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Capítulo siete

Todavía molesto y con cierta incomodidad no quería voltear a ver a las chicas. Estuve mal, lo sé y lo entendí al instante. Traté de tranquilizarme, quitarme esos pensamientos negativos que no traerían nada bueno.

Se escuchaba la primer pieza de baile, la gente se empezaba a levantar de su asiento para ir al centro de la pista. En eso recordé una de las razones por la que iba a esa fiesta, probar lo mucho que había avanzado en mis pasos.

Ya estando un poco más relajado sentí un toque en mi hombro y volteé de inmediato.

–Ahorita sacarás a Luna a bailar y yo sacaré a Sofi ¿ok? –. Me hablaba Kat alzando la voz un poco.

Yo no tenía problema con eso, estaba dispuesto a bailar pasara lo que pasara.

Miré a Luna y me respondió con una sonrisa, no supe como tomar eso, ella estaba incómoda ¿o no? Esperaba que hiciera una mueca o un gesto de desagrado, pero no fue así.

Terminó la pieza de salsa e inmediatamente sonó la siguiente. Kat y Sofi se levantaron, ahí supe que ya era momento de actuar.

Me puse de pie, me acerqué al asiento de Luna y con toda la seguridad del mundo le estiré la mano.

–¿Bailamos? –. Le pregunté. Ella tomó mi mano y nos dirigimos a la pista de baile.

–No te vayas a burlar si no bailo muy bien–. Le dije sarcásticamente.

Soltó una pequeña risa: –Cómo crees– respondió.

Es difícil explicar lo que pasó en ese momento. De verdad estaba bailando. Yo, Saúl Rodríguez estaba bailando y lo mejor de todo es que lo disfrutaba. Venían a mí recuerdos en donde de niño mi familia me obligaba a bailar, incluso ya de mayor lo hacían. Pero ¿quién diría que la familia de mi amiga y la propia Luna me hicieran ver el baile de una forma distinta?

En ese instante el baile y yo hicimos las pases. Había descubierto una actividad que me gustaba realizar, la cual hace apenas unos días odiaba.

Además, estaba ante una pareja de baile muy buena, Kat me dijo que Luna bailaba bastante bien, pero hasta ese momento lo pude corroborar.

Fue un momento bastante hermoso porque el agarrar su mano, el tocar su cintura, el ver sus ojos hacían que poco a poco me enamorara más de ella.

Pero no había que estar tan alegres, todavía tenía una situación que solucionar.

–Perdón por hacerte sentir incómoda allá afuera, no era mi intención–. Le dije a Luna al oído mientras bailábamos.

–No me sentí incómoda– contestó.

No confiaba mucho en aquella afirmación, pero no quería volver a sacar ese tema de nuevo. Yo trataba de disfrutar cada segundo del baile con ella.

Acabó la pieza de baile y Luna volvió a su asiento, sin dirigirme una sola palabra. En parte entendía ese comportamiento.

Por más que yo disfruté del baile con ella, no podía saber si ella sintió lo mismo.

La invité a bailar una segunda vez y ella aceptó sin ningún inconveniente, se le veía un poco seria, pero decidí ignorarlo. Aun así, no me quedé con las ganas de decirle lo hermosa que se veía con esa falda negra, ella solo me dio las gracias con una sonrisa, vaya seriedad la que tenía.

De repente, ya me resultaba muy raro su forma de actuar cuando pasaban una, dos, tres piezas de baile y ella no me dirigía la palabra, estaba tan seria que ni me veía a los ojos.

Tuve una hipótesis de lo que estaba pasando. No quería que su familia la viera tan coqueta o algo parecido con un chico que acababa de conocer.

Si, eso era lo que pasaba. Sabía que en algún momento ella me dirigiría la palabra y ahora si romper con esa tención.

Después de unos cuantos bailes, los cuatro nos encontrábamos sentados en la mesa platicando.

–Oye Luna– exclama Kat. –Aprovechando que estás de vacaciones me gustaría que vinieras de visita a mi casa.

–Prima pero que buena idea– contesta Luna con una sonrisa prominente. –Le voy a pedir permiso a mi mamá a ver si me deja.

–Claro prima, yo también le pediré permiso a mi mamá a ver si te acepta por una semana.

–Ojalá que nos den permiso.

Estaba atento a lo que decían. Era una idea que me fascinaba. Luna estaría muy cerca de donde vivía, como no estar emocionado con esa noticia. Aunque todavía tenían que pedir permiso y planearlo bien, la esperanza y las ganas estaban puestas para que eso pasara.

El siguiente baile sería entre mejores amigos. Buen momento para contarle a Kat lo que estaba pasando entre Luna y yo, claramente no le conté gran cosa, pero tenía una corazonada de que la interacción entre los dos cambiaría para bien.

Los cuatro tomamos un pequeño receso y nos metimos a la casa.

Mi mejor amiga y Luna se tomaban fotos frente a un espejo muy grande que estaba en el garaje. Miré a un lado y ahí estaba Sofi.

–Tienes una mejor amiga bastante intrigante–. Le dije.

–Así es ella– respondió Sofi.

–Pues me gustaría conocerla más a fondo.

–Deberías hacerlo.

Después de esa pequeña charla entramos de nuevo los cuatro a la carpa. Luna y yo nunca cruzamos palabra, seguía muy cortante conmigo.

Nos quedamos sentados un rato para retomar fuerzas.

Ya sentados, Luna estaba revisando su teléfono y decidí invitarla una vez más a bailar. Era hora de intentarlo una última vez.

­–Así que planeas ir a la casa de Kat.

Luna asintió con la cabeza.

–Pues estaría muy bien, sirve que nos podemos conocer un poco más–. Le contesté.

–Si–. Fue lo único que respondió Luna.

Después de ese comentario ya no quería nada más. Estaba dispuesto a bailar con ella solo porque la conexión en el baile era única, pero no iba a estar dispuesto a seguir esforzándome para tener una conversación con ella. Y así pasó. Seguimos bailando algunas piezas, yo solo estaba disfrutando del baile.

Que triste saber que la chica que acaba de besar hace unas cuantas horas no quería ni siquiera mostrarme una sonrisa.

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