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Capítulo diez

Eran vacaciones, no contaba con mucho dinero y estaba dispuesto a hacer algo para solucionarlo. Existe un negocio familiar, consiste en la venta de tiras de bolsitas de botana como cacahuates, pepitas, habas, garbanzos, etc. Las tiras se ofrecen a las tiendas para que las vendan. Es un buen negocio y me propuse a buscar tiendas en las que pudiera ofrecer el producto. Mi jugada salió bien, contaba ya con 5 tiendas en poco tiempo. Era suficiente para poder hacerme de un dinero.

Aquel lunes me encontraba haciendo algunas tiras de botana, al tomar mi teléfono tenía más de 100 mensajes en WhatsApp.

Me desconcerté mucho al saber que eran mensajes de Pablo.

Pablo era un chico de 22 años que trabajaba con Kat y Vivian en la tienda de música, me caía muy bien, tenía unas anécdotas bastante interesantes.

Al abrir su conversación eran puros emojis y mensajes como "Hey", "Responde", "Oyee". Mensajes que se repetían, pero lo que vi a continuación me dejaría boquiabierto. Una foto en donde salía Pablo, Kat y Luna.

Como usted lo leyó, Luna estaba en la tienda y estaba a unos metros de mi casa.

Pablo por alguna razón ya sabía lo que había pasado entre Luna y yo, por eso tanta insistencia en que contestara sus mensajes.

No podía creer lo que pasaba, una gran emoción se apoderó de mí, al parecer mi enojo con ella se había borrado por completo. Se me olvidó que me había ignorado en la fiesta, se me olvidó que no quiso conocerme y se me olvidó que dejó en visto mi mensaje en donde la había invitado a salir.

Perdió el control sobre mí S.R, ahora yo mandaba por completo. El chico enamoradizo ahora tenía el control.

Los pensamientos de un bajo valor personal se magnificaron en ese instante: "Cuando vea como soy en verdad le voy a gustar", "Tengo una semana para conquistarla", "Ahora si me va a querer". Cosas como esa se apoderaron de la nada de mí.

Vaya que S.R nunca estuvo al mando.

Le dije a Pablo que en una hora estaba ahí.

Me bañé y arreglé para que Luna tuviera una segunda buena impresión de mí. Ya estaba listo para poder verla.

En el camino para ir a la tienda me sentía muy seguro, ya no existía ese nerviosismo en comparación a la primera vez que la iba a ver. Iba decidido a conquistarla de verdad.

Entré a la tienda de música y ahí estaba, la chica de aquella falda negra se encontraba sentada en un sillón al lado de Kat.

Cuando mi mejor amiga me vio se paró para abrazarme. Después me llevó con Luna para saludarla.

–Hola Luna, mucho gusto verte por acá– dije al mismo tiempo que le estrechaba la mano.

–Igual a mí me da gusto de estar aquí– contestó con una sonrisa.

–Llegó apenas ese ratito– añadió Kat. –Va a estar aquí hasta el viernes.

–Qué bueno– respondí. –Siempre sí les dieron permiso para que vinieras Luna.

–Si, hace unos días nos dieron permiso y ya aquí estoy.

–Pues bienvenida– le dije con una sonrisa, ella me la devolvió.

Mi plan era simple, que viera mi comportamiento no solo con ella sino con las demás personas y así me conocería más sin entablar una conversación directamente con ella.

Ese día había tianguis en la avenida donde trabaja Kat así que ella, Luna y yo salimos a dar una vuelta.

No tuve interacción con la de tez blanca, se la pasaba hablando con Kat todo el tiempo. Era de esperarse, pero sabía que en algún momento los dos estaríamos solos y cuando eso pasara lo aprovecharía.

Al volver, me la pase platicando un buen rato con Pablo. Hablamos a cerca de cuestiones de la vida y allí se encontraba Luna, atenta a lo que decíamos.

Ya había acabado la charla con Pablo y se levantó para ayudar a un cliente.

Empezó una ligera lluvia y era la excusa perfecta para hablar con Luna.

– ¿Te gusta la lluvia Luna? – le pregunté.

–Si me gusta. ¿Y a ti?

–Pues a mí también, me tranquiliza mucho.

–Tienes razón– respondió.

–Y tú que dices Kat, ¿Te gusta la lluvia? – le dirigí la mirada.

–Me fascina la lluvia– contestó de inmediato. –De hecho, hasta me gusta mojarme y toda la cosa, es como terapia.

En ese instante se me ocurrió una idea.

– ¿Y si nos salimos a mojar? –. Pregunté de la nada. Podría ser una idea que no sabía si iban a aceptar.

– ¿Enserio? Yo jalo Saúl– dijo Kat sin pensarlo. –Es una excelente idea.

–Tú que dices Luna. ¿Vienes con nosotros?

No se le veía muy segura, Kat notó eso y trató de convencerla para que aceptara. No tuvo que esforzarse mucho, Luna se levantó del sillón en señal de aceptación.

Salimos de la tienda y nos fuimos una calle arriba. Las chicas se fueron enfrente y yo me quedé atrás.

Aquel momento fue uno de los más tranquilizantes que había tenido desde hace mucho tiempo. Cerré lo ojos y alcé la mirada al cielo para sentir como gota por gota recorría mi rostro. Con una sonrisa de lado a lado apagué mi cerebro y traté de disfrutar de ese ambiente por algunos segundos. El pensar demasiado me desgastaba mucho, más de lo que pueden imaginar.

Era hora de volver a la tienda, las chicas al parecer también disfrutaron de ese momento bajo la lluvia.

Pablo no nos dejó entrar porque estábamos muy mojados, así que nos tocó esperar afuera.

Estaba un poco desanimado, no sabía que más decirle a Luna, estaba ahí al lado de mí. ¿Tanta era mi emoción en aquella mañana por verla y ahora no sabía que decirle? Simplemente mi cerebro no dio para más.

El hecho de entablar una conversación con alguien me costaba demasiado, y más si era con una chica hermosa.

Afuera de la tienda nos tomamos algunas fotos y al parecer ya llegaba la hora de partir. Me despedí de todos en la tienda, le di un beso en la mejilla a Luna y se acabaría aquel lunes con un sabor amargo.

Me regresé a casa, todavía caían algunas gotas de lluvia. Estaba enojado conmigo, no puede ser que no me haya atrevido a acercarme un poco más a Luna. Me frustraba saber que no soy tan ocurrente y extrovertido como algunas personas.

Nunca supe en qué momento estar cerca de ella e interactuar. Pero todavía había tiempo para cambiar eso, me quedaban aún cuatro días.

Pasó el día y llegó la noche, hora de hablar con S.R. Él me decía que ya dejara el tema de Luna a un lado, no todo el esfuerzo lo tenía que hacer yo, ella también tenía que esforzarse para entablar una conversación conmigo, que tuviera ganas de conocerme más. Ella no se notaba así y era una señal de desinterés. "Ya deja de torturarte en un asunto del cual no te tienes que preocupar" me decía.

S.R al parecer no terminaba por comprender la situación, ese día no se notaba tan distante como aquel día en la fiesta, era un gran avance.

Creo que era hora de acelerar los planes, en algo tenía razón S.R, no podía estar con este sufrimiento y esa angustia. Así que estaba decidido, iba a ser claro con Luna. Quería saber el porqué de su comportamiento, conforme a eso, pensar en mis próximas jugadas.

Ya sabrán como estaba S.R en aquel momento. Tenía unas ganas de darme unas cachetadas y hacerme abrir los ojos para que viera la realidad, ella no estaba interesada en mí. Se derrumbaba el trabajo de meses, el entrenamiento para que yo fuera un hombre de alto valor en un instante hacía ver que no había aprendido demasiado.

S.R para su desgracia no tenía el control en mí y se tenía que aguantar.

Al día siguiente, Luna si me daría respuestas a lo que yo me preguntaba a cerca de lo que pasaba entre los dos. Solo diré que fue un acierto acercarme a ella, aunque su forma de pensar fue un grandísimo golpe a mi ego.

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