Capítulo veintidós
Cabe resaltar que aquella noche se fueron de mi vida dos personas muy importantes, Luna y S.R.
Lo que paso con S.R fue algo que no terminé de comprender.
Al mandar el último audio me habló esta voz en mi cabeza: "No quiero hacerte sentir peor de lo que ya estas, así que tu desahógate. Saúl, va a ser muy fuerte toda esta situación, pero creo que lo superarás, lo superaremos juntos".
Fue lo último que escuché por parte de S.R. Tengo una teoría de lo que paso con él, pero les contaré de eso más adelante.
Mis ganas de llorar incrementaban. Mi primer reacción fue hablarle por teléfono a Kat.
Estuvimos platicando de lo sucedido y por fin llegué a una conclusión en aquel momento.
A Luna la tenía en lo que me hacía falta, y lo que necesitaba dejar ir.
Sin S.R que me ayudara a debatirlo, concluí que Luna era una chica que solo le gustaba gustarle a los demás, la clásica chica hermosa que le gusta tener a todos a sus pies y yo era uno de ellos.
Era un simple juguete que a Luna le gustaba, pero como todo juguete en cierto punto te llega a aburrir, ya había llegado mi fecha de caducidad.
El hecho de saber que nunca le gustó mi forma de ser, sino la atención y los cumplidos que le hacía para que su ego aumentara, me dolió hasta el fondo de mi corazón.
Me sentí utilizado.
Yo, Saúl Rodríguez que ya me veía como un 10 perfecto, porque mi autoestima así me lo demandaba, no fui más que un juguete de una niña de 16 años.
Colgué la llamada con mi mejor amiga y mis ganas de llorar seguían. No tenía ganas de dormir así que bajé a prepararme un café a la cocina y así tranquilizarme más. Eso me ayudó, cuando se trata de evadir problemas me pinto solo. Sabía que no era lo correcto, pero en ese momento me hacía mucho bien.
En la madrugada del jueves, ya teniendo mi café en las manos los pensamientos de Luna volvían a mi cabeza y para desviar aquellos recuerdos procedí a prender mi teléfono y ver videos en Facebook, era una buena distracción.
El primer video era de risa, era un pequeño corto de la serie "Family Guy", me divertían mucho sus capítulos. El segundo era distinto, era una reflexión de un chico, decía: "A mí me gusta salir solo, comer solo, ir a caminar solo, así que si te busco es porque de verdad disfruto estar contigo"
En ese instante se me nublo la vista, mi ira era tan grande que me dieron ganas de aventar la taza contra la pared. Eso no pasó, pero con aquel video ya no podía evadir el problema, mi llanto se hizo presente.
La mayor razón por la que me sentía devastado era porque le abrí mi corazón a una chica que solo jugo conmigo. El hecho de que me costara platicar de algo tan importante para mí como fue el tema de la relación que tenía con mi hermano, que una chica no le haya importado y que solo le importara mi atención y el cómo le hacía subir su ego, era desgarrador.
Pasé una noche terrible, pero como pude, dormí ese día.
Lo que pasó el día siguiente nunca se me va a olvidar. Fui a casa de mi hermano todo el día y traté de mostrarme no tan desgraciado. Puse mi mejor cara ante la situación y al perecer lo hice bien porque nadie sospechó que estaba pasando por un infierno.
Aquel día todo lo que hacía lo relacionaba con Luna; lo que había pasado en la fiesta, la semana en la tienda de discos, los mensajes, los momentos en la plaza. Pensaba si de verdad era real lo que había pasado, si de verdad Luna me había dicho que ya no le gustaba. Estaba en mi etapa de negación.
Lo que si tenía claro era que no iba a insistir más. Es mejor retirarse y dejar un bonito recuerdo, que insistir y convertirse en una verdadera molestia.
Además, no podía dejar que mi dignidad cayera al igual que mi alto valor como hombre. No podía dejar caer el trabajo de meses por una chica.
No perdí lo que nuca tuve, no mantuve lo que nunca fue mío y no podía aferrarme a algo que simplemente no se quería quedar.
Días muy grises y sombríos tuve en mis últimos momentos de vacaciones. Traba de hacer mis cosas como si no hubiera pasado nada, pero en cada maldito momento estaba el recuerdo de Luna.
No quería olvidarme de ella, me la pase pegado al teléfono algunos días esperando que en cualquier momento me dijera Luna que era una broma o algo parecido, que solo era un reto a la que la habían obligado, pero ese mensaje nunca llegó. Ese mensaje jamás llegó.
La música se convirtió en un refugio para mí, hacía que me desahogara. Las cantaba a todo pulmón cuando estaba solo. Antes de dormir las cantaba en mi cabeza con un sentimiento memorable.
Luna me hizo creer en algo que en primer lugar nunca existió.
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