Capítulo 11.
{Algo huele mal}
Russell.
Intento no mirar mucho la boca de Azucena, mientras esta canta una rara versión de "Música ligera" de Soda Stereo. Pero me es imposible, la forma en la que su carnosos y rosados labios se mueven, me hacen querer comerle la boca a besos.
No nos hemos besado desde esa vez en la biblioteca. Aunque llevamos toda la semana viéndonos en la biblioteca, para hablar o tocar música. Algo que me encanta, no nos hemos besado.
No se cuento tiempo me quedo mirándola, pero ella me está mirando con el ceño fruncido.
— ¿Qué? — digo mirándola.
— Hace diez minutos que te estoy preguntando qué te parece.
— Ahh— me acomodo en el asiento, — me gusto como cantaste, rara la versión melódica. Pero diez puntos, flaca.
—Oggg, vamos de nuevo con eso de flaca — se queja.
Cuando se queja, arruga la nariz de una forma tan tierna. Esta vez no me resisto, la tomo por la cintura, haciendo que se le erice la piel del brazo. La siento en mis pierna y beso su nariz, luego sus labios en un beso tranquilo.
Si extrañaba mucho sus labios.
Las manos de ella van a mi pelo, las mías se afianzan más a su cintura, quieto tenerla lo más cerca posible.
Pero la maldita campana suena, haciéndonos separar.
— Nunca odie tanto ese sonido — comenta riendo. Le doy un pico en los labios.
— Yo igual, encima tenemos matemáticas.
Hago el intento de pararme pero ella no tiene ninguna intención de soltarme. Tomo fuerza, la sostengo bien contra mi cuerpo y nos levantó. Haciendo que ella se ría.
—Me vas a tirar tarado.
— Y si no te queres levantar, de alguna forma tenemos que ir a clases. La vieja seguro nos pone un uno, solo por ser nosotros — digo mientras comienzo a caminar hacia la salida. Intentando no tirar nada.
— Si, a vos no te quiere. Pero a mí me odia, en el examen del otro día, me bajo un punto porque mi X era muy chiquita — suelta indignada.
— Si me acuerdo tu cara de enojo — suelto una carcajada.
La bibliotecaria nos ve, y se ríe. Pero me pide que la baje, sin ganas lo hago. Dejando la con cuidado en el suelo.
Ambos caminamos hacia el salón. Dos segundos después entra la profesora, nos saluda y va a su lugar. Deja algunas actividades en el pizarrón y toma asiento esperando que las terminemos. Como es algo que ya hice el año pasado, lo termino en menos de diez minutos.
Iba a sacar el celular, pero sabía que si lo hacia la señorita Alvares es capaz de ponerme un uno, solo porque sí. Desvió mi vista hacia ella, veo que tiene una cara de enojo, sigo su mirada y me topo con Azucena. Quien está concentrada haciendo las actividades.
¿Son ideas mías? Vuelvo a observar a la profesora, quien sigue mirándola con odio, mientras aprieta un lápiz con fuerza hasta quebrarlo en dos. Cuando lo hace, deja de mirarla y se concentra en limpiar su desastre. Rápidamente dejo de verla.
¿Qué rayos fue eso? ¿Por qué mirarla así?
Estaba por volver mi vista hacia la profesora cuando una conversación a mi lado dice algo que me interesa.
— Entonces ¿Esta soltera? — habla uno de mis compañeros de clase.
—Sí, pero como sabes es súper santita —a ese si lo reconozco, es Ramiro el novio de yema, digo Clara. — es muy hermosa, solo que no sale con nadie.
— Dicen que está saliendo con Duarte —comenta. Frunzo el ceño confundido ¿Hablan de mí?¿Con quién salgo?
— No, de eso nada. Como te digo le gusta hablar con todo el mundo, pero no sale con ningún chico. Y eso que intente varias veces besarla. Pero ni al caso, Azucena es complicada.
