Capítulo nueve
Llegué a mi casa. Me despedí de Vivian y José, les agradecí por haberme llevado hasta mi hogar. Al entrar me recibió mi madre, ya eran las tres de la madrugada y ella todavía no se dormía. Le comenté que estaba cansado y que quería dormir, mañana le explicaría como la había pasado. Ella lo entendió.
Subí a mi habitación, la verdad no tenía tanto sueño, pero quería analizar ahora sí lo que había sucedido en la fiesta.
No fue tanta la charla que tuve con S.R., existían dos puntos de vista, como siempre había.
Yo pensaba que el comportamiento de Luna fue, como lo dije en un inicio, por la presencia de familiares que en aquella noche eran bastantes. Además, el beso pasó por algo ¿no?, hubiese mantenido su postura de no dármelo, ella ganó limpiamente en la partida de baraja, pero su decisión cambió. Lo hizo porque en el fondo le gustaba y no quería quedarse con las ganas.
Por otro lado, S.R pensaba algo distinto. Decía que Luna no tenía ningún inconveniente con su familia, el problema era ella que apartaba la mirada, el problema era que al acabar la canción se iba a su asiento acelerando el paso, que no quisiera tener alguna interacción conmigo, ese era el problema.
El beso solo fue parte del momento, a los 16 años se te hace fácil besar a un chico que acabas de conocer (no entiendo mucho este comportamiento que llegan a tener los jóvenes). En general, S.R. decía que por más bonita que estuviera, el hecho de ignorarme hacía que perdiera todo su atractivo.
Vaya dilema tenía en la cabeza, a quién hacerle caso. Quién de verdad tenía la razón. Llegué a una conclusión, el que estaba más cerca de la verdad era yo.
No había marcha atrás, cuando Luna llegara a venir a la casa de Kat ahora si me mostraría su verdadera forma de ser y todo sería distinto.
Pero ¿esperaría hasta que ella viniera para poder conocerla mejor? Me dormí con esa pregunta en la cabeza.
Al día siguiente, mi familia iba a visitar al tío Héctor, hermano de mi papá. Decidí acompañarlos, no tenía nada que hacer y el distraerme me iba a hacer bien.
En el camino les conté de cómo me fue en la fiesta: el viaje, el baile, la familia de mi amiga y otras cuestiones. Omití un poco lo que pasó entre Luna y yo, no sabía cuál sería su reacción así que no quise arriesgarme.
Tenía en mente una cosa, no iba a enviarle mensaje ese día a Luna. No era lo más adecuado, apenas en la noche nos vimos y un mensaje haría que ella no tuviera tiempo para pensarme o simplemente parecer desesperado.
La reunión con mi tío Héctor estuvo buena, platicamos de algunas anécdotas que tuvieron el y mi papá en la juventud, unas historias muy divertidas.
Ya era tiempo de regresarnos a la casa.
Al final del día ni Luna ni yo nos enviamos mensaje. Era de esperarse. No me afectó tanto esa cuestión.
El transcurso del inicio de semana pintaba muy aburrido, ya hacía falta un descanso después de un semestre agotador en la escuela, pero eso no quitaba que las vacaciones fueran aburridas.
En la tarde, las ganas de enviarle mensaje a Luna se intensificaban. S. R quería que Luna mandara el primer mensaje si es que de verdad le gustaba, pero la desesperación se apoderó de mí otra vez. Lástima.
Abrí la conversación que tenía con Luna, vi que ni siquiera vio los dos últimos mensajes que le envié. Se encontraba en línea y la misma inercia de la desesperación hizo que le marcara por teléfono.
Muy arriesgado, el corazón me latía a mil por hora. No contestó, pero enseguida me mandó un mensaje:
"Lo siento Saúl, pero ahorita no puedo tomar la llamada".
"Está bien no te preocupes. Cuando te desocupes me avisas ¿vale?" le contesté.
"Okey, yo te aviso".
Llegó la noche y me fui a la cama con la pequeña esperanza de que llegara ese mensaje. Al parecer no llegaría lo que esperaba, eran las 12 y nada.
Apagué mi teléfono con desilusión y me acomodé para dormir.
A punto de quedarme dormido vibró mi teléfono. Una notificación había llegado.
–Si, es Luna– dije en vos baja.
El mensaje decía: "Ya estoy desocupada".
Esperé unos minutos y le volví a hacer la llamada. De nuevo no me contestó.
"Pero no para una llamada" me respondió por mensaje.
"Está bien" le contesté.
Hablamos en general de cómo se la había pasado en ese par de días. No era la gran cosa, pero era momento de ir por todo.
"Oye Luna, ¿el miércoles tienes algo importante que hacer?"
"No lo sé ¿por?"
"Es que como estoy de vacaciones me gustaría pasar el rato con alguien y me gustaría verte". Las cartas estaban sobre la mesa, la mayor indirecta posible de que me gustaba y quería conocerla más a fondo estaba dicha.
"No sabría decirte, trabajo con mis papás y no sé qué tan cansada este. Pero yo te confirmo ¿Vale?"
"Está bien Luna, espero tu mensaje. Descansa y duerme con los angelitos".
Sin saberlo, aquella fue la última vez que nos mensajeamos.
El martes no llegó ninguna confirmación. No podía creerlo, al parecer S.R tenía toda la razón, yo me equivoqué al pensar que sí le gustaba a Luna.
Pasó todo el miércoles y nada. Aquel día fue algo gris, el saber que no le gustaba me afectó un poco, pero con todo eso yo ya no estaba dispuesto rogarle a una mujer, esa era mi nueva filosofía. Sabía que no debía insistir más en el asunto.
El verdadero golpe llegó al día siguiente. Luna dejó en visto mi mensaje de buenas noches que le dije por última vez el lunes.
No saben lo enojado que estaba por eso. Si yo estaba dispuesto a olvidarla, aquel acto hacía que lo realizara con más velocidad. Fue un golpe muy bajo por parte de Luna.
Pasaron varios días y, según yo, el tema de Luna había quedado atrás, no podía estar pensando en una chica que no intentó siquiera en conocerme, no era una característica que tuvieran los hombres de alto valor.
Para sorpresa mía, todas aquellas ideas de un alto ego quedaron enterradas en un instante. Tres semanas después de la fiesta, un lunes para ser exactos, me llagaría un mensaje que iniciaría una semana verdaderamente de locos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro