Catrina Ortega

Después de un rato , llegamos a nuestro destino. La casa era impresionante, estaba inspirada en un castillo, literalmente. Dejamos el coche en la entrada y un señor mayor nos recibió con una sonrisa y nos tendió la mano. Puse la mía encima de la suya pensando que me quería ayudar a entrar pero cuando se sorprendió por mi gesto supe que había hecho algo mal, así que la quité de inmediato.

Mi amiga se colocó a mi lado y antes de descubrir que le daría al señor (que se me había quedando mirando esperando) un sonido de un coche nos sobresaltó. Las dos nos giramos en su dirección, detrás de nuestro coche había parado otro, de donde salieron dos jóvenes. El conductor le tiró las llaves al señor que las cogió al vuelo  y se apresuró a entrar, mientras que el copiloto se me había quedado mirándome de forma que parecía consternado y sorprendido, no sabía si me había reconocido tras  mi antifaz, mas me resultó extrañamente familiar, o lo que veía de él al rededor de su máscara color vino al conjunto con el traje.

Sin quitarle la vista de encima sentí como Eleanor se tensaba a mi lado, le decía algo al señor que no presté atención (ya que seguía mirando al desconocido) pero volví a la realidad cuando me cogió del brazo y tiró de él  llevándome hacía el interior. 

-Venga, no nos conviene quedarnos aquí fuera con este frío-.Asentí y dejé que me arrastrara, en cambio, mi mente exigía que no me moviera,  pero ignoré esa orden y me adentré en las grandes puertas de roble. 

 No había una entrada en sí, sino que detrás de las puertas principales daba directamente a un espacio gigante repleto de personas. Todo estaba decorado mirara donde mirara al estilo antiguo, concordaba con el exterior.  Como me había temido las mujeres  iban perfectamente peinadas, con joyas excesivamente grandes, las máscaras perfectamente colocadas  y con vestidos cada uno más elaborado que el anterior. Los hombres en cambio iban vestidos con el típico traje de gala, ya fuese de distinto color, tamaño o diseño, pero ninguno tan llamativo como el del chico de la entrada.

-¿Quieres algo de beber?-. Me preguntó mi amiga distraídamente mientras buscaba con la mirada.

-No, por ahora, pero sí me apetece bailar-. Dejó su búsqueda y me miro con una pequeña sonrisa en los labios.

-Perfecto-. 

Pasamos entre la gente para poder llegar más o menos a lo que sería el centro de la sala, ya una vez allí las dos nos colocamos frente a frente, yo le coloqué la mano en el hombro y ella a mí en la cintura, mientras que las otras las unimos con los codos elevados.  Ella me había enseñado a bailar desde que este evento se había anunciado y aún que renunciara a ir me hacía ilusión aprender a bailar, así que no me negaba. 

Empezó a reproducirse otra canción y ahí fue cuando todo el mundo empezó de nuevo a bailar, ya que entre canción y canción dejaban unos segundos para que las personas se colocaran otra vez en su posición inicial. Entre vueltas y risas no nos habíamos dado cuenta de que ya había acabado aquella canción  y estaba por comenzar la siguiente, al menos hasta que nos sorprendieron con una llamada en el hombro de Eleonor. 

-Disculpe-. Dijo un joven, pasó sus ojos de ella a mí.-Señorita, ¿Le importaría si en este baile soy yo el que acompaña a su acompañante?-. Sorprendida por tanta educación, respeto y elegancia al hablar asentí, marchándome en dirección a la barra.

Cuando llegué se presentó un camarero delante de mí, preguntándome: " ¿Qué quieres de beber?" A lo que le había respondido Champán.

-Tome, señorita-. Me dijo el chico poniendo mi bebida delante mía. 

-Gracias-. Le respondí con una sonrisa sincera a la que él respondió con otra.

Me mantuve de pie por la falta de sitio para sentarse. Me concentré en intentar ver a Eleonor bailar entre todos los invitados, pero fue imposible, así que me di por vencida y esperaría a que la canción acabara para ir a buscarla.

Una vez acabó la canción me dirigí  hacía la multitud para poder localizarla, cuando alcancé a verla, riendo con el joven que nos detuvo anteriormente, otra canción comenzó de nuevo y unos brazos me atraparon en medio de mi misión, deteniéndome. Me giré en redondo para estar de  frente con quien me había detenido. 

El chico de traje de color vino, me quedé sorprendida por tal interrupción. Alargó su mano hasta mi máscara, no sabía por qué pero no le interrumpí en su acción. Sus ojos y boca se abrieron por igual al ver mi cara.

-No fue mi mente...-. Susurró.

-¿Qué?-. Pregunté confusa, parpadeó varias veces y tosió volviendo en si. 

-Nada es que pensé que había visto un ángel-. Cambió la cara completamente y puso una sonrisa en ella. Rodé los ojos, intenté zafarme de su agarre, mas no sirvió de nada. Se sujetó a mí para empezar ha bailar y sin otra opción yo también.  

-No es necesario que bailemos, estaba por ir a buscar a una amiga-. Giró la cabeza en dirección a donde anteriormente estaba Eleonor.

-Te refieres a la que entró contigo ¿verdad?-. Asentí y se rio bajito.- Pues me da que te va a dejar plantada-. Miré a donde el había puesto la vista antes, era verdad, mi amiga se estaba yendo de aquí mientras reía con el tipo con el que bailó. 

-¡Eleanor!-. Grité en medio de la multitud, la música estaba demasiado alta como para que me escuchara, así que no lo intenté más. 

No me molesté en seguirla porque sabía que no la alcanzaría, así que le escribí: ¿Con quién me voy? porque supongo que estarás ocupada. 

-Princesa, lo siento mucho pero este chico tan amable me ofreció llevarme a su casa... pero si quieres le digo que no que tengo que irme contigo-. Leí en bajito, cuando le fui a responder que no se preocupara que cogería un taxi, pero antes de mandar el mensaje escuché un bufido.

-No necesitas un taxi, yo puedo llevarte-. Dijo el enmascarado elevando los hombros y alejando la cara de mi móvil.

***