Así que hablan de mi flaca, me acomodo mejor y me hago el que estoy estudiando para escuchar mejor.
— ¿Crees que tengo oportunidad?
<<Claro que no pendejo>>
— Si, pero no seas pesado. Igual tengo que convencer a Clara, de que vuelva a amigarse con ella.
— ¿Por qué se pelearon?
— Ni idea, viste como es. Es celosa y tuve la mala idea de decir que Azucena, tiene un culo y unas tetas para morirse. Y se enojó, ni que hubiera dicho que ella es fea.
—Hermano eso no se dice — lo reprende el otro chico.
— Bueno, pero es la verdad. No es mi culpa, aparte ella siempre supo que la que me gustaba es Azu, solo como dicen por ahí. El gato no come por lindo, sino por pesado.
Me sentía totalmente una vieja chismosa. Pero no puedo creer lo que estoy escuchando. Si es por eso que Clara se enojó con Azucena, no merece ser su amiga. Las mujeres sí que son complicadas.
— Igual, Clara es linda — comenta el otro chico.
—Pero Azu, es preciosa — dice suspirando. Me contengo de rodar los ojos. — no solo por fuera, también por dentro. ¿Alguna vez la viste ser mala?
—Nunca.
— Vez, eso es a lo que me refiero. Ella es perfecta por donde la mires y por eso es inalcanzable.
— Ramiro, hablas como si estuvieras enamorado de ella.
—Lo estuve mucho tiempo. Pero bueno, Clara es linda...
—Pero no te mueve el piso como ella.
Ramiro se queda callado por unos segundos. Yo estoy entre enojado y celoso, pero no puedo culparlo. Porque sé que lo que dice es muy cierto.
— No — dice al fin, — pero si mueve otra cosa.
Dicho eso dejo de escuchar, miro hacia la derecha. Me doy cuenta de que no solo yo escuche esa conversación. Clara tenía los ojos rojos al borde de las lágrimas, mientras aprieta la hoja de su cuaderno con fuerza.
Oh, oh.
***
Como todo hombre que escucho esa conversación, sé que tengo que comentarle a Azucena. Pero cuando suena el timbre para irnos a casa. No logro encontrarla por ningún lado.
Busco mi celular, y le mando un mensaje.
Yo: flaca ¿te fuiste? Quiero hablar con vos.
El mensaje se manda, pero no le llega. Seguramente se fue a su casa.
Con la conversación de esta mañana en mi cabeza, aunque Ramiro tiene razón con todo lo que dijo sobre Azucena. Pero si me pongo en el lugar de Clara, debe ser horrible escuchar que tu novio habla así de otra.
Llego a mi casa, los mensajes todavía no le llegan a Azucena. Pero tengo mensajes de mis amigos.
Comienzo a responderles, quieren que nos veamos este fin de semana. Ya que el que sigue tiene parciales, me gustaría estar en la misma etapa que ellos. No me quejo de no tener mucha carga escolar, pero perdí un año. Y aunque ahora no se note, pesa un poco.
Voy hacia la cocina, leo una nota que dejo mi mamá. "Me fui a una reunión, tu padre salió de viaje esta mañana. Tienes el almuerzo en el microondas. Nos vemos en la cena, besos mamá."
Después de calentar mi almuerzo, me siento en el living y prendo el televisor. Pongo un capítulo de La teoría del bin bag. Me veo tres capítulos seguidos, y cuando estoy por darle Play al siguiente. Tengo una llamada entrante, veo el nombre en la pantalla y me apresuro a responderle.
—Hola mi flaca.
—Hola Russell.
— ¿Para qué me estas llamando? Sabes que estoy viendo una serie muy buena. Y aunque ame tu voz, Leonard le está pidiendo matrimonio a Penny.
— ¿Así que tu serie es más importante? Pues Penny siempre dice que no.
— Malvada, odio los spoiler. Por suerte es la cuarta vez que estoy viendo la serie, sino te dejaría de hablar.
— Bueno, pero ahora escúchame. Mira yo salía re tranquila de clases. Cuando Clara me llama, y me dice que tenemos que hablar. Yo pienso que va a ser para decirme algo acerca de vos, pero no. Me pidió perdón, me dijo que me extrañaba, que yo soy una gran amiga y que no valía la pena perderme. Así que después de mucha charla, volvimos a ser amigas. Y ya volvió el cartel de las babys, al fin. Me había cansado de tener el grupo separado.
— eh...
Me había quedado mudo. Porque dudo, que lo dijo Clara sea verdad. Algo nunca me cierra con esa chica y al saber que ella escuchó lo mismo que yo. Y la razón principal para pelearse con su "gran amiga" fue por celos básicamente. Y como que no me agrada.
— ¿Qué pasa? Eso no quiere decir, que dejemos de vernos y juntarnos. Ella dijo que son decisiones mías y que ella las entiende.
— Dios, flaca ¿Estas ocupad a la tarde? Hablemos de esto, porque sinceramente tengo muchas notas al margen para decir de tu amiga. Aunque no es eso de lo quiero hablar.
— Mmmm dudoso, hoy mis padres trabajan y tengo que cuidar a mi hermana. Si queres podes venir.
— Dale, ¿A qué hora te parece bien?
— Como a las cinco, tengo que dormir siesta.
— Dale, yo voy a seguir viendo mi serie en un rato nos vemos.
***
Toco dos veces la puerta, escucho unos gritos y unos pasos apresurados. Levanto una ceja confundido. Ya que no logro descifrar de donde proviene el ruido.
La puerta se abre, dejando ver a una niña. Con el pelo rubio desordenado, tiene puesto unos lentes de sol rosa. Y un vestido como de princesa, también rosa.
— Hola Gardenia — la saludo. Ella se levanta los lentes, mirándome con esos ojos verdes tan claros que tiene.
— Mis ojos te reconocen, pero mi mente no sabe tu nombre — habla de una forma tan serie para su edad. Que tengo que morderme el labio para no reírme.
— Mi nombre es Russell, nos vimos en la fundación.
Ella me analiza con sus ojos.
— ¡Gardenia! Te dije que no tenés que abrir la puerta — se escucha la voz enojada de Azucena.
Tiene puesto un short de algodón y una remera. Lisa. Se ve hermosa.
— Hola flaca — la saludo. Ella me ve y sonríe.
— Hola, perdón si te dijo algo raro. Pasa, pasa.
Gardenia entra primero, empujando a Azucena. Haciendo que me ría y ganando me una mirada de odio de su parte.
— ¿Eres amigo de mi hermana? — pregunta Gardenia.
— Si soy su amigo.
— Ah perfecto, pareces un tipo piola.
Suelto una carcajada, Gardenia me mira con las cejas levantas en gesto de sorpresa.
— Bueno, no eres muy normal — mira a su hermana. — Azucena es algo loca, seguramente vos igual.
— ¡Gardenia! No se les dice eso a las personas.
— ¿No debo decir que estás loca? Si el chico es tu amigo ya debería saberlo, sino — ahora me mira a mí. Me hace una seña para que me agache a su altura. — ten cuidado, esta media loca y encima anda con una mini guitarra cantando por ahí. Yo les dije a mis papis, que eso es para terapia.
Me muerdo el labio, para evitar reírme como loco. La miro seria.
— Muchas gracias por la información, lo tendré en cuenta. Si veo una mini guitara saldré corriendo.
— Ey, dejen de hablar de mí — se queja Azucena.
— No todo es sobre ti Azucena — dice de una forma altanera Gardenia.
—Claro, hablamos ella y yo. Yo y ella, no tú — digo de la misma forma. Ganando me una mirada de odio de la pelinegra y una sonrisa de complicidad de la rubia.
— Bueno, yo me voy.
Dicho eso, se da la vuelta y comienza a irse pero no sé a dónde.
—Es tan dramática a veces — comenta.
—Ni que lo digas.
Gardenia me dice si quiero ver patrulla canina con ella. Y como no se en donde esta Azucena, le digo que sí. La verdad pensé que iba a ser muy mala la serie, pero no me puedo quejar. Gardenia me comparte de su jugo, mientras pinta mis uñas de color celeste. Para ser tan pequeña, las pinta muy bien y prolijas.
—Tus uñas son lindas, las de mi tío Javi están todas mordidas y feas.
—Es que me las cuido — digo. — Me gusta ese color celeste — ella me sonríe. —¿No tienes brillos? — pregunto, ya que estamos.
— ¿Te gustan los brillos? — pregunta encantada.
Ruedo los ojos.
—Claro que sí, los brillos son geniales.
Ella se va feliz hacia no sé dónde. Espero que a buscar los brillos.
Cuando de algún lado, sale Azucena. Trae papas en un taper, se sienta a mi lado. No me mira pero me comparte. Con la otra mano, la que no está siendo pintada, les robo algunas.
— ¿Por qué esa cara flaca? — pregunto intentando no reírme.
—Porque me venias a ver a mí.
Me acerco a ella y beso su mejilla. Haciendo que se sonroje, y se de vuelta a mirarme. Sus lindos ojos azules me contemplan, aprovechando su distracción le robo un pequeño beso y unas papas.
— Pero aquí me están haciendo manicura de calidad y gratis — le señalo mi mano.
Ella mira mis uñas.
— Me gustan —comenta. — La pequeña monstruo tiene un don para pintar prolijo. Lo heredo de mamá.
Le doy una sonrisa nostálgica.
— Todos aprendimos a pintar con tu mamá.
Antes de que ella diga algo. Gardenia llega, con un esmalte de brillos.
—Eso es de mamá — la regaña Azucena.
— ¿Y? Ella me la presta.
Gardenia se sienta de vuelta en su lugar, y pinta uno de mis dedos con el brillo. Se sale un poco de los bordes, pero lo limpia con prolijidad.
Mientras Gardenia me pinta, noto que se le baja una de las mangas del vestido y en su hombro veo un horrible moretón morado.
— ¿Te duele? — señalo su brazo.
— ¿Que te paso ahí? — pregunta Azucena asustada.
— Oh — Gardenia se mira el brazo — ¿Otro más?
— ¿Cómo que otro más? — preguntamos los dos al mismo tiempo.
—Sí, me salen estas manchitas siempre. No duelen, no sé cómo me las hago. Pero no duele.
Frunzo el ceño confundido. Azucena igual.
— A ver la otra mano Russell — dice ella. Le doy mi otra mano y comienza a pintarla.
Nos quedamos toda la tarde así los tres. Gardenia pintando mis uñas, Azucena trayendo papas cada vez que estas se acaban y terminando de ver cuatro temporadas enteras de patrulla canina. Sin dudas una muy buena tarde.
— Gardenia, tienes que ir a bañarte porque en un rato llega papá.
Miro la hora, son las ocho de la noche. Y yo llegue acá a las cinco, el tiempo se pasó volando.
— Oh, pero Russell me dijo que me iba a prestar su pelo para jugar.
Yo la miro negando con la cabeza.
—Yo nunca ofrecí mi pelo — me defiendo.
—Oh, bueno lo intente — dice riendo.
Azucena lleva a su hermana al baño. Yo recojo todo los esmaltes y cosas que Gardenia uso, y lo dejo acomodado en la mesita del living. Sin saber cómo encuentro la cocina, aunque la casa de Azucena no es gigante es grande, me costó encontrar la cocina. Allí dejo los vasos y el taper que usamos.
Cuando me doy vuelta, la veo a ella recostada sobre la barra de desayuno mirándome.
— ¿Te divertiste? O ¿Gardenia te puso incomodo?
—Un poco de ambas — digo riendo me. Llego hasta ella y pongo mis manos en su cintura. Ella levanta la vista, no puedo evitar y beso su nariz.
¿Qué demonios me está haciendo esta chica?
— Me gusto pasar la tarde contigo — murmura contra mi boca.
Estaba a escasos milímetros de su boca, nuestros labios prácticamente se están tocando. Creo que si la pego más a mí, ella puede sentir mi corazón palpitando al lado del suyo.
— A mí me gustas vos — digo antes de besarla como a mí me gusta.
La tomo por la cintura pegándola más a mí. Las manos de ella viajan por mi espalda hasta detenerse en mi cadera y pegarme más a ella, de su boca escapa un jadeo cuando mi mano baja hasta su trasero y lo aprieto. Evito soltar uno yo, cuando me pega contra la barra del desayuno se pone en punta de pies para profundizar el beso.
Pongo mis manos en su culo y la alzo, haciendo que sus piernas se enrienden a mí alrededor. Cambio la posición, ahora ella quien está apoyada en la barra. Así podemos profundizar aún más el beso, mi erección está a la misma altura que su pelvis, provocando una deliciosa fricción.
Azucena no logra controlar un gemido que se le escapa, haciendo me perder el control para besarla con más fuerza y refregarme aún más rápido contra ella. Dejo de besarle los labios para ir por su cuello, besando y oliendo su rico perfume, ella suelta pequeños jadeos.
Con una de mis manos, masajeo uno de sus pechos por encima de la blusa, allí es cuando noto que no tiene sujetador. Ella vuelve a gemir, vuelvo a acariciar sus pechos, y sigo presionando mi erección en su entrada. La siento jadear y soltar pequeños gemidos. Creo que está por venirse y quiero que lo haga. Así que en un acto de atrevimiento, bajo mi cabeza hasta la altura de sus pechos y como puedo levanto la remera para poder verlos. Y sin previo aviso, me llevo uno de sus pezones a mi boca.
— ¡Hijo de puta..! — jadea. Balancea su caderas al mismo ritmo que las mías y se acomoda para darme más acceso. Levantándose la remera, dejando que muerda, lama y chupe a mi antojo.
<<Si esto es un sueño. No quiero despertarme. >>
Los movimientos de ella son más acelerados, está por venirse. Y ni siquiera la toque con mis dedos, es pura fricción.
La ayudo moviendo mis caderas con fuerza, haciendo que ella suelte un gemido fuerte. Que rápidamente silencio poniendo mis labios en los suyos. Clava sus uñas en mi espalda, duele un poco. Pero ignoro eso mientras, la siento temblar en mis brazos.
Durante unos minutos los dos nos quedamos quietos en la misma posición. Hasta que la bajo, ya que mis piernas tiemblan un poco.
Aunque ella llego a su clímax, yo no. Y tengo mi amigo duro y me duele.
Ella mira el bulto en mi pantalón.
—Yo...
— No hace falta — digo. Ya que veo que esta sonrojada y todavía algo perdida por el orgasmo.
Ella iba a decir algo, pero la tomo de la cintura. Beso con cuidado sus labios, los cuales están rojos e hinchados, los míos deben estar peor.
— Cuando estemos solos, voy a dejar que me hagas lo que quieras. Porque si solo con fricción te hice venir, cuando te lo meta te voy a hacer ver estrellas — su respiración se acelera, sus mejillas se enrojecen —. Quiero ser la única persona que escuche tus gemidos.
Y no miento, como quiero que ella me toque y tocarla yo también. Pero ahora no es el momento, y no me va a matar esperar un poco más.
holi, como andan? feliz año neuvo genteeeeeee
les deseo lo mejor para este año y quiero decirles que se vienen muchas sopresas. Espero les guste el capitulo y me digan si quieren mas de estas escenas....
besos, los amo.
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