Capítulo 32
Quería llorar, solo eso... cerrar los ojos, acurrucarme en mi cama como cuando era pequeña, y llorar. Pero no podía, porque Ignacio me observaba con una media sonrisa tierna, con sus ojos cargado de emociones, con su alma reflejada en las pupilas, y yo solo quería tenerlo para mí... hasta el final. Fuera cual fuera.
Acorté la poca distancia que nos separaba, y lo besé, atrayéndolo hacia mí, con la tela de su remera sujetada entre mis puños. Suspire entre sus labios con alivio, perdiendo el miedo y temor, cuando sentí que correspondía mi beso de inmediato. Sus manos sujetaron con fuerza mi cintura y se acercó más a mí.
Quería darle más, quería que él me diera más, así que sin pensarlo mucho, deslicé mis manos por su pecho, su abdomen y las metí bajo su remera dirigiéndome a su espalda, sintiendo el calor de su cuerpo.
Ese calor y calidez que transmitía con solo tenerlo cerca. Gruño cuando clavé mis uñas involuntariamente al sentir su boca abandonar la mía y dirigirse a mi cuello. Pero aquello debió ser alguna clase de advertencia para él, porque de inmediato me tomó por los hombros y me separó, dejándome totalmente confundida.
—¿Qué sucede? —pregunte frunciendo el ceño e intentando controlar mi respiración.
Nacho se alejó aún más negando cabizbajo.
—Auryn —susurro —tienes diecisietes años... yo... no puedo.
¿Qué?
—Oh —fue lo único que pude pronunciar.
Lo entendía, quizás ahora que recordaba, que sabía su edad, me veía como una niña. O quizás recordaba a su novia... debía amarla. Yo solo había sido la chica de la que estuvo enamorado mientras creía que era un adolescente de diecisiete años. Una mierda.
—Supongo que soy muy niña, ¿no? Aunque solo son dos años —murmuré aquello alejándome de él.
Sonrió y me observo atento.
—No es eso, tonta —tomó mi mano —. Lo decía por ti, no quiero que te sientas presionada o algo por el estilo.
Hice una mueca.
—Idiota, creí que me veías como una niña.
—No, para mi sigues siendo la misma de antes.
Sonrió con ternura.
—Y para mi eres el mismo también, significas lo mismo —su semblante cambió a uno serio y profundo. Abrió su boca un par de veces pero no dijo nada —. ¿Qué pasa? —cuestioné con miedo.
Tragó saliva y deslizó su mano por mi bazo acariciándome.
—Para mi también sigues significando lo mismo, nada de lo que sentía cambió ni lo hará.
Sonreí feliz, eran las palabras exactas que necesitaba escuchar. Era lo que había soñado.
Me puse de rodillas sobre la cama bajo su atenta mirada y le sonreí para acto seguido, inclinarme y besarlo.
Su mano subió por sobre el acolchado en donde estaba mi pierna, lo hizo lento, haciéndome desear cada vez más que no se detuviera. Me alejé un centímetro de su boca para poder suspirar, para dejar salir el deseo que estaba sintiendo.
Delineo mi mejilla con su nariz y acercó su boca a mi oído.
—Eres perfecta—susurró con voz ronca.
Lo observé, quería lo mismo.
Me acerque como lo hizo él a su oído, y bese justo debajo. Disfruté de su aroma, de su calor, y de cómo su piel se erizaba.
No hizo falta más, tan solo movió su rostro y volvió a besarme. Pero esta vez con intensidad, sin darme tiempo para acostumbrarme a su beso, cuando ya estaba haciendo que me recostara sobre mi cama.
Nacho se colocó entre mis piernas, mientras una de sus manos viajaba con rapidez debajo de mi blusa y subía hasta mi pecho... y me alegraba no haberme puesto sujetador esa noche. Lo apretó con delicadeza y gruño con deseo cuando arqueé mi espalda jadeando.
Lo tomé de la cintura también con fuerza y lo acerque más a mi, quería sentirlo, sentir la forma en la cual lo ponía. Eso le dio confianza y apartó su mano de mi pecho para llevarla a mi entrepierna por sobre la tela del pijama y explorar allí.
Era extraño... pero fantástico. Su mano se movía despacio, haciendo presión en medio, quería que aquello durara para siempre. Y más cuando su boca se separó de la mía para bajar y con sus dientes, y un poco de dificultad, levantar mi blusa y comenzar a besar mis pechos.
Aquello era deseo contenido, deseo que anhelaba no parara. Porque quería más, quería sentirme así, querida y deseada... por él. Solo él. Lleve mis manos a su cabello y tiré un poco de él cuando aquello comenzaba a hacerse más intenso. Su boca succiono con fuerza la protuberancia en mi pecho y su mano se movió con mayor velocidad sobre la tela. Sabía que ese era mi límite, así que hice lo posible por no gemir lo demasiado alto cuando explote de placer arqueando mi espalda.
Nacho no quito su mano de en medio de mis piernas, tan solo la movía despacio, como si fueran caricias... y elevó su rostro besándome. Me regalo una sonrisa cargada de deseo y sus ojos brillantes, dejando que ese verde, fuera difícil de distinguir.
—Me encantas —susurró en tanto yo solo intentaba controlar mi respiración y corazón.
Sonreí con un poco de diversión, ternura, timidez... y miles de emociones más. Lleve mis manos a su rostro y acaricie su mejilla y sus labios con mi dedo pulgar.
—Creo que eres el chico de mi vida.
Jamás lo había dicho, se escuchaba tan apresurado y loco. Era joven, lo sabía, pero sentía esas palabras en lo más profundo de mi. En ese momento, con todo lo que estaba en mi interior... fueron las palabras más sinceras que pude decirle. Lo amaba, sin importar edad, familia, aspecto, la muerte, la magia o toda la desgracia que pudiera venir... solo quería tenerlo conmigo.
Vi su mirada iluminarse, pero no pude descifrar si era de felicidad o tristeza, quizás ambas.
—También lo eres, no lo olvides. No importa qué pase o cuándo, eres y serás la chica de mi vida—prometió sonriendo sobre mis labios y volvió a besarme.
Y seguimos, seguí hasta el final, porque quería entregarle todo, hasta la mínima cosa.
❦
Al despertar, Nacho no estaba allí. Así que me vestí con una sonrisa idiota en el rostro e intenté actuar normal antes de salir de mi habitación. No quería que mi padre notara nada raro. Casi corrí a la cocina en busca de Nacho, pero me sorprendió solo encontrar a mi padre, con la mirada perdida en la nada. Me senté frente a él y di unos pequeños golpecitos a la mesa llamando su atención.
Sus ojos se fijaron en mí y suspiró.
—No te oí llegar —dijo en tono bajo desviando su mirada.
—Esta bien... buenos días —saludé y sonreí —. ¿Nacho?
Lo supe en ese instante, cuando cerró sus ojos con fuerza y no me respondió.
—Papá ―lo llamé con miedo, borrando mi sonrisa por completo.
Tomo dos hojas de papel de sobre la mesa y me tendió uno.
—Primero este —dijo con cuidado y luego me tendió el segundo —, y luego este, Auryn.
Abrí el primero con las manos temblorosas. Era la continuación a la carta mi abuela.
...deben alejarse, dejar de verse para siempre. Al Auryn no poder disfrutar de su deseo, el collar ya no podrá chantajearla. Perderá su poder ante ella, se debilitará su poder cuando se trate de Auryn. Es simple, si se mantienen cerca, ambos corren peligro, más ahora que están interviniendo en el objetivo de esa cosa. Pero Auryn debe aceptarlo, no podemos arriesgarnos a que cegada por el dolor vuelva a desear algo. No puede volver a pedir un deseo a nombre de ese objeto. Debes salvarla Arnold, salvarlos a ambos, salvarte tú... no se merecen acabar como Maria, sufriendo eternamente.
Y Arnold, no te culpo por la muerte de María, jamás lo hice, aunque hayas pensado que si, eres como un hijo para mi. Tú y Auryn son lo único que me queda. Los amo, no lo olvides.
Aurora.
—Esto...
—Lee la otra Auryn —hizo una mueca en tanto yo secaba las lágrimas que habían comenzado a salir —. Yo no puedo permitir que lo odies...
Sollocé, estaba segura de lo que encontraría al abrir el segundo papel. No obstante a pesar del miedo, yo no era de las que se quedaban sin saber lo que pasaba, sin enfrentar la verdad. Yo no me escondía.
Inhale y exhale un par de veces antes de abrir aquello y jadeé al instante...
Arnold, gracias por todo lo que hiciste por mí, jamás podré agradecértelo. Debo irme, sé que esta es la forma de salvarla, perdón... pero busque el trozo de carta que faltaba. No voy a permitir que algo le suceda, se olvidará de mí, lo verás. Encontrará un buen chico, que la valorará como se merece, y me olvidará... aunque me rompa en pedazos.
Sé que no pude cumplir la promesa de no volver a hacerla llorar, porque lo hará, llorará días completos y querrá venir a buscarme, pero miente, por favor. Dile que decidí volver con mi familia, que fui lo demasiado cobarde como para decírselo a la cara, que soy una mierda que solo pensó en él. Has que me odie, que deseé no volver a saber de mí.
No sé a dónde iré, no me busques, no estaré con los que supuestamente son mi familia, no los recuerdo, no los apreció. Pero estaré bien, lo prometo.
Salvemos a Auryn, cuídala y por favor... convéncela de no escribir, no soportaría escuchar su dolor, me destruiría... más de lo que ya lo estoy.
Con apreció, Ignacio... siempre Ignacio.
—No, no, no —negué llorando en tanto dejaba la carta sobre la mesa.
Mi padre se puso de pie de inmediato abrazándome, pero yo solo quería salir de allí. Quería buscarlo, verlo, decirle que encontraríamos otra manera, que solo era cuestión de...
—Debo buscarlo papá —dije intentando calmarme y secando mis lágrimas.
—No —negó —, él decidió...
—Él es un idiota que no piensa en él... me necesita, está solo... papá, lo amo.
Mi padre suspiro y me rodeó entre sus brazos.
—No puedo perderte —susurró sobre mi cabello.
—No lo harás... estaré bien.
—Permitir que estés a su lado... es perderte Auryn —aseguró.
Y si, sabía que en cierta forma tenía razón, pero estaba segura de una sola cosa en la vida... siempre había dos opciones como mínimo, nunca existía un solo camino, y este camino no era el que yo quería recorrer. Encontraría una solución.
—Siempre hay más de un camino, ¿recuerdas?
Sus ojos se aguaron al instante, aún más de lo que ya lo estaban... y cuando su agarre disminuyo, bese su mejilla.
—Te quiero, papá.
—Solo vuelve Auryn... sé que es tu batalla, pero vuelve.
—Te lo prometo.
Capítulo dedicado a Eliz129 porque me pidió que le dedicaré el capítulo suculento (aunque ella dijo "quiero que el capítulo caliente me lo dediques") jajja y bueno, esto es lo más suculento en esta historia.
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