Capítulo 1.

{La pequeña monstruo.}

Azucena.

Sentía la cara dura, como una piedra. Apreté mis labios, como si quisiera dar un beso, y sentí como se tensaba mi cara.

— Mami, ya esta dura la mascarilla — dije.

— ¡Su! No te quejes, faltan cinco minutos todavía — responde mi hermanita.

Me saco una rodaja de pepino de mi ojo, para observar a la pequeña rubia que está sentada a mi lado.

Tenía puesta unos lentes de gel frio rosa, y su cara estaba cubierta por una mascarilla rosa igual que la mía.

Ella me miraba con fastidio, como si el hecho de que me quejara fuera molesto para ella.

— ¿Acaso vos sos mi mamá? — pregunte riendo.

— Nop, pero sé que tengo que esperar — dice encogiéndose de hombros y acomodándose en su reposera.

Me doy vuelta para observar a mi mamá. Tiene puesta una bata rosa, igual que la de mi hermana, tiene la misma mascarilla que nosotras y usa pepinos en sus ojos. Su cabello negro está atado en una trenza, y tiene varias flores incrustadas en su trenza. Parece que está dormida.

Justo antes de que yo la pueda despertar. Entra papá con una bandeja con cuatro licuados y muchas frutas cortadas en rodajas.

— Hola mis bellas flores — dice sonriendo.

Mamá se remueve y se saca los pepinos de sus ojos. Si hay algo que me gusta de pasar tiempo en familia, es la forma en la que ellos se ven. La sonrisa de mi mamá parece que no puede extenderse más (y no es solo por la mascarilla), mientras que mi papá deja la bandeja sobre la mesita del centro. Luego se inclina y le da un beso, nada corto, a mi mamá en los labios.

Aunque me guste su amor, no me gusta ver como lo expresan.

— Que asco — digo.

Ambos se ríen. Papá se acerca a mí y me da un beso en la frente.

— Hola pa.

— Hola mí Su.

Luego va hacia mi hermana que finge estar dormida. La toma entre sus brazos, haciéndola soltar un chillido.

— Mami, mami — pide ayuda. — Papi me quiere comer a besos — se queja riendo.

Mamá se levanta y va a ayudarla. Pero lo que hace es hacerle cosquillas para hacerla reír más. Eso se veía como una gran bola de manos y risas.

— ¡Ayuda! Hermana — pide la pequeña monstruo.

— Mmmm.

Se escuchaba como se ahogaba en la risa, mientras mis padres se reían.

— Esta bien.

Me acerco a ellos y comienzo a hacerle cosquillas a mi papá. Al no tener puesta una remera mis dedos fríos chocaban con su piel. Logrando que suelte a mi hermanita, para atacarme a mí.

— No, la pequeña monstruo es quien empezó — me quejo riendo.

— Mis hijas en mi contra — se queja papá. Cuando Gardenia se prende de su pierna y comienza lamerla. — Cría cuervos y te sacaran los ojos.

— ¡Qué asco Gardenia! — me quejo cuando veo que babea la pierna de papá.

Papá me toma entre sus brazos para evitar que le haga cosquillas. Pero no puede hacer tanta fuerza porque se tiene que ocupar de la cosa que está babeando su pierna. Así que me las arreglo para hacerle cosquillas en la panza.

— Adorada esposa ¡Ayudaaa! — grita riendo.

Miro a mamá que esta con el celular grabando todo.

— Mira Val, lo dijiste estas niñas iban a ser la perdición. Mira como está siendo sometido el pobre — se burla mamá. Mientras nos graba. — ¡Digan Whisky! — dice ella.

Dejamos de forcejear, papá sonríe. Gardenia deja lamer la pierna de papá y sonríe como una maniática. Y yo soplo quitando los mechones de mi cabello de la cara para sonreír a la foto.

— ¡Listo! Son hermosos — vuelve su vista al celular. Al mismo tiempo que volvemos a forcejar.

— Gar, deja de lamer mi pierna — pide papá. Quien estaba agitado. — Su, deja de hacerme cosquillas, me voy a quedar sin aire.

— Oblígame perro — dice Gardenia entrecerrando sus ojos y luego volviendo a lo suyo.

Miro a mi hermanita menor con mis cejas elevadas. Dejo de hacer cosquillas.

— ¿Quién te enseño ese vocabulario jovencita? — la reprende papá. Gardenia primero pensó que era un juego, luego miro a papá. Quien no tenía cara de estar bromeando. — Gardenia...

— Ohhh era un chiste papito, me lo enseño el tío Javi. Dijo que era un meme de su época — explica la pequeña monstruo.

— Matare a Javier — susurra papá, — no se le habla así a tu papá.

— Esta bien papito ¿Abrazo? — pide ella soltando la pierna y estirando los brazos.

Papá deja de sostenerme por un segundo, toma a mi hermana y con su otro brazo me lo pasa por mi cintura. Nos da un beso a cada una en la frente, manchándola con la mascarilla. Aunque dudo que tengamos algo todavía.

— Que lindas que son mis pequeñas flores — dice sonriendo.

Le doy un beso en la mejilla sonriendo.

Miro a mi pequeña hermana de ocho años. Quien miraba con los ojos entrecerrados a nuestro padre.

— ¡La mascarilla! Se me ha salido — dice espantada. — Mami, tenemos que quitarnos el resto. Sino no seremos hermosas princesas por siempre y para siempre.

— Claro tesoro, vamos — dice mamá riendo.

— Papito por favor — le dice como si papá no se hubiera dado cuenta de la gravedad del asunto.

—Si claro princesa.

Papá la baja, ella va corriendo hacia mamá. Luego me mira y me hace una seña para que las acompañe.

— Diría que vayas, la pequeña princesa se enoja... Podría decirse que es igual su madre.

— Escuche eso William — la vos de mamá sonó potente y eso que ya no estaba en el jardín.

— Ay pobre — me burlo. Dejo de abrazarlo para ir corriendo hacia mi mamá y hermana.

***

Es increíble como Gardenia tiene toda la boca color rosa, parece un payaso. Mamá la mira con adoración, como si fuera un hermoso osito. Papá mira a mamá.

¿Vieron eso que dije de las miradas? Bueno si me encantaba como mi mamá miraba a mi papá, la forma en la que él la ve, me fascina. Te hace pensar que no hay otra mujer en el mundo más que ella. Que ella es su todo.

Miro el brazo de mi papá, ese tatuaje de la mano sosteniendo el sol. Luego miro el brazo de mi mamá, la mano sosteniendo la luna. Dos tatuajes gemelos, hechos cuando aún eran adolescentes.

Sé que si un día me llego a enamorar, ese chico me tiene que mirar de esa forma. No espero menos.

Mi mamá me toma la mano, distrayéndome de mis pensamientos. Con su pulgar acaricia mi mano.

— ¿En qué piensa mi princesita? — su tono es dulce y amoroso.

Le doy un apretón a su mano.

— En que la pequeña monstruo está muy sucia — me burlo. Le saco la lengua.

Ella me saca la lengua y me muestra su dedo en medio.

— ¡Fea!

— ¡Ey! Entre hermanas no se deben tratar así — reprende papá. — ¿Él tío Javi te enseño eso?

— Nop, mi mami — dice señalando con su dedo a mamá.

Papá la ve con cara de "¿En serio?" Ella agarra su vaso y toma lo que le queda de licuado.

— Es tan parecida a mí — sonríe de forma maquiavélica.

— Por suerte Su, salió igual a mí — dice el, tomando mi otra mano.

Es gracioso, porque eso es verdad. En cuanto a personalidad soy igual a mi papá, solamente que prefiero mi guitarra antes que hacer natación. Aunque amo nadar con él. Pero físicamente soy muy parecida a mi mamá. Igual, mismos ojos azules, nariz respingada, pelo negro ondulado, la diferencia es que el mío está cortado a la altura del mentón.

En cambio mi hermana, es mi papá en versión femenina. Ojos verdes, tan brillantes como dos piedras preciosas, boca pequeña, nariz respingada. Pero su forma de ser es igual a mi mamá, ella siempre va a la fundación porque le enseña a los niños a pintarse y peinarse como princesas y príncipes. Le encanta cantar o chillar como yo le digo. Es una pequeña diablillo, pero aun así la amo con mi corazón.

— Exacto papá — dije sonriendo.

Mi celular suena, veo que es una llamada de mi amiga. Agarro mi celular, pero antes de siquiera poder contestar la llamada se corta.

Entro al grupo de WhatsApp "Las rikkas." Había como diez mensajes ya.

Amigui: Chicaaaassssssss, Ramiro va hoy al boliche...

La toxi: y?????????

Lor <3: Si eso vi, puso en su historia algo de ¿Nos vemos en LCC?

Amigui: Eso, tenemos que ir. Esta noche, el último fin de semana sin clases. Y de paso, yo lo veo y me lo como.

La toxi: ¿Seguir chicos como tontas? Paso... Y si jugamos al LOL?

Amigui: ¿Whats? O seaaa... Hellow... Tenemos 18 años, estamos en el último año. Sin previas, debemos festejar. Aparte esta Ramiro... Es tipo si o si tenemos q ir.

La toxi: Dios.... Como quieran:-/

Lor <3: Siii vamosss

Amigui: Genial ¿Azu? ¿Vas?

Lor<3: No está leyendo los mensajes... Alguien que la llame.

La toxi: capaz está jugando al LOL... no se digo...

Amigui: La estoy llamando.

Yo: Ya leí todo, Toxi quiero jugar a LOL. Y bueno, ya pregunto ahora les aviso.

— Papi, mami...

— Miren ya quiere salir — acota Gardenia, tiene puesto unos lentes de sol color rosa. Y está tomando el licuado de papá.

Mis padres me miran, con una sonrisa.

— ¿Es eso? — pregunta papá.

— Si, a las chicas quieren ir a LCC. ¿Me dejan ir?

Mis padres se miran entre sí, parece que se hablaran telepáticamente. Ruedo los ojos. No es la primera vez que salgo, pero ellos son un poquito, demasiado sobreprotectores. Muchas veces recibo miles de sermones o de cosas que puedo y no puedo hacer cuando salgo.

— Esta bien, pero nosotros las llevamos y las traemos. Y si van cuatro en el auto, cuatro vuelven con nosotros.

— Eso parece razonable — dije mirándolo a ambos.

— Y ya sabes, no recibas bebidas abiertas, no te vayas al baño sola y si alguien te toca o te hace sentir incomoda...

— Lo golpeas — interrumpe mi mamá. Papá la mira.

— ¿No era que la violencia no es la solución? — pregunta.

— No es la solución, pero cuando alguien se propasa merece recibir un golpe — dice ella.

— Claro, como Juanito que dijo que yo le gustaba y por eso me tiraba el pelo — comenta Gardenia. Removiendo con el sorbete lo poco que queda de su licuado. — Le pegue con mi cartuchera en la cabeza, y le dije "Si pegando es como demuestras tu amor, mejor quédate lo." Y me fui con las chicas.

Todos nos quedamos mirándola. Ella levanta la cabeza y nos mira con intriga.

— ¿Qué? ¿No es eso lo que dijiste mami? — pregunta.

— Claro, eso mismo — dice ella, acariciando con delicadeza su mejilla. Al mismo tiempo que se mancha los dedos de rosa. — Prometes que si te sientes mal o algo te pasa ¿Nos vas a decir? Sabes que nos podes llamar y nosotros vamos a buscarte.

— Eso que dice tu mamá es cierto, y quiero que sepas. Que te vistas como te vistas, nunca va a ser eso una invitación a que algún idiota te toque.

Yo asiento con mi cabeza, se eso de memoria. Siempre me lo han dicho, siempre me han dicho los peligros que corro. Estoy cansada de que siempre pinten el mundo como un lugar malo.

— Ya se — dije intentando no sonar mala onda. — Ya sé que hacer, porque siempre me dicen los mismos discursos. Ya lo sé, sé que si alguien me toca o me hace algo. A los primeros que voy a recurrir va a ser a ustedes.

Y la verdad no miento. Sé que ellos me cuidan, aunque sean insoportablemente sobreprotectores. Sé que lo hacen con amor.

— Bueno, entonces nosotros las llevamos y las traemos.

***

— La verdad es que tus papas, son unos grosos — dice Loriana. Mientras se pinta los labios de rosa Barbie.

— Eso es verdad, mis papas solo me dieron plata para el remis y me dijeron "Avisa cuando llegues." — se queja Clara, mejor conocida como Amigui. Por ser tierna y amigable con todo el mundo.

— Es que ellos prefieren saber que las cuatro estamos bien. A estar pensando toda la noche si volvimos o no.

Estábamos las cuatro en mi habitación. Loriana, Clara y Teresa, quien estaba en mi cama jugando una partidita de Free fire.

Me estaba poniendo mi vestido rojo de lentejuelas, el vestido se ata en el cuello con dos cadenas doradas. Las cuales cruzan el escote de mi espalda. No es un vestido corto, pero tampoco es largo. Decidí ponerme sandalias de plataforma, ya que me son mucho más cómodas para bailar.

— Por eso son mis padres favoritos, al igual que los de mis padres — aporta Teresa.

— Por eso eres mi toxi favorita — digo.

— Y la mía igual, el próximo fin de semana jugamos al LOL.

— ¡Ay! Tere siempre igual. Sabes que amamos estar en casa, pero también podemos salir de vez en cuando. Deja de ser tan insoportable — se queja Clara.

— Bueno, no discutan y alguien que me pegue este brillito en el delineado — pide Lor. Clara se da vuelta y con una pincita de depilar. Toma el brillito plateado, con sumo cuidado y lo pone al ras del finísimo delineado que mi amiga se hizo.

Ambas estaban vestidas de forma espectacular. Clara, tiene un pantalón Oxford rojo ajustado a sus tonificadas piernas, un top brillante color blanco. Su cabello rubio cae en bucles por su espalda, tiene un maquillaje casi igual que el de Lor, solo que su labial es rojo. En cambio el de mi otra amiga es morado, que hace juego con su vestido de satén.

Por otro lado Tere, tiene puesto unos short de cuero negro y un top rosa, sus zapatillas blanca y tiene brillitos debajo de sus parpados. A ella no le gusta tanto producirse como nosotras, pero eso no quita que sea toda una belleza.

Camino hasta su lado y me acuesto en la cama, viendo como está matando a su último oponente.

— No le hagas caso, no eres aburrida. Solo que Ramiro la tiene loca — digo mirándola. Los ojos cafés de Teresa me observan.

— Ya sé, pero avecés podría ser menos... Menos...

— ¿Menos ella? — preguntó en voz baja.

— Exactamente, a mí me da igual si quiere vivir de fiesta en fiesta. Pero a ella le jode que yo quiera estar mi casa jugando — me explica en voz baja, miro hacia las otras dos. Quienes aprovechan mi espejo gigante para sacarse fotos.

— Déjalas, es que sos extraordinaria a tu manera al igual que ellas.

— ¡Estará Brandon Villagrán! — chilla Lor. — Acabo de ver su historia y está allí con el grupito de Ramiro.

— ¿Y? — preguntamos al mismo tiempo con Tere. Ella me mira y se ríe.

— ¿Cómo qué Y? — pregunta ella rodando los ojos. — Mi futuro esposo está allí, tenemos que apurarnos.

— Todos sabemos que Brandon está enamorado de Azu. — Dice Clara matando todas las ilusiones de Lor. Quien la mira con cara de pocos amigos. — Nena, si se la pasa mirándola como perro al bife.

— No es así — dije. — Somos amigos, nuestras madres son amigas y por eso lo veo más seguido. Pero no le gusto yo, no le gusto para nada.

Eso es verdad, tanto Brandon como Ariel. Son muy buenos amigos míos, ellos desde siempre se han juntado conmigo. Los veo como primos lejanos.

— Ya dejemos de hablar, de quien le gusta a quien y mejor nos vamos. Que si tardamos, vamos a pagar entrada y ni en pedo pago un peso. Por chocar mi cuerpo con el cuerpo de otros y oler a cigarrillo — dice Tere. Levantándose de su lugar.

Todas asentimos.

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