándome del brazo y arrastrándome hacia el pasillo.

Fruncí el ceño y me solté de su agarre. La tomé por los hombros.

—Bien. Me estas asustando, Auryn. ¿Qué sucede? ¿Estás bien? Me preocupas.

Levanto su mirada con cautela y me observó con los ojos húmedos, y los labios temblando.

—¿No sientes nada raro en tu casa? —preguntó con la voz ronca.

Aquello me estaba asustando, no iba a hacerme el que no le teme a nada.

—No lo creo... —la observe.

No sabía porque actuaba así, pero por alguna razón, confiaba en ella.

Trago saliva y volvió a observar detrás de mí con miedo. Sus ojos examinaron allí y volvieron a mí con temor.

«¿Cómo podía quitarle el miedo?»

—Tienes a un manducat animarum en tu casa —susurró.

Me vi aturdido. 

—¿Un qué?

Gruñó, exasperada. 

—Un maldito demonio come almas, y está aquí por mi culpa.


La veía caminar de su recámara a la sala, donde yo estaba, trayendo mantas, almohadas y lo que parecía ser un pijama de su novio. La entendía, sería raro tener a un chico en boxer en su casa. Si, yo estaba solo con boxer, y debía admitir que el calor que sentía en mi departamento, era lo contrario al frío invernal del suyo.

—Auryn —la llame cuando termino de acomodar la cama improvisada para mí.

Me observo apenada. 

—¿Si?

—Gracias.

Sonrió, hizo un puchero y se sentó a mi lado tapando su rostro.

—Parece que soy tu desgracia. Es la segunda vez que te quito de tu hogar y te tengo que hacer una misera cama provisoria para que puedas estar bien —murmuró.

Eleve mi brazo y rodee sus hombros con él. Ella giró su cara quitando sus manos de su rostro y me observo.

Movió un poco su cuerpo, acercándose más a mí sin dejar de observarme y antes de que pudiera pre meditarlo, se recostó en mi pecho. Deseaba no escuchara como había puesto mi corazón, pero seguro lo hacía, no era sorda.

—No me escuchaste —dijo luego de unos segundos.

Suspire.

—Debí estar dormido.

—¿Nunca me escuchaste dormido?

—Solía despertarme con tu voz... —confesé.

—Entonces no estabas dormido, simplemente no me escuchaste —sentenció con la voz apagada.

Olfatee el aroma de su cabello, al parecer usaba shampoo de alguna flor.

—Mañana tendremos un gran charla —continuó —. Lo de hoy fue raro, es la primera vez que me pasa, y vuelve cada vez más seguido —dijo alejándose. Abrió el cierre de su campera y me mostró aquel collar.

No sabía que decir, no sabía cómo calmarla, como hacer que se sintiera mejor.

—Creo que necesitamos descansar, tu lo necesitas...

—Lo que necesitamos es hablar con mi abuela, y es lo que haremos mañana —me interrumpió —. Hoy fui llevada a tu recámara, a tu sala, a tu cocina, estaba todo inundado, era fuego puro. Y tú estabas allí, tirando tus mantas al suelo y yendo por una botella de agua mientras esa maldita cosa se paseaba a tu alrededor...

Se me congeló la sangre al escucharla. Como si mi mente no quisiera creerle y buscar una respuesta lógica. No obstante todo lo demás de mi ser le creía sin dudarlo un segundo. Entonces solo me quedo una cosa por hacer... Abrazarla, y procurar que aquello fuera suficiente para que ella tuviera, aunque sea, unos minutos de tranquilidad.

Sus brazos me rodearon de inmediato, y sentí sus pequeños dedos tomar con fuerza la tela del buzo que me había dado para ponerme.

—Sé que es poco ortodoxo y seguramente estúpido, pero olvida esta cama que te arme y duerme conmigo.

Sonreí apoyando mi mentón en su cabeza y pensé que aquello era lo más estúpido que podía hacer teniendo en cuenta la situación en la que estábamos.

—No hay forma que pueda decirte que no —me sinceré —. Pídelo y lo hago, así de entregado me siento, aunque también pueda sonar poco ortodoxo y estúpido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro