Capítulo 13
Suspire como tonta acostada en mi cama. Aún no me quitaba de la cabeza lo que una hora atrás había sucedido. La sonrisa no se quitaba del rostro y sentía demasiadas cosquillas en mi estómago. Eso no podía ser normal. Iba a sufrir un ataque si esa hermosa sensación no se me quitaba. Quería distraerme y dejar de pensar en su sonrisa, en sus manos acariciándome, en sus labios. Pero mi cuerpo, mente y corazón, pedían a gritos que fuera valiente y corriera a su recamara para volver a repetir aquel beso.
—¿Auryn?
Mi corazón, que aún intentaba calmarse, se descontroló como un loco cuando escuche la voz de Nacho al otro lado de la puerta.
Me senté y respire repetidas veces antes de contestar.
—¿S...si?
Escuche su risa, la cual pareció querer ocultar.
—¿Estás bien?
Al parecer para él era muy divertida la situación. No obstante, a mi me estaba comiendo por dentro. Nacho me gustaba, me gustaba mucho, y eso estaba mal. Porque él no era real, y porque si sabía la verdad iba a odiarme o creerme loca. Yo no salía ganando de ninguna forma. Además estaba el recuerdo de Mandy, él la amaba... al menos así debía ser.
—Si —respondí.
Todo quedó en silencio por unos segundos.
—Auryn...—gruño —no me evites, ¿si? Por favor.
Cerré los ojos nerviosa.
—No te evito, Nacho.
—Si, lo haces. Quizás... quizás no debí besarte, pero moría por hacerlo desde hace bastante tiempo.
¿Podía ser más malditamente lindo?
—No te evito. Solo... estoy cansada, es...
—Mientes, abre —me interrumpió y ya daba rabia que me conociera tanto.
Aunque debía admitir que yo no era buena fingiendo.
Mordí mi uña con nerviosismo quitando el esmalte de color rosa que tenía en ella y tras largar el aire con resignación, me puse de pie para abrir la puerta. Sabía que estaba roja, que mi corazón estaba a punto de explotar y que verlo iba a ocasionar que quisiera besarlo de nuevo. Cada una de las cosas que habían pasado estaban mal, pero también sabía que, aunque quisiera, la sensación de querer estar cerca de él, no se iba a ir. Y era una sensación que me gustaba.
Abrí la puerta con lentitud, colocando la mejor cara de "estoy normal, ese beso no me descontrolo, ni siquiera eres guapo y ojala te de gases" pero no funcionó. En cuanto lo vi, con una sonrisa que mostraba sus dientes, con una mirada juguetona y con ese nerviosismo que intentaba ocultar, solo pude desviar la mirada y abrazarme a mi misma. Como si eso me protegiera de que las cosas que estaba sintiendo no se notaran.
—Hola —Salude como si no lo hubiera visto antes.
Rió.
—Hola, Auryn. ¿Cómo has estado?
Sonreí y lo observe
—Muy bien, ¿y tú? —le seguí el juego.
Movió la cabeza de un lado a otro con una mueca.
—Mal, la verdad es que no dejo de pensar en una chica y ella, al parecer, quiere evitarme.
¡Dios! Debía actuar normal... normalmente tonta.
—Eso... es malo.
—Muy malo.
Dio un paso hacía mí, demasiado cerca. Mi espacio personal parecía ya no existir. Acomodó un mechón de cabello tras mi oreja, y se inclinó un poco observándome directo a los ojos.
—Lo de hace un rato... yo...
—¿Quieres ir a comer un helado conmigo?
Me sorprendí.
—¿En serio?
Asintió con una sonrisa.
—Si, aunque seas una invención... eres la invención más bonita que pude haber imaginado—bromeó.
Lo observe molesta.
—No soy un invento —refunfuñé como niña pequeña.
Sus ojos me observaron sin parpadear, con su mirada volviéndose más seria.
—No sé que eres. Pero si te inventé, quiero volverte real.
No podía seguir mintiéndole, tenía la necesidad de contarle la verdad. A pesar de que eso me hiciera perderlo. No podía permitir que él siga viviendo en una mentira, no podía permitirme quererlo más y no podía comportarme como una vil mentirosa cuando sabía exactamente lo que le sucedió.
—Nacho. Yo debo decirte algo, es importante.
Asintió más relajado.
—Yo también, pero vayamos por ese helado, ¿quieres?
Asentí.
Luego de veinte minutos me encontraba abajo viendo televisión esperando a Nacho. Él debía ducharse, así que, para no alterar a mis hormo... mi mente, decidí esperarlo allí. Debíamos hablar, debía dejar de mentirle.
El timbre sonó y me dirigí a la puerta curiosa tras apagar la televisión. No tenía idea de quién podría venir a mi casa, no solíamos recibir visitas a no ser que fueran amigos de mi padre.
Bufé con rabia cuando al abrir me encontré con el rostro de mi ex mejor amiga.
—¿Qué quieres Amanda?
Si, no había sido para nada amable, pero no me iba a disculpar. Ella se había comportado como una desconocida conmigo.
Amanda me observó apenada.
—Auryn, por favor, sé que fui una pésima amiga, pero te necesito, en verdad... sé que podemos aclarar las cosas. Puedo dejar a Franco si quieres, de verdad....
—Esto no se trata de Franco —la corte, tenía ganas de llorar, yo la quería —. Se trata de que me traicionaste, me mentiste, no me cuidaste Amanda, eras como mi hermana. Y si, me duele y da rabia que te haya gustado el mismo chico que a mi, pero eso no es lo grave. Lo grave es que jamás te paraste dos segundos a pensar en como yo lo estaba pasando, jamás me ayudaste con las burlas y humillaciones de Olivia, jamás...
—La culpa me carcomía por dentro, lo juro. Y si, fui una cobarde, pero no sabía cómo actuar.
Movió su pierna, nerviosa.
—¡Como una amiga! ¡Como mi hermana! —estallé —Te conozco desde que tenemos cinco años, eras de la persona que menos me esperaba una traición, una mentira.
Quizás en está historia Amanda tiene la versión de mala gente, quizás justo llegaron en el momento equivocado donde ella no fue leal o una buena amiga. Pero había mucho entre nosotras. En su hombros lloré cuando perdí a mi madre, gracias a ella no me encerré en mi recámara y volví de nuevo al colegio. Fue quién me sostuvo el cabello cuando vomité porque probé una bebida asquerosa, o la que...
En fin, ella era alguien importante para mí.
Ya no podía controlarme, las lágrimas estaban saliendo, aunque intentara contenerlas. Así que tomando una inspiración profunda e intentando no observar como ella también lloraba, limpie la humedad de mis mejillas y la observe.
—No quiero que vuelvas a hablarme, por favor —pedí.
Amanda dejó salir otras lágrimas y sus ojos se clavaron detrás de mí.
—Mandy.
Me di la vuelta de inmediato al oír la voz de Nacho, y entonces mi corazón se rompió más. Él observaba a Amanda con admiración, ternura y sorpresa.
Nunca lo vi así, tan encantado por algo, o alguien. Era como si hubiera recuperado su alma.
Camino con rapidez y pasó por mi lado para acercarse a Amanda y abrazarla antes de comenzar a besar sus mejillas con emoción.
Y si, yo me había buscado eso, porque admiraba tanto a mi amiga, que mi personaje principal femenino, era ella.
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