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Capítulo 23

Abrí mis ojos cuando una brisa fría de deslizó por mi cuerpo, como si fueran cuchillos clavándose en mi piel. Pero no me encontraba en mi cama o habitación. Me encontraba de pie, en un estrecho lugar, o al menos eso sentía, ya que la oscuridad era absoluta.

Era como si una fuerza sobrenatural me impulsara hacía adentro, como si algo me estuviera apretando. Respire con dificultad cuando el aire comenzó a faltar y estiré mis manos. Pero no había nada, me moví un poco en todas las direcciones, y aún así no encontraba paredes, pero esa opresión no se iba de mi cuerpo.

Un olor a putrefacción se coló en mis fosas nasales y lleve mi mano para tapar mi nariz.

—¿Hola?

Mi voz se sentía lejana, como si alguien gritara a lo lejos. Un viento frío volvió a recorrer mi cuerpo y estaba segura que mi corazón explotaría en cualquier momento. Estaba muerta de miedo, quería salir de allí, escapar de donde sea que estuviera. El aire parecía faltar cada vez más y deje salir lágrimas de temor cuando se comenzaron a escuchar lamentos a mi alrededor. Personas pidiendo ayuda, personas gritando, llorando, suplicando piedad.

Una luz pálida se extendió frente a mi y retrocedí un par de pasos cuando el cuerpo menudo de una mujer agachada dándome la espalda, apareció. Los sollozos de aquella mujer se hicieron escuchar y a pesar de tener un miedo que jamás sentí, el aire parecía estar volviendo, poco a poco.

—No lo hagas —susurro aquella silueta de cabello largo.

Y como si mis piernas se mandaran solas, comencé a caminar hacia ella. Sin dejar de escuchar aquellos lamentos a mi alrededor y el llanto de la mujer. Su cabello cubría gran parte de su espalda y cuando estuve lo suficientemente cerca, pude ver sus manos manchadas de sangre... sujetando algo.

Bajo ella se extendía el símbolo de mi collar dibujado con lo que parecía ser sangre.

Gemí cuando note que el olor tan asqueroso provenía de aquella imagen. Eso pareció llamar la atención de la mujer, y se dio vuelta mostrándome su rostro demacrado, y lo que tenía en sus manos.

Mi madre, con un bebé muerto en sus manos.

—No te arrepientas hija, no lo reviertas.

Abrí mis ojos y me senté en mi cama con la respiración agitada y mi corazón desbocada. Un gemido lastimero escapó de mis labios y en solo un segundo me encontraba acurrucada contra el respaldo de mi cama llorando sin consolación.

Tenía miedo, angustia, tristeza.

Comencé a escuchar voces a lo lejos, y como unas grandes manos tomaban mis hombros. No se cuanto tiempo me costó reconocer el rostro de mi padre frente a mi, desesperado, asustado y rogándome que lo observará. Y eso era lo que hacía, pero su voz seguía escuchándose lejana.

No pude medir el tiempo, pero cuando quise darme cuenta, me encontraba acostada en mi cama, cubierta con las mantas y Nacho sentado a mi lado. Me observaba atento y cuando hice una mueca y dejé escapar un gemido, todo su cuerpo reaccionó para tomar mi rostro con sus manos.

—¿Estás bien? ¿Te encuentras bien, Auryn?

Su voz y gestos eran de desespero.

—Si —musité y comencé a sentarme sobre la cama.

Me ayudo con cuidado y se puso de pie ansioso.

—Iré a avisarle a tu padre que reaccionaste —avisó, pero dudo unos momentos en salir de mi habitación.

Asentí, dándole la señal de que lo había escuchado y salió de allí a toda velocidad. Segundos después, creo que ni había pasado un minuto, mi padre entro a mi habitación y se acercó a mí y me envolvió en sus brazos. Su calor me reconfortó, pero no lo suficiente. Después de lo que parecieron solo segundos, pero que sabía, fue más, él se alejó sin apartar sus ojos de mi, y tomó mis manos entre las suya.

—¿Cómo te sientes, hija? —preguntó, acariciando mi cabello.

Se escuchaba ansioso. 

—Bien, ¿qué pasó? —pregunte un poco desorientada.

Un suspiro salió de sus labios.

—Tuviste un ataque de pánico Auryn, Ignacio te escucho de su habitación y me llamó de inmediato. ¿Qué te pasó para que reaccionaras así?

Fruncí el ceño confundida, no recordaba mucho, solo la voz de mi madre...

Tragué saliva nerviosa.

—Soñé con mamá.

—¿Qué... qué soñaste? —preguntó buscando mis ojos.

—No se, era todo muy raro... y feo, ella estaba mal, como... era como el infierno... tenía un bebé... —se me escapó un sollozo al recordarlo y mi padre me abrazó —No quiero esto papá, fue raro... no se sentía como un sueño, no lo recuerdo mucho... pero...

—Shhh —acarició mi espalda —. Esta bien, mi vida. No te preocupes, estás a salvo, lo prometo.

Luego de un rato, mi padre dijo que iría por algo para que comiera, y tan solo dos segundos después de que él saliera, mi puerta fue golpeada.

—Pasa —dije y sonreí al ver a Nacho entrar.

Se veía preocupado y con bastantes ojeras. Con cuidado se sentó frente a mí y me sonrió. No obstante no era una sonrisa de esas lindas, de esas que me iluminaban, era triste.

—¿Estás mejor? —preguntó tomando mi mano y acariciando la palma en círculos.

Asentí.

—Si, solo fue una pesadilla...

—¿Una pesadilla conmigo? —preguntó preocupado.

Fruncí el ceño negando.

—No, con mi madre —su mirada se suavizo un poco, pero parecía que eso no lo convencía —. ¿Qué pasa? —pregunte cuando bajó la mirada.

Suspiró y se acercó más a mí. Su pierna flexionada sobre mi colchón se pegó a la mía debajo de las mantas. 

—Decías mi nombre, una y otra vez... al menos al inicio, luego simplemente quedaste en blanco, como si estuvieras en un trance.

Quede pasmada por un momento, intentando entender todo, pero era inútil.

—Quizás... te pedía ayuda.

Hizo una mueca.

—Puede ser, pero tu expresión era de terror... fue horrible, no vuelvas a ponerte así por favor —dijo antes de abrazarme.

Su voz parecía estar a punto de quebrarse, y cuando su pecho se apoyó en el mío, el latir desbocado de su corazón... me causó terror. El miedo y la angustia me dominaban, pero no quería que me soltara.

Luego de un par de cuidados y que mi padre y Nacho se quedarán más tranquilos, les dije que iba a dormir. Pero en realidad, solo quería un poco de soledad para llamar a mi abuela. Se había ido hacía dos semanas y no había vuelto a saber de ella, pero necesitaba saber más información sobre toda esa porquería del collar.

Luego del tercer tono, respondió.

—Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —su voz sonó dulce a través del teléfono, pero yo necesitaba otra cosa.

—¿Qué pasa si destruyo el collar?

Mi pregunta pareció dejarla sorprendida, o sin saber qué responder. Tuve que comprobar que no se había cortado la llamada.

—No lo sé Auryn... no e sabido de nadie que rompa un objeto portador de la magia —aseguró.

—No es solo el collar, ¿hay más?

—Si, la magia es la que se regala, pero la persona decide a través de qué objeto hacerlo. Tu abuelo se la heredó a tu madre a través de ese collar porque era del libro favorito de ella. Él la tenía en un reloj que le regaló un amigo que murió cuando eran pequeños y era muy importante para él. Tu madre decidió dejarlo en el objeto que se le fue heredado, lo cual es un riesgo...

—¿Por qué?

Oí su suspiro.

—El objeto obedece a un amo Auryn, tu madre te heredó la magia a través de su objeto, lo cual es un riesgo, porque el objeto es leal, su ama siempre será una... la otra persona es solo un suplente. Por eso no puedes desear nada más con él, no puedes arriesgarte más... se trata de salvarte, ese era el verdadero deseo de tu madre.

—Soñé con mamá —dije luego de unos segundos.

Ella no mostró indicios de sorprenderse. 

—¿Qué soñaste?

Trague saliva con angustia.

—Era todo muy raro, habían lamentos, frió, y ella... era como una... una... —hice fuerzas para no largarme a llorar —era como una muerta, y tenía un bebé en sus manos, un bebé muerto... fue horrible... —un sollozo escapo de mi antes de que pudiera contenerlo.

—No llores Auryn—escuché su suspiro —. Si tan solo me hubiera dado cuenta de todo esto antes, ella no estaría muerta. Pero yo te salvaré Auryn, eso te lo prometo. Así tenga que dar mi propia vida por ti.

Capítulo dedicado a A2002BHM por comentar tu edad jajaja bueno, por apoyarme, comentar, votar y disfrutar de la historia.

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