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74-Después de la Lucha

La Prisión Rávana, ubicada en una dimensión de bolsillo en la India. Es una de las tres prisiones de máxima seguridad en el mundo sobrenatural y de la hechicería, junto a la Prisión Don Flamingo en España y la Prisión Jun Guevaru en Cuba. Es en esta prisión donde están encerrados los mayores criminales que la Organización Lovecraft y Cazadores por Contrato han atrapado en el continente asiático, con una capacidad de reclusos de veinte mil personas y con treinta mil guardias, compuestos en su mayoría por autómatas creados en el Alfheim, hechiceros de la Organización Lovecraft y Cazadores por Contrato. La prisión está compuesta por seis niveles, Deva, Ashura, Humano, Animal, Petra y Naraka. Dependiendo de la gravedad de los crímenes del recluso, es enviado a uno de estos niveles. El nivel Deva es donde están aquellos que solo cometieron delitos menores y en el nivel Naraka, es donde están lo peor de lo peor, monstruos y hechiceros que cometieron los crímenes más atroces de la humanidad.

Ibaraki Douji, sus hijas y sus soldados habían sido enviados al nivel Humano, lleno de antiguas guerrillas, Cazadores Furtivos y asesinos. 

En el área de visitas, Nara Douji estaba esperándolas para poder saber de ellas. Tras media hora de espera, los guardias las trajeron. Estaba en sus formas humanizadas y tenían unos collares especiales que anulaban su Miasma y además, estaban vestidos con uniformes anaranjados. 

https://youtu.be/dUdNGDxA3Lc

Las cinco se abrazaron fuertemente y se quedaron así en silencio durante cinco minutos, hasta que decidieron tomar asiento.

—¿Cómo han estado? —preguntó Nara, jugando con sus pulgares por los nervios.

—Bueno, el naranja no me queda tan bien como a ti o a Yumei-Onee chan, pero tampoco me quejo —respondió Katsuki, alzándose de hombros.

—El lugar podría ser más higiénico, pero al menos estoy en la misma celda con mamá —respondió Sakura, con una ligera mueca.

—Extraño mis libros —respondió Yumei, mientras se acomodaba los lentes.

—Ha sido un gran cambio, pero créanme que voy a resolverlo pronto —mencionó Ibaraki Douji, cruzada de brazos—. Como su madre, lo único que tengo que hacer ahora es procurar su futuro. Por eso, quiero que me hagas un favor, Nara-chan.

—Lo que sea —respondió determinante.

—Vive tu vida, se feliz con Akira-kun y siempre se fiel a ti misma —pidió mirando a su hija a los ojos—. Yo te crie, yo te eduqué, yo te entrené y tú ya estas lista para enfrentar al mundo sin mi, tú y tus hermanas están listas para volar lejos sin su madre. Ya no me necesitan.

—Madre, ¿Qué estás diciendo? —inquirió Nara, preocupada.

—¡Doyjan! El último plan de la Reina de los Yokais, para que así sus hijas tengan una mejor vida, ya que se lo merecen —respondió con una sonrisa pícara—. Después de todo, la información vale millones.

—¿A qué te refieres? —preguntó Katsuki, arqueando una ceja.

—Mis amores, soy una mujer vieja, he vivido por más de mil años, recorrí todo el mundo y conocí a cientos de miles de personas —respondió apoyando los codos en la mesa y entrecruzando los dedos—. Tengo información valiosa sobre más de treinta Grupos de Intriga que siguen activos al día de hoy y también tengo información sobre el paradero de muchos objetos mágicos y malditos que a la Organización Lovecraft le interesaría resguardar antes de que alguien más lo haga y los use para otros fines.

—Veo a dónde quieres llegar —dijo Sakura, asintiendo con la cabeza.

—Ayer pedí una audiencia con el Peón y el Rey de los Jerarcas de la Organización Lovecraft para discutir sobre la información que poseo —agregó con cierto orgullo—. A cambio de todo esto, voy a pedir que les den liberación condicional a ustedes y al resto de mis hombres. Sé que la Organización Lovecraft suele reclutar a ciertos criminales si ven que tienen potencial y los ponen "bajo libertad condicional", asignándolos a distintos equipos por todo el mundo. Ustedes y mis demás soldados son hechiceros y Yokais excepcionales, buenas personas y guerreros honestos, creo que podrán cumplir con sus expectativas.

—¿Qué pasará contigo, madre? —preguntó Yumei, cabizbaja.

—Supongo que tendré que cumplir mi sentencia, es lo justo después de todo el caos que provoqué, pero si se me da la oportunidad de salir, con gusto lo haré para poder estar con ustedes —confesó de forma despreocupada—. Lo que me importa ahora, es que ustedes obtengan la felicidad que se les negó en sus anteriores vidas y puedan vivir tranquilas.

Las cuatro hermanas y su madre siguieron hablando largo rato, hasta que la hora de la visita terminó y se despidieron con otro prolongado abrazo, hasta que Nara pueda venir a visitarlas de nuevo la siguiente semana. Ahora estaba más tranquila, ella también hablaría con Kangxin Lang para poder darle una segunda oportunidad a sus hermanas y a sus amigos, se los debía.


https://youtu.be/Amk3E6UJTl8

En Europa, Fūma Kumiko estaba realizando sus terapias para poder acostumbrarse a mover su nueva prótesis robótica en el Alfheim, el reino de los elfos de la luz.

El Alfheim es un mundo paralelo a la tierra, por donde se puede acceder mediante múltiples portales distribuidos en países escandinavos y anteriormente celtas. Es un mundo mucho más avanzado tecnológicamente hablando, esto debido al alto intelecto con el que cuenta esta raza longeva y muy conectada con la naturaleza.

Kumiko estaba sentada en su cama, en la residencia del hospital donde le habían puesto la prótesis. Apretaba lenta y constantemente una pelota de goma para aprender a aplicar fuerza con ese nuevo y avanzado brazo.

—Sé que es un proceso lento, pero valdrá la pena —mencionó Kyoko, estando sentada al lado suyo junto a Dalila—. Una vez que aprendas lo básico, comenzaremos por mostrarte todas los gadgets que tiene ese nuevo brazo.

—Me espera un largo camino por delante dijo —Kumiko, frunciendo el ceño—. Onii chan y los demás han avanzado bastante, por lo que tengo que ser aún más fuerte.

—Hemos estando hablando con los doctores y dicen que podría ser posible revertir la cirugía que te hizo el Shinsengumi para que puedas aprender magia de una vez —informó Dalila, con una ligera sonrisa—. Están esperando a que termines la rehabilitación para realizarla, ¿cuál Arte Místico te gustaría aprender?

—Ya tengo uno en mente —respondió determinante.

—Supongo que por eso me buscaste.

A la habitación entró un joven adulto, en sus veinte, de musculatura desarrollada y peinado estilo "spiky". Vestía una musculosa negra, junto a pantalones celestes y por sus rasgos y acento parecía americano.

—¿Y tu eres...? —inquirió Dalila, arqueando una ceja.

—Jason Frank, hermano menor de Oliver Frank y una de las pocas personas que son usuarias del Hokuto no Ken —respondió con algo de orgullo—. Cuando me enteré de la muerte del discipulo de mi hermano, vine a Japón y kunoichi girl me contactó para que pudiera enseñarle el Karate Kyokushinkai Armed Style y el Hokuto no Ken.

—Se lo debo a Yasunari-san, él me ayudó a volverme más fuerte y siempre inspiró a los demás como el senpai del grupo, no dejaré que su legado muera —declaró Kumiko, con cierta melancolía—. Por eso, aprenderé su arte marcial, para así poder honrarlo como se debe. Por eso... ¡me recuperaré lo más rápido posible para así poder mejorar!

—Hehehe, ese es el espíritu —dijo Jason, acariciando la cabeza de Kumiko.



En Japón, habían pasado tres semanas después de la revolución de Ibaraki Douji, tanto Tokio como Kioto aún estaban en reparaciones tras todo el destrozo causado. Se creó una historia de tapadera de un ataque terrorista con bombas perpetrado por nacionalistas radicales para explicar todos los daños a ambas ciudades y la Organización Lovecraft junto al gobierno de Japón estaban financiando todas las reparaciones.

En lo alto de un edificio, una chica como de quince años estaba a punto de saltar al vacío para quitarse la vida. Todo su cuerpo temblaba y sus ojos estaban hinchados de tanto llorar.

—Esto no aliviará nada, solo le causarás más dolor a otros —una voz llamó su atención.

https://youtu.be/uGvKXpGwxyA

Al voltear la vista, Kuroneko Yamiko estaba a su lado, sentada en el borde del edificio con una mirada hacia el abismo.

—Tuve una amiga que tomó la misma decisión y no pude llegar a tiempo para salvarla —declaró con cierto tono melancólico—. Quitarse la vida no le trajo paz y al resto de su familia solo le trajo tristeza. Por más que pienses que no eres fuertes, te equivocas, eres más fuerte de lo que piensas y las personas que te dicen lo contrario, solo están amargadas con sus vidas.

La chica parecía escuchar todo lo que decía, dando unos cuantos pasos fuera del borde.

—No estás sola en este mundo, hablé con tu madre y me dijo lo mucho que te ama —continuó hablando—. Sé que ahora las cosas te son difíciles en la escuela, pero no te preocupes, tu familia te podrá apoyar en todo lo que necesites si solo le cuentas todo lo que ha pasado. Del resto, me ocuparé yo.

Yamiko fue abrazada por la chica entre lágrimas, consolándola al corresponderlo. Para aquella adolescente que solo pensaba en no pensar más nada, que una desconocida haya venido allí para detenerla de cometer suicidio, le hizo pensar que tal vez ella no era invisible, que podía ser feliz y que había gente buena en este mundo dispuesta a ayudarla. 

Después de llamar a sus padres y a un doctor amigo de su familia para que la ayudara a lidiar con todo el trauma, Kuroneko Yamiko fue hasta la escuela de la chica, donde enfrentó a los abusadores del lugar y los amenazó. Si bien no fue tan brutal como hace tres años, les dio un buen susto y les advirtió que no volvieran a meterse con nadie de esa escuela, porque ella lo sabría y entonces les daría otra paliza.

Hace una semana, Kuroneko Yamiko se topó por casualidad con esta chica, reconoció en ella todas las señales que alguna vez pudo haber notado en Fujiwara Yuko, por lo que decidió ayudarla. No quería dejar que otra familia pasara por lo mismo.

En otra parte de Tokio, un joven chico de origen chino corría de un grupo de abusadores, hasta que lo acorralaron en un callejón, donde empezaron a golpearlo. La gente que pasaba no se atrevía a ayudarlo, solo miraban fugazmente y seguían con su camino.

—¡Japón es solo para los japoneses, regresa a tu país, chino mugriento! —gritó uno de los abusadores mientras lo golpeaba.

—¡Apártate de él! —gritó alguien en la entrada del callejón.

Akatsuki Akira y Kaioh Rai fueron corriendo hasta ellos, alejándolos del chico y peleando con ellos. Para los dos agentes de la Organización Lovecraft, esas escorias no eran ningún problema para ellos. Al final, los dejaron noqueados en el piso y ayudaron al joven a levantarse, tenía la cara morada de tantos golpes, pero podía mantenerse de pie.

—¿Estás bien? —preguntó Rai.

—Sí, muchas gracia por salvarme —dijo el joven, cabizbajo.

—¡Arriba esa cara! Es obra del destino el que nos hayamos encontrado —declaró Akira, con su típica actitud energética y jovial—. Si quieres volverte más fuerte para que nadie vuelva a golpearte, entonces ven con nosotros. Conocemos un dojo que te ayudar en eso.

—¿En serio podrían ayudarme en eso? —preguntó incrédulo.

—Por supuesto, somos artistas marciales, nuestro deber es proteger a la gente indefensa y ayudarla a volverse fuerte —respondió Rai, poniéndole una mano en el hombro—. Cualquiera puede volverse fuerte, si tiene la suficiente disciplina y dedicación.

El chico aceptó entusiasmado el acompañarlos, su destino fue el dojo Sombra Nocturna, perteneciente a Kuroneko Munenori, donde aprendería el gran arte del Yagyu Shinkage-Ryu.

Tras una mañana bastante ocupada, todos los miembros del equipo Eiyū no Tabi se reunieron en el departamento de Yamiko y Rai. Ahora en la sala del departamento estaba un batsudan, un armario para honrar a los difuntos, lleno de fotos y artículos que les pertenecían. En este caso, estaba lleno de fotos del equipo junto a Florentino y Oyama, además de varias pertenencias suyas. La única que no estaba presente en esta reunión era Shui Li, ya que hace dos semanas ella decidió regresar a Estados Unidos con su pareja, sus amigos y su amado discípulo.

—Todo ha pasado muy rápido —comentó Yamiko, dándole un sorbo a su coca-cola.

—Sin duda, parece que fue ayer cuando eras chica tsundere amargada, ahora solo eres una chica tsundere —agregó Akira a forma de broma.

—Parece que quieres morir joven, Akira-kun —dijo Yamiko con una mirada aterradora.

—¿Estoy mintiendo? —inquirió 

Todos soltaron una risa pequeña, mientras comían dulces y refrescos.

—Debo agradecerles por poder estar aquí —declaró Nara, rodeando el cuello de Akira con su brazo izquierdo—. En el pasado no pude gozar de muchas cosas. Cuando me volví una Oni, pude gozar lo que era una familia, pero ahora puedo gozar de tener buenos amigos.

—No hace falta que nos agradezcas, eres miembro importante de este grupo de locos como todos nosotros —bromeó Kirei, con una dulce sonrisa.

—Una vez que te juntas con los locos, nunca te aburrirás —agregó Rai, con un poco de humor.

—Amen y aleluya —dijo Nara, alzando su cerveza.

—¡Un brindis! ¡Por el equipo Eiyū no Tabi! Mis amigos del alma —declaró Yamiko, con jovialidad.

—¡Salud! —exclamaron todos los amigos, chocando sus bebidas.

La paz había regresado a Japón y el equipo Eiyū no Tabi había aprendido valiosas lecciones a lo largo de su camino de la espada. Aprendieron a dejar el pasado atrás, a perdonarse a sí mismos, a afrontar sus miedos y a superarse día tras día para así ser mejores personas.

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