64-La Calma Tras la Tormenta
2 de enero de 1868...
Antes de ser Yumei, ella había sido Murasaki Hiromu, una autora de éxito menor, famosa por sus novelas de romance y drama.
Parecía tenerlo todo. Una carrera estable como escritora, dinero suficiente para vivir cómodamente, una casa elegante, belleza, etc. Sin embargo, la realidad era otra, para Murasaki Hiromu su vida era miserable por un detalle importante: su marido.
Desde niña, Hiromu había soñado con ser una gran escritora y con tener un buen marido. Ella amaba a los chicos alegres, rudos, divertidos y que hagan sentir a su pareja como alguien especial. Lastimosamente su familia organizó un matriomonio arreglado para ella a sus veinte años, para pagar viejas deudas que tenían, casando a su hija con Kurata Matsuki, hijo de una familia de clase media-alta.
Los cuatro años que Hiromu vivió con Matsuki fueron una tortura para ella. Nunca estuvo interesado en ella, se burlaba de sus obras, se pasaba casi todo el día emborrachándose, yéndose a burdeles, ignorándola cuando podía y tomando una buena parte del dinero que Hiromu ganaba con sus obras.
Todos los sueños de un matrimonio feliz de Hiromu se convirtieron en polvo y esa vida miserable fue la que terminó con su vida.
Ese día, Hiromu fue a revisar su dinero que tenía oculto para que su marido no lo robara, lo escondía en un piso falso de su habitación de pisos de tatami, el cual tenía que levantar con un palillo de madera por un hueco. Hiromu apretó los puños con fuerza hasta hacerlos sangrar al ver que ese dinero ya no estaba, su marido se lo llevó. Ya estaba harta de todo, de su vida y de su marido.
Y hablando del diablo, Kurata Matsuki había regresado aquella noche, borracho como casi siempre. Por mucho tiempo, Hiromu se había aguatado todo lo que su esposo le hacía y le decía, lloraba cuando él no estaba para poder desahogarse y de vez en cuando también pasaba sus penas con alcohol, pero ya no más. Esa noche lo iba a confrontar.
—Danna-sama, ¿qué hiciste con el dinero de mi última obra que yo guardaba? —interrogó mirándolo con enojo.
—Ah, ¿ya vas a empezar con eso? Tal vez solo perdiste y ya está, déjame en paz —respondió con voz pastosa.
Hiromu notó como el cuello de su marido estaba lleno de marcas de labios y eso solo hizo que se enfadara aún más. Tomó sus pinceles y empezó a arrojárselos entre lágrimas.
—¡¿Gastaste MÍ dinero en tus zorras otra vez?! ¡Ya me tienes harta, no puedo soportar más esto, no puedo soportarlo! —gritó dejando escapar toda la ira y frustración que tenía acumulada después de todos esos años. Quería echarlo de su casa, liberarse de toda la apatía que le producía aquel hombre— ¡Te burlas de mis obras, pero robas todo el dinero que gano con ellas! ¡Me has tratado como una cualquiera desde el primer día! ¡Vete, vete, vete, vete, vete, vete, vete! ¡No quiero que vuelvas a MÍ casa otra vez!
Ella siguió arrojándole cosas, pero Kurata Matsuki se le abalanzó encima, tumbándola al suelo donde comenzó a estrangularla.
—¡Estúpida perra! ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! —le gritó con los ojos inyectados de sangre por la borrachera.
Hiromu casi vomita por el nauseabundo olor que salía de la boca del hombre, el aire poco a poco empezó a hacerle falta. Trató de hablarle, suplicarle para que parara y la dejara vivir, pero fue inútil, las palabras no salían de su boca. Intentó luchar contra él, rasguñando sus brazos y rostros, pero físicamente era más fuerte que ella. Sus ojos se pusieron rojos y empezó a botar espuma por la boca y finalmente murió debido a la falta de oxígeno.
Ese fue el lamentable final de Murasaki Hiromu y el nacimiento de Douji Yumei, la última hija de Ibaraki Douji.
De entre todas sus hijas, la que más se parecía en personalidad a Ibaraki era Yumei, pese a no tener su ambición y espíritu de lucha, si tenía una excentricidad igual a la de su segunda Madre. Por lo que siempre la apoyaba en cualquier idea descabellada para lucirse, fastidiar a sus hermanas o darle más dramatismo a uno de sus planes. Ibaraki también disfrutaba de las obras de Yumei, apoyándola para volverse una gran autoria y pagando sus cursos para que pueda adaptarse al estilo de narrativa de cada década.
Yumei de entre todas sus hermanas, era la que más amor le tenía a Ibaraki Douji por cada cosa que había hecho por ella sin pedir nada a cambio, solo su amor como una hija.
En la actualidad...
Ahora Yumei decidió luchar contra Kaioh Rai y Shui Li con él único propósito de defender los ideales y los sueños de su madre.
—Lo haré, en definitiva debo luchar por lo que quiero, ¿cómo lucharían mis hermanas? —pensaba en voz alta—. Sakura-Onee sama de seguro deslumbraría a todos con sus técnicas de kenjutsu, Katsuki-Onee sama pelearía con toda la elegancia del mundo y Nara-Onee sama lucharía de frente y con ferocidad, como los héroes shonen de los ochenta y noventa..., pero eso no importa ahora, ¡es tiempo de mostar cómo pelearé yo, Yumei! ¡Estoy lista para todo lo que tengan!
—Cuando tengamos una abertura en sus defensas, acábala —indicó Shui, adoptando una pose similar al estilo de la serpiente del kung-fu.
—Entendido, Li-dono —dijo Rai, poniéndose en guardia—. Espero que esta técnica del Estilo Susanoo pueda superar su Jujutsu.
https://youtu.be/P2bPD7WgViQ
Yumei fue rodeada por su aura de Miasma, haciendo una seña con su mano derecha.
—¡Jujutsu: Chi no Sabaku no Ningyō! (Técnica Maldita: Efígies del Desierto Sangriento)
La arena dorada se moldea, tomando la forma de tres efígies egipcias de cuatro metros. Dos de ellas fueron a atacar a Rai y a Shui, mientras que la tercera servía como vehículo volador para la Oni.
Shui usó el Flujo para evitar un zarpazo de una de las efígies, acto seguido trató de atraparla entre raíces, pero la bestia simplemente escapa de allí separando su cuerpo grano por grano, apareciendo detrás de la Jiang Shi. Otro ataque de la bestia de arena dorada falla, pero Shui no puede perder mucho el tiempo con ella, ya que tiene un objetivo mucho más importante.
—¡Forestación: Araña de Maple!
Mientras esquivaba las flechas que le lanzaba Yumei, Shui usó su magia natural para crear una araña gigante hecha de arce, que disparó desde su boca miel de maple extremadamente pegajosa. De esta manera pudo inmovilizar a la efígie por completo.
Por su parte, Rai bloqueaba cada uno de los zarpazos de la efígie con sus dos espadas con una velocidad que la maestra china pudo notar era mayor que la que tenía antes de su viaje a Jianju Tibetan Village.
—¡Técnica del Estilo Susanoo № 30: Tsunami Furioso de los Dioses!
Invocando una gran ola, la efígie se deshizo por completo, sacando de la ecuación a todos los esbirros de Yumei.
—¡Jujutsu: Ōke no Tani no Herusutōmu! (Técnica Maldita: Tormenta Infernal en el Valle de los Reyes) —exclamó, preparando su siguiente ataque.
De los cielos de Kioto, cientos de flechas de arena dorada cayeron hacia los hechiceros. Rai se protegío con la quinta técnica del Estilo Susanoo, mientras que Shui invocó la Protección de Gea, logrando defenderse de manera exitosa de esta mortal técnica. Acto seguido, con ayuda de Shui que le hizo un puente de raices, Rai corrió a toda velocidad, saltando en el aire hasta estar a pocos metros de Yumei.
—¿Qué quiere lograr? Mi Jujutsu podrá bloquear cualquier ataque que me lance —pensó erroneamente la Oni.
—¡Técnica del Estilo Susanoo № 26: La Gran Ola de Kanegawa! —exclamó, con su wakisashi brillando de color celeste.
Rai disparó un poderoso remolino de agua, que pese a ser bloqueado por la Jujutsu de Yumei, fue mandada a volar varios metros hasta atravesar por completo un edificio y aterrizar en otra calle, dejando un crater de cinco metros.
—¿Alguien anotó la matrícula? —murmuró Yumei, recuperándose del duro golpe.
Inmediatamente, ella creo varias flechas y tensó su arco, al ver como Rai y Shui se acercaban saltando entre los edificios. Disparó sus flechas con una velocidad superior a las anteriores, logrando realizar cortes en los cuerpos de ambos hechiceros.
—¡Forestación: Bosque de los Empalados!
Varias estacas de madera emergieron del suelo, Yumei se protegió de estas flotando en el aire con su arena.
—¡Jujutsu: Shūmatsu no hebi! (Técnica Maldita: Serpiente del Fin del Mundo) —exclamó con otro ademán de manos.
Una gran cantidad de Arena del Caos es creada por Yumei, con el propósito de darle la forma de Apofis, la serpiente del caos y la maldad de la mitología egipcia.
La serpiente dorada medía más de treita metros y devastaba todo a su paso, queriendo acabar de una vez con todos sus enemigos.
—¡Forestación: Mecha Arboreo!
Para combatir esta amenaza gigante, Shui invocó a su Golem de madera, esta vez de un tamaño similar a la serpiente para así dejarle vía libre a Rai de enfrentar a Yumei, comenzando así una gran batalla de kaijus en Kioto, que hacía temblar la tierra con cada impacto de estos dos monstruos colosales.
https://youtu.be/2dU4BiXxSOY
—Te has hecho más fuerte desde nuestro primer enfrentamiento —observó Yumei, frunciendo el ceño—. Realmente pareces un protagonista de shonen, incluso tienes un look super genial como el mío.
—No te entiendo —murmuró Rai, adoptando otra postura de su estilo.
—Ah, n-no me hagas caso, a veces pienso en voz alta —dijo Yumei, tensando su arco— ¡Jujutsu: Noroi suna senpū! (Técnica Maldita: Tobellino de Arena Maldita).
Al disparar su flecha, también lanzó un torbellino gigantesco de arena que lanzaba por los aires los escombros, árboles y autos que se encontraban en la calle. Rai nuevamente trató de protegerse con la quinta técnica del Estilo Susanoo, Olas Feroces, la cual como se había explicado antes, al realizarla de forma correcta, el usuario se vuelve completamente inamovible. Sin embargo, Yumei aparece de entre la tormenta de arena, con su arco listo.
—¡Home run! —exclamó, lanzando un golpe con su arco.
Pese a que Rai logró bloquearlo, al ser Yumei una Oni, su fuerza física era mayor a la suya y como consecuencia fue disparado con fuerza, incluso rebotando en el suelo hasta detenerse e inmediatamente tuvo que evitar ser aplastado por el Golem de Shui que seguía enfrascado en su pelea con la invocación de Yumei.
Shui comandaba su Golem contra la bestia serpentina, golpeándola repetidas veces con varios bazos que ella creaba para mantenerla a raya, pero la serpiente gigante lo envolvió en su cuerpo, haciendo presión hasta destruirlo.
La Jiang Shi escapó de milagro, aterrizando en un edificio cercano que estaba a punto de derrumbarse.
—¡Forestación: Dragón Sagrado del Emperador de Jade! —exclamó, invocando a su majestuoso dragón de madera para evitar una horrible caída—. Permíteme ayudarte Rai, ¡Forestación: Muchas Yo!
Ocho clones de madera aparecieron junto al chico de cabellos dorados para apoyarlo en su pelea contra Yumei, mientras Shui mantenía ocupada a la serpiente.
—¿Sabes? Voy a culparte de toda la destrucción que está causando esta pelea —mencionó Rai, a forma de broma.
—¡Ah, no me lo recuerdes! Espero que Madre no me regañe por estar destruyendo Kioto —dijo Yumei, poniéndose nerviosa—. Ella siempre dice que hay que conquistar sin destruir, pero es tan difícil hacer eso cuando te enfrentas a alguien fuerte.
—¿Realmente estás dispuesta a morir por los objetivos de tu madre? —interrogó Rai, con una mirada seria—. A partir de ahora, daré todo de mí para derrotarte y es posible que mueras.
—¿M-morir?... Realmente no lo sé, yo quiero apoyar a mi Madre en esto, pese a no estar de acuerdo con sus métodos. Ella me ha dado la vida que no pude tener antes —confesó insegura y con una expresión que mostraba conflictos—. Siento que tengo que devolverle toda la alegría y diversión que me ha dado por más de un siglo, pero... tampoco quiero volver a morir, ya lo hice una vez y fue horrible... y-yo quiero vivir, sin embargo, no puedo dar marcha atrás. Es mi madre y jamás me atrevería a decepcionarla.
—Tienes un amor y una lealtad envidiable, Yumei Douji —comentó Rai, con sinceridad—. Antes no noté esto, pero sigues siendo muy humana a mis ojos.
—¿Por qué eres así conmigo, Kaioh Rai? —inquirió con curiosidad—. Tú y yo somos enemigos.
—Yo no tengo enemigos, nadie en este mundo tiene enemigos y nadie merece ser asesinado —respondió para sorpresa de la Oni—. Tú vida es igual de valiosa como la de cualquier otro ser en este planeta, no tengo ningún rencor contra tí y solo cumpliré con mi labor.
—Kaioh Rai, eres admirable —elogió Yumei, con una dulce sonrisa—. Ambos tenemos una labor que cumplir, no retrocedamos ante nada, ¿ok?
—Me parece bien, luchemos como verdaderos guerreros —declaró también con una sonrisa.
Kaioh Rai se lanzó al ataque junto a los clones de Shui Li, Yumei preparó su arco, logrando destruir dos de estos clones y el resto no podían atravesar sus altas defensas.
—¡Jujutsu: Kogane no senkō! (Técnica Maldita: Destellos Dorados).
Yumei lanzó de frente una de sus flechas que se dividió en decenas de estas mismas, Rai las cortó usando la segunda técnica del Estilo Susanoo.
—¡Técnica del Estilo Susanoo № 29: Corales de la Conquista! —exclamó enterrando su wakisashi en la tierra.
De entre el suelo surgieron decenas de corales filosos como cuchillas, que incluso eran capaces de atravesar la Jujutsu de Yumei casi por completo debido a su filo y dureza, provocando algunos cortes en su cuerpo. Esto alarmó a la Oni lo suficiente como para empezar a dar volteretas de espaldas para esquivar estos peligrosos corales que se seguían expandiendo por doquier.
https://youtu.be/DuTXAE2fRHk
—¡Jujutsu: Naraka no chissoku suna! (Técnica Maldita: Arenas Sofocantes del Naraka)
Un gran tsunami de arena dorada fue lanzado por Yumei, destruyendo cada uno de los corales que habían invadido todo el campo de batalla y parecía que Rai también fue arrastrado por esta mortal técnica.
Los clones de Shui Li sobrevivieron debido a su capacidad de caminar por superficies totalmente verticales, pero fueron rápidamente eliminados por las poderosas flechas de la Oni.
De un momento a otro, el lugar se llena de agua, llegándole hasta arriba de los tobillos a Yumei y con un susto de muerte, se da cuenta de que está siendo atacada por docenas y docenas de tiburones, pensaba que su Jujutsu podía defendarle, pero unas fauces de tiburón aparecen debajo de ella y casi se queda sin piernas de no ser porque saltó a tiempo y flotaba con su arena.
Allí fue cuando lo impensable pasó, ambos brazos de Yumei fueron cortados por Rai, que apareció a sus espaldas y sobrepasando su Jujutsu.
—Técnica del Estilo Susanoo № 15: La Calma tras la Tormenta —murmuró.
Esta era la técnica más difícil de aprender de todo el Estilo Susanoo, ya que el usuario necesita una tranquilidad total. Debe hacer que su respiración vaya sumamente lento, debe reducir su velocidad al máximo, su mente tiene que estar libre de cualquier pensamiento inecesario y su instinto asesino tiene que desaparecer por completo. De hacerlo bien, el usuario se vuelve casi indetectable, a excepción de aquellos seres con sentidos sumamente agudos.
De esta manera, Rai se volvió completamente invisible para la Jujutsu de Yumei al no detectarlo como una amenaza.
La Oni cayó al suelo y el espadachín la apuñaló en su vientre, dándole una descarga eléctrica igual de fuerte como un centenar de rayos, sabiendo que eso no iba a matarla. Yumei quedó completamente inconsciente y la serpiente gigante que había creado desapareció. Shui Li bajó de su dragón y se acercó a Rai.
—Ella estará bien, lo más probable es que despierte dentro de unas horas —informó Rai, guardando su dos espadas.
—Me quedaré con ella a cuidarla —declaró Shui, viendo hacia un lado preocupada—. Lo más probable es que Oyama haya ido a enfrentar a Ootakemaru, encuéntralo y ayúdalo, Rai.
Rai asintió y se retiró de la escena del combate, Shui envolvió a Yumei en raices para asegurarse de que no se mueva en caso de que despierte antes.
En Kioto, otros dos combates a muerte se llevaron a cabo al mismo tiempo. El Sol de la Esperanza contra la Yokai más Sádica de la Historia. El Karateca Prodigio contra El Tengu más Fuerte.
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