Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 6

Busqué la ropa que mi padre ya no usaba, ya que sacarle otra sería tirarme a un pozo yo solita y que comenzará a preguntar dónde estaba yendo a parar su vestimenta. Entré a mi habitación y le entregue las prendas a Ignacio, con una sonrisa tomó las cosas entre sus manos.

—¿Dónde... puedo cambiarme?

—Al final del pasillo está el baño, yo prepararé la cama de la casa del árbol.

Si, allí iba a dejar que durmiera. Esa casa era bastante grande, al menos daba como para que se acostara y durmiera. Tenía ventanas y una puerta que cerraba bien, no pasaría frío. En cuanto Ignacio salió del cuarto con una muda de ropa que tomó de las prendas que le traje, me dispuse a buscar mantas, sábanas y almohadas. Las cuales por suerte tenía bastantes, ya que me gustaban y salí por mi ventana hacia la casita. El sol ya se estaba escondiendo, y en un par de horas mi padre llegaría. Por lo que debía buscar algo para darle de cenar a la invención de mi mente, traerle agua y rogar para que el plan de mantenerlo escondido en mi casa, por muy loco que sonara, funcionara.

—Aún no sé tu nombre —golpeé mi cabeza contra el borde de la ventana al escuchar su voz, eligió un momento no muy apropiado para hablarme de sorpresa. Podía haber esperado a que ingresara a la habitación de nuevo. —. ¿Estás bien? —preguntó.

Ignacio se acercó y tomando mi mano, me ayudó a cruzar. Se sintió bien, él era comprensivo y caballeroso. Era estúpida, obvio que él era así, yo lo había hecho así.

—Gracias —respondí cuando apoyé mis pies en el piso y su mano se alejó de la mía.

Se encogió de hombros quitándole importancia y pidiendo permiso con la mirada observó mi cama, asentí. Con cuidado tomó lugar allí. Yo en cambio, me quedé de pie pensando que un chico perdido y triste, sin saber a dónde había ido la vida que hacía cuarenta y ocho horas atrás tenía, estaba en mi recamara, y por mi culpa. 

Quizás necesitaba contarle la verdad, después de todo, yo cree a un chico comprensivo y amable, no se enojaría tanto... ¿No?

—Mandy tiene uno igual —lo observe con el ceño fruncido, y vi de lo que hablaba, de mi ratón de peluche. Recordaba haber creado uno igual para Mandy, con la única diferencia que... —, solo que el de ella es rosa y el tuyo gris —desvié mi mirada haciéndome la desentendida —. Entonces... ¿Tu nombre? —volvió a preguntar.

Me senté en la silla de mi escritorio, observándolo.

—Soy Auryn —él asintió con una sonrisa —. Mandy... ¿Es tu amiga, cierto? —brutal cambio de tema, bien por mi. Usaba la sutileza muy bien. 

—Si, la conozco desde pequeño... no sé qué habrá pasado con ella, yo debía cuidarla.

El tono de su voz era tormentoso, triste y preocupado.

—Ella esta bien —sabía que ella estaba bien.

Primero que nada, porque la historia estaba escrita hasta donde Ignacio abría la puerta de la habitación, y segundo porque aunque él la hubiera abierto, solo hubiera tardado un segundo en golpear al idiota que ella tenía arriba y la habría salvado.

—No lo sé, estaba en problemas, peleamos y...

—Esta bien —lo interrumpí y note que no podía actuar con tanta seguridad cuando sus ojos me observaron con desconfianza.

—¿Cómo lo sa...

—Lo creo, mi instinto de mujer me dice que está bien. No deberías preocuparte.

—Si a Mandy le llegara a pasar algo... no sé qué sería de mi.

Su voz ronca e inestable, sus ojos brillantes y la manera en la cual pronunciaba su nombre... me hicieron caer en una realidad: Acababa de desear que el chico de mi libro se hiciera real, pero jamás especifique que debía de gustar de mi, y no seguir enamorado de su amiga de la infancia.

Ni para pedir deseos era buena, daba asco.

Terminamos de cenar mirando una película que había visto un par de años atrás, pero, obvio, para Ignacio era nueva.

—¿Qué es eso? Vi a algunas personas hoy con ellos, pero diferentes.

Observe con atención a que se refería, y vi que era al móvil que el protagonista estaba utilizando. Había olvidado que en mi historia los móviles no existían, al igual que el internet o computadoras. Tenía mucho que enseñarle, demasiado... y debía ocultar la culpabilidad que sentía cada vez que lo veía tan perdido.

—Eso... es un teléfono, como los que usas en tu casa de cable, solo que estos no necesitan cables, mira —tomé mi móvil del bolsillo de mis jeans y se lo tendí.

Una mirada confusa me fue regalada por su parte y sonreí.

—Nunca oí hablar de estas cosas —murmuró.

—Lo sé, pero verás que es más fácil de lo que parece, también están las computadoras, y otras cosas que debes conocer...

—¿Cómo lo sabes?

—¿Qué?

Note que el tono de su voz había cambiado, y ahora se encontraba más cerca de mí. Su cuerpo estaba inclinado sobre el mío y me inspeccionaba sin pestañear.

—¿Cómo sabes que no los conozco? Y como sabes que tampoco conozco las cosas esas, computad... o lo que sea.

Tome aire buscando una excusa rápida. Él no era nada bobo, lo sabía muy bien.

—Porque me dijiste que no lo hacías, además no muchas personas los conocen, son extraños...

—¿Por qué me ayudas? —interrumpió mi excusa con una pregunta aún más difícil de responder.

—Me agradas.

—El primer día casi me sacaste a patadas.

—Es que apareciste en mi habitación sin aviso.

—¿Y qué cambio ahora?

Que sé que eres ese chico bueno y perfecto que tanto deseo.

—No lo sé... supongo que solo me das confianza.

Sabía que no me había creído del todo, pero por alguna razón, quizás porque yo era la única que podía ayudarlo, simplemente asintió y volvió a centrar su atención en el televisor.

Luego de unos minutos, hable:

—Mañana iremos por algo de ropa para ti, la de mi padre te queda grande. Me dieron bastante dinero por mi cumpleaños, mí familia no es nada original para eso y se van a lo fácil... dinero. También tendrás un móvil, mi padre me regalo uno por mi cumpleaños, así que te daré el que tenía antes... te compraremos un chip...

Ignacio hizo una mueca.

—No creo que debas gastar tu dinero en mi, o darme tus cosas, ya bastante haces con ayudarme —se acomodó en su lugar —. Pero te aseguro que te pagaré todo.

Negué.

—Si no lo gasto en ti terminará en máquinas expendedoras, golosinas o juegos en el parque de diversiones. No soy buena para gastar dinero en cosas que valgan la pena.

—Auryn —me interrumpió —, de igual forma no puedo aceptarlo —sonrió —. En tanto esto no se solucione buscaré algún empleo en donde no pidan documentos, algo fuera de la ley... eso se escuchó bastante ilegal —bromeo.

Reí con sus gestos.

—No hay discusión sobre eso —dije luego de unos segundos donde solo me observo —. Iremos de compras y tema terminado.

Una mirada extraña apareció en sus ojos.

—¿Te gusto?

—¿Qué?

Sonrió coqueto.

—¿Me ayudas por qué te parezco sexy?

Oh, había olvidado ese lado arrogante y conquistador que todo personaje masculino protagonista, debe tener.

Y si, si él fuera un chico real yo estaría muerta por tenerlo en mi habitación y moriría de ganas porque me besara. No obstante él era una invención, y podría tomarse como mi hijo, ya que yo lo cree.

¡Mierda! Ya estaba divagando.

—Ni lo sueñes, solo que fui criada para ayudar a quienes lo necesitan... y tu pareces necesitarme... Nacho —sonreí —, tu nombre nunca me gusto para decirlo completo.

Una sonrisa divertida apareció en sus labios, sin entender exactamente lo que dije, que fue algo como "Te creé con ese nombre para poder decirte Nacho"

—Me parece justo, tú me ayudas y yo te dejo decirme como gustes, ¿trato?

Me tendió su mano, y la tomé tras asentir.

—Trato.

Si, era una mentirosa. Pero esas mentiras iban a ayudar para mantenerlo cerca de mí hasta que encontrara la forma de devolverlo a su mundo de ficción... aunque... disfrutar un tiempo de mi chico de libro no estaba tan mal, ¿no?


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro