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Capítulo 34 (FINAL)

Once años antes...

Sonreí viéndola bailar sobre su cama, mientras sostenía con amor a su peluche de ratón. Eran pocos los momentos en los cuales tenía paz a su lado, el problema en el cual me había metido, no me permitía estar cerca de ella sin que un escalofrío recorriera mi cuerpo por completo al saber que podría perderle. A ella, o a Arnold.

Había deseado tanto tener una hija, era mi sueño desde pequeña, y tras cada embarazo, más moría, hasta el día que me dijeron que había quedado estéril... recuerdo cuánto sufrí, cuánto lloré. Hasta que mi padre me lo confesó, me contó sobre la magia antes de morir, agonizando y ya sin razonar, porque estaba segura de que jamás me lo hubiera dicho de estar lúcido, pero sabía que no mentía... lo sentía.

Recuerdo con claridad cuando deseé tenerla, Arnold estaba trabajando y yo sola en mi casa, tomé el collar entre mis manos y lo deseé, dos meses después me enteré que estaba embarazada. Luego todo fue una cadena, tres meses después Arnold tuvo un accidente, dijeron que no había esperanzas... pero las había, yo deseé que estuviera bien, y lo estuvo. Las pesadillas no tardaron en aparecer... me veía a mi misma con un niño muerto entre las manos.

Auryn enfermo con solo un año, y ahí volví a desear, luego hice lo mismo cuando mi madre enfermo, y cuando nos engañaron y quedamos sin dinero... haciendo que las pesadillas fueran cada vez peores.

Un día, mientras me encontraba allí, escuchando los lamentos... fui en busca de donde provenían las voces... personas ensangrentadas, tiradas , colgadas, quemadas, atrocidades. Era como el infierno, pero no me detuve, recuerdo el rostro de aquella mujer, su voz pidiendo ayuda, no poder tocarla ya que su piel se quedaba impregnada en mis manos. Recuerdo la pregunta que le hice, y tengo grabada con claridad su respuesta.

-¿Cómo acaba esto?

-Tu muerte -susurro en un quejido y allí desperté.

Sabía que iba a morir, cada vez me sentía más débil, más cansada... derrotada. Pase un mes entero soportando dolores, desgracia tras desgracia, haciendo que tuviera que desear que se solucionaran, había noches enteras en las cuales me despertaba sintiendo que me quemaba, gritaba de dolor, observando que no había fuego sobre mí.

Pero dedique ese tiempo para averiguar, hasta llegar a una tía lejana de mi padre, Lucrecia. Me dio una solución, pero yo no podía abandonar todo lo que amaba, no podía dejar a mi hija, a mi esposo, mi madre, mi familia... todo cambio cuando nombre a mi hija, me dijo que la magia la buscaría, que si yo no se la daba, llegaría a ella de igual forma, que ya estaba predestinada a ser una víctima de ella, lo llevaba en la sangre.

Pero me dio otra solución, solo que esta vez... debía darme por vencida. Me dijo que yo ya no tendría salvación, que mi castigo por causar tanto mal a otros, por corromper mi alma... era el sufrimiento eterno. Y no lo dude, lo acepte. Se trataba de salvarlos, a Auryn, Arnold, mi madre, amigos... a todos, pero mayormente a mi hija, ella no tendría mi final.

Solo debía darle el collar, porque yo era su dueña, y siempre me iba a obedecer, debía dejar un deseo pedido para un futuro, algo que evitara la destrucción de Auryn cuando estuviera en peligro.

Y lo hice... acaricié su cabello con delicadeza, soportando el dolor en mi cuerpo que ya casi no me permitía estar en pie, y leí nuestro libro favorito. Mi niña me observó con los ojos adormilados y sonrió.

-Cuando sea grande, quiero que mi novio sea un niño de un libro. Así como en la historia, que se juntan dos mundos.

Su vocecita me sosegaba, me tranquilizaba, me daba paz... yo daba mi vida por ella.

Sonreí, besando su frente.

-Quizás deberías desearlo entonces, cuando crezcas. Los deseos se hacen realidad.

Asintió casi dormida, pero esperaba aquello haya quedado guardado en su subconsciente, porque no había forma de que no fuera a desear algo.

Esa noche pedí el deseo que la salvaría, esa noche, mientras la cubría con sus mantas y me arrodillaba, tome el collar entre mis manos y suspiré dejando que las lágrimas salieran.

"Deseo, sin importar todo lo que ella deseé, que al final, cuando su alma sea entregada por voluntad, todo vuelva a empezar. Desde el momento en el cual fue a pedir el primer deseo, con la memoria de lo anterior. Soy la ama de este objeto, y cuando ese momento llegue, solo se cumplirá lo que yo deseé. A cambio... doy mi vida"

Sollocé acariciándola, aquello era el fin para mi... pero el comienzo para ella. Tenía a Arnold, y sabía que la cuidaría sin importar nada.

Sentí como si me arrancaran el corazón, el alma, pero sonreí. Ellos serían felices.

Auryn (4 años después de su cumpleaños)

Sonreí con la mala imitación que hacía Lucas de mi padre. Era cruel que se burlara tan descaradamente de su problema en el pie debido a un accidente, por suerte solo había salido afectado su pie, y ahora cojeaba un poco.

Mi padre apareció a mi lado negando divertido al observarlo, se habían convertido en buenos amigos.

-Este chico jamás cambiará -comentó ayudándome a guardar mis cosas en una caja.

-Eso es lo que me gusta -dije sonriendo y despeino mi cabello con ternura.

-Has crecido -murmuró con nostalgia.

-Soy toda una mujer -aseguré haciendo una reverencia y luego bese su mejilla.

Lucas se acercó a nosotros con rostro triste.

-Ya no me ven actuar -renegó -. Pobre de mí, nadie me quiere.

Reí y di un par de pasos hasta estar frente a él y ponerme en puntas de pie para darle un rápido beso y acariciar su mejilla.

-Eres el mejor actor de todos.

Sonrió.

-Gracias, señorita escritora.

Hice una mueca, intentando que la sonrisa no se borrara. Odiaba que me dijera así, solo recordar la primera vez que me lo había dicho, aunque él no lo recordaba, me enmudecía.

Lucas era un buen novio, uno de esos que todas deseaban tener. Llevábamos dos años juntos, cuando "desperté" frente a el pastel de cumpleaños con todas las personas que quería a mi alrededor... él fue a uno de los que más abracé, aunque me observó con desconfianza, no entendía mi repentino cariño por él, y lo entendía.

Tarde dos años en decirle que si, dos años que invertí intentando encontrar a Nacho, aunque sabía que no me recordaba, de otra forma me hubiera buscado, estaba segura. Luego me resigne... aceptando que a veces las cosas no salen como queremos. Pero la vida nos da una nueva oportunidad de seguir, estaba en mi elegir el camino, y elegí el camino en el cual Lucas me sonreía, me apoyaba, me hacía sentir bien, y me enseñaba a quererlo día tras día.

-Tu abuela dijo que no puede venir a despedirse -me informó mi padre entrando a la casa -. El autobús se a averiado y llegará a la noche.

-Ufff -me queje -. Está bien, vendré siempre que pueda.

Mi padre asintió con una sonrisa y se fue en busca de las otras cajas. Con ayuda de Lucas, colocamos más cajas en el camión de mudanzas... nos íbamos a vivir juntos, a un apartamento más cerca de la facultad. Ambos estudiábamos para editores, esa pasión nos seguía uniendo, y creía que eso jamás cambiaría.

Cuando acabamos con todo, nos despedimos de mi padre, Lucas abrió la puerta de su auto para mí e hizo una reverencia como si yo fuera una princesa.

-Solo haces esto para que te haga masajes en el cabello mientras manejas -aseguré divertida y él solo asintió para luego cerrar la puerta y colocarse en la parte del copiloto.

Al llegar al lugar, me sorprendí, Lucas me había dicho que era grande, pero no me imaginaba que tanto, amplio, iluminado, lindo, con olor a rosas.

Lo único malo podía ser que era en el último piso y llevar las cosas hasta allí era todo un problema. Más cuando las cajas estaban hechas de un material tan... débil.

Al entrar al ascensor y presionar el botón, la caja barata se abrió y todo se desparramo en el piso. Gruñí exasperada y me dispuse a colocar todo dentro de nuevo, pero me detuve cuando el libro de mi madre, llegó a mis manos. Cada vez más viejo, usado, y significativo. Abrí el libro en la última hoja y leí lo que estaba escrito con bolígrafo negro y la letra de mi madre.

«Siempre hay dos caminos Auryn. Cuando creas que estás atrapada en un callejón, recuerda que siempre hay una salida más si miras al cielo»

-¿Te ayudo?

Escuche una voz.

-No, gracias -negué de inmediato limpiando con rapidez la lágrima que se había escapado y deslizado por mi mejilla.

-¿Cómo te llamas?

La voz del chico ahora sonaba diferente, curiosa... extraña.

Eleve mi cabeza para observarlo y el aire se atraganto en mi garganta. Miles de recuerdos se me instalaron en la mente, y la sangre corrió con velocidad por mis venas.

-Tú... tú... -se agachó frente a mi, observándome con el ceño fruncido. -Yo... ¡Dios! -exclamé intentando ponerme de pie.

Aquí comenzaba a faltar el aire, seguro estaba soñando, si, eso tenía que ser. Y si mi corazón seguía así, tendría que ir al hospital.

Su mano se colocó en mi hombro impidiéndome ponerme de pie y gemí con temor.

Su calor, su toque, su mirada. Todo me daba terror, y ansias por más.

-¿Tu nombre? -pidió sin quitar su mirada seria y curiosa de mí.

Cerré mis ojos fingiendo que no estaba muriendo por dentro.

-Au... Auryn.

Lo observe, solo para percatarme de que ahora observaba a la nada. Me puse de pie quitando su mano de mi hombro y me coloque contra una de las esquinas del elevador. Las puertas se abrieron y yo solo quería correr y salir de allí, pero su cuerpo se colocó frente a mí impidiéndome pasar. Me tomó por los hombros, me arrinconó contra una de las paredes... y yo solo podía pensar en que, tenía las mismas ganas de besarlo que cuatro años atrás. Había extrañado la calidez que me transmitía con tan solo estar cerca.

Gruño y negó, como si debatiera internamente.

-Sé que sonará extraño -susurró, como si me contará un secreto -, pero no dejo de escuchar tu voz en mi cabeza.

«¿Qué?»

-¿Me... me recuerdas?

Mi pregunta lo descoloco, haciendo que se alejara negando.

-¿Debería? ¿Quién eres?

«La chica que te ama»

Una chica se hizo presente detrás de él y carraspeó llamando nuestra atención.

-Daniel, tus padres esperan en el apartamento...

Daniel... mi Ignacio...

-Ya voy, Carla -aseguró sin quitar sus ojos de los míos.

-Pero...

Giró con brusquedad y tocó uno de los botones para que las puertas se cerraran.

-Eso fue...

-¿Quién eres?

Él no dejaría de preguntar, y yo no quería responder.

-Solo, Auryn.

Los ojos de Ignacio me observaron con detenimiento y suspiro llevando su mirada al piso, derrotado.

-Brujita...

Había sido un susurro, hasta podría asegurar que se lo estaba diciendo a él mismo. Entonces negó, me dio una última mirada y volvió a tocar el botón para salir de allí, sin despedirse.

Me quedé quieta unos instantes, intentando tranquilizarme, intentando quitar el temblor de mi cuerpo, haciendo que mi corazón se calmara... era él.

Sentí algo frió en mi cuello, recorriendo todo mi cuerpo con un escalofrío terrorífico. Lleve mi mano de inmediato allí, para sentir el collar sobre mi pecho. A veces solía aparecer así. Incitándome a utilizarlo.

Tenía dos caminos... y ya sabía cuál tomar esta vez.

¡Final!

Gracias a todas las personitas que me acompañaron, es muy importante para mi, en verdad. Yo estaba en un momento que necesitaba distracción, no pensar en una determinada cosa, y ustedes me ayudaron. Jamás se los podré agradecer debidamente. Las amo.

Con cariño.

¡Kalu!

Pd: Una chica adivino que la madre de Auryn se había sacrificado para salvarla, solo una persona, iba a nombrarla, pero no encuentro el comentario, así que si ves esto... Felicitaciones.

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