Dejando el mal asunto que tuve con Luna, puedo destacar algunas situaciones que hubo en la fiesta.

Por ejemplo, baile con Sofi un par de canciones, ella no sabía bailar muy bien pero no importaba, me agrado bailar con ella. No tratábamos de platicar o de cruzar miradas para que la situación no se malinterpretara. Nuestros interés amorosos se encontraban bailando a un par de pasos de nosotros.

Además, bailé con Luisa, la abuelita de Kat. Disfrute mucho hacerlo, la señora tiene una energía increíble que usualmente no es común verla en personas de su edad.

En fin, eran las dos de la madrugada y llegó la hora de partir de Sofi. Su casa no estaba lejos, se encontraba como a dos minutos caminando, pero aun así la acompañarían Luna y su papá.

Por cierto, no les he hablado del padre de Luna, nos presentaron en un punto de la fiesta, no interactuamos casi para nada en la reunión, pero se veía que tenía una personalidad muy alivianada.

Tras la partida de Sofi alguien más se iría de la reunión, lastimosamente yo.

Así es, me tenía que ir. Literalmente no me iba, me llevaban.

Tenía ganas de decirles a Vivian y a José que ellos se fueran y me dejaran en la fiesta, lo único que quería era seguir bailando, pero eso no era para nada una opción.

Iba a regresar a mi casa. Kat no se iría con nosotros, se quedaría el fin de semana con la familia de su padre.

Era la hora de despedirme de la mayoría de los familiares, me dio un gusto conocerlos, aunque lo hice a grandes rasgos. En general era una familia muy alegre y unida, muchas personas ya quisieran una familia así.

Cuando iba saliendo de la carpa me despedí de mi mejor amiga.

–Gracias Saúl por haber venido hasta acá y por esta nueva anécdota juntos que sin duda ha sido una de las mejores, te amo amiguito–. Me dio un abrazo muy fuerte.

–No hay que agradecer Kat– le respondí en el oído. –Me dio mucho gusto conocer a tu familia, no sabes lo agradecido que estoy porque me hayas invitado, ya nos estaremos viendo por allá en la tienda.

Al separarnos de reojo vi a la señora Angela parada mirándonos. Me acerqué a ella con cierto nerviosismo.

–Muchas gracias, señora por recibirme en su hogar, tiene una bonita familia– le comenté mientras le estrechaba la mano.

–Gracias joven, sabe que ésta es su pobre casa y es bienvenido cuando sea.

Aquellas palabras significaron mucho para mí. El saber que le caí bien a la persona con más autoridad, no solo de la casa sino de la familia, me llenaba el corazón.

Llegando a la camioneta me encontré a Diego que platicaba con Vivian.

–Ya me voy Diego muchas gracias por invitarme a la fiesta– le dije.

–No agradezcas hermanito, fue un gusto tenerte por acá– respondió.

Aquel comentario me sacó una sonrisa genuina, Diego era un buen tipo.

Me despedí de él y a lo lejos de la calle la vi. Aquella persona de tez blanca, delgada y con una falda que la hacía ver radiante. Regresaba con su padre de dejar a Sofi.

–Ya se va Saúl– le comentó Kat a Luna.

En eso Luna hizo algo que no me imaginaba en el vida, me abrazó.

Leyó bien querido lector, Luna me abrazó. En todo el baile no me dirigió siquiera la mirada y ¿de un momento a otro mostraba esa clase de cariño? No supe que reacción tener.

–Nos vemos Luna, fue un gusto verte y espero que vayas a allá con Kat para que nos podamos ver ¿Vale?

Disfruté cada segundo de ese abrazo.

–Si, espero que si se haga Saúl.

–Espero que esta vez sí puedas contestar mis mensajes– le dije en tono irónico.

–Perdón si no te contesté, pero ahí estamos en contacto. Cuídate mucho– respondió mientras me soltaba.

Lo que pasó con Luna no fue lo que esperaba, tanto el beso afuera de la carpa, tanto la conexión que tuve con ella al bailar, así como la nula interacción al hablar, fueron razones suficientes para que aquella fiesta fuera inolvidable.

Subí a la camioneta, iba solo en la parte trasera. Era demasiado que digerir, muchos puntos que analizar ¿por dónde empezar?

Decidí en dejar los pensamientos para después, en aquel instante quería disfrutar del momento, cerré los ojos y con una sonrisa en el rostro gocé del viaje